Disclaimer: Cada uno de los personajes presentes en esta historia no me pertenecen en lo absoluto. Fueron creados por J.K. Rowling, y a ella se deben estas maravillosas creaciones. Lo único que me pertenece es la historia, el curso que toma cada uno de estos personajes durante ella, y alguna que otra cosita.
Queridos y queridas lectoras. Después de aproximadamente cuatro meses de espera, he llegado con la segunda parte de Don't Let Me Down, la historia de Severus y Hermione.
El título y algunas cosas muy particulares pero esenciales de la historia están basadas en la canción de Green Day del mismo nombre del álbum "21st Century Breakdown"
Espero que lo disfruten!
Last Night On Earth.
Miss Armstrong Snape.
Capítulo I: Stay the night.
El sol estaba en lo alto del cielo, iluminando las monótonas casas que seguían con un aspecto apagado, a pesar del resplandor que ejercía por todo los alrededores del poblado. Algunos niños jugaban en la adoquinada calle, casi aferrados a la sombra que las casas lograban brindar, tratando de evitar que los rayos del sol llegasen directamente hacia sus cuerpos. A esa hora de la tarde, el calor comenzaba a ser insoportable. Los niños vestían sudaderas y pantalones cortos muy ligeros, las madres que conversaban, y algunas adolescentes, ocupaban faldas y vestidos floreados que parecían resaltar entre toda la calle. Desde un pasaje lejano, apareció una muchacha que vestía un vestido verdoso pálido. No lograba vislumbrarse ni su rostro ni su cabello, ni nada desde su vientre hacia arriba; aún con aquel calor, la muchacha usaba una capa blanca que no permitía que la gente pudiera contemplar su rostro. Caminaba lentamente, mirando hacia todos lados, como si temiera de algo, o como si estuviera perdida. Se detuvo frente a la casa que tenía señalado el número 16. Tocó lo puerta con la mano temblorosa y esperó.
Severus estaba sentado en el sofá de su salón, con muchas misiones en práctica: dejar de pensar en ella, hallar la forma de distraerse, y por último, tratar de aminorar el calor que había en el ambiente sin que las personas que estaban afuera lo notaran. No sabía qué hora marcaba el reloj, pero parecía que el calor no tenía intenciones de marcharse hasta varias horas más. Y según los días pasados, parecía que no tenía intenciones de irse pronto. Pasó sus manos por su cabello negro y largo tratando de despejarse, no lograba controlarse, no lograba apartar de sus pensamientos quien lo había llenado de alegría los últimos meses. Había aprovechado al máximo el tiempo con ella, antes de que todo se derrumbara. Todo estaba acabado, no tenía nuevas esperanzas, y todo por no haber sido sincero con ella, porque no podía. No podía permitirse tal insensatez, sabiendo que podría poner en riesgo tanto a ella como a sus amigos. No tenía más opción que recordar el pasado, y asegurarse a sí mismo que debía continuar por ella y por la promesa de Dumbledore respecto a Harry Potter, sin eso, su vida no tendría sentido, y él, para asegurarse de la felicidad y protección de Hermione estaba dispuesto a cualquier cosa, era capaz de hacerlo aún con el corazón en añicos. Sus ojos castaños se perpetuaban en la retina; sus sonrosados labios lograban inmiscuirse en los suyos; sus palabras de cariño se filtraban en sus oídos; el olor de su cabello persistía dentro de él. Sus gestos, su dulzura, su alegría estaban inmortalizados en sus recuerdos, y no había forma de dejarlos ir. Toda la esencia de su ser se había instalado en Severus, y estaba resuelto a no irse, y prácticamente a atormentarlo todo el tiempo.
Sintió que alguien llamaba a la puerta. Maldijo por lo bajo, convenciéndose de que sería alguien del vecindario, alguno de los niños jugando, o algún grupo predicando creencias u ofreciendo productos de cualquier tipo. Se levantó de todas formas, y fue directamente hacia la puerta. Vestía únicamente pantalón y camisa negra ya que el calor no le permitía usar su habitual capa. Abrió la puerta, y lo primero que encontró, fueron unos brillantes ojos ocultos bajo una capa blanca. Creyendo que era el reflejo de los ojos de Hermione, que estaban fijos en él desde que había abandonado Hogwarts, pestañeó unas cuantas veces, pero nada cambió. Observó mejor, y pudo ver que bajo la capa blanca, la persona lucía un traje verdoso pálido en forma de vestido.
