Saludos, luego de una ausencia milenaria por estos lados, finalmente regreso y les presento esta historia, la cual espero disfruten.
Cuernos inconscientes
En un edificio bastante alto del centro de la ciudad ingresaba Himeko Kurusugawa, una fotógrafa bastante hábil y afamada por sus planas que han llenado no pocos titulares en diversos periódicos y revistas a nivel nacional e internacional. Todo transcurría con absoluta normalidad para Himeko mientras llamaba el ascensor, cuando a su lado llega una persona que no conocía de ninguna parte.
─ Disculpa, ¿está buscando a alguien?
─ Oh, buenos días ─ dice el joven con una sonrisa jovial ─. Sólo quería saber si este es el complejo residencial de Izumo.
─ Sí lo es ¿Por qué lo pregunta? ¿Desea visitar a algún familiar?
─ No, sólo resulta que me estoy mudando, es que aquí mi hermano consiguió comprar un apartamento en el segundo piso.
Hiimeko estaba absorta ante la noticia. Se le hacía raro que sus vecinas de ese piso no le informaran nada acerca de que se mudaban los anteriores ocupantes del apartamento en el que viviría el joven. El ascensor llega y ambos se suben, pero se toman algo de tiempo para presionar los botones.
─ Pues bienvenido a Izumo. Mi nombre es Himeko Kurusugawa, y vivo en el noveno piso.
─ Es un gusto. Me llamo Souma Oogami. Espero que podamos todos vivir como amigos.
Justo cuando el ascensor se pone en marcha al segundo piso, el vecino nuevo presiona un botón y hace que el ascensor se detuviera. Himeko se sorprende ante esa acción, pero antes de preguntar nada se ve envuelta por un beso que le da aquel joven. Aún más sorpresivo que el hecho de que Souma la besara de esa manera inopinada fue que Himeko le correspondiera rápidamente.
Sí, Himeko ni siquiera mostró la más mínima resistencia, sólo envolvió a Souma en un fuerte y cálido abrazo mientras sus bocas se acompasaban casi con desesperación. Lenta y frenéticamente los dos se iban quitando la ropa dentro de aquel ascensor, ignorando deliberadamente que alguien podría descubrirles, y Souma empieza a lamer su cuello mientras le apretaba los pechos, y ella sólo gemía en respuesta. A Himeko se le sale de vez en cuando el nombre del joven, y de pronto sentía que alguien le empujaba el hombro.
─ Himeko… Despierta, Himeko…
Noveno piso
─ ¡Hi-me-ko!
─ ¡Whhaahhh!
No entendía lo que estaba pasando. Himeko se encontraba en su cama, y a su lado estaba su esposa, la exitosa y siempre hermosa Chikane Himemiya. Todo había sido un sueño. Era tan bueno saberlo, y es que si hubiera cometido realmente una infidelidad contra su amada se le derrumbaría el alma en apenas un instante.
─ ¿Te ocurre algo, Himeko? Estabas balbuceando y haciendo cosas que no comprendía.
─ ¿Eh? ─ Himeko definitivamente se sentía mal por lo que había soñado, pero le podía aliviar que nada de eso ocurriera de verdad. No había ningún Souma Oogami en el edificio, y tampoco se había besado con nadie en años que no fuera su amada esposa ─ L-lo siento, Chikane-chan. Es que estaba teniendo… una pesadilla ¡Sí, era una extraña pesadilla!
─ Pues vaya que tuvo que ser rara, porque hasta gemías y balbuceabas unas cosas que no entendí. Pero eso ya no importa, tenemos que ir al segundo piso, así que ve vistiéndote.
─ ¿Qué?
─ ¿No lo recuerdas, Himeko? Justo ayer se mudaron al segundo piso unos vecinos nuevos, los hermanos Oogami, y el que conocimos se llama… ¿cómo era? Ah, sí. Su nombre era Souma. Vamos, que entre todos los vecinos quedamos en darles la bienvenida, y la hermana Miyako y Nekoko hicieron un pastel espectacular que me gustaría ver antes de que sea entregado.
Aquello tenía que ser una broma, una muy cruel. Himeko no podía creerse que sí existiera el tal Souma, y eso le hizo temer que ese sueño hubiera sido real ¿Realmente se besó con el nuevo vecino? Todo se venía abajo a su alrededor, pues temía que Chikane se fuera a dar cuenta.
─ Souma-kun se ve bastante buena gente. Ayer le acompañamos y le presentamos su apartamento cuando llegó preguntando si aquí era el complejo residencial Izumo. Las vecinas de ese piso incluso babearon cuando lo reconocieron, y es que al parecer su hermano es un modelo de ropas de diseño muy famoso, y hasta él mismo alguna vez lo fue.
─ ¿Lo acompañamos? ¿L-las dos? ─ Himeko veía en ese punto un rayo de esperanza.
─ Sí ¿Es que no lo recuerdas?
─ Ehhh, sí… Es sólo que todavía no termino de despertarme.
Chikane ríe divertida y vuelve a apremiar a Himeko para que se alistara y la acompañara hasta el segundo piso, antes que los nuevos vecinos se fueran.
Segundo piso
─ ¿Estás seguro que aquí estaremos más calmados? ─ dice Souma mientras desayunaba ─ Mira, entiendo que le tengas algo de pánico a las mujeres. Aquella chica con la que saliste no era la mejor del mundo, pero necesitas superarlo si deseas seguir adelante, nii-san.
