La calma había llegado a la Tierra Media. El peligro había pasado, después de una terrible era de guerras, lágrimas, traiciones, y un largo etcétera.

Aragorn gobernaba Minas Tirith, siendo aceptado por toda la ciudad de buen grado. ¿Qué se podía esperar de Elessar, también llamado Piedra de Elfo? Y, por supuesto, Arwen era ahora su esposa, después de mucho tiempo luchando por estar juntos.

Faramir, al que le correspondía el trono, pasó a ser la mano derecha de Aragorn, siendo esto elección del mismo rey. Elessar no soportaba el simple hecho de apoderarse de un puesto que, según él, "le correspondía a otro", por lo que le pidió a Faramir hijo de Denethor, o, es más, le rogó, que lo ayudara con sus tareas.

Legolas, como "prometió" antaño, intentó poblar un poco de zonas verdes la ciudad. Aunque más bien se dedicó a repoblar las zonas cercanas a esta que habían sido devastadas por los ataques enemigos. Por eso, desde los grandes muros de la ciudad, se podía observar cómo una gran cantidad de elfos plantaban árboles y diversas especies, mientras le cantaban a las plantas esos cantos que solamente ellos podían y sabían cantar.

Y no nos olvidemos de Gimli. Gimli también estaba allí. El enano se dedicaba a reconstruir las casas de la ciudad que habían sido derruidas, quemadas, etc., con la ayuda de la gente de su especie. También se quejaba de que la ciudad podría estar mejor trazada, pero bueno, esto ya había sido dicho mucho tiempo atrás.

Un día normal (al menos en esta época después de la guerra), amanecía en Minas Tirith. A las pocas horas de salir el sol, la ciudad ya estaba ajetreada. Que si el papeleo del rey, que si había que seguir con las obras, que si tal, que si cual. Pero ese día algo iba a cambiar.

A Elessar le había tocado mirar las zonas del Castillo que aún no habían sido inspeccionadas por si había algún objeto de valor entre las posesiones que allí se encontraban. No era un trabajo entretenido, pero al menos podía descansar un poco del agobio que suponía ser Rey.

Era al mediodía y solo le quedaba una habitación por mirar de la parte este antes de irse al Comedor. Sacó la llave maestra, y la abrió. Un gran vacío se apoderó de él. "La habitación de Boromir", susurró. Suspiró, y entró, cerrando la puerta tras de sí.

Gran parte de ella estaba deteriorada, debido en parte a la guerra, y debido también en parte al descuido que había tenido esa habitación en los últimos tiempos. Ser un guerrero no dejaba demasiado tiempo para estar allí.

Lo miró todo, mueble por mueble, objeto por objeto. Pero se detuvo curiosamente en uno. Un libro. Tenía letras élficas alrededor, que, por lo que Aragorn pudo entender, decía "El cuerpo muere, pero el espíritu sigue viviendo". Un título curioso para un libro de su estimado compañero, sin duda. Lo cogió, mirándolo intrigado, y lo abrió. Pero las páginas estaban en blanco.

-Este puede ser un trabajo interesante para Gandalf. –Se dijo, y salió de allí lo más rápido como pudo.

Afortunadamente, el mago se encontraba en la ciudad por motivos de trabajo.

-Gandalf, viejo amigo, no sabes cómo me alegra encontrarte hoy aquí. –Dijo Aragorn, abrazando al mago.

-Vaya, vaya, Aragorn. ¿Qué te tiene tan inquieto?

-Vayamos a un lugar más privado, si no te importa. Pero primero busquemos al elfo y al enano. Y, de paso, también a Faramir.

Una vez que estuvieron reunidos los cinco, entraron en los aposentos del rey, y este cerró la puerta.

-Bien, Gandalf. –Dijo, dejando el libro en la mesa.- ¿Podrías decirme a quién pertenece este libro y por qué sus páginas están en blanco? –Hizo una breve pausa, mirando a los allí presentes.- Parece haberse usado no hace poco, pero tampoco hace mucho.

Mithrandir se acercó al libro y luego sonrió.

-Pertenece a Boromir, sin duda.

-Eso ya lo sabía, estaba en su habitación. Pero, ¿quién lo escribió? ¿Y a qué se debe su título? –Preguntó Elessar.

-Déjame explicarte. Este libro ha sido escrito por Boromir.

Hubo un silencio extraño en la sala.

-¿Cómo? No hay nada escrito. –Objetó Faramir.

-Sí hay cosas escritas. Pero los fantasmas no pueden escribir con objetos de los vivos.

Todos guardaron silencio. ¿Qué acababan de escuchar?

-¿Los… muertos? –Exclamó Gimli.

-Exactamente. –Añadió Gandalf.- Al parecer, Boromir se quedó en el mundo de los vivos después de morir por algún motivo. No podía, o no quería marcharse, sin haber hecho algo primero. Algo le carcomía, sin duda. Supongo que escribió este libro porque sabía que lo íbamos a encontrar, y creyó preciso contarnos qué sucedió.

Todos asintieron, aún asimilándolo. Gandalf susurró unas palabras en una lengua no conocida para ninguno, seguramente sería un hechizo. Cogió el libro y lo abrió. Para sorpresa de todos, estaba escrito.

-"Sabía que tus poderes de mago no me fallarían, Gandalf. No sé quién de vosotros ha encontrado estas memorias, si pueden llamarse así, pero me alegro de ello. Se dice que los muertos siguen viviendo si alguien los recuerda y los nombra. Gracias por mantenerme vivo".- Leyó Gandalf en voz alta.

Todos guardaron silencio y se miraron los unos a los otros. Gandalf pasó la página. Iban a leer las memorias de un fantasma.