Todos es de Rowling. No me demanden, que el abogado les saldrá más caro de lo que podrán sacarme.
1. La introducción a la muerte
It's just a feeling
and I don't know
that if you say,
good-bye today,
I'd ask you to be true,
cause the hardest part of this,
is leaving you...

Es solo un presentimiento
Y no sé si dirás adios hoy
Te pediré que sea verdad
porque la parte más dura de esto
es dejarte a tí..

La muerte es una visitante maleducada, una tía mía lo decía siempre, citando tal vez a alguien famoso, que la había dicho alguna vez. Llega cuando menos uno se la espera, continuaba con la copa de vino en alto. Salud por la muerte.
Así solía terminar su discurso, llena hasta las orejas de vino.
Ahora, pienso que tan equivocada no estaba, aunque me cueste admitirlo, algo de razón tenía. Lo gracioso, o irónico como uno este acostumbrado a llamarle a esas cosas de la vida que son tan irreverentemente propensas a jugarle a uno una mala pasada, pero uno pone los ojos en blanco, e incluso puede llegar a admirar la belleza de la situación con una risa.
Continuando con la idea anterior, lo irónico de la situación es que en verdad esta vez nos avisó que llegaba.
Para algunos el aviso fue sutil, solo un segundo para decidir en que lado de la luz estabas. Para otros como para mí, mi muerte fue profetizada hace años, incluso antes de que yo naciera.
No, no me estoy dando importancia. La muerte de todos está profetizada, todos moriremos. Pero la profecía de la mía, incluso decía quien era mi asesino
No puedo negar que me asuste, menos que no tuve miedo, pero lo más extraño fue que no tuve miedo por mí, sino por mis amigos.
Puede ser que no pensaba que iba tener unos amigos tan valientes, que incluso querrían estar conmigo frente a mi asesino. Pero lo estarán, y aún sigo teniendo miedo.
Miedo. Que palabra tan bizarra. Muchos dicen que para alcanzar la grandeza debes enfrentar tus miedos. Otros, comentan lo bueno que es, porque nos permite pensar las cosas, y no tomar decisiones apuradas.
Pero para mí es una pesadilla, esa de las que te despiertas jadeando a mitad de la noche, pero no recuerdas cual era tu sueño.
Así de perdido me encuentro yo con mi miedo, no sé si le tengo miedo a la muerte, a mí muerte, o la de la gente que quiero. O puede ser a lo que más miedo tengo es a tener que presenciar la muerte de la gente que amo. Unos podría decir que con lo que he vivido he de estar acostumbrado, pero la verdad, cada vez duele más.

Harry vio lo que había escrito, y sonrió tristemente, en unas horas moriría, o viviría. Él no lo sabía, por lo tanto, estaba nervioso. Odiaba no saber algo.
Su letra no había mejorado con los años, aún parecía la del mismo niño con anteojos a cual su primo golpeaba. Nunca le había gustado escribir, pero últimamente lo hacía demasiado. Era un escape algo estrecho, pero para él era el olor a rosas que tanto le gustaba. Sutil, pero mágico.
El reloj marcaba las doce, y él aún no podía dormir, estaba en espera de la campana.
Una campana que avisaba si los atacaban. Estaba harto de esperar esa campana que condicionaba su vida. Una para el desayuno, dos para hora de estudio, tres para el almuerzo, tres para la cena, doce para despertarse, y una seguida de un grito por si los atacaban.
Sí, estaban en guerra. Y él estaba en un campamento de adiestramiento, siendo educado por los mejores aurores del mundo. Pero su mentor, y el de todos ellos, no estaba.
La batalla que se libraría podría ser la última, y él estaba verdaderamente nervioso. ¿Sería el único? Se preguntó. ¿Qué harían los demás en ese momento?