─ Ese es el problema, Souma. No consigo superar ese miedo ─ responde Tsubasa, famoso modelo que acaparaba revistas y programas enteros posando con ropas de caballero de alto nivel ─. Sé que no todas las admiradoras tienen malas intenciones, y que sólo son jovencitas con las hormonas fuera de control, pero siempre se me aparece el rostro de mi última novia. Esa desgraciada era un verdadero monstruo. Me maltrataba y se aprovechó de un error que cometí para convertirme en el hazmerreír de toda la escuela. Desde entonces le sentí fobia a las mujeres, siempre creo que ellas me humillarán hasta el hartazgo, y eso me hace temblar.
Souma deja su taza de café y se levanta de la mesa para hacer compañía a su hermano, quien empieza a sollozar de angustia en el sofá. A Souma se le hacía siempre raro que su hermano mayor se dedicara al modelaje de trajes como labor, puesto que aquello le implicaba estar junto con mujeres en varios desfiles. Ya Tsubasa le había explicado que esa era, sin duda, la parte más tormentosa de su trabajo, y que el hecho de conocer de antes a varias modelos le había permitido hacer más tolerable ese trauma, especialmente en las exhibiciones de temporada que de vez en cuando lo llevaban al extranjero. Luego de un rato de intentar consolar a su hermano y de pensar en lo mal que lo debe estar pasando, Souma escucha el timbre del apartamento, así que él se levanta a atender las visitas.
─ ¿Diga?
─ Disculpe, ¿es aquí donde vive Tsubasa-sama? ─ dice una chica que lideraba un grupo de tres (incluyéndola) ─ Me llamo Izumi, y quiero decirle que soy su más ferviente admiradora.
─ Oh, deme un momento ─ Souma voltea a ver a su hermano, y este le hace señas para que rechazara las visitas ─. Lo siento, pero nii-san está ocupado el día de hoy. Le avisaron de unos ensayos que debe realizar para una gira por Shangai, Praga, Manchester y Milán que comenzará muy pronto.
─ ¿Tú eres el hermano de Tsubasa-sama? ─ Izumi y sus dos compañeras se tapan la boca excitadas.
─ Sí, lo soy.
─ ¡Sugoi! Todas las que somos fans de Tsubasa-sama te conocemos igual de bien ─ dice Izumi con mirada estrellada ─. Antes, cuando eras un estudiante de secundaria, también eras bastante famoso pues también eras modelo de ropa juvenil, e incluso llegaste a cantar algunos temas.
─ Jeje, ocurre que al graduarme tomé un camino distinto, y por eso no continué con ello ─ responde Souma divertido.
─ Vaya. No me puedo imaginar qué podría ser aquello que te hizo desistir de esa profesión, con lo bien que se te daba, y con la maravillosa voz que tienes.
─ Bueno, si quieren me pueden enseñar el edifico en cinco minutos, que ahora todavía estoy desayunando y no me he preparado para salir ¿Les parece bien? ─ las tres chicas asienten radiantes a la propuesta de Souma ─ Bueno, las veo en un rato.
Tsubasa, quien en ese momento estaba encogido detrás del sofá para evitar ser visto, se relaja en cuanto oye que Souma cerraba la puerta. Era una suerte que Souma consiguiera hábilmente rechazar las visitas, o de lo contrario Tsubasa se habría causado el mayor ridículo en varios años. Souma se termina su café y el desayuno y se va a su habitación para cambiarse. Justo empezaba Tsubasa a comer cuando Souma toma las llaves e iba saliendo.
─ ¿Vas a ir con ellas? Espero que no te olvides de Corona.
─ Claro que no me olvido de ella. Si el primero que me castigaría si la traiciono con ellas sería yo mismo ─ responde Souma con una sonrisa ─. No te preocupes, nii-san, que si estas chicas son buenas personas te lo diré con detalles para que intentes tú también hablar con ellas.
─ De acuerdo. Lo intentaré ─ gruñe Tsubasa con la mirada fija en la comida.
Souma asiente satisfecho y abre la puerta encontrando esta vez a cuatro vecinas con un enorme pastel de bienvenida, y ya el joven conocía a dos de aquellas nuevas vecinas. Himeko, Chikane, Miyako y Nekoko daban de ese modo su bienvenida para Souma.
─ Nuevamente bienvenido a Izumo, Oogami-kun ─ dice Chikane, y Souma se rasca la nuca con nerviosismo.
─ Oh, realmente no sé qué decir. No me lo esperaba, y de haberlo esperado hubiese preparado un discurso o algo.
─ Vamos, no hace falta ser modesto ─ dice Miyako bastante divertida ─. Debe ser duro que tengas tantas fans, pero puedes contar con que mi compañía será más sobria, pues muy religiosa.
─ Y a mí nunca me deja comprar revistas sola, así que no sé mucho de lo que haces ─ refunfuña Nekoko.
─ Esperamos que lo pase muy bien con esta comunidad, Oogami-kun ─ dice Himeko mostrando una seguridad mucho mayor a la que realmente sentía.
No podía ser de otro modo el nerviosismo de Himeko. Temía que en la cara se le viera lo que había soñado hasta que su amada la había despertado. Era angustiante para ella encontrarse a una persona con la que se tuvo un sueño erótico justo enfrente de su propia esposa, pero ellos no daban muestras de darse cuenta, por lo que Himeko podía contar con algo que le brindase un pequeño alivio.
La charla resulta ser rápida y normal, cosa que Souma agradecía mentalmente, pues a veces a él mismo le agobiaba su pasado y su fama. Luego de aceptar el pastel y de un par de minutos de conversaciones sobre el modus vivendi en el complejo Izumo, Souma puede finalmente salir para encontrarse con aquellas chicas con las que había quedado, pues todavía tenía bastante tiempo antes de trabajar.
