Insatisfacción
El código de Destrucción brillaba entre sus manos, aunque Kyrie ya no estaba con ella y eso le aturdía un poco, porque si estuviera, quizás Toppi no preferiría mirar el piso a la jefa del susodicho Comité Apocalíptico que formaban. Y esa es otra aguja en su pecho, otro buen motivo para sonreír porque al fin, ese mundo en el que no hay más que penurias, se deshará como azúcar en agua caliente y no volverá a llorar sobre el ataúd vacío de un hombre joven y bobo que se pensaba inmortal por una buena causa (como si ella valiera tanto, y si así fuera, ¿por qué no salvarle de sí misma?¿Por qué condenarla a esa soledad que le devoraba de a poco y la obligaba a terminar furiosamente con todo lo que había a su alrededor?), aunque ahora que lo piensa, en el medio del atardecer, en el Continente que se considera el Final del Mundo Conocido, allí, antes de que la luz rojiza culmine en el horizonte, Morte no se ríe amargamente, ni siquiera es capaz de esbozar esa adolorida sonrisa triunfal que ha ensayado en sueños para ese momento; una lágrima baja por su mejilla y maldice a Kyrie por morirse tan temprano, porque nuevamente tiene la impresión de que si no lo hubiera hecho, ahora realmente podría sentirse al menos un poco satisfecha.