-¿Hermione, eres tú?—Musitó con conmoción.
La muchacha apartó unos cuantos centímetros la capucha de su cabeza, para dejar ver su rostro, a modo de comprobación. Éste se apartó de la puerta, dejándola entrar, y ella lo hizo enseguida. La observó unos momentos, y luego cerró la puerta. Hermione se quitó la capa, dejándose ver completamente. Su vestido verdoso tenía mangas cortas, se le ajustaba muy bien al cuerpo, y resaltaba en su hermosa piel... Pero su rostro era lo que resaltaba por sobre todo: Estaba pálido, triste, sus ojos brillaban, mas no de la misma forma que él solía ver, sino que brillaban por las lágrimas acumuladas en sus ojos rojos. Sus labios rosados, ahora casi pálidos, temblaban, permitiendo ver que en cualquier momento estallaría. Pronto se lanzó a los brazos de Severus dando un sonoro gemido. Comenzó a llorar en su hombro desconsoladamente. Él la cobijó con sus brazos, sintiéndola después de mucho tiempo, y haciéndole sentir a ella que él ya estaba con ella para poder ayudarla y consolarla. Ella se aferró a él de una forma que le hizo saber a Severus lo mucho que lo había necesitado, lo mucho que lo había extrañado y todo lo que había sufrido estando sin él.
-Te… te extrañé… tanto—Le dijo entre sollozos.
Severus le acarició el cabello, sabiendo que aquella era una forma de relajarla, algo que siempre le había funcionado en las muchas veces que había estado en su despacho, abrazados y en silencio cuando algo sucedía. Sentía que volvía a la vida, volvía a respirar conscientemente, por necesidad.
-Yo te he extrañado tanto, de la forma más horrible, que no sabía cómo continuar adelante.
-Creí que no te volvería a ver. Temía no encontrarte aquí—Murmuró luego de unos minutos, cuando ya había logrado acompasar sus gimoteos, mientras trataba de retirar el rastro de lagrimas en sus mejillas.—No sabes cuánto agradezco haberte encontrado… estuve determinada a asegurarme a mí misma que no nos veríamos más… pero no me vi capaz.
Su voz aún era débil, sus ojos cristalinos mostraban lo muy afectada que ella se encontraba, e hizo que el corazón de Severus comenzara a recomponerse, pero hacerse añicos al instante de manera sucesiva. Empezaba a sentir que el estado de ánimo de la castaña, dependía en parte por lo que había pasado en el colegio, en junio.
-¿Cómo lograste venir aquí? ¿Qué ha pasado?
Hermione tomó aire, y lo miró tratando de buscar bien las palabras para poder expresarse, sin que se viera interrumpida por una oleada de emociones que la harían flaquear nuevamente.
-Tuve que modificarles la memoria a mis padres… y se fueron a vivir a Australia con la idea de que no tienen hija, y que serán felices instalándose allá.
-¿Por qué hiciste eso?
-Necesito protegerlos. Voldemort querrá buscarlos a ellos y a los padres de Ron porque… no… no volveré el próximo curso.
-¿No lo harás?
-Tengo que acompañar a Harry. No puedo abandonarlo en este momento. No puede estar solo.
-¿Potter debe hacer algo importante?
-Sí, pero no puedo decírtelo.
-Está bien.
A pesar de que le interesaba mucho saber qué planes tenía Potter entre manos, comprendía totalmente a Hermione que se lo ocultara, pues él había hecho lo mismo con ella, pero las situaciones dieron un vuelco generando un brusco final entre los dos… o al menos Severus creyó que había sido el final. La presencia de la castaña decía lo contrario.
-P… ¿Por qué lo hiciste?
La pregunta que él tanto había temido, ya había sido formulada. Sintió una angustia, ya que haría que el trato que ella había adoptado con él, cambiara de forma rotunda. Y lo que menos quería era que las cosas en ese momento se tornaran negras, otra vez.
-Debía hacerlo—Enfatizó—. Draco Malfoy nunca podría haber llevado a cabo la misión que el Señor Tenebroso le había encomendado.
-¿Hiciste el Juramento Inquebrantable con la madre de Malfoy?
-Sí, lo hice. Esa es una de las razones por las que… tuve que asesinar a Dumbledore.
