Continuación de la fic "Amor de Nuestras Vidas, es una traducción de la fic escrita por Flora Fairfield una gran escritora brasilera que lamentablemente murió hace más o menos un año. Fue con esta historia que empecé a leer fan fics y por eso es tan importante para mí…
Espero que les guste tanto como a mí… Diviértanse
La Sabiduría de un Tonto
Prólogo
Canción de despedida
¿Por qué perder la esperanza de volvernos a ver?
¿Por qué perder la esperanza si hay tanto que querer?
No es más que un hasta luego,
No es más que un breve adiós
Bien temprano junto al fuegoVolveremos a vernos
Nuestras manos entrelazadas Alrededor del calor
Formaremos esta noche un círculo de amor
No es más que un hasta luego,
No es más que un breve adiós
Bien temprano junto al fuego
Volveremos a vernos
Pues el señor que nos protege
Y nos bendice
Un día, ciertamente,
Va de nuevo a unirnos
No es más que un hasta luego,
No es más que un breve adiós
Bien temprano junto al fuego
Volveremos a vernos18 de octubre
El cielo estaba oscuro. Tan oscuro que las estrellas parecían brillar aun más incandescentes sobre el manto negro que las envolvía. Allí, acostado en el pasto aun mojado por la lluvia que cayó durante la tarde y con sólo los ruidos de la noche llegando a sus oídos, Draco Malfoy se sentía lejos del mundo. El sabía, sin embargo, que no estaba realmente solo. Sabía que a su alrededor había un buen número de hombre y mujeres, todos esperando silenciosamente el amanecer. De tiempos en tiempos, las llamas de la fogata subían un poco más y su brillo rojo se mezclaba con el de las estrellas, dándole a la noche una apariencia más misteriosa. No había ciudades cerca, ni aldeas, ni pueblos. Nada que impidiera la visión absolutamente maravillosa del cielo. El podría pasar toda la eternidad allí, acostado, contando las estrellas sobre su cabeza y aun así no lograría saber el número exacto. Infelizmente, Draco Malfoy no tenía toda la eternidad. Le quedaban unas pocas horas antes que la luz del sol, siempre implacable, comenzará a subir por el este, apagando todos los misterios de la noche con su claridad que no acepta ni permite dudad o miedos. Antes que el día estuviera completamente claro, en esa hora entre la madrugada y la mañana, cuando el cielo, reacio en dejar las estrellas irse, se tiñe de tonos azules y rojizos y el mundo se llena de sombras, atacarían. Después de eso, no había más certezas.
Draco buscó en su mente el momento exacto en que el amanecer se volvió la única cosa segura en su vida. El estaba acostumbrado a tener muchos planes, muchas cosas decididas, bien arquitectadas. Aquella altura, por ejemplo, no debería estar allí, en una noche fría de otoño, acostado en el pasto húmedo, pensando si aun estaría vivo al día siguiente. No. Debía estar sentado en una silla en la playa, saboreando alguna bebida tropical en algún lugar caliente, de preferencia con una mujer espectacular a su lado, gastando el dinero que le había robado a su padre, y riéndose de todos los locos ingleses enredados en aquella maldita Guerra. Draco cerró los ojos intentando hacer que esa imagen mental se deshiciera. Era difícil pensar en lo que se estaba perdiendo. Principalmente cuando no se esta ganando nada a cambio.