Más tarde
Chikane regresaba de su trabajo algo más temprano de lo habitual, y es que las cuentas de su empresa apenas habían necesitado ser contadas. Había sido un buen día, pero lo mejor todavía quedaba pendiente, y aquello consistía en ver al amor de su vida mientras preparaba la cena.
─ Veo que has llegado temprano, Chikane-chan.
─ Sí. La jornada en la empresa ha resultado muy sencilla. Todo marcha viento en popa ─ Chikane se acerca a su esposa para besarla, y luego va caminando pesadamente hasta la habitación ─. Pero igual estoy muerta de cansancio. Al menos puedo verte, y con eso siento que me relajo.
─ ¡Qué dices, Chikane-chan! ─ a Himeko esa clase de expresiones de su esposa seguían emocionando del mismo modo como si fuera todavía la primera vez, y eso era parte del amor que Himeko sentía por ella ─ Si quieres te preparo el baño, pues la comida todavía tendrá que esperar.
─ Está bien, me encanta la idea.
Himeko va entonces al baño para calentar el agua para Chikane. Todo iba de lo más normal, pues Chikane, no contenta con esperar, va también al baño para así aprovechar cada segundo que tuviera para besar a Himeko. Realmente la rubia la amaba, si hasta olvidó por un momento todo aquel ridículo asunto del sueño.
Segundo piso
─ ¿Sabías que originalmente los que levantaron este edificio querían prescindir de las escaleras en el primer diseño? ─ anecdotiza Izumi.
─ ¿Eso es verdad? ─ Souma estaba sorprendido ante ese relato ─ Eso está bastante mal ¿Qué pasaría si se da el caso de un incendio o un apagón? ¿Cómo bajaría la gente sin escaleras?
─ Por eso mismo nos preguntamos todos qué tenía aquel diseñador en la cabeza. A lo mejor esperaba instalar lianas para que la gente bajara como si fuera Tarzán, y es que hasta las escaleras externas no formaban parte de los planos originales de diseño.
Souma estaba realmente entretenido con las historias que oía sobre el edificio, historias que iban desde sus inicios y qué clase de personas vivieron allí, hasta las leyendas de pasillo que se han venido acumulando durante los años que ha existido. Cada uno de los relatos resultaba más increíble o extraño que el anterior, y le habría encantado oír más, pero ya había llegado al apartamento donde vivía y necesitaba descansar.
─ Supongo que tendremos que dejar la continuación para mañana. Tengo que preparar la cena y estoy algo cansado ─ Souma hace una leve reverencia, haciendo que las tres chicas frente a él se derritieran de enamoramiento ─. A lo mejor para la próxima consigo abrir algo de tiempo libre para nii-san, y así entre todos compartimos experiencias y relatos ¿Qué les parece? ─ la mirada iluminada de las chicas es la única respuesta que recibe el joven ─ Bueno, que descansen bien, y muchas gracias por todo.
Souma cierra la puerta y se encuentra a Tsubasa cocinando y leyendo un libro de autoconfianza. Aquella escena a Souma se le hacía extrañamente enternecedora, pues a su hermano jamás se le había dado bien la cocina, y además comprendía que la razón por la que leía ese libro era para, algún día, volver a tratar con auténtica normalidad con las mujeres.
─ Supongo que te has aburrido bastante, nii-san.
─ Tienes razón, Souma ─ admite Tsubasa con profunda vergüenza ─. No puedo estar el resto de mi vida autocompadeciéndome, y tampoco puedo esconderme eternamente de las mujeres. Necesito salir y decirles algo más que simplemente "hola", "sí" o "no". Cada vez que te veo rodeado de fans juveniles me entra temor cuando me visualizo a mí mismo, pero a la vez me entra algo de envidia ¿Por qué yo no puedo si tú puedes?
─ Esa pregunta es excelente. Resulta estimulante que uno mismo se la haga, y te permite crecer en sabiduría, nii-san ─ Souma deja la compra en la mesa de la cocina y busca un vaso para servirse agua ─. Tú ya sabes que te puedo ayudar. Cuentas con mi más sincero apoyo y mis conocimientos para que seas capaz de superar estos miedos.
─ Sí, y precisamente ahora es que me vengo a dar cuenta ─ Tsubasa baja el rostro, visiblemente decepcionado de sí mismo ─ ¿Cuándo crees que me puedes ayudar, Souma?
─ ¿Te parece si empezamos mañana?
─ ¿M-mañana? ─ Tsubasa se sobresalta y casi se corta un dedo con el cuchillo ─ ¿De verdad hace falta empezar tan pronto?
─ No es cuestión de que haga falta o no, nii-san. Es que es necesario hacerlo así ─ dice Souma serio ─. Ya has esperado mucho tiempo para tomar esta decisión, y mientras más esperemos más difícil será que te sobrepongas a esto ─ Tsubasa agacha la cabeza, admitiendo que Souma tenía razón ─ ¡Vamos, nii-san! No todo está perdido, pero tenemos que empezar para que puedas ganar esta guerra a tus miedos.
─ Comprendo. Entonces que sea mañana.
Sueño de Himeko
Ella se encontraba sola en su habitación, haciendo algunas labores para mantener su aposento bastante limpio. Justo cuando Himeko termina lo que estaba haciendo, se oye el timbre, así que va rápidamente para atender a las visitas.
Al abrir la puerta se lleva una tremenda sorpresa, pues la persona que estaba ante ella era nada menos que Souma, el vecino nuevo, y eso hizo que Himeko se preguntara qué lo había traído hasta ese lugar.
