Los personajes de KHR no me pertenecen.
Promise.
Fue una pequeña caricia en sus mejillas húmedas por causa de las lágrimas, sorbió aire y miro a Kyoya que le alzaba la barbilla con sus dedos, sus labios rozaron y Miura se sintió en el cielo en ese infierno que vivía.
Hibari le toco la piel con las yemas de sus dedos, enrollo su mano en el delgado brazo de la mujer y hundió su nariz en su cabellera. Una minúscula parte de él estaba profundamente preocupado.
—Tsunayoshi murió Miura, dejo ordenes de cuidar de vosotros. —susurro con lentitud, Haru apretó los dientes y asintió, cogió un bolso de su destrozada habitación y salio a paso rápido con el corazón bombeando en el pecho. —Sasagawa vendrá dentro de un momento, todos los guardianes estamos dispersos para no llamar la atención.—explico con fluidez para que la mujer no se preocupara por no ver a los demás, Miura volvió a asentir con la cabeza y con dos surcos de lágrimas cayendo por sus mejillas.
Escucho los ladridos de un perro, luego el de unas armas, unas maldiciones y Hibari saco su anillo y su caja, ella lanzo un grito asustada. Él levanto la ceja en alto.
—Estaré bien. —murmuro esperando al enemigo, Haru negó y envolvió su pequeña mano en la chaqueta negra del antiguo prefecto, le cogió con dedos temblorosos el cuello de la camisa y le beso los labios.
—Huyamos. —pidió llorosa. Hibari arrugo el ceño y gruño, era un insulto para él que la herbívora le pidiera huir, Miura apretó sus puños. —Te lo suplico, no mueras en mis ojos Kyoya. No lo soportaría.—susurro entre jadeos. Una mano acaricio su cabellera azabache, la pequeña y delicada mano de Haru acariciaba su pelo, resoplo y le cogió de la muñeca para avanzar a zancadas y no ser detectado, escondió su anillo con su caja en su bolsillo y deshizo el nudo de su corbata.
Le agarro de los hombros y le golpeo con el duro cemento de la pared, Haru se quejo en un murmullo, Hibari le atrapo entre la pared del callejón y puso las manos a lado de su cabeza de la joven.
—No vuelvas a pedirme algo así, Miura. —gruño irritado, más herido que molesto. La corta cabellera de Haru se enredo con los dedos de Hibari, el beso los labios de la chica con fuerza, moviendo su cuerpo para apretarse más en el femenino de la chica.
—Te amo.—susurro entre sus labios, una fugaz sonrisa curvo los labios de Hibari y luego él asintió mirado con ojos ceñudos la calle.
—Tendrás que esperarme en el escondite Vongola, tal vez no me vuelvas a ver...—murmuro, Haru abrió los ojos horrorizado, su pecho subía y bajaba con más fuerza. —No moriré Miura, es algo que no tengo que decir a nadie, solo, que puede que no me veas, pero yo estaré ahí, tal vez algo más..—busco las palabras correctas, luego suspiro y negó. —No moriré. —volvió a repetir el juramento con tono grave, Haru asintió rodeando sus delgados brazos en el cuello del hombre.
—Se que no lo harás. —coincidió Haru. Avanzaron a pasos rápidos antes de que Haru se diera cuenta estaba en el santuario, una brecha se abrió y vio la puerta del escondite Vongola, Hibari le dio un empujón y ella jadeo. No, todavía era pronto para una despedida tal vez larga. Kyoya lanzó una mirada a la mujer y se quedo viendo como ella desaparecía. Haru chillo asustada.
Hibari reclino la cabeza a un lado, tenia mal sabor de boca, y estaba irritado, molesto por separarse de Miura de esa forma asquerosa, apretó los dientes.
—Sal de ahí.—gruño él, saco sus tonfas de la caja y empezó la lucha, ese intruso tenia que morir para no dar el lugar exacto de la situación del lugar donde estaba Haru, y donde se escondían los demás aliados de los Vongolas. —Te morderé hasta la muerte.
Haru apretó los párpado y recargo su cabeza en la puerta.
—No mueras, lo has prometido Kyoya.—susurro acariciando su vientre.
