Varias cosas que tengo que avisar antes de que empecéis a leer. Primero que nada, cuidado con los spoilers; no lo leáis si no habéis visto Michael. Y segundo, tengo ya escrita una segunda parte que colgaré mañana o pasado. A no ser que ocurra algo inesperado, no tardaré más de tres días en subir la segunda parte. Y con eso ya tenéis bastante por hoy. Os dejo ya con el fic:

DISCLAIMER: Glee no me pertenece. Si lo hiciera, habría mucha más Brittana y Klaine en escena, pero no es así, por lo que me tendré que conformar con fanfiction.


Cerró la puerta de su habitación de un portazo, dando gracias porque ninguno de sus padres estuviera en casa en ese momento. Aunque eso, pensó Blaine, tampoco era ninguna novedad. Sin embargo, ese enfado no tenía el mismo motivo que de costumbre. No era culpa de sus padres que tuviera ganas de romper todo lo que había en su habitación, no esta vez. Le habían vuelto a fallar. Estaba empezando a cansarse de ver como la historia se repetía una y otra vez: primero se permitía confiar en alguien para que luego le dejaran de lado, al igual que lo hacían todos. Aunque quizá el hecho de que fueran ellos, de que fueran unas de las pocas personas que siempre había creído que estarían ahí, hacía que el hecho doliera un poco más.

¿Qué había cambiado? Aun recordaba los nervios previos al primer día, haciendo todo lo posible por arreglar su corbata a rayas con sus temblorosos y torpes dedos. La cabeza le daba vueltas, pensando en posibles formas de humillarle de nuevo. El director del nuevo colegio le había prometido un ambiente pacífico sin ningún ataque o nadie que le molestara. Pero eso tampoco tenía que haber pasado en su último colegio y mira cómo habían acabado las cosas. Recordaba no haber dormido la noche de antes, temblando debajo de las mantas con la idea de tener que volver a pasar por lo mismo que en su antiguo instituto.

Pero por algún extraño motivo que Blaine aun desconocía, las cosas no fueron así. Debajo de los uniformes no se escondían monstruos despiadados dispuestos a hacerle todo el daño posible sino personas que estuvieron dispuesta a aceptarle por quien era sin importar sus preferencias. Esto le resultó demasiado extraño. Blaine estaba acostumbrado a ser juzgado y dejado de lada por todo el mundo, pero esos chicos eran diferentes. Ni siquiera el primer día tuvo que sentarse solo a la hora de la comida. Puede que al tratarse de un colegio interno fuera más fácil relacionarse con el resto de los chicos o puede que de verdad existiera gente buena en el mundo. Cuál de las dos opciones era la acertada no lo sabía, pero la cosa era que todo fue bien.

Si ahora se paraba a pensarlo, el que fuera un colegio interno le daba más motivos a enfadarse. Había estado dos años conviviendo con esos chicos, dos años compartiendo habitación, actuando y estudiando juntos. ¿Por qué ese repentino cambio de actitud? ¿Cómo podía haber pasado de ser uno de sus amigos a ser el enemigo? ¿No le guardaba ni aunque fuera un poco de cariño? Quizá, se dijo Blaine, no eran tan buenos como él había pensado en un principio. Se mordió el labio, seguro de que cada eso de que había gente buena en el mundo aun no lo tenía tan claro.

El principal problema que tenía ahora no era si esos chicos con uniforme seguían apreciándole o no, el problema era que Blaine estaba demasiado enfadado consigo mismo para ponerse a pensar en eso. Estaba enfadado por dejarse llevar creyendo que todo podía ir bien por una vez, que si confiaba en otra gente a parte de en él mismo ellos serían capaces de confiar en él y no hacerle esa clase de cosas. Porque si había una frase que se llevaba repitiendo en su cabeza desde hacía más de una hora era que los cuentos de hadas no existen, no en la vida real. Sabía que no se podía tener todo, pero en ocasiones como esta Blaine se preguntaba si de él tenía tanto.

Al final acabó por decidir que dejar a su mente vagar libremente no era la mejor idea. Lo que necesitaba era tener las manos ocupadas. Y que sus padres no estuvieran en casa fue una ventaja para todo el ruido que hizo a continuación.

Podría haberse tirado sobre la cama y quedarse allí el resto de la tarde pero ese no era su plan. Quizá fueran los antibióticos pero esa habitación no estaba bien. Había algo allí que ya no debería estarlo, de la misma forma que las fotos familiares habían desaparecido mucho tiempo atrás. Arrancó del tablón de fotos todas las que contenían chicos con uniformes, las rompió en cuatro trozos y las tiró a la basura. En menos de cinco minutos, su cubo de basura estaba en llamas.

Solo una fotografía se salvó de las llamas, la de dos chicos con uniforme. Uno con el pelo negro y el otro un chico de ojos azules.

Cuando el papel de foto se consumió, Blaine abrió el armario y sacó el viejo uniforme. Por algún motivo, decidió conservar la chaqueta. Pero la corbata no tuvo la misma suerte. Sacó las tijeras de su mesilla de noche y la pobre pieza rayada acabó hecha trizas junto al resto de sus fotos. Cualquier recuerdo de aquel colegio, ya fueran libros de texto, trofeos, tarjetas enviadas durante las vacaciones de Navidad o un parche con la famosa D acabaron tirados por el suelo o en la papelera.

Por último, Blaine cogió entre las manos un marco de fotos, marrón y sencillo que le habían dado el día en que se cambió de instituto. Blaine miró la foto del día en que ganaron las Seccionales el año pasado y al ver todas esas caras sonrientes, todos esos brazos a su alrededor tuvo que girarlo enseguida, no queriendo recordar. Pero la dedicatoria que había detrás no fue mucho mejor.

No te olvides de nosotros.

La tiró al suelo, con toda la fuerza que pudo y pudo oír el sonido del cristal al romperse. Ahora mismo, su habitación era un verdadero desastre pero no le importaba lo más mínimo. Había necesitado hacerlo, romper todo lo que le recordara a Dalton para que las sonrisas de los que una vez habían sido sus amigos dejaran de atormentarle, para dejar de oír las voces de aquellos chicos en su cabeza recordándole que siempre sería uno de ellos. A Blaine casi se le escapó una carcajada al pensar en ello.

Si ellos no le consideraban otra vez como un Warbler, Blaine tampoco debería considerarse a sí mismo como tal.


Y hasta aquí la primera parte. ¿La habéis odiado tanto que queréis tirarme tomates? ¿Os ha llegado a gustar? ¿Os preguntáis por qué he puesto a Kurt como personaje cuando no sale ni un solo segundo? Para las dos primeras preguntas podéis dejarme un review o enviarme un mensaje privado contándome vuestra opinión, que ya sabéis que me encanta. Y para la última, solo os voy a decir que tendréis que esperar a la segunda parte. Sí, habrá Kurt y Klaine y cosas adorables. Lo prometo.

Mientras esperáis a que suba la segunda parte, podéis comunicaros conmigo y ganaros un trocito de mi corazón :D