─ Lo siento por importunarte, Kurusugawa-san, pero es que me preguntaba si tienes salsa inglesa. Es que se me olvidó incluir eso en la compra de hoy.
─ Claro, no hay problema, Oogami-kun ─ Himeko permite que Souma pasara y le invita a sentarse ─. Ya vengo con algo de salsa para que tengas para tu comida, así que no te preoc…
Un beso. Rápido, sorpresivo y un tanto agresivo, fue lo que Himeko recibió de parte de un Souma que no había aceptado tomar asiento. El vecino nuevo agarra los muslos de Himeko y hace que le rodease la cintura con las piernas, y entonces profundiza todavía más aquel beso.
─ La comida puede esperar un poco. Nii-san y yo no nos moriremos hoy de hambre ─ dice Souma con voz ronca y una mirada que penetraba los ojos de Himeko ─. Antes de eso, me gustaría este aperitivo.
No hubo tiempo para responderle nada. Un beso nuevo y prolongado invade la boca de Himeko, y la lengua de Souma se apresura en introducirse en territorio ajeno. Como si todo ello no fuera suficiente, Souma también aprovechó para meter su mano bajo la falda de la anfitriona, y estaba mostrando una prodigiosa habilidad para estimular cada punto sensible de Himeko, la cual era incapaz de impedir que sus gemidos se colaran. Antes de que se diera cuenta estaba tumbada sobre el sofá, y Souma estaba sobre ella, empezando a quitarse la ropa.
─ Oogami-kun… no lo…
─ ¿Estás segura de que no quieres? ─ Souma abre las piernas de Himeko para así ver en detalle mientras le quitaba la mitad inferior de la ropa ─ Pues no te veo dando mucha resistencia.
Himeko se tapa el rostro, el cual estaba enrojecido al máximo, y entonces sentía que algo grande entraba en ella. Un gemido es largado de su boca mientras lo estaba sintiendo.
─ ¡Haaa!
Habitación de Himeko y Chikane
─ Himeko… ¡Himeko!
Himeko se levanta aterrada y respirando agitadamente. Su cuerpo estaba perlado en sudor, y Chikane la miraba con suma preocupación ¿Acaso se dio cuenta de todo? Aún si no fuese así, Himeko sentía que sus sueños, en apenas dos noches, estaban llegando muy lejos.
─ ¿Qué te pasa, Himeko? ¿Qué estabas balbuceando mientras dormías?
─ Chikane-chan… Chikane-chan… ─ Himeko empieza a llorar y se abraza a su esposa ─ Perdóname, Chikane-chan… Por favor, perdóname…
─ ¿Qué estás diciendo? ¿Qué tengo que perdonarte?
Himeko traga grueso. Aquello no iba a ser fácil de decir, pero por el bien de su amor hacia su esposa, Himeko reúne todo el valor que pudo para comenzar.
─ Estaba soñando con Oogami-kun, Chikane-chan.
─ ¿Soñando con él? ¿De qué estás hablando?
─ Estaba con él, y me estaba besando, y yo lo aceptaba y lo besaba del mismo modo, y luego él llegaba más y más lejos, hasta que… hasta que…
Entre esa noticia tan impactante y el llanto descontrolado de Himeko, Chikane sintió un fortísimo dolor de cabeza. No entendía lo que estaba pasando, pero aquello explicaba al mínimo detalle la razón de aquellos gemidos y balbuceos ¡Himeko y Souma estarían teniendo sexo dentro del sueño de Himeko! Chikane no pudo evitar pensar en que si se hubiera tardado cinco minutos más en despertar a su esposa la había visto venirse dormida, y eso hubiera sido muchísimo más de lo que podría soportar, especialmente porque el "causante" de aquello no sería ella, sino el vecino nuevo.
─ ¿Esta es la primera vez?
─ ¿Hmm?
─ Te estoy preguntando que si es la primera vez que soñaste con él ─ Chikane apelaba a todo su autocontrol para no estallar allí mismo, y es que la rabia empezaba a apoderarse de ella.
─ No. Ya había pasado anoche, después de que le dimos la bienvenida al edificio.
Chikane se sentía devastada en ese momento. Una vez era muy fuerte, pero dos era sencillamente demasiado, y encima consecutivas. Sin decir nada más, Chikane toma su almohada y se va de allí ignorando las suplicas de Himeko. Se iría a dormir a la sala, pero en el fondo no estaba segura de poder volver a dormir.
Apartamento de los Oogami
Souma ya había terminado de desayunar y de arreglar sus papeles para irse a trabajar, y Tsubasa también se preparaba para su acostumbrada jornada, pero el mayor no había olvidado el acuerdo al que habían llegado ambos, por lo que se extraña al ver que Souma se iba.
─ ¿No habías dicho que me ayudarías con mi miedo? ¿A qué hora empezamos?
─ La hora la decides tú mismo, pero sí te voy a ayudar ─ responde Souma tranquilamente ─. Para empezar con tu tratamiento, te recomiendo que tomes esto, y en cuanto tengas un rato libre lo preparas todo y le hablas a las fotos.
Tsubasa no entendía lo que quiso decir Souma, pero toma unas fotografías que le ofrece su hermano y echa un vistazo, logrando ahogar un suspiro al ver que eran fotos de mujeres tatuadas y con cara de pocos amigos, y algunas hasta hacían gestos obscenos con la lengua y las manos. Tsubasa pasa su atención de una a otra foto, viendo una sucesión de imágenes de la misma temática, y finalmente mira a Souma.
─ ¿Qué es esto?