-¿"Tuviste"? ¿Aquello fue un deber más que una traición?
-Yo nunca habría sido capaz de matar a Dumbledore si no hubiera sido de máxima necesidad. —Dijo, mientras sentía un dejo de decepción, pues nunca pensó que Hermione podría dudar de la enorme lealtad que sentía hacia Dumbledore.
-Dices que lo de Malfoy fue una de las razones. ¿Hay más?—Severus asintió- ¿Cuáles otras?
-Yo creo que… no sería apropiado que lo sepas.
-Severus, por favor. —Suplicó con voz débil.
-Dumbledore me lo pidió.
-¿Qué?
- Me lo pidió porque sabía del plan de Malfoy, y porque prefería que lo yo matara antes que él. Es demasiado joven.
- ¿Y qué importaba eso? ¡Él es malo de todas maneras!
-No, no lo es del todo. Estaba obligado a hacerlo, porque sino, lo pagaría él también, como su padre. A…-Y luego Severus frenó en seco, como si no quisiera que algo se le escapara demás.
-Hay algo más. Dímelo.
-Hermione…
-Me pediste todo el tiempo que confiara en ti y lo hice, a pesar de que Harry se me vino encima luego que le contara la verdad. Creo que ya merezco oír de tu boca algo más que peticiones de confianza.
Severus permaneció mudo, sin poder decir palabra. Estaba conmocionado, como una de las pocas veces en su vida. Tener que divisar el dolor del alma de Hermione a través de sus ojos, un poco de decepción, malestar, y un profundo sentimiento de soledad debido a que sus padres ya no eran precisamente sus padres. Hermione se acomodó la capa y abrió la puerta dispuesta a marcharse.
-No. No te vayas… por favor—Suplicó. —No lo hagas, Hermione. Prometo responder todo lo que quieras mientras yo pueda hacerlo, pero por favor, no me dejes de esa forma.
Hermione no se volvió a Severus enseguida, sino que esperó unos minutos, hasta que él comenzó a hablar, obviando con todas sus entrañas el dolor que se había instalado en la voz del hombre.
-Él se iba a morir—Confesó. Pronto Hermione giró, para poder mirarlo fijamente a los ojos-. Fue maldecido por un anillo, lo que le redujo la vida hasta un año después de aquel suceso. Fue lo único que pude hacer.
-¿Lo único que pudiste hacer de qué?
-De paralizar la maldición. Era muy potente y se había apoderado de gran parte de Dumbledore cuando llegué a ayudarlo. Aprovechó su pronta muerte para que fuera más fácil de realizarse la misión de Malfoy.
Hermione pensó por un momento que podría haber sido el horrocrux que Harry le había contando, pero ella no quería pedirle más detalles a Severus, por miedo a que él pudiera enterarse de algo que no debía.
-Nunca quisiste hacerlo, ¿verdad?
-Nunca. Pero se lo prometí a él, y se lo juré a Narcissa.
-¿Ésta es toda la verdad?
- Ésta es la verdad por la que siempre te pedí que creyeras en mí.
-¿Hay algo más?
-Si fueras más específica, creo que podría responderte todo lo que quieras.
-¿Qué va a pasar ahora?
Severus se dirigió hasta la sala de estar seguido de Hermione, quien pudo observar que aquella no variaba mucho el estilo respecto a su espacio en Hogwarts. Las paredes ocupadas por estantes, estaban llenas de libros, de todos los tamaños, anchuras, principalmente de cuero negro, azul y carmesí. Había una que otra ruma de viejos diarios, rollos de pergaminos, y montones de cartas en los espacios que dejaban los libros más pequeños. Había un gran diván viejo, sillones que parecían algo destartalados, una mesita central que poseía pergaminos amarillentos que tal vez se databan ahí dese hacía varios días, incluso semanas junto a una pluma negra en su respectivo tintero, además de dos libros, uno encima del otro. Frente al diván viejo se podía apreciar una vieja chimenea que no tenía uso hacía un tiempo. No había rastro de cenizas, solo algunos papeles arrugados y tirados dentro de ella. Arriba se podían apreciar unos cuantos candelabros, una jarra con agua y un vaso sucio.
