Disclaimer: No soy Jotaká, no soy Warner. Inherentemente Harry Potter no me pertenece. Lástima.

Este fic ha sido creado para el "Amigo Invisible de Verano 2017" del foro "La Madriguera"

Escrito con todo el amor y dedicación posible para una persona a la cual considera una amiga: Kao. Cariño, me esforcé bastante en esto (mira que Leta es un tanto difícil), espero te guste.


LAS MEMORIAS DE UNA PRINCESA SIN CORONA

...

CAPÍTULO 01 | PRIMER AÑO.


Tú eres lo que yo invoqué,

mi meta constante,

enviado para volverme loca.

...

Leta era una chiquilla de piel morena, ojos oscuros y un corto cabello negro en risos, era la menor de tres hermanos y no era muy interesante, pero esta es su historia, su olvidada participación en un mundo que no hacía más que moverse.

Aquel primero de septiembre el clima era perfecto; el aire era fresco, el sol brillaba sin quemar, las hojas comenzaban a decolorarse y la humedad comenzaba a colarse entre las fosas nasales. Una familia con largos abrigos negros y rictus impasibles se movían por entre el gentío de King's Cross, los tres pequeños llevaban cada uno un carrito con maletas y una jaula con una lechuza –un animal curioso– mientras que los adultos iban detrás de los niños, con sus manos unidas y miradas de superioridad.

Leta empujaba su carrito al mismo ritmo con el que sus hermanos lo hacían, mientras la noticia de que iba a ingresar a Hogwarts brillaba como un eco lejano en su mente, queriendo brillar como un foco, pero inmediatamente la morena dejo esos pensamientos. Sin más qué hacer se concentró en su lechuza, no es que fuese la gran cosa, era un tanto pequeña y rechoncha, sus plumas eran grises y sus grandes ojos azules resaltaban más que su pico afiladísimo. Sus padres se la habían regalado cuando habían ido al Callejón Diagon, en parte porque necesitaba un medio para comunicarse en las vacaciones y en parte porque había recibido su carta a Hogwarts. Al momento de nombrarla no se lo pensó mucho, recientemente había encontrado unos libros interesantísimos en la biblioteca y los ojos inteligentes de la lechuza no le dieron dudas: Atenea, como la diosa griega.

—Leander, cariño, pasa primero—ordeno su madre.

Su hermano mayor, que iba a cursar quinto año, se movió con soltura entre los muggles y atravesó la pared entre la plataforma 9 y 10 en una espabilada.

—Lander, cariño.

Su otro hermano, que iba a cursar tercer año, sorteó a los muggles y atravesó la pared con calma.

Ninguno de sus hermanos había demostrado miedo o incertidumbre, ni siquiera cuando Leta los había ido a acompañar en el primer año de ambos, sus padres esperaban lo mismo de ella; la misma frialdad. Ella misma esperaba esa soltura e indiferencia, era una Lestrange, debía tenerla.

—Leta, querida.

La morena ni siquiera se volteó a mirar a sus padres o a los lados, alzó la barbilla y mantuvo la mirada en el frente mientras empujaba el carrito hacia la sólida pared de ladrillos. Faltándole apenas unos centímetros para pasar los nervios la asaltaron, pero apretó las manos y siguió empujando. La sensación de ser absorbida le duro unos segundos antes de estar frente a la plataforma 9 y ¾, segundos después sus padres aparecieron.

—Espero tengan un buen año—dijo su padre inclinando la cabeza y sus ojos mostraron las consecuencias de no hacerlo.

—Deberán escribirme, cada semana—ordeno su madre y les deposito un beso a cada uno en la mejilla.

—Sí, madre—corearon los tres.

Y así fue su despedida familiar.

Sus hermanos la ayudaron a subir su baúl en un compartimiento vacío y después de un asentimiento se marcharon, dejándola indudablemente sola.

Se sentó y dejo que la noticia cobrara brillo en su cabeza.

Iría a Hogwarts.

Una media sonrisa afloro en sus labios, mitad nervios, mitad euforia y un poco de otra cosa.

¡Iría a Hogwarts!

Leta dejó ir un risa corta y, tenía que admitirlo, escalofriante. Desde que tenía uso de conciencia sus padres, de forma sutil y otras no tanto, le había dejado en claro cuál era el comportamiento de una señorita. Su familia no era calurosa o dada a demostrar afecto, ellos eran fríos y serenos, no hacían nada si no tenía un motivo en concreto y los besos y abrazos no servían para nada. Se había acostumbrado a ese ritmo de vida (no conocía otro), pero ahora frente a ella brillaba la posibilidad de relacionarse con otros niños, tal vez incluso hacer amigos. Unas pocas veces había escuchado las conversaciones de sus hermanos, a hurtadillas claro, y podía asociar a Hogwarts con dos cosas: libertad y diversión.