─ Es una terapia nueva que me conseguí en internet. Es una etapa inicial en que le haces frente a una foto o retrato de aquello a lo que temes y te pones a hablarle. Al parecer resulta efectivo para coulrofóbicos y aracnofóbicos, así que te recomiendo que lo intentes.
─ ¿Coul… qué?
─ Personas que le tienen miedo a los payasos, nii-san. Es como te estoy diciendo: usa tu primer rato libre y despliega las fotos frente a ti y pretende que ellas están ahí de verdad, y empieza a hablarles. Puede que no sea fácil, pero lo necesitas, y quiero ver que lo hayas intentado en cuanto regrese.
─ Sí, de acuerdo ─ la voz de Tsubasa sonaba apagada en ese momento.
Souma se va de allí con sus cosas y deja a Tsubasa con aquellas fotos. El mayor se horrorizaba al ver la clase de gestos que hacían las mujeres de las fotos, las cuales evidenciaban ser delincuentes en toda regla. Sentía que el día se le iba a hacer bastante largo.
─ Hmp. Vaya etapa inicial me has puesto, Souma. En vez de pastorcitas alpinas me pones a mujeres toscas con aspecto de reggaetoneras. Realmente a Souma le encanta poner retos.
Horas más tarde, apartamento de Himeko y Chikane
Ya había anochecido en la ciudad, y la pobre de Himeko estaba la mar de preocupada por Chikane, pues esta no había regresado todavía del trabajo. Su teléfono estaba en la mesita frente a ella, esperando a que llegase alguna llamada, o un mensaje, pero nada llegaba. Era angustiante a morir, y sentía que habían pasado años desde la última vez que la vio.
Al final sí llega Chikane. La peliazul se notaba abatida. Tal vez se habría detenido a mitad de camino, pero no olía a alcohol, así que era muy poco probable que hubiese bebido. De todos modos, Himeko se acerca vacilante a su esposa, rogando mentalmente que Chikane no reaccionara de forma agresiva, algo que jamás había pasado desde que se conocieron.
─ C-Chikane-chan…
─ Tal vez sea que yo tengo la culpa, Himeko ─ la voz de Chikane sonaba quebrada, tanto que Himeko casi prefirió que le gritara ─. Supongo que me he vuelto inepta para complacerte, y por eso has estado teniendo sueños con el vecino nuevo. Supongo que te he decepcionado, y por eso… supongo que mejor te dejo para que estés con Oogami-kun. No quiero que te sientas obligada…
─ ¡Eso no es cierto, Chikane-chan! ─ responde Himeko angustiada ─ A mí nadie me fuerza a estar contigo. Estoy a tu lado porque así lo quiero, y te sigo amando como siempre lo he hecho.
─ Entonces… ─ ambas se miran fijamente a los ojos, movidas por la tristeza ─ ¿Por qué, Himeko?
─ No lo sé, Chikane-chan. No sé por qué pasa esto, y por eso creo que necesitamos hacer algo.
─ ¿Como una terapia de pareja? ─ Himeko asiente avergonzada ─ De acuerdo. Mañana no iré al trabajo. Llamaré a mi secretaria para decirle que aplace todos mis compromisos, y así me dedicaré mañana a solucionar lo nuestro.
Himeko rompe entonces a llorar y abraza con fuerza a Chikane, y esta aprieta con igual fuerza. No iban a permitir que esa repentina crisis las separara, y por ello iban a dar pelea.
Después, sueño de Chikane
En una amplia y hermosa casa, donde el sol brillaba con un resplandor superior a lo usual, entraba Souma con un portafolios en la mano, y al ingresar es recibido por tres niños pequeños que sonreían con intensidad.
─ ¡Bienvenido, otou-san! ─ responde una niña que parecía ser la mayor.
─ ¿Cómo se han portado mis queridos ángeles? ─ los tres niños responden que se portaron bien con un grito simultáneo ─ Me alegro mucho ¿Dónde está su mamá?
─ Está en la sala, otou-san.
Souma avanza unos pasos hasta que llega al lugar indicado, y allí se encontraba Himeko, leyendo una revista, vestida esplendorosamente, y encima de todo, embarazada. Himeko se levanta y recibe Souma con un cariñoso beso, y los tres niños sonríen ante ese gesto.
─ ¿Cómo te ha ido, cariño? ─ dice Himeko apenas separando su rostro del de Souma.
─ Bastante bien. Es que soy tan feliz a tu lado que todo a mi alrededor pareciera ser color de rosa, y encima saber que estamos esperando otro hijo…
─ Hijos, cariño ─ corrige Himeko ─. Esta mañana fui al médico, y allí me dijeron que esta vez nacerán trillizos. Eres un verdadero tigre, Souma-kun.
Habitación de Himeko y Chikane
─ No… Eso no… No te vayas, Himeko… Déjala en paz, cabrón… ─ balbuceaba Chikane mientras se revolvía en la cama, algo nada típico en ella.
De pronto se despierta y levanta de un salto. Esa pesadilla ahora también la invadía a ella. No entendía lo que estaba pasando, y al darse cuenta voltea y mira a Himeko.
─ Sou... ohh… Ahí no, que está sucio…
─ Despierta, Himeko. Vamos, levántate ─ esta vez Chikane se apresura para llamar a su esposa, pues ya sabía lo que ocurría.
Himeko se despierta sobresaltada, y mira en todas direcciones con un gesto de puro terror. Chikane no necesito oír nada para saber que era la tercera noche seguida que aquello estaba pasando, y era realmente preocupante.
─ Chikane-chan, otra vez pasó… Otra vez…
─ Lo sé, Himeko ─ dice Chikane con profundo pesar ─. Realmente hace falta ayuda profesional, y es que hasta yo estaba soñando que eras feliz a su lado.