-Se vienen tiempos más que difíciles.—Dijo echándose con algo de tranquilidad al diván—El Señor Tenebroso está a punto de inmiscuirse por completo en el ministerio y así controlar todas las fuentes que le lleven a Potter.—Estiró una mano a Hermione para que ésta se sentara a su lado.
-¿Sabes si planea alguna emboscada para Harry o algo?—La muchacha obedeció sentándose de lado para poder observarlo fijamente.
-Lo sé.
-¿Y puedes decirme algo?
- Planea ir por él el día que abandone la casa de sus tíos.
-Lo mismo que Ron me contó al menos. Nosotros iremos días antes de su cumpleaños a buscarlo…
- Y tú y algunos más se transformarán en Potter.
-¿Cómo es que sabes eso?—Inquirió desconfiada.
-Tú no le vas a decir nada de esto a nadie. —Ordenó—Ojalá ni siquiera a la Señorita Weasley.
-Como tú digas.
-Yo… le di la idea a Mundungus Fletcher.
-No puedo creerlo. ¿Tú hiciste eso?
-Aunque nadie lo sabe, y ni siquiera podrían aceptarlo, yo aún soy parte de la Orden y aún pretendo proteger a Harry Potter.
-Oh, Severus. ¿Se supone que debes estar al tanto, para que Voldemort no esté en guardia?
-Él siempre estará en guardia, pero no. Lo hago para tenerlo al tanto de todas las cosas, y cosas verídicas.
-¿Qué estás diciendo? ¿Lo haces para que él se entere dónde estará Harry de verdad? ¿Cómo es posible?—Inquirió con un poco de desentendimiento e indignación
-Hermione, cálmate. Se supone que yo debo darle la información correcta para que no desconfíe de mí. Cree que yo soy más fiel y más empedernido de Mortífago que miembro de la Orden del Fénix
-No lo entiendo.
-Él debe confiar en mí, debo darle información correcta, en algunas cosas, respecto a Potter, para que él pueda hacerlo sin problemas, para así tener información para poder protegerlo.
Luego de unos segundos analizando las palabras de Severus, ella asintió.
-Sí, supongo que entiendo. Es lo más sensato—Terminó por aceptar- ¿Por qué haces esto?
-¿Qué cosa, Hermione?
-¿Por qué lo proteges? Me dijiste una vez que lo haces por la madre de Harry y también por mí. —Le recordó.
-Si, eso es cierto
-¿Todavía la amas?—Le preguntó ella con inocencia. Parecía que no le importaba si la respuesta fuera afirmativa o negativa de igual manera. Aquello le sorprendió. Hace algunos meses atrás ellos habían hablado acerca de Lily, mas nunca ella se atrevió a preguntarle a Severus qué era lo que actualmente sentía por la madre de Harry.
-No sabría decirte con exactitud si ya no la amo por completo.—Le confesó—Yo estuve más de veinte años enamorada de ella y es casi imposible que eso pase—Agregó como excusándose—. Pero yo creo que le tengo mucho cariño, sobre todo por lo que he estado haciendo todos estos años, y… ahora también lo hago por ti, para que seas feliz, estés a salvo y lo estés con tus amigos. Al pensar muy bien en esto… sé que te amo más que a nadie en ese mundo y como nunca lo he hecho. Eres mi razón de vivir y luchar. Eres lo más importante.
Pasaron unos cuantos minutos en lo que no dijeron palabra. Al cabo de eso, Severus tomó la mano de Hermione y la ubicó en su propia mejilla. Ella comenzó a acariciarle el rostro suavemente sin apartar sus ojos castaños de los negros de él, se sentían perdidos uno dentro del otro, hipnotizados, dominados. Luego la besó suavemente, disfrutando cada instante mientras sus labios tomaban nuevamente posesión de él, reviviendo la locura, la dicha, el amor que con cada beso sentía.
-Te amo—Le dijo ella en un hilo de voz apoyando su frente en el mentón de Severus.
-Te amo tanto, tanto, tanto, Hermione.—Tomo su rostro entre sus manos para que ella pudiera mirarlo—Eres lo más importante de mi vida, y ahora eres tú otra razón más para no desistir en esto. Estoy tan feliz de que estés conmigo ahora, porque yo tenía el temor de que no iba a poder estar contigo hasta que todo hubiera acabado.
