Renuncia: Todo a Hirohiko Araki.
Ven
Trish se encargó de vigilar sus propios pasos para asegurarse de que nadie los seguía a la gran torre. Pensaba en ellos como los guardias de una princesa de cristal y no como sus iguales, que respetaban su actitud y hasta sentían pena por su destino bastardo. Tantas desdichas por un plato de oro.
—No eres tan cruel después de todo.-comentó con alivio, cuando recordó descubrirlo remendar las heridas de Leone con cremalleras y constelaciones. Bruno le miró, tenía una expresión perturbada, casi con lástima, mientras que Trish apretaba sus afilados dientes, molesta.
—Cuando nadie nos necesita, Trish, yo moldeo por instinto nuestro próximo horizonte. Tú cierras tus ojos y me abrazas fuerte aunque no luches. ¿Vendrás con nosotros?
—Contigo, Bruno. Con nosotros.
(Y es cierto).
