Esta historia está basada en la novela de Gastón Leroux, no en la película, tampoco en el musical. Este es mi especial homenaje a sus personajes inmortales

Christine- La espera

Todavía le siento junto a mí, a pesar de los años, de las tragedias acaecidas aún noto su mirada acechándome. Todas las sombras le ocultan, todos los sonidos llevan su voz pero sólo las noches le pertenecen. Es en la oscuridad cuando vuelve a mí desprotegido, sin miedos ni rencores, para atraparme en su música de misterios oceánicos. Recorriéndome, acariciándome, susurrando que escape con él…

Me siento perdida en los laberintos de mi conciencia, por el deseo de buscarle y el miedo a hallarlePero no son aquellas pesadillas las que temo sino a aquellas de las despierto empapada, palpitante, envuelta en un calor que sólo se sofoca cuando deslizo mis manos al centro de mi ser ¡Qué Dios me perdone!

"Si me dejas ir podría no volver jamás" La admonición de aquella última noche resuena entre los ecos de su culpabilidad. Mi querido Raoul está preocupado por mi salud. Ha renunciado a su puesto en la marina para retirarse a una casita en el campo en la que los inviernos son demasiado cálidos; lejos de París, de la ópera, de él. Llevamos una vida tranquila y algo solitaria. La rutina y el cariño han consolidado las bases de nuestra unión, pero ya son demasiadas veces las que le he sorprendido observándome, intentando dilucidar qué es lo que corroe mi espíritu. Se está obsesionando, lo sé. Siento su miedo, su inquietud, la angustia mal disimulada que le corroe cuando me pregunta si soy consciente de que su cuerpo yace entre los misterios del Palacio de la Ópera.

Invariablemente respondo que sí y mis recuerdos reviven el momento en el que deposité entre sus mortecinas manos mi anillo de pedida. Pero entre nosotros flotan mentiras no confesadas porque me siento incapaz de explicarle que el más allá nunca fue un obstáculo para Eric. No para alguien capaz de enterrarse vivo en las simas abisales del subsuelo de parís. No para quien jugó con la vida y la muerte, con mis demonios, con mi único poder. No para aquel que tomó a la niña perdida que habitaba en mí y la transformó en una mujer capaz de jugar con el corazón de seres mortales e inmortales.

Para mí él significó la muerte que me hizo volver a la vida y todo lo que fui desapareció con el fantasma. Abandoné el canto, el único luto que nadie guardará por él, el último tributo a mi mentor. Él me creó, fue mi padre, mi confesor, mi pecado y mi redención. El monstruo que siempre habitó en mí

Sé que el fantasma no era más que un hombre que cometió actos terribles pero todavía sigo esperándole