Ya hacía casi dos años. Un año nueve meses veintiséis días para ser exacto. Un año nueve meses veintiséis días desde que se dejó convencer por un beso inocente y una sonrisa traviesa a no abandonarlo todo. Debió huir como lo había planeado. Debería. ¡Pero ella, siempre ella!, llega a arruinarlo todo. De alguna manera, ella lo convenció, sin decir una palabra, de que si se iba, nunca se lo perdonaría; que pasaría el resto de su vida imaginándose lo que podría haber sido. Y Draco fue lo suficiente estúpido como para creerle. Ahora, sabía 'lo que podría haber sido' y francamente deseaba nunca haberlo descubierto. ¿Al final de cuentas que había ganado en esos dos años? Algunas cicatrices nuevas, ninguna tan famosa como la del precioso Potter, y muchos recuerdos indeseables. Había visto personas morir, personas sufriendo, personas llorando, personas con miedo... el pasaba la mayor parte del tiempo consumiéndose de miedo... miedo de morir, miedo de perder la Guerra, miedo de cosas que ni siquiera lograba imaginar... sólo miedo, sin explicación ni razón alguna. Aun el, con toda su frialdad y actitud indiferente, no podía pasar impune ante tanto dolor. La mitad de su tiempo, lo pasaba deseando poder volver atrás subir al carruaje e irse lo más lejos posible de ese infierno. Y la otra mitad la pasaba desviándose de los hechizos que le eran lanzados. No era una vida feliz. No eran tiempos felices. ¡Ah, y estaban claro los momentos en que ella decidía aparecer! ¡Siempre ella! Para arruinar hasta sus pensamientos más deprimentes. Lo hacía a propósito, estaba seguro, por qué otro motivo aparecía siempre que el tenía grandes dudas, ¿Cuándo estaba convencido a dejarlo todo y desertar? Era a propósito, para atormentarlo, lo sabía. En aquel mismo instante, de donde estaba, acostado en la grama, Draco la podía sentir aproximándose. Levanto la cabeza sólo lo suficiente para verla, con el cabello rojo recogido cuidadosamente en una trenza y su ropa negra de enfermera meticulosamente limpia y organizada. Ella venía hacia la fogata. Obvio. ¿Que mejor hora encontraría para atormentarlo que los pocos y preciosos momentos que anteceden un ataque? Ya imaginando lo que le aguardaba, Draco cerró los ojos como una presa que admite derrota y dejo que su cabeza cayera pesadamente hacia tras, golpeando el suelo con fuerza. Ella ya estaba lo suficiente cerca para notarlo.
-¿Intentando matarte para escapar de la batalla o sólo feliz de verme, Malfoy?- le preguntó en un tono insolente.
-Feliz por verte, es obvio, Weasley.- le respondió en el mismo tono, mientras ella se sentaba al otro lado de la fogata. –Tu adorable compañía es siempre bienvenida.- le dijo lleno de sarcasmo.
-Es mejor que sea así, o ya olvidaste que soy, probablemente, la única persona en este campamento lo suficiente loca para estar cerca de ti?
-Y olvidas que, talvez, la razón para que sea tan anti-social es porque realmente no quiero ¡¡¡ NADIE CERCA DE MI!!!- le gritó, abriendo los ojos y apoyándose en los codos para mirarla. El grito hizo eco por todo el campamento, pero extrañamente nadie salió de las tiendas para ver que estaba pasando. Posiblemente estaban demasiado ocupados en sus últimas horas antes del amanecer o quizás simplemente ya estaban acostumbrados con los cambios de humor de Draco Malfoy.
-Realmente, Malfoy, no es muy gentil gritar de esa manera. Ni muy inteligente nuestra posición supuestamente debe ser secreta.
-Sabes también como yo que el campamento esta protegido por hechizos, entre ellos, uno de silencio. Y no soy un hombre gentil.- completo carrancudo.
-No, no lo eres.- Ginny concordó, acercando sus rodillas al pecho y envolviéndolas con los brazos. Fue ahí que la luz de la fogata se reflejo en el anillo en su mano y Draco noto el brillo. Ella siempre usaba ese anillo. Draco lo había percibido hacia algún tiempo atrás. Era un anillo de compromiso, con seguridad, pero nunca le había preguntado nada. Nadie hablaba sobre el futuro en aquella Guerra, porque ninguno sabía si habría uno. ¿Un noviazgo? Era impensable. Con la cantidad de tiempo que la pequeña Weasley pasaba con Potter, sin embargo, Draco sólo podía imaginar que el le había dado el anillo, como algún tipo de promesa para cuando el infierno pasará. Si es que pasaba. En fin, ese tipo de cosas estúpidas son las que hacen las personas enamoradas. No que Draco lo entendiera. No, de ninguna manera. Al final, nunca había estado enamorado y nunca lo estaría.