─ ¿Eh? ¿Chikane-chan?
─ Esto se nos escapa de las manos, Himeko. Es muchísimo más grave de lo que me había imaginado.
Apartamento de los Oogami
─ ¿Y bien? ¿Qué tal estuvo la terapia? ─ dice Souma mientras desayunaba.
─ Pues no muy bien ─ responde Tsubasa ─. Esas mujeres de las fotos estaban realmente feas. Hasta una persona común y corriente se habría asustado al verlas.
─ Es que el chiste del tratamiento es que enfrentes tus temores, nii-san. No puedo hacer que las cosas te caigan directamente a la mano, porque hacerlo así no sirve ─ dice Souma con preocupación ─. Tienes que ir haciendo práctica, y también puedes intentar dialogar con las vecinas, que son unas mujeres bastante bondadosas, y hasta terminarás agarrándoles cariño.
─ ¿Tú crees?
─ La cuestión no es si yo creo. Lo verdaderamente importante es que tú mismo creas que puedes hacerlo, así que sal y practica, que así irás superando tu trauma, o dedícate a hablar con las fotos, siempre imaginando que ellas están realmente ahí. Volveré a la hora de almorzar, y quiero oír buenas noticias en cuanto llegue, pues sé que estás libre el resto de la semana.
─ Entendido, así lo haré.
Tsubasa se dedica a desayunar luego que se fuera Souma, y en todo el rato se dedicó a pensar en lo que le había aconsejado y que su hermano menor tenía razón. Tenía que intentarlo con todas sus fuerzas si quería que funcionase, así que pone todas aquellas fotos ante él mientras continúa comiendo. No era para nada una experiencia placentera, pero como puede continúa hasta que termina de desayunar. Luego se dedica a hablar con "ellas mientras lavaba los platos, siempre imaginando que estas le respondían a todo lo que decía, y al cabo de media hora decide que era el momento para salir y tratar de encontrarse con las vecinas, sin importar lo aterrado que se sentía.
Frente al edificio
Tal vez se trataba que estuvieran trabajando o estudiando, y es que Tsubasa no se había encontrado con nadie del edificio, pero eso no le impide caminar un poco enfrente de la gente, evitando como puede salir corriendo cada vez que una chica se daba cuenta de su presencia. Podía oír sus voces, en un principio señalándolo y diciendo cosas como "¿No es ese Tsubasa-sama?". Pero su mente, jugándole malas pasadas a ratos, iba deformando las voces hasta transformarlas en grotescas burlas, y el rostro de su ex-novia se aparecía, igual a aquella vez en que fue víctima del más grotesco acto de bullying que se haya imaginado, y eso hacía que Tsubasa empezara a hiperventilar y sudar frío. Su temor estaba por ganar la pelea, cuando escucha un grito de una niña, y ese grito provenía de un callejón. Movido por la curiosidad, Tsubasa se acerca y ve que dos de sus vecinas, Nekoko y la hermana Miyako, estaba arrinconadas por un hombre corpulento y de desagradable aspecto.
─ ¿En serio creían que se librarían por siempre de mí?
─ ¡Deja en paz a la niña, Girochi! ─ defiende Miyako con un valor que llamaba a la envidia de Tsubasa ─ ¡No te atrevas a ponerle un dedo encima, o si no…!
─ ¿Qué? ─ el hombre llamado GIrochi muestra una sonrisa sádica y repugnante ─ ¿Acaso me acusarán con la policía? Eso no es ningún problema para mí. Simplemente las mato y no hay nadie a quién acusar de violación.
Eso era demasiado. Tsubasa no podía permitir que ese sujeto se saliera con la suya sin que él hiciera nada. Tenía que defenderlas de ese desgraciado a como diera lugar, sí que se adentra al callejón, y su presencia es notada instantáneamente.
─ ¡Déjalas en paz, energúmeno, o te las vas a ver conmigo!
─ ¿Y este estúpido quién es? ─ Girochi empieza a calentar los puños mientras daba una mirada maligna a Tsubasa ─ Te voy a enseñar a no meterte en los asuntos de los demás, así que prepárate.
Girochi se lanza al ataque, pero Tsubasa utiliza su agilidad para esquivar sus golpes y le hace una zancadilla para tirarlo al piso. Acto seguido, le aplica una llave estranguladora para dejarlo inconsciente en cuestión de segundos, consiguiendo así aplacar la amenaza.
─ Llama la policía, rápido ─ urge Tsubasa, a pesar que Girochi evidentemente no iba a levantarse.
─ Muchas gracias, señor. Usted es muy bueno ─ dice Nekoko con una amplia sonrisa que, más que temor, despertó la ternura de Tsubasa.
─ No te preocupes. Igual no iba a permitir que un desgraciado como ese abusara de la gente inocente.
─ ¡Ya está! Acabo de llamar a la policía ─ dice Miyako aliviada ─. Usted es Tsubasa Oogami, ¿no es así? Realmente no sé cómo agradecerle lo que hizo por nosotros.
─ N-no se preocupe. Fue un placer ─ responde Tsubasa con nerviosismo al recordar que estaba ante dos chicas.
─ Este sujeto pasará mucho tiempo tras las rejas. Ha estado implicado en varios actos de violación y porte de drogas, además que ha minado el estado de seguridad de esta parte de la ciudad desde hace semanas ─ señala Miyako mirando a Girochi ─. Usted es un héroe. Si algún día desea que hagamos algo por usted, sólo necesita decírnoslo.
