Descargo de responsabilidad: Akatsuki no Yona le pertenece a la maravillosa Kusanagi sensei.

Esta viñeta sencillita es un regalo adelantado para nuestro querido Hakuryuu por su cumpleaños (6 de abril).

Escrito como siempre con cariño.


SUEÑOS EN BLANCO

Es de noche y Kija cierra la puerta de sus aposentos. Con un suspiro, apoya la espalda contra la madera. La cabeza le cae sobre el pecho y el pelo le cubre los ojos. Parece más cansado que nunca… Luego, con otro suspiro, cruza despacio la habitación hasta llegar a la ventana. Desde su posición elevada, se alcanza a ver toda la aldea. En el pueblo solo se mueven los centinelas. Unos, apostados en sus atalayas, vigilan el bosque, otros, antorcha en mano, recorren las calles en busca de trasnochados e intrusos. Kija apoya mano y garra en el alféizar y aguarda…

La han visto…

Los centinelas interceptan a la muchacha, pero un llanto lastimero quiebra el silencio de la noche. La joven se lleva las manos al rostro, balbucea un par de incoherencias que los guardias parecen entender y luego la dejan ir.

Otra muchacha más rechazada por el Hakuryuu…

Kija nunca quiso eso… Kija tiene sueños, anhelos, deseos del corazón…

Alza el rostro al cielo lleno de estrellas y reza al dios dragón para que se cumpla en él la profecía y pueda servir a su señor. Y aunque suya sea la carga de todos los Hakuryuu que le han precedido, Kija la porta con orgullo. Está preparado para la lucha, para la renuncia y el sacrificio… Kija ha aceptado incluso la locura y la debilidad que habrán de venir cuando el siguiente Hakuryuu nazca… Pero no nacerá de él, no. O al menos, no así… Y si él no da hijos a la tribu, el siguiente Hakuryuu buscará su camino entre la sangre de los descendientes del primer Hakuryuu.

Pero Kija reza, reza para servir a Hiryuu… Ese es su primer y más antiguo sueño…

Y quisiera conocer a sus hermanos, y salir de los confines de su aldea y ver el mundo, ese mundo que no conoce, y ver otras gentes, caminar otros caminos junto a Hiryuu y escuchar otras voces y acentos extranjeros…

Kija suspira de nuevo y deja la ventana. Las estrellas alumbran su camino hasta la cama, que guarda aún el calor de la muchacha. Frunce el ceño al darse cuenta y se voltea al otro lado, de sábanas intactas y vírgenes. Kija no quiere amores de mentira, ilusorios y engañosos, que solo responden al exceso de admiración y al honor de compartir el lecho del Hakuryuu. Kija cierra los ojos y sueña con un amor real y verdadero, sueña que se mira en otros ojos y que su corazón se detiene y la sangre se le enciende en las venas. Pero este es un sueño que jamás habrá de ser…

Los sueños de Kija siempre se pintan de rojo y blanco. Y en los ojos de su amada brilla el fuego de un dragón.