¡Hola! ¡Aquí Carscard! Originalmente pensaba en empezar a escribir este fic hasta que terminar Una Aventura con la Tecnología, la Magia y el Misticismo de Todos los Pueblos o Doble Invasión pero, debido a mis traducciones de otros autores, se me ha presionado para adelantar al presente.
Este fic está completamente planeado en 9 diferentes capítulos. Está pensado como si fuese un anime, con peleas y esas cosas y un toque de humor. Puede que les parezca un poco diferente al estilo original Mega Man X pero aún así conserva algunos datos. Aunque ignora la parte en que Zero se mete a hibernación, parte del concepto móvil de Mega Man Zero es manejado.
Los personajes de Mega Man X son de la Capcom y todos los demás son míos.
-Después de las cruentas batallas durante las guerras entre Reploids, los Maverick Hunters resultaron vencedores. La gente estubo felíz ante la completa exterminación de los rebeldes pero no tardó en formularse otra pregunta: ¿acaso no se corre peligro de que los reploids restantes puedan ponerse contra nosotros? El pánico cundió entre la población y el gobierno comenzó a exterminarlos. Debido a su arraigada lealtad hacia los humanos, huyeron y se escondieron ayudados por un misterioso lider. Se cree que pudiera ser uno de los desaparecidos Dr. Cain, X o Zero mas nada nos permite pensarlo con certeza. Pasaron varios años antes de que la gente recobrara la confianza en ellos y dejaran la terrible búsqueda. Desafortunadamente, aún ahora, hay grupos de terroristas y extremistas que dedican sus vidas a la eliminación de dicha raza robot. Por tal motivo quedan muy pocos en la actualidad y todos están ocultos... ¡Preste atención, Sr. Jacobs!- Reprendió la joven maestra dando una fuerte palmada en el pupitre de un joven que volteaba hacia la ventana.
-¡Sí, Srita. Cole!- Respondió éste espantado y prestando completa atención otra vez a la clase.
-¡Sé perfectamente que a muchos no les interesa la historia!- Exclamó con tono severo la Srita. Denise Cole. Ella era una joven y elegante maestra de cabellera negra y ondulada, ojos como la obsidiana y piel obscura y suave como el chocolate. Normalmente siempre esbozaba una hermosa sonrisa e inspiraba un aire de confianza pero, si algo la sacaba de quisio, sin lugar a dudas era que alguien se distrajera en la clase. -Pero recuerden una cosa: debemos estudiar la historia. Si no lo hacemos corremos el peligro de cometer los mismos errores.
Al poco rato, Robert Jacobs -el regañado a quien conocían simplemente como Rob- caminaba al lado de su amigo Francisco (Pancho) López García. Éste último era moreno, de cabellos castaños, usaba lentes y siempre portaba su bata de laboratorio. Rob era de cabellera negra y ojos del mismo color y tez clara, usualmente con apariencia muy alegre y sociable, además de ser un gran atleta.
-¡Así que te distrajiste en la clase de Historia!- Dijo Pancho. -¡No creo que haya sido prudente!
-¡No fue mi intención!- Respondió llevándose las manos a la nuca. -¡No comprendo que tanto alboroto por algo que pasó recientemente! ¡Aún recuerdo eso! Supongo que tú también.
-Ciertamente tienes razón. Eramos unos niños pequeños cuando la desaparición de X, Zero y, posteriormente, del Dr. Cain. Poco después sucedió la exterminación masiva.
-Sí. Y la gente tardó en comprender que los reploids actuaban así por culpa nuestra, por ser humanos. Ahora se cree que pensar en 20 de ellos es demasiado.
-¡Cierto, cierto! A propósito, ¿a dónde nos dirigimos?
-A casa de Z. X., ¿no recuerdas que acordamos eso ayer?
-¡Je, je, je! ¡Al parecer sí se me olvidó! ¡¡APRESUREMOS EL PASO!!- Exclamó el joven López mientras empezaba a correr.
-¡Hey! ¡Espérame!