Por otro lado no debía dejar de recordar, bajo ningún concepto, una cosa: Era una Lestrange. Por más lejos que estuviese de casa sus obligaciones no menguaban o se terminaban, un paso en falso o una actitud cuestionable y la noticia volaría hasta sus padres y sería una vergüenza, además de castigada.

Tan concentrada estaba la morena en sus cavilaciones que no notó que la puerta de su compartimiento era abierta hasta que el intruso hablo.

—Hola.

Leta se sobresaltó, más su expresión no varió –gajes de vivir con sus padres– y observó con interés al recién llegado. Era un niño, un poco más alto que ella, con cabello rojo y ojos azules, sus capas eran de calidad y su mirada era curiosa.

—Hola—saludo la morena, sin dejar de examinar a su compañero.

—Yo soy Newt—se presentó el pelirrojo y sin notar, o darle importancia, al escrutinio de la morena entró en el compartimiento sentándose frente a ésta—. Soy de primer año, ¿tú eres?

Leta le dio una última mirada evaluadora y frunció los labios a penas un poco, su futuro se basaba en las amistades que lograba hacer (eso decía su padre) y Newt estaba entre pasar o no el examen, si tan solo hubiese dicho su apellido…

—Leta Lestrange—termino diciendo—, también de primer año.

— ¡Oh, es genial! Me alegra encontrar a una compañera, sobre todo con los nervios, mamá ha dicho que no debería sentirme nervioso, pero está la cuestión de las casas, ¿sabes? —Leta quiso decirle que no, no sabía, pero el pelirrojo no la dejo—, toda mi familia estuvo en Ravenclaw, ¿te imaginarías que no quedase ahí? ¡Sería un desastre! Aunque papá ha dicho que no importa en qué casa quede, que seguiré siendo su hijo favorito. Eso fastidió a Theseus, mi hermano, y por eso no me dejo quedarme con él en su compartimiento, pero no importa. Ahora estoy contigo, una compañía mucho más agradable que la de mi hermano, debo decir. ¿Y qué dicen tus padres?

Leta estaba levemente mareada, en su familia apenas soltaban un par de comentarios durante la comida y ahora estaba frente a ella ese chiquillo que parecía no respirar de lo rápido que hablaba.

—Mis padres esperan que esté en Slytherin—respondió finalmente.

—La casa de la astucia, es una buena opción, aunque Theseus dice que es la casa de los magos oscuros—Leta se tensó levemente y Newt frunció un poco el ceño—, mamá lo castigó por eso. No se debe juzgar a un libro por su portada, dijo.

—Inteligente.

Si tan solo mis padres fuesen un poco así, pensó la morena con melancolía.

— ¿Ya sabes cuales materias veremos? A mí me llama particularmente la atención Cuidado de Criaturas Mágicas, mamá es una cuidadora de hipogrifos y tiene muchos libros buenos del tema.

Los ojos de la morena brillaron con interés por primera vez en la conversación y de ahí las palabras, y algunas risas, no se detuvieron hasta que llegaron a la Estación de Hogsmeade e, incluso allí, siguieron hablando.

Lo cierto fue que siguieron hablando durante toda su estancia de Hogwarts, Leta nunca pensó encontrar a un verdadero amigo durante su estancia en el colegio pero ahí estaba Newt, sorprendiéndola y demostrándole que el mundo era más de que lo ella creía.

Newt fue sorteado a Ravenclaw y ella a Slytherin, pero eso no afectó ni un poco su relación con él, las pláticas siguieron y Leta descubrió muchas cosas sobre Newt. El pelirrojo tenía un solo hermano, que era bastante parecido a los de Leta, no había hecho muchos amigos en su casa, su color favorito era el verde (lo cual la sorprendió gratamente), le gustaba el Quidditch, más verlo que jugarlo, y la materia que más le gustaba y que mejor se le daba era Cuidado de Criaturas Mágicas, le gustaba hacer las tareas en la biblioteca, con Leta, y disfrutaba pasearse por los jardines, amaba a sus padres e idolatraba a su madre. Leta le había contado bastantes cosas de ella también; como que le gustaba el Quidditch, más jugarlo que verlo, pero que no entraría en el equipo porque eran cosas de chicos, que tenía dos hermanos mayores (cuando Newt los conoció mantuvo un ceño fruncido todo el día), que su casa no era especialmente amigable pero que sus compañeras de cuarto eran cordiales (como le costó elegir las palabras), que su color favorito era el azul (lo cual mantuvo una sonrisa en la cara de su amigo), y que pese a no ser muy buena en la materia, era la primera en Encantamientos, la que más llamaba la atención era Cuidado de Criaturas Mágicas, que disfrutaba de la tranquilidad de su Sala Común, además de ver los millones de interesantes criaturas del Lago Negro, que el segundo sitio que más le gustaba era el Lago Negro, que su relación con sus padres estaba bien (otra vez las palabras costó elegirlas) y que sus hermanos eran un poco odiosos pero que los quería igual, mitad mentira mitad verdad.