-¿Cómo crees que las cosa van hacer mañana?- ella le preguntó por fin, interrumpiendo sus pensamientos.
-Voy a morir. –le respondió secamente, dejándose caer de nuevo al suelo y observando el cielo.
-No, no te vas a morir.- ella protesto de inmediato.
-¿Y cómo lo sabes, Weasley?- le pregunto, con un tono divertido
-¿Cómo lo sabes tu, Malfoy?- le devolvió la pregunta.
-No lo sé, es solo un pensamiento reconfortante antes de la batalla. Así, si no espero sobrevivir, no voy a desilusionarme.
-¿Esa es tu idea de un pensamiento reconfortante?
-¿Tienes una mejor?
-Bueno- respondió un poco desconcertada. –no exactamente, pero eso no significa que crea que el tuyo es reconfortante. Al contrario, es extremamente triste.- completo.
-¿Cuál es tu problema?- se sentó, súbitamente con rabia. -¿Qué quieres que te diga? ¿Qué creo que vamos a ganar mañana y todo va a estar bien? ¡Bueno, acaso no lo hayas notado, estamos en la mitad de una GUERRA! ¡Y ni siquiera estamos ganando! ¡Y aunque venzamos mañana, la Guerra no termina aquí! ¡Va a seguir, así como nuestras miserables vidas! ¿¿¿Y esperas que me siente alrededor de una fogata y te cuente sobre todas mis esperanzas para el futuro como si estuviéramos en un maldito campamento escolar??? Bien permíteme contarte un secretito, Weasley: ¡NO VA HABER FUTURO! No va haber mañana, ni va haber una maldita boda- completo apuntando el anillo en el dedo de Ginny. –Nuestra causa esta perdida, así como nuestras vidas y si tengo suerte, entonces, talvez, ¿quién sabe?, ¡muera mañana!- terminó finalmente, acostándose de nuevo, con los brazos cruzados, mirando las estrellas con una expresión furiosa.
-¿Es eso lo que quieres, Draco? ¿realmente?- Le pregunto y el sabia, aun sin verla, que tenía lagrimas en los ojos. Había tanta ternura en esa pregunta que no logró dejar de contestarla.
-Lo que quiero es desaparecer, Weasley.- le respondió cansado, con un suspiro. –quiero irme y olvidar toda esta locura.
Ella no le respondió inmediatamente. Por un instante Draco pensó que había desistido de intentar conversar con el esa noche y había vuelto a su tienda. El no sabía si ese era un pensamiento triste o alegre. Gritarle era mejor que estar solo con sus fantasmas, por más que le costará admitirlo. Un segundo después, entre tanto, ella corto el silencio con su melodiosa voz.
-¿Crees que es posible?- le pregunto tranquilamente. –No irte, quiero decir. Se que eso es posible. ¿Pero olvidar? ¿Crees que de verdad podrías olvidar toda esta locura?
-Podría pasar mi vida intentándolo- le respondió, como si la respuesta ya estuviera ensayada, mas sabía, en su recién descubierto corazón, sabía que estaba mintiendo. El sabía, que aunque lo intentará, nunca lograría olvidar esos locos años. 'Ella lo logró, otra vez' pensó. 'Logró recordarme porque no puedo irme. Porque estoy preso aquí tanto como ella, o su estúpido hermano, o el precioso Potter...'
-¡Diablos!- dijo en voz alta- ¿Por qué siempre tienes que venir hablar conmigo? ¿No podías ir a torrarle la paciencia a tu amado, Potter, no, Weasley?- ella se rió por primera vez en esa noche ante la pregunta.