Ella sonrió, sus ojos se tornaron alegres a pesar de estar inundados en lágrimas. Por fin se interrumpía ese enorme período de momentos malos y tristes. Estaba cansada de llorar, sufrir, pensar. Al menos ahora había dejado de extrañar a Severus, sus besos, su cariño.
-Tengo calor—Dijo instantes después, despejándose el rostro con su mano, sujetando su melena castaña—pero sueño es lo que más tengo.
-Vamos a dormir entonces.—Ambos se levantaron del diván.
-Eso sería estupendo. Una siesta y después me despiertas para no irme tan tarde.
-No. Quédate.
-Amor…
Severus se sintió maravillado al oír esa palabra de su boca.
-No te vayas hoy. Quédate conmigo, no tienes que volver a casa ¿o sí?
-Tengo que irme a casa de Ron… pero en un par de días más.
-Vamos, quédate.— Severus la notó incómoda—Amor, yo no voy a hacer nada que tú no quieras.
Hermione se ruborizó, pero al instante se tranquilizó.
-Es extraño para mí porque… bueno, antes era el colegio, y siempre debíamos volver o estar preocupados de que alguien apareciera.
-Aquí solo podríamos preocuparnos, en menor cantidad, de lo último. No te vayas hoy—Insistió—, quédate conmigo.
-¡Está bien! Me quedaré. —Afirmó.
Severus la abrazó tan entusiasmado que la levantó en el aire.
-No pensaba que te alegraría tanto.
-¿Cómo que no? Pensaste muy mal, Hermione, muy mal.
- Bueno, seamos felices por este par de días.
-Y después de esto no lo seremos hasta que acabemos con todo.
-Y seamos felices sobre todo, porque ya no eres mi profesor.
-Qué pena. Voy extrañar verte con la mano levantada en todas mis clases.
-Pesado.
-No me llames así. ¿Crees que es antipático que me encante verte tan desesperada por contestar?
-No, aunque te burles de la condición que es igual a la tuya.
-Bueno, mi querida Hermione. ¿Vamos a dormir, o no?
-¡Sí! Casi lo había olvidado. Tengo tanto sueño, estoy tan cansada porque me he sentido tan mal…
-Que necesitas reponerte, y estaré a tu lado para acompañarte.
-Gracias.
-Sígueme—Musitó luego, tomando de su mano, y llevándola hasta su dormitorio. Entraron en él aún con sus manos entrelazadas. La recámara de Severus era muy parecida al despacho que tenía en Hogwarts, pero por el calor no era para nada fría, y era un poco más oscura debido a las paredes negras. Tenía una cama grande con acolchado gris vetusto. Una mesita de luz a un lado, y al otro un escritorio. Un pulcro armario antiguo, una ventana tapada por cortinas oscuras y un gran estante con libros, aunque un poco más pequeño que los que se podían apreciar en la sala de estar.
Hermione se recostó en la cama una vez que él la haya instado a hacerlo.
-Duerme cariño—Susurró haciendo él lo mismo-. Olvídate de todo lo malo.
La castaña cruzó un brazo en el pecho de Severus y se acomodó para dormir.
-Te… amo…
Él le besó la frente y se acomodó para él poder descasar también, dándose cuenta que ella había sido suficiente distracción para haber reducido un poco el calor que había en el ambiente. Cerró sus ojos con tranquilidad, como no lo hacía en muchos días, y dejó que su mente alejara malos recuerdos, horribles suposiciones, y que sus miedos se fueran de su ser para que lo dejaran ser feliz el tiempo que pasaría con ella, para olvidar todo lo que vendría a futuro, todo lo que tendrían que luchar ambos para poder volver a verse, en aquella oportunidad para quererse en tranquilidad, sin tener que ocultarse del resto, o al menos no vivir con el temor de que alguien se entere de su relación. Al pensarlo le resultaba un camino tan largo, pero no tan largo como el camino que le había resultado la muerte de Lily 16 años atrás. Sabía que nunca terminaría aquel eterno viaje, en el cual apareció un atajo que lo condujo a Hermione. Esta Guerra era la única posibilidad que tenía para remediar todo lo que había hecho mal en su vida, para cumplir la palabra que le había dado a Dumbledore, el honor que merecía Lily por haber dado su vida por Potter, para poder luchar por su propia felicidad ahora que tenía a Hermione, para darse una nueva oportunidad, a para que la gente se diera cuenta que él merecía una nueva oportunidad.
