Título: En el fin del mundo.
Fandom: Mass Effect.
Pareja: Kahlee/Anderson.
Palabras: 364.
Advertencias: situado al final de ME3.
Notas: drabble para Serena M. Lupin.


La espera que precedía a la batalla siempre era la peor parte. Anderson mantenía la calma, caminaba entre los soldados, les ofrecía las palabras de aliento que podía, repasaba la estrategia una y otra vez. Todo estaba listo: Espada, Martillo, las fuerzas de tierra. Todo. Sólo faltaba la Normandía seguida de todas las flotas galácticas, y entonces el verdadero final comenzaría. Había sido apresurado, no contaban con tiempo para nada; pero era la última oportunidad que tenían de acabar esa maldita guerra. Shepard estaría a punto de llegar al sistema Sol; no podían quedar más de veinte minutos. Con paso apresurado, caminó hacia el soldado que estaba encargado del comunicador de entrelazamiento cuántico. Si éste iba a ser el fin, quería cerciorarse de no dejar cabos sueltos. No quería arrepentirse por no haber hecho nada.

—Pásame con Kahlee Sanders.

—Sí, señor —respondió obediente, tecleando en el panel a toda prisa.

Segundos después, la imagen holográfica brillaba con luz azulada enfrente de Anderson.

—¿David?

A pesar del rostro cansado, Kahlee le recibió con una sonrisa. Parecía sorprendida.

—Kahlee, me alegro de verte —respondió él, devolviéndole el gesto. Sus manos se habrían movido solas para tocarla si no hubiese sido evidente que aquello era sólo una imagen.

—Dios mío, David. ¿Cómo estás? Es… no creía que fuera a verte. ¿Qué está pasando?

—Shepard está en camino. Es el golpe final, Kahlee.

Un silencio sepulcral se formó entre los dos durante varios segundos; intercambiaron miradas, y Kahlee comenzó a frotarse las manos.

—Lo conseguiréis, David. Lo sé. Los chicos del proyecto están haciendo un buen trabajo por aquí. Y vosotros haréis que su esfuerzo valga la pena.

Esas palabras podían ser tan huecas como los tópicos para dar ánimos que se daban en situaciones límite. Pero era Kahlee; y Anderson consiguió creer, por fin, en que todo saldría bien.

Dio un paso hacia delante, acercándose a la imagen holográfica de la mujer.

—Puedes estar segura, Kahlee —asintió, sin rastro de duda—. Cuando todo esto termine… sé que tengo un lugar donde volver.

Contigo. Kahlee sonrió, aunque se secaba una lágrima con el dorso de la mano.

—Esta vez no me hagas esperar tanto, ¿entendido?

Y los dos rieron con suavidad; con la ligereza que ofrecía ese pequeño rayo de esperanza colándose en mitad del fin del mundo.

-fin-