-No- le respondió después de fingir por un segundo que lo pensaba. –Es mucho más divertido molestarte a ti. Y además, Harry tiene sus propios demonios con los que luchar en una noche como esta.
-¿Ah, y yo no?- Draco le pregunto, indignado. –Si el tiene demonios, ¿qué tengo yo, entonces? ¡De seguro, monstruos bíblicos de cuatro cabezas que arrogan fuego y no tienen ninguna misericordia!
-¡Malfoy!- respondió sin lograr contener la risa. -¿Crees que Harry no tiene dudas?
-¡Claro que no! ¡Es el perfecto y precioso Potter! Todo es fácil y perfectamente claro para el.
-¡Dios! ¡Estas muy engañado! Harry no tiene menos dudas que nosotros, Draco. Realmente no lo conoces no puedes decir eso.
-No lo conozco, ni lo quiero conocer- respondió secamente, manteniendo los ojos en las estrellas sin realmente verlas. -¿Y quieres saber algo, Weasley? Retiro lo que dije. No tengo monstruos bíblicos de cuatro cabezas que arrogan fuego y no tienen ninguna misericordia. Sólo tengo un demonio. Sólo uno. ¡Y tiene cabellos rojizos!- Draco completo, mirándola acusadoramente.
-Muy bien, entonces, Sr. Malfoy, ya que insistes tanto, este demonio en particular va a dejarte en paz por el resto de la noche.- le dijo, levantándose. –Diviértete con los otros.- Y Ginevra comenzó a alejarse, pero el la interrumpió, señalando el cielo. –Mira, Weasley, una estrella fugaz. Pide un deseo. Puede ser el último de tu vida- Draco completo con voz amarga.
-Si, ese es el caso, no tendría suficiente tiempo para verlo realizado, ¿no es así?- le contestó.
-Depende de lo que desees- Draco le dijo, por su vez, con la voz cargada de significados, y mirándola a los ojos que brillaban bajo la luz del fuego. Nada en la noche se movía.
-Bien.- le respondió, por fin, sin desviar la mirada. –Deseo encontrarte de nuevo, Malfoy, alrededor de una fogata- y, con eso, Ginevra finalmente se giró y comenzó a alejarse.
-No debiste contarme tu deseo, Weasley- Draco murmuro para el vacío cuando ella estaba lejos y no lograba oírlo. –Ahora, no se va a cumplir.
Giro los ojos de nuevo hacia el cielo, intentando recordar la playa paradisíaca donde debía estar en ese momento, con el sol inclemente golpeando su rostro mientras el ruido de las olas en la arena lo mantenían despierto tomando su bebida tropical esperando la mujer espectacular que lo amaba. '¿Amaba?' pensó sorprendido. No, eso no estaba en el plan inicial. Deseaba, talvez. Amaba, no. Nunca. El nunca despertaría amor en nadie. Lo sabía. De cualquier manera, por más que luchaba por retirar esa nueva palabra del plan no lo conseguía. Y siempre que deseaba imaginarse a esa mujer espectacular, acababa teniendo el cabello rojo. '¡Diablos!' pensó indignado, levantándose, '¡Hasta esos planes ella logra arruinar! Pero eso no importa ahora' completo, mientras arrojaba tierra sobre la fogata para apagarla. –Porque voy a morir mañana- dijo en voz alta, con confianza, hacia la nada. Después, se giro siguiendo el camino que Ginny había tomado antes, buscando su tienda para intentar dormir y dejando el fuego morir poco a poco a su espalda.
Nota de autora: "Canção da Despedida" es una canción que se canta en los campamentos de boys scouts para cerrar los "Fogos de Conselho" que es una tradicional reunión realizada la última noche del campamento, alrededor de la fogata, donde se canta, cuentan historias, se hacen obras, en fin.
