Ni Hetalia, ni Latin Hetalia me pertenecen. Lindo sería.

Miguel Aljandro Prado = Perú

Francisca Burgos Torres = Ecuador


Visita nocturna

-Miguel, hay alguien en la casa.

Silencio. Miguel solo se removió un poco, soltando un quejido adormecido.

-¿Miguel?

-¿Ngh?

-Te digo que...

-Debe de ser Cool -masculló el peruano, pasando un brazo por la cintura de Francisca, acercándola más a él.

-Pero...

La chica calló de golpe cuando en el primer piso de la casa se oyó el inconfundible sonido que vidrio caer.

-¡Miguel! -susurró ahora agitada, zarandeando desesperadamente a su novio.

-Te digo que es Cool -murmuró Miguel, negándose a abrir los ojos-. Te prometo que mañana la hago limpiar...

Francisca se detuvo en seco, no solo por lo ridículo que había sonado aquello último, sino porque había jurado escuchar pasos cerca de la escalera.

-Miguel -susurró de nuevo, ahora sí asustada-. Mierda, ¡despiértate!

Y en su desesperación lo empujó fuera de la cama.

Miguel cayó con un gritito nada varonil (que Francisca prefirió pasar por alto) y su encuentro con el piso se marcó con el sonido de un golpe sordo. Perú lloriqueó bajito, maldiciendo a su llama, y se paró adolorido.

-¿Era necesario?

-¡Sí! -siseó Francisca con los nervios de punta.

Miguel rodó los ojos.

-Ya te dije que...

Tocaron a la puerta y el corazón de ambos se detuvo por unos segundos.

-¿Hermanito Perú?

...y ambos volvieron a respirar.

Hasta que surgió el enfado en Francisca.

-¿¡Qué rayos hace tu hermano aquí a estas horas!? -farfulló lo suficientemente bajo como para que Bolivia al otro lado de la puerta no lo oyese.

Miguel solo se encogió de hombros, yendo a abrir la puerta de su dormitorio.

-¿Julio? -murmuró viendo a su hermano parado delante de él con una sonrisa nerviosa.

-No planeaba despertarte dado que tenías todavía restos en la refri, pero... -Bolivia se asomó un poco, enderezándose de golpe al ver que cierta ecuatoriana le estaba lanzando miradas asesinas-. ¿Interrumpí algo?

-Sí, mi sueño -gruñó Miguel de mal humor.

-Ah, perdón... -se rio Julio rascándose la nuca-. Bajaré entonces a limpiar y me llevaré el arroz con pollo.

Miguel asintió apenas y le cerró la puerta en la cara, volviendo rápidamente a la cama. Francisca lo miraba cabreada.

-¿Se puede saber qué...?

-Fran...

-¿Qué?

-Tengo sueño.

Y la volvió a abrazar, enredando sus piernas. Le acarició con cuidado la espalda, acurrucándola en su pecho. Luego de unos minutos la chica se calmó y Miguel volvió a sonreír en sueños.

A la mañana siguiente resultó que Julio no había limpiado.