N/A: Se supone que no suba otro fic... se supone, xDD pero que diablos?! Cuando una idea llega a la mente, hay que continuarla, lol

Ok, vamos a los detalles. Este es un fic que se centra en el universo de Bleach, pero 200 años después de todo. Por lo tanto, TODOS los personajes que conocemos de Karakura han muerto y están en la sociedad de Almas. ¿Apariencias? Ichigo tiene 200 años, por lo tanto aparenta 20, igual el resto. A pesar de que Tite ya sacó el Reino Espiritual (donde está el rey) yo lo voy a manejar a mi modo, xD Va a ser diferente y pues... lean y sabrán, lol

Este es el prologo, por lo tanto es una prueba de lo que ocurrirá dentro de 8 a 10 capis más adelante. Les prometo que en el 1er capitulo oficial tendrán las respuestas a sus interrogantes, por ahora enjoy!

DISCLAIMER: Bleach NO me pertenece, es propiedad de Tite Kubo. Breath of Life es una canción de Florence and the machine.

ADVERTENCIA: Este fic tendrá OOC (trataré de no caer tanto en el) y sangre. Cuando se cambie a M no será por contenido de lemon, sino por la sangre y las batallas.

PARING: Ichihime, Renruki, Ishihime, IshiTats

edit: falto algo, lol


PROLOGO

It's a long way and it's come to claim her
And I always say,
We should be together
I can see the look,
Because this song has began it
And if you are gone,
I will not be long

Ella entrecerró sus ojos, sintiendo como las lágrimas calientes se deslizaban con rapidez por sus pálidas mejillas. Sus ojos se sentían cansados de llorar... ella incluso se sentía estúpida, pero no podía evitarlo. Eran demasiadas sus emociones y su corazón estaba dejando de soportarlo todo.

Los dedos del rey se elevaron con dulzura sus mejillas. Ella sollozó en silencio al ver como sus ojos grises la observaban con ternura. No habían rastros de lagrimas, tampoco de tristeza y eso era raro. Él debía estar como ella, incluso debía estar peor. Todo lo que estaba ocurriendo... todo lo que ocurriría... Orihime se sobresaltó al escuchar el ruido de una fuerte explosión en el exterior. El suelo tembló y algunas ventanas estallaron, sin embargo él continuaba normal, como si nada le afectara.

— Sonríe, Orihime— murmuró, dándose la vuelta y dirigiéndose al enorme y poderoso trono frente a él. La joven negó la cabeza, sintiendo más lágrimas deslizarse por sus mejillas.

—¿Cómo me pides que sonría? ¡El mundo está cayéndose en pedazos alrededor de nosotros! ¿Como puedo sonreír cuando se que morirás? ¿Cómo puedo hacerlo?— gritó ella con voz aguda y rasposa. Sentía como si no hubiese hablado durante años, a pesar de que había utilizado su voz minutos antes.

El rey, aun dándole la espalda, suspiró. —Todo en el universo tiene un propósito, Orihime. Todos, incluso los inmortales como yo, tenemos un fin. No importa cuan fuerte seas, este llegará y será el momento indicado para comenzar una nueva era. Ocurrió miles de años atras y ahora vuelve a suceder.— explicó él con cautela.

Orihime llevó sus dedos a sus ojos, limpiando las lágrimas mientras caminaba hacia él. —Eso aun no resuelve el por qué debo sonreír.— le espetó ella, incapaz de controlar su voz o sus emociones.

Él se dio la vuelta y le sonrió. No era una sonrisa amplia, sin embargo tenía cierta alegría en ella. —Las reinas siempre deben sonreír, no importa cuan destrozado estén las esperanzas, no importa cuan perdida este la situación, la sonrisa de una reina siempre le llevará confianza a su pueblo y a sus soldados, quienes sentirán más valor para defender su tierra o morir en el intento. Las reinas no lloran, Orihime, las reinas gritan su apoyo a sus soldados con la sonrisa. Esa es la recompensa por todas las muertes y heridas. Las reinas comandan sus ejércitos y contribuyen a que su pueblo sobreviva a una crisis— culminó él, tomando entre sus dedos una pequeña corona.

—¡Yo no soy una reina! ¡Soy débil, indefensa y no sirvo para nada! Ni siquiera puedo protegerme a mí misma, ¿como podría contribuir a que el pueblo sobreviva?— cuestionó Orihime, llevando sus manos a su cabello y tocando con la punta de sus dedos sus hebillas que representaban su estatus. —Yo no soy nadie...

Él calló sus palabras con sus dedos, luego, a pesar de las protestas de ella, colocó la tiara en su cabeza. —Tú eres una reina, Orihime. Desde que naciste, tú, mi pequeño y más adorado tesoro, fuiste elegida para gobernar algún día sobre todas las almas. Eres tú, mi pequeña princesa, quien gobernará cuando yo muera— la joven princesa se quedó sin aliento ante las palabras de él —Y mi muerte está próxima— Orihime negó la cabeza y luego se abalanzó sobre él, abrazándolo con fuerza.

—¡No! ¡No, padre, no! ¡Yo no puedo hacer esto sola!— gritó ella, comenzando a llorar con fuerza. El rey colocó sus dos manos sobre los hombros de su hija y le sonrió con dulzura.

—Eres tan parecida a tú madre, Orihime— comentó, besando su frente y limpiando sus lágrimas con sus dedos. —Pero no estas sola... Kurosaki-taicho...— la princesa volvió a negar la cabeza, esta vez volteándose y observando al capitán comandante de la Sociedad de Almas, aquel que doscientos años atrás había robado su corazón. — Cuídala con tú propia vida, tal y como lo hiciste en Hueco Mundo.— ordenó el rey.

—No tiene por que decirlo, su majestad. Ya lo hice una vez y volveré a hacerlo— respondió Ichigo, haciendo una reverencia.

—¡No! ¡No, padre no lo obligue a hacerlo! ¡Tú no puedes hacerlo, Kurosaki-kun...— hubo una fuerte explosión en el palacio, la misma que derrumbó una de las gruesas paredes. Orihime se volteó e Ichigo sacó a Tensa Zangetsu, preparado para atacar.

—No, Kurosaki-taicho. Esta no es tú pelea, llévate a Orihime lejos de aquí y cuídala con tú propia vida. Ella es el futuro del Reino Espiritual. Ella es la nueva reina— su majestad sacó su Zanpakutō y miró a su hija —Serás una gran reina, mi dulce Orihime— murmuró, para luego hacer una señal para que Ichigo se la llevara.

—¡No, papá, no!— gritó, tratando de zafarse de las manos de Kurosaki. El capitán, a sabiendas de que si perdían más tiempo la pondría en peligro, utilizó un Kidō bastante leve que provocó que la joven princesa se desmayara.

—Lo siento, Inoue...— murmuró él, cargándola en sus brazos mientras utilizaba shunpo para salir del lugar.