─ A-ahora que lo menciona… ─ Tsubasa sentía pena por lo que iba a decir, pero sabía que Souma hubiese querido que lo intentara ─ Hay algo en lo que necesito que me ayude.
Noveno piso
Chikane estaba revisando anuncios sobre terapeutas de pareja que pudiese ayudarla a ella y a Himeko con el problema que las venía aquejando desde hace un tiempo. Había probado a llamar uno por uno a esos números, pero ninguno parecía ser lo bastante competente para atender el rarísimo caso, cuando finalmente haya uno que, al llamarlo, encuentra que estaba disponible, cerca de allí y que podría ayudarlas. Aquello era un rayo de esperanza para evitar una ruptura entre ambas.
─ ¡Himeko, creo que ya encontré la respuesta que buscábamos!
─ ¿De verdad? ─ Himeko sale de su habitación y revisa el anuncio que había remarcado Chikane ─ ¿Esa gente podrá ayudarnos?
─ Sí. Está apenas a un par de manzanas de aquí, por lo que llegaremos rápidamente, aún si vamos caminando. No hay tiempo que perder, Himeko. Vamos.
─ Sí.
Consultorio
Era temprano, y la evidencia más clara era que no había llegado mucha gente, así que Himeko y Chikane no necesitaron esperar mucho a que llegara su turno. Las dos estaban tensas. Mentirían si dijeran que no temían ante lo que esperaba, pero no querían rendirse, no podrían soportar estar separadas una de la otra.
─ Himemiya y Kurusugawa ─ llama la recepcionista.
─ Aquí estamos ─ dice Himeko.
─ Pasen por favor. El doctor está esperándoles en su consultorio.
Ambas siguen a la recepcionista hasta que esta llega a una puerta en un pulcro color blanco y con una placa dorada en la que había un nombre que no intentaron leer. La recepcionista toca un par de veces la puerta, y esta se abre para mostrar al doctor, y fue eso lo que dejó de piedra a Himeko y Chikane.
─ Souma, aquí están las pacientes.
─ Muchas gracias, Corona ─ el joven sonríe cariñosamente a la recepcionista y luego mira a sus dos vecinas ─. Es una casualidad que nos encontremos, Kurusugawa-san, Himemiya-san. Pasen por aquí, que ahora mismo las voy a atender.
Apartamento de Souma y Tsubasa
─ Y por eso es que… yo… bueno, ustedes ya lo saben ─ culmina Tsubasa con la cara roja por la vergüenza y el esfuerzo realizado para poder hablar con Miyako y Nekoko.
─ Esa chica es lo peor ─ opina Nekoko.
─ Estoy de acuerdo contigo. Nadie merece semejante maltrato, y menos cuando se esfuerza tanto y le muestra su cariño ─ secunda Miyako ─. Puedes contar con nuestra más sincera ayuda, Tsubasa-san. Soy una experta ayudando a gente desamparada, y es que soy predicadora y voluntaria en la misión de la iglesia para ayudar a los desvalidos y los que pierden su rumbo en la vida. Cuentas con nuestra mano.
─ Muchas gracias, a ambas ─ Tsubasa casi se pone a llorar ante la amabilidad de sus vecinas ─. Le estoy agradecido por haberme escuchado sin prejuicios ni nada de eso. Esto jamás lo voy a olvidar.
─ No hace falta eso, Tsubasa-san. Podemos quedarnos contigo y ayudarte para que tengas una convivencia normal ante las mujeres ¿Te interesan los juegos de mesa?
─ Sí, aunque hace tiempo que no juego ninguno.
─ Yo tampoco los suelo jugar, pero podemos intentarlo para crear ambiente ¿Te parece bien? ─ Miyako mira a Nekoko, y esta asiente alegremente.
─ Bueno, entonces no hay razón para no intentarlo ─ dice Tsubasa con una ligera sonrisa, y Nekoko saca rápidamente un parchís en el que los tres se ponen a jugar y charlar ─. Por cierto, ¿de dónde sacaron este parchís?
─ Lo tengo siempre conmigo ─ admite Nekoko ─. Es que suelo aburrirme mucho, así que siempre invito a mis amigos para jugar cuando estoy en la plaza.
Consultorio
─ ¿Sueños eróticos? ─ Souma iba tomando apuntes a lo que decían las cónyuges.
─ Así es. Llevo tres noches seguidas soñando que me estoy besando y… eso, con otra persona. Más específicamente con un vecino.
Souma en ese momento nota que Chikane lo miraba algo enojada, y eso amplió más la idea que tenía él sobre lo que estaba pasando. Himeko soñaba que se besaba y se acostaba con un vecino, con un varón, y por eso estaban así, y la mirada de Chikane le daba la respuesta a Souma, pero él consigue mantener la compostura para abordar el tema.
─ Bueno, debo admitir que esta clase de sueños y fantasías podrían minar su relación. Durante mi carrera he visto a varios matrimonios romperse por estos hechos puntuales, pero hay una esperanza.
─ ¿La hay? ─ dice Chikane con tono frío.
─ El sueño y el contexto tienen la respuesta. Resulta que la visualización de tener experiencias sexuales con otra persona, y más si esta es nueva, implica una exigencia inconsciente de cambio ¿Cuántas veces ustedes han tenido relaciones por semana?
─ Pues… no sé ─ admite Himeko ─. Creo que llevamos casi dos semanas sin hacer gran cosa.
─ Ahí precisamente hay una falla ─ señala Souma con bastante seriedad ─. El sexo, entre otros factores, representa un importante pilar para la relación de una pareja. Una vida sexual de baja frecuencia, o que haya caído en monotonía, implica una insatisfacción para las partes, y esto puede llevar a que alguno tenga fantasías que involucren a otras personas. Esto, en el argot psicológico, significa un deseo de cambio, de refrescamiento en la relación.
