Estos personajes en su mayoría no son míos. Casi todos pertenecen a Nobuhiro Watsuki, Sony y Shueisa. Este es mi primer fanfiction, así que ya saben manden sus opiniones :3
La verdad es que una parte del argumento está inspirada en otro fanfiction el cual leí hace muchísimo tiempo. Sin embargo, está redactado nuevamente por mí, los nombres de personajes inventados son producto de mi imaginación, de hecho, inclusive el desarrollo y desenlace son completamente distintos, por lo que si encuentran semejanza con otro fanfiction, desde ya aviso, no tienen nada que ver. No recuero de dónde era la idea original del conflicto que usaré en este fic (No lo digo para no hacer spoiler) ni tampoco recuerdo el nombre de su autora, así que pido disculpas por eso, pero también agradezco la inspiración que esta me ha dado con su idea.
En fin, espero no interpretar muy OOC, sin embargo cabe aclarar que la actitud o sentimientos de los personajes tienen que ser co-relativos con la situación planteada en la historia, si no, no tendría sentido xD
Cualquier sugerencia y comentario por favor escribirlo en las reviews. Desde ya, ¡Muchas gracias por leer!
01 Misao - ¡Ah! ¡Es que me pone ansiosa esperar!
A veces me resultaba difícil el notar que la espera había acabado, ya que juraría que por momentos había sido eterna. Ahora mis ojos estaban contra sus ojos, mis manos con sus manos, mis labios con los suyos…O eso deseaba. Por lo menos, el umbral físico que nos separaba era mucho menor y no perdería la fé en ello, estaba más cerca de confesar mis sentimientos porque lo más difícil estaba cumplido.
Aoshi estaba en casa.
Ese día, tiempo después de la última batalla que él y Himura desataron contra Shishio, Aoshi prometió que se quedaría en Kyoto para siempre, sin la necesidad de volver a portar un arma, pero con la condición de meditar tanto como lo necesitara para su propia paz mental. Tal ves no podría entender cuánto peso y dolor con llevaría los años de lucha, al igual que Himura, pero la verdad era que atesoraría cada día como el último y el primero.
Le pregunté a Okina sobre el paradero de Aoshi ese día, había salido temprano en la mañana y no había vuelto pasado aún, incluso pasado el medio día, ya comenzaba a preocuparme, ¿Es que planeaba vivir en el tempo o qué?
-Va a llover, probablemente él no vuelva hasta pasada la lluvia.- Me dijo el abuelo, afirmando que pronto llovería aunque no torrencialmente.
Salí corriendo para tomar un paraguas que estaba junto a la puerta.
-¿Vas a ir a buscarlo? Déjale volver solo, Misao.- Comentó Okina desde otra parte de la casa, pero no me importaba qué dijera.
-¡Vuelvo más tarde!- Finalmente dije tras cerrar la puerta de la casa con el paraguas en mano.
Después de todo ya comenzaba a volverse costumbre, yo siempre lo iba a buscar para caminar un rato junto a él. Todo había sido así desde entonces.
Charlas tranquilas, con temas comunes, o por lo menos relajantes.
No me tomó mucho tiempo llegar al templo, aquél lugar donde Aoshi pasaba la mayoría del tiempo purificando su alma…Aquella que para mí, brillaba aunque estuviese manchada de sangre.
Esperé un rato en la puerta para no interrumpir ni alarmar a los posibles monjes allí. Sin embargo, cuando comenzó a llover, tal y como el abuelo me lo había anticipado, cosa que no era del otro mundo dado que las espesas y negras nubes tapaban casi en su totalidad a Kyoto desde la noche anterior anticipándonos, no tuve más opción que entrar a la entrada del lugar. Había largos pasillos hacia ambos costados y un patio significantemente grande en el medio, y justo del otro lado, un gran salón. Supuse que allí estaría Aoshi.
Cuando crucé el decorado patio, abrí la puerta de la majestuosa sala con cuidado de no hacer demasiado ruido. Efectivamente él estaba allí, en posición de meditación y en silencio, con sus ojos cerrados, hasta que entré allí, claro, y me miró fijamente.
