Atended, vuesas mercedes, pues os voy a relatar lo que aconteció en el gran torneo celebrado la pasada semana. Esta historia comenzó una mañana soleada de primavera. El sol brillaba, los estandartes ondeaban al viento y las damas y señores nobles allí reunidos aguardaban impacientes el gran momento, el momento en que un caballero conseguiría la gloria eterna, para deshonra de su contrincante. Entró entonces a caballo, crean ustedes lo que oyen, ser Jamie Lannister el León, el de la rubia cabellera; de todos conocido su manejo del acero y su belleza. Aqueste caballero tomó una rosa entre sus dedos y, tras disfrutar breves instantes de su aroma, arrojóla hacia las gradas, donde cientos de doncellas intentaron hacerse con ella. En medio del jolgorio apareció cabalgando Robb Stark el Joven Lobo, veloz e intrépido como todos saben. Mesó el caballero sus castaños rizos y, tras dirigirle una mirada desafiante al suyo oponente, presto marchó a su puesto y tomó la sua lanza. Imitóle el León y, tras una breve pausa, picaron ambos espuelas y cabalgaron lanzas en ristre. Avanzó fieramente el León, presto a atacar el primero, pero ganóle en velocidad el Joven Lobo y partióle la sua lanza en mil pedazos. Pero no crean ustedes que aquesta historia acaba aquí. Cogió otra lanza el valeroso Jamie y, encomendándose a los siete, volvió a arremeter contra el Joven Lobo. Preparó la sua lanza Robb Stark, dispuesto a zanjar el combate con una estocada mas, para su desventura, fue el bravo León el que, con un golpe de su lanza, le descabalgó haciéndole morder la tierra. Fue así, vuesas mercedes, como el Joven Lobo Robb Stark fue derrotado por el León. ¡Salve ser Jamie, el bravo León!