─ ¿Eso es lo que hace falta? ─ Chikane estaba con la boca abierta.
─ Son muchas las cosas que pueden hacer, como reordenar juntas las decoraciones de la casa, inventarse nuevos apodos cariñosos, intentar nuevas recetas de cocina, aumentar la frecuencia sexual y probar nuevas maneras… Todo va influyendo para tal fin, y con eso podrán reavivar la llama de la pasión entre ustedes. Sería cuestión de que dialoguen entre ustedes y lleguen a un consenso sobre cómo y hasta qué punto cambiar su cotidianidad.
─ Ya veo. Con que era eso ─ Chikane ya había olvidado su recelo contra Souma, y más bien se sentía agradecida por su ayuda ─. En ese caso lo intentaremos, y luego te avisamos sobre los resultados.
─ Eso mismo. Prueben a hacer los cambios, y así ustedes notarán que la pasión vuelve a crecer. En caso contrario, ya saben que estoy aquí, y también en el segundo piso.
Himeko y Chikane agradecen a Souma antes de retirarse de allí, y al poco rato llega Corona con una lista de personas que habían reservado cita para la tarde.
─ ¿Qué ha ocurrido, Souma?
─ Pues un curioso problema, Corona ─ dice Souma algo divertido ─. Kurusugawa-san estaba soñando que se acostaba con alguien más, y por eso Himemiya-san me miraba de mal modo.
─ ¿De verdad? Pero eso significa que…
─ Sí ─ Souma se levanta de su asiento ─. Kurusugawa-san estaba soñando con nii-san. A veces la carrera del modelaje trae muchos problemas. Por eso es que dejé aquello.
─ Y que lo digas ─ Corona suelta una risita y le da un beso a Souma antes de irse de allí, nuevamente con la lista en la mano.
Apartamento de Himeko y Chikane
Ambas ya se encontraban en casa, y habían aprovechado el camino para asimilar lo que Souma les había dicho con respecto a la causa de sus problemas. No podían creerse que todo se reducía a esto, aunque posiblemente tenía sentido. Tanto Himeko como Chikane estaban un tanto avergonzadas por descubrirlo de ese modo, pero al menos podrían solucionar lo ocurrido.
─ Himeko…
─ ¿Chikane-chan?
─ Ahora que sé lo que ha pasado entre nosotras, también comprendo muchas otras cosas, y hasta supongo que sé cómo podemos empezar.
─ ¿De verdad?
─ Así es. Esta tarde podríamos ir a comer a un sitio bonito, y también podrías llevar tu cámara, pues iremos a visitar el área histórica de la ciudad, y así podríamos divertirnos juntas, y al final haré que dejes de soñar con Oogami-kun.
─ ¿Crees que todo eso haga que deje de soñar con él?
─ No necesariamente, pero sí te aseguro algo ─ Chikane toma las manos de Himeko y la mira a los ojos ─. Esta noche no soñarás con él, porque ni siquiera te voy a dejar dormir.
Himeko se sonroja bastante, ya haciéndose la idea de lo que su esposa iba a hacer luego de que culmine su salida. Era una sensación excitante, y no dudaba que iba a funcionar.
Apartamento de Tsubasa y Souma
─ Realmente lo pasé muy bien, Tsubasa-san. No sabía que podía ser tan buen interlocutor ─ dice Miyako con una sonrisa.
─ Y todo esto gracias a ustedes ─ responde Tsubasa con una felicidad que parecía que lo haría reventar ─. Finalmente puedo tratar con normalidad a una mujer, y ahora sí seré capaz de llevar a cabo un proyecto de futuro. Seré capaz de tener una vida de verdad, y sin temores tontos.
─ Es bueno saberlo ─ opina Nekoko.
─ Sí, incluso pude atender la llamada de unas vecinas que quieren ver mis fotos de cuando hice la gala en Yokohama, y seguramente vienen en un momento, y aquí estaré para verlas sin esconderme.
─ ¡Ya llegué! ─ anuncia Souma en cuanto abre la puerta ─ Oh, nii-san, veo que ahora estás mejor.
─ No te haces una idea, Souma. Lo hemos pasado fenomenal los tres, ¿verdad?
─ Así es ─ responde Nekoko.
Souma alza una ceja, y es que lo que había entendido no era exactamente lo que había querido decir Tsubasa, pero igual le alegraba que ahora todo estuviera mejor. Nekoko se agarra del brazo de Tsubasa mientras este acompañaba a las dos visitas hasta la puerta, y allí las despide alegremente. A Tsubasa no le dio ni tiempo de cerrar, pues Izumi y sus amigas justo llegan para visitarlo.
─ Tsubasa-sama, estamos aquí finalmente para verlo.
─ Bienvenidas, jovencitas. Voy a cumplir con lo que les prometí.
Souma ya estaba en la cocina sirviéndose algo de jugo cuando ve a su hermano mayor acompañando a aquellas tres vecinas hasta su habitación, y al momento en que se cierra la puerta, Souma estaba claramente sorprendido, y casi se le caía el jugo.
─ Esa terapia funciona mucho mejor de lo que esperaba. Nii-san de pronto se convirtió en todo un semental, y ya no se parece en nada al que estaba aquí esta mañana.
Fin
¿Alguna opinión sobre qué les pareció este cuento? Dos historias en uno, como bien pueden ver. Sinceramente espero que hayan disfrutado de la lectura, y por ahora les dejo. Que lo pasen bien 😊.
Hasta otra