Su amistad comenzó con el caer de las hojas, con la briza del viento haciendo volar sus cabellos y la humedad fastidiando el ambiente, su amistad comenzó como algo raro e improbable. Esa amistad soportó las fuertes nevadas de diciembre, se fortaleció con el renacimiento de las flores y se solidifico con los avistamientos del calor veraniego.

¿Cómo pensar que algún día terminaría?

Cuando el primero de junio los agarró de camino a King's Cross Leta y Newt conversaban animadamente.

—Mi madre me ha dicho que nos tiene una sorpresa especial cuando lleguemos a casa, sospecho que debe ser ese viaje a África que tanto ha querido hacer, por supuesto que me emociona, ¿sabes cuántas criaturas viven en África? Hay toda una gama de posibilidades.

Leta abrió otra caja de ranas de chocolates y le pasó una a Newt, ambos estaban sentados en el mismo asiento con las piernas cruzadas debajo de ellos frente a frente.

—Mi madre no ha comentado mucho sobre las vacaciones de este año, pero serán iguales a las anteriores. Iremos a visitar a la tía Leyla en Francia, después viajaremos a Italia a donde unos empresarios con los que tiene negocios papá y luego donde el tío Leonard en la India, faltando tres semanas para comenzar el curso regresaremos a casa. Trataré de escribirte cartas cuando pueda.

—Esos son muchos viajes. Son solo dos meses y medio que tienen para hacerlo, ¿les rendirá el tiempo? —pregunto Newt ligeramente asombrado, Leta entendía que para otras personas ajenas a su familia aquella travesía sonaba emocionante, pero ella ya veía las interminables horas de reuniones vacías y sonrisas forzadas, sin salir de la casa o el hotel.

—Siempre lo hace.

— ¿Me escribirás?

—Siempre que tenga tiempo, tú también debes escribirme.

—Claro que lo haré.

Y siguieron compartiendo golosinas y relatos, mientras el paisaje cambiaba hasta que llegaron a la plataforma 9 y ¾.

—Espero que tu viaje se realice y sea muy entretenido—dijo Leta cuando el tren se detuvo.

—Gracias.

Newt la observó dubitativo mientras se levantaban, la morena sabía lo que pensaba su amigo y, pese a no estar acostumbrada a esas muestras de afecto, suspiró y se lo hizo más fácil acortando los tres pasos que los separaban y envolviendo sus brazos en el cuello del otro.

—Espero tus vacaciones sean divertidas—le dijo Newt mientras envolvía su cintura.

Una sensación de calma la invadió al mismo tiempo que su pulso se aceleraba y sus mejillas se coloreaban.

—Gracias.

Y se separaron, tomaron sus baúles y salieron del compartimiento, sin dirigirse otra palabra y separándose cuando salieron del tren. Leta encontró a sus padres y vio que sus hermanos ya estaban con ellos.

—Madre—saludo parándose frente a su mamá mientras que la mayor le dejaba un beso en la mejilla.

—Padre—continúo y su padre le hizo un asentimiento.

— ¿Y qué tal sus clases, niños? —preguntó su madre mientras comenzaban a caminar fuera de la estación.

Leta no le prestó atención a las repuestas de sus hermanos, porque ya se las sabía de memoria y porque sus ojos buscaban a Newt. A pocos sitios de ellos encontró a su amigo. La madre de Newt era una mujer alta, de cabellos castaños recogidos en un apretado moño, de figura musculosa (para ser una mujer) y gestos duros, pero sus ojos brillaban mientras veía a sus hijos, el señor Scamander por otro lado era la copia de Newt pero en adulto, la misma pose desgarbada, los mismos cabellos rojos y ojos azules vivos, y Theseus estaba junto a ellos, exhibiendo su insignia de prefecto y una sonrisa prepotente mientras hablaba con la señora Scamander. Newt de repente levanto la mirada y sus ojos conectaron con ella, Leta se sonrojo un poco (había descubierto que con Newt su cuerpo reaccionaba por instinto) y su amigo levanto una mano saludándola. La morena le sonrío y cruzo la pared fuera de la estación.

Nunca unas vacaciones le parecieron tan largas como esas.