Rob y Pancho cursaban el segundo año de la preparatoria, aunque no juntos por estar enfocados a algo diferente. Mientras el primero se orientaba hacia aspectos más humanos e inclinados a los deportes, el segundo estaba involucrado en experimentos bioquímicos siendo un genio.
Por alguna misteriosa razón, que ellos mismos no podían precisar, hicieron amistad con Z. X. Cain, un estudiante de primer año de secundaria. Se habían conocido por casualidad al principios del curso en la parte en que se comunicaban la prepa con la secundaria, ya que estaban en el mismo edificio.
Z. X. era muy agradable de trato y de un intelecto muy desarrollado pero era distraido y distante, como si no estubiese presente. Eso le ocasionaba muchos problemas para relacionarse con la gente y sus únicas amistades eran ellos dos. Debido a esto, decidieron ayudarle a adaptarse a la vida con mayor facilidad y no tardaron en presentarse en frente de la casa de los Cain.
Por fuera, la casa se veía lugubre por la apatía de sus moradores al conservar el color del concreto y emplaste. La puerta de metal era de un negro carcomido y tenía muchas cerraduras. El nombre de la familia y el número de la casa estaban en un viejo y despostillado letrero de madera que no tardaba en caer.
Tocaron la puerta y no tardó en abrir un señor de aproximadamente 40 años de edad de cabello entrecano y mirar celeste. Al verlos les sonrió.
-¡Buenas tardes! Supongo que vienen a ver a mi hijo.- Saludó el Sr. D. Cain.
Ambos asintieron mientras lo saludaban. Pasaron y se encontraron a su amigo sentado ante el televisor de la sala. Aquel adolescente de cabellera larga se levantó para recibirlos. Sus cabellos eran de un color de la frontera del rubio con el castaño claro y sus vivos y enigmáticos ojos eran verdeazules. Parecía ser el producto de una combinación de carácteres opuestos.
-¡Hola! ¡¿Cómo les ha ido?!- Dijo sonriendo efusivamente.
-¡Bien, si ser espantado por la Srita. Cole se considera bueno!- Respondió en son de broma Rob, ocasionando que su joven amigo se confundiera y comenzara a parpadear. -¡Olvida eso, ¿sí?! Lo que nos interesa en este momento es hacerte más sociable.
-Creí que ya lo era.
-Pero te encierras en tu propio mundo.- Añadió Pancho moviéndose los lentes.
-No comprendo.
-Por lo pronto sólo queremos que vengas a pasear con nosotros.- Sugirió el atleta. -Creemos que a eso no te negarás.
-Está bien...
El rubio/castaño estaba por ir por sus cosas cuando un sonido de la TV les llamó la atención.
-¡¡Por fin!! ¡¡Después de tanto tiempo...!!- Comenzó a decir una especie de guerrillero. -¡¡...Hemos capturado a los últimos de estos endemoniados seres!!- En pantalla aparecieron varios reploids asidos a una gran pared. El acercamiento los recorrió lentamente mientras el captor seguía explicando. -¡Mañana, al despuntar el alba, los ejecutaremos y nos libraremos de una vez por todas de estos seres malignos!
La transmisión terminó. Aquel grupo había interrumpido la señal para dar ese alarmante anuncio. Aquello llamó la atención de los 3 jovenes y del Sr. Cain, quien no tardó en acercarse a la sala para ver mejor.
-¡Por el fondo de esas imagenes, creo que se encuentran en una base militar abandonada a varias horas de camino de aquí!- Reflexionó el genio.
-¡Ojalá hubiera una forma de salvarlos!- Se exaltó Rob.
Poco después...
-¡Esto no es lo que tenía en mente!
Para sorpresa de Rob y Pancho, iban a gran velocidad por la autopista. Ambos acompañaban a Z. X. y a D. Cain respectivamente en unas hoverbikes que no tenían idea de donde pudieron haberlas conseguido. Rápidamente la imagen de tímido e indefenso que siempre había reflejado su joven amigo se esfumó con el sereno de la noche que se aproximaba.
Ellos no comprendían en qué manera iban a ayudar a los cautivos pero, al jusgar por la determinación de su amigo y su querido padre, ya había una ruta trazada.
Ya avanzada la noche se encontraron en frente de la base, que encontraron vigilada. Ocultaron sus vehículos y treparon con increible destreza el muro, sobre todo Z. X. que parecía hacerlo sin esfuerzo alguno.
Lo siguieron, ya que él parecía estar guiándolos. Avanzaba con cautela y gran velocidad al mismo tiempo, mientras su progenitor cuidaba la espalda a los jovenes. Casi no se dirigían la palabra durante el proceso porque sabían perfectamente que podrían ser descubiertos y sería letal. Cuando requerían comunicarse lo hacían por medio de señas o murmurando lo más bajo que se les fuera posible.
No tardaron en entrar a un ducto de aire que hacia contacto con el exterior y que, distraidamente, había descuidado momentaneamente uno de los captores vigias. Se fueron internando hasta que se toparon con una especie de cuarto de servicio, donde terminaba la ruta que habían encontrado.
Descendieron por ahí con cuidado. Z. X. entreabrió ligeramente la puerta y checó que nadie pasaba por aquel pasillo. Luego la cerró otra vez y murmuró hacia sus compañeros.
-Todo parece indicar que tendremos que exponernos a ser descubiertos.- Ese comentario sorprendió a sus dos amigos, quienes se miraron confundidos. -Debemos salir y dirigirnos a la parte central de esta cosa y seguramente nos hallaran.- Volteó hacia su padre. -Drain Cain, te encargo que los protejas.- Retornó a mirar a Rob y a Pancho. -Agarren aquello que crean que pueda servirles en defensa propia.
No comprendían del todo lo que pasaba pero optaron por hacer una rápida selección de su "armamento": Rob escogió las tijeras de podar y varios desarmadores a manera de cuchillos arrojadizos; Pancho, por su cuenta, tomó un machete oxidado, pensando en provocar tétanos, y un balde de metal.
-¡¿Un balde?!
-¡Hey! ¡No te metas en mis asuntos! ¡No te importa si prefiero uno como para mi protección!
-Bueno, es sólo que no entiendo cómo piensas utilizarlo.
Cuando se dio cuenta que estaban listos, el castaño/rubio se paró frente a la puerta otra vez, suspiró levemente y volvió a checar el pasillo, saliendo rápidamente después que notó que los transeuntes dieron vuelta en la esquina.
No caminaron mucho antes de ser descubiertos en un cruce de caminos.
-¡Intrusos!- Exclamó uno de los guardias, llevándose una radio a la boca. -¡Alerta! ¡Hay intrusos en la base!
En ese instante luces parpadeantes de un brillante color rojo comenzaron a iluminar el lugar, acompañadas de una insistente voz de alarma "INTRUSOS, INTRUSOS". Numerosos guardias comenzaron a llegar donde estaban.
Z. X. no tardó en lanzarse al ataque, tumbando a sus enemigos al suelo y desarmándolos a gran velocidad, esquivando sus fieros ataque físicos y de sus armas de fuego. De esta manera comenzó a abrirles paso por los pasillos siempre avanzando hacia la parte central de la base, donde sabían que estaban los prisioneros.
Como pudieron lograron ocultarse en otra habitación vacía. Una que parecía ser una especie de cuarto de revelado, por lo que había una iluminación rojiza y un fuerte olor a químicos.
-¡Tendré que distraerlos!- Comentó el más joven. -Drain Cain.
-¿Sí?- Respondió su "progenitor" como si su hijo fuese su superior.
-¿Ya sabes qué hacer?
-Sí.
Con eso, Z. X. salió del lugar y no tardó en ser atacado por los guardias. El joven Jacobs se dio cuenta que López García se puso unos guantes que alguien había olvidado.
-¿Por qué haces eso?
-¡Por nada, compa!- Dijo sonriendo.
Rob no sabía mucho de los latinos pero algo sí sabía es que las veces que Pancho usaba la palabra 'compa' era porque algo se traía entre manos.
Poco después salieron de su escondite y siguieron su ruta hacia el centro del lugar dirigidos ahora por el atento D. Cain. Desgraciadamente fueron reencontrados en otra intercepción.
