Disclaimers: Los personajes, el mundo, los objetos, monstruos y cualquier otro ser o elemento del Final Fantasy no me pertenecen.

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Advertencia: Este fanfic es la segunda parte de Fáinal Fántasi Ocho Dírectors Cat Disco1. Es imprescindible leer la primera parte para comprender bien la segunda.

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Comentario: Antes que nada pedir disculpas por la tardanza en continuar la historia; aunque no lo creáis, causas ajenas a mi voluntad me han impedido continuarla hasta hace muy poco. Una vez superadas las causas ajenas a mi voluntad, después de tanto tiempo sin escribir, una especie de inercia y falta de forma mental me mantenían alejada del teclado; pero, las peticiones y amenazas de algunos lectores a través de mi amiga Ayumi hicieron que me pusiese las pilas. Gracias, Aerith Sakura por tu petición de chantaje a mi amiga; gracias Isa Lionheart por con tus palabras fundir un poco ese corazón de hielo que tengo y gracias, especialmente, a Lord of Fantasy27 por sus reiteradas peticiones de que continuase, las cuales han hecho que pisase a fondo el acelerador. Por último, pedir perdón a los fans de los personajes de este capítulo si os sentís decepcionados en algo; pero tened en cuenta que lo que narro a continuación es lo que verdaderamente pasó y quisieron censurarnos.

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Capítulo 1: ¡Esto no puede estar pasando, otra vez!

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«¿Eh?... No reconozco este techo...»

—¿Eh?... ¿He pensado yo eso?...

«¿Cómo?... Esa voz... es de ese... ese... ¡ese patético tío!... Oh, no, OTRA vez NO... ¡¿Por qué me pasa esto a mí?... Con lo agustito que estaba yo casi muerto, solo, abandonado, cayéndome, con un pedrusco gigante atravesándome el pecho, ante la indiferencia de Rinoa...»

—¿Hay alguien ahí?

«Definitivamente he muerto y estoy en el infierno...»

Clic, cloc, cluc.

«Y con un pie amarrado con una cadena a la cama...»

—¡Tío Laguna! ¡Tío Laguna! ¡He venido a salvarte!

Una niña de unos cinco años, con una melena cortita castaña y con un vestidito cortito azul, irrumpió en el humilde cuarto en el que, tumbado en una cama con dosel, con una argolla en el tobillo y una cadena que lo sujetaba al pie de la cama, descansaba Laguna.

El joven se levantó de un salto al ver a la niña.

Clic, cloc, cluc.

«¡Pero qué bestia, casi se deja el tobillo! —se resintió Squall en el cuerpo de Laguna—. Que eso duele... imbécil...»

—¡Eleone, te he dicho mil veces que no tienes que venir sola, que es muy peligroso! —recriminó Laguna, ignorando a su otro pensamiento—. No puedes venir sola, eres chiquitita, blandita, tiernecita... El tipo de bocado que les gusta a los monstruos. Un día te pillan y te chupan la sangre con una pajita.

—¡Ja, ja, ja, ja! —rió feliz la niña—. Tranquilo, tío Laguna amor mío, que llevo siempre esto que tú me regalaste. —Ele se sacó del bolsillo una cachiporra eléctrica.

—Cuídala bien porque me la dio mi gran amigo XXZZYYK2732alfa del planeta Trakatán 275.

Por aquel entonces Laguna ya no llevaba el uniforme de soldado de Galbadia. Vestía un pantalón marrón, botas negras y una camiseta blanca sin mangas sobre la que llevaba una chupa de tela azul marino sin el cuello peludo.

—¡Mira, tío Laguna amor mío, le he conseguido robar la llave a Raine! —La niña mostró la llave de la argolla—. He tenido que hacer una escalera con cajas, sillas, cubos, botellas y todo lo que he visto por ahí para poder llegar al botijo donde ella la esconde en la estantería más altísima del bar —presumió, omitiendo que Raine la había pillado en pleno asalto y que la había castigado; aunque la posterior rabieta de la niña y los llantos en mi bemol, que habían hecho estallar varias botellas del bar, habían conseguido que por la salud de sus oídos Raine le diese la llave para que la guardase ella un ratito.

Laguna se liberó de la cadena.