-¿Qué haces aquí?- Preguntó en voz neutral, no podría distinguir su estado de ánimo en ella.
-Estabas tardando mucho.- Le contesté en igual ímpetu para no desentonar. –Lamento interrumpir, Aoshi-san.-
Él se mantuvo en silencio mientras cerraba la puerta del lugar, sentándome junto a ella en la espera de que terminara. Sin embargo, a penas dejé en un costado el paraguas, él se levantó.
-Ya he terminado.- Su rostro se veía sereno, sin disgusto ni felicidad. Asentí con la cabeza y me levanté tan o más rápido de cómo me había sentado. Tomé el paraguas y fui la primera en salir por una obviedad de proximidad a la salida. Le esperé en el pasillo, no tardó mucho en salir de allí, en silencio, como acostumbraba a hacerlo.
Caminamos juntos por el pasillo hacia la salida y cuando salimos del templo le di el paraguas, después de todo para eso lo había traído. Siempre en silencio hasta que le ofreciera el abrigo contra la lluvia.
-Toma, lo traje para ti.- Aoshi bajó la mirada para alcanzarme con ella. Se quedó mudo unos segundos y tomó el paraguas, abriéndolo para resguardarnos de la lluvia.
-¿Estás molesto? Disculpa haberte interrumpido…- Me disculpé algo avergonzada, pero no podía evitar actuar de forma tan impulsiva, especialmente cuando se trataba de él.
-Supongo que me tomé mucho tiempo para no haber avisado.- Respondió sorprendentemente él, juraría que se había quedado mudo por un momento. Sin embargo su voz continuaba siendo neutra, y su vista solo se fijaba en el camino.
Di dos pasos hacia delante, saliendo del umbral protector del paraguas que Aoshi llevaba para así quedar parada delante de él, e incluso si la lluvia me empapaba, la alegría invadió mi cuerpo para obligarme a esbozar una dulce y fina sonrisa, impulsiva como yo suelo serlo. Negué con la cabeza, él no me debía explicaciones.
-En realidad, yo estoy ansiosa cuando no estas cerca, por eso vine.- Confesé, mirando a un lado, me aterraba ver qué expresión ponía ante este comentario. Aún así no borré la sonrisa, el único signo de esperanza en mí. Tal ves su gesto no fue de horror, tal ves solo fue neutra, como siempre. Pero prefería no verlo antes de aceptar el rechazo.
Me quedé quieta en mi lugar y tampoco moví la mirada del punto perdido hacia el costado del camino. Él se acercó a mí, supuse que para taparme con el paraguas de la lluvia.
Sentí sus cálidas manos sobre mis hombros, y cuando alcé la vista pude verlo poniéndome el abrigo que él llevaba.
-Te enfermarás si andas mojada y desabrigada.- Dijo con gesto algo más cálido, protector, como si yo no hubiera dicho nada relevante. Sentí un leve alivio por eso. Por lo que, al menos no le había molestado. Me acerqué a él para seguir caminando a su lado hacia el Aoiya.
Recordé entonces que tenía que contarle sobre el sobre que había llegado a la mañana, no sabía si le pondría feliz pero visitas de vez en cuando no venían mal.
-Aoshi-san…Hoy temprano, cuando no estabas, llegó una carta desde Tokio.-
-¿De Kenshin?- Preguntó en voz firme mientras no apartaba la vista del camino.
-Si, de Himura, bueno, más bien de Kaoru. Ellos vendrán en unos días para el festival de aquí.- Le expliqué la noticia, pero el solo dio una leve y tenue sonrisa, casi invisible. Pero yo pude percibirla.
La lluvia comenzaba a cesar mientras nos adentrábamos en la ciudad. La gente comenzó a aparecer por las calles, el ruido de esta se agrandaba, nuestro destino se iba a cercando y mi rato a solas con Aoshi terminaba poco a poco. No había sido un gran avance pero si le había dado una indirecta, o por lo menos recé para que así lo tomara, si él continua viéndome como una niña, iba a tener que ser muy explícita y no estaba segura de poder serlo.