Indiscutiblemente, esta vez tenían que pelear. El hombre de 40 años comenzó a luchar como un auténtico oso pero siempre a la defensiva, desarmando a sus oponentes y lanzándolos al suelo. Rob combatía usando los desarmadores a manera de dagas, en un principio, y luego optó por usar las tijeras de podar para la defensa.
Pancho demostró tener gran habilidad con el uso del machete, cortando las armas de cuajo y golpeando con el balde a sus enemigos. A uno lo comenzó a golpear repetidas ocasiones con el esto último, lo cual también lo usaba como escudo, y le metió algo a la boca, obligándolo a tragarlo.
Al instante la pobre victima se rebolcó en el suelo, girando con desesperación como si le faltase aire. Cuando el moreno volteó hacia los demás atacantes, estos salieron huyendo despavoridos.
-¡Ja, ja, ja! ¡No aguantan ni un inofensivo chile habanero toreado! ¡Ja, ja, ja!- Remarcó sacando uno de un frasco que llevaba en su bata de laboratorio. -¡Cualquiera sabe que esto se come en pequeñas mordidas y cuidando de sólo usar los dientes porque quema! ¡Ja, ja, ja!
-¡Pancho, eres un sadico!- Reprendió su amigo mientras D. Cain sólo asentía con los ojos completamente abiertos.
-No si nos vamos para que puedan traerle agua al desafortunado individuo este.
Dichas batallas se fueron repitiendo (y los enemigos huyendo del ataque homicida con habaneros) hasta que llegaron ante una gigantesca puerta de metal que conducía a su destino.
-¿Cómo la vamos a abrir? ¡Necesitamos una clave de acceso!
-¡Déjenmelo a mí!- Dijo Z. X. apareciendo tras de ellos. -Retrocedan.
-¿Qué piensas hacer?
-¡Esto!- Su brazo derecho se convirtió en una especie de cañón que no cargó rápidamente y no titubeó en disparar, volando por completo la puerta de metal
No tuvieron tiempo de expresar su asombro porque Z. X. se introdujó a gran velocidad y sin pensarlo dos veces lo siguieron.
-¡Un halfreploid!- Exclamó asustado el lider de los guerrilleros, quien poseía una pequeña escolta de sus guardias y, al fondo, tenía a los cautivos, tal y como los habían visto en la tele.
El rubio/castaño corrió rápidamente entre los guardias, desarmándolos y no tardó en noquear al lider. Empezó entonces el proceso de liberar a los reploids, quienes se veían felices.
-¡Zero X, nos ha salvado!- Dijo una reploid de morado y verde y cabellos negros recogidos mientras abrazaba alegremente a Z. X. -¡Qué alegría me da verlo, señor!
-¡Entiendo, Dove, pero no es necesario que me saques el aire!- Protestó como pudo el pobre.
-¡Lo siento!- Respondió rápidamente soltándolo.
-Recomiendo que salgamos de aquí lo más pronto posible.- Comentó D. Cain. -La policia y el ejército no tardarán en llegar de la misma manera en que nosotros lo hicimos. No sería conveniente que nos descubran aquí debido a que nos pueden preguntar demasiadas cosas y terminaríamos involucrando a estos dos jovenes. Además no sabemos si pueda haber más de ellos por ahí.
-Bien. Sálgamos.- Prácticamente ordenó Z. X.
Salir de ahí les resultó mucho más fácil. Tomaron unos de los camiones que había en el sitio para transportar a los 15 reploids y a los dos humanos. Z. X. y D. Cain optaron por guiarlos en las hoverbikes y algunos de los rescatados condujeron por turnos hasta llegar a su destino.
Aquello fue una experiencia muy pesada para Rob y para Pancho, quienes no tardaron en caer dormidos por el adormecedor sonido del vehículo en carretera...
Algo acarrereado pero aquí está el primer capítulo. Ya sé que no me quedó muy cómico y es probable que a muchos no les guste pero las cosas irán mejorando gradualmente.
El siguiente capítulo será:
Tea Spooney
Si quieren enviarme un mail, mi dirección es carscard@yahoo.com.mx
¡Sonrían!^O^