—Lo que no entiendo —siguió Eleone— es por qué Raine te deja atado todos los días hasta la hora del almuerzo, y por qué ella viene a soltarte entonces mientras yo me tomo mi lechita y me dice con una cara muy rara: "ni se te ocurra ir ahora a la habitación de Laguna. Él y yo tenemos que hablar, muuucho, largo y tendido y con muuuuucha profundidad, de temas de mayores..., jejeje". ¿De qué habláis todos los días a la hora del almuerzo?

—Esto... ja, ja, ja... Esto... de cosas muy aburridas... Eh... ¡qué día tan bonito hace, ¿verdad?

«Será pervertido el tío... Ahora le pone los cuernos a Julia con esa tal Raine... Que menuda pieza debe estar hecha si ata al tío para que no se le escape... ¿Cuándo acabará el dolor...?»

—Eleone, espérame abajo, que tengo que... esto... tengo que hacer un poco de ejercicio —improvisó, no quería que la niña viese que se estaba poniendo rojo como un tomate e hiciese preguntas imposibles de contestar.

—¡Vale! Pero date prisa porque en el bar hay un tipo muy raro que pregunta por ti.

—¿Raro?

—Sí, viste de una forma muy rara y habla también de una forma muy rara. Le dice a Raine: "preciosa, muñeca, ¿qué hace una chica como tú en un sitio como este?"... y a mí no me dice nada.

—Ni idea de quién puede ser...

«Esa forma de hablar me suena mucho...»

—¡Tío Laguna amor mío, te espero abajo, no tardes!

La niña se fue y Laguna dio una vuelta por el dormitorio. Secó una fuente de extracción de magia cura y bajó las escaleras de madera que llevaban a una humilde habitación donde una mesa carcomida, también madera, unas sillas a juego y una estantería con fotos era todo el mobiliario. La decoración la completaban las ráfagas de ametralladora que rellenaban las paredes.

Muy modosita, Ele esperaba junto a la puerta de salida.

—Muy bien, mi princesita bonita, buena chica, me has esperado.

—Jijijiji.

—Papás de Eleone —se dirigió Laguna a una pareja que había en una foto—, es una niña muy buena y yo la cuidaré para que no le pase nada.

—Jijijijiji.

Los dos salieron a la calle; la plaza mayor del pueblo, en donde estaban situadas tanto la casa de Eleone como el bar-vivienda de Raine.

—Espera que vigile que no viene ningún monstruo...

—Tío Laguna amor mío; pero si es la casa de al lado...

—¡Corre, ahora no viene nadie!

—¡Vale!

«¡Cuidado!»

—¡No, espera, se acerca un kedachiku!

Demasiado tarde. La niña ya había salido disparada y se dio de bruces contra una especie de oruga gigante.

Ni tiempo dio a que la música de batalla empezase. Ele sacó la cachiporra eléctrica y ...

—¡Toma, toma, bicho malo y feo! —En un pispás la pobre oruga estaba echando chispas por todos los poros de su cuerpo.

—¡Cuidado, Eleone, que te vas a cargar al pobre bicho! ¡Te he dicho que solo hay que dejarlos K.O.!

«Este tío es patético...»

—¡Ya he llegado! ¡Ven tú ahora, tío Laguna amor mío, que yo te protegeré si te ataca algún monstruo! Jijijijiji —rió feliz ante la idea de salvar de la muerte a su amado, igual que hacían los héroes en los relatos que le leía Laguna.

Laguna atravesó la corta distancia que lo separaba de la niña y los dos entraron en el bar de Raine.

La muchacha los esperaba con cara de pocos amigos.

—Eleone, ¿cuántas veces te he dicho que YO soy la que tiene que usar esa llave?

—¡Eres una avariciosa, YO también quiero soltar alguna vez al tío Laguna!

Raine era muy guapa, con un aire que le resultó muy familiar a Squall. La muchacha vestía unos vaqueros azules y un suéter color marfil. La larga melena castaña la llevaba apartada de la cara con un turbante a juego con el suéter.

—No riñas a la niña... —pidió Laguna.

—¡Y tú te callas, que seguro que estabas deseando que te soltase para no tener que cumplir, otra vez, hoy!

—¡No riñaz a mi novio! —increpó Ele. Cuando hablaba con Raine o se ponía nerviosa a veces ceceaba.

—¡¿Ves como la tienes muy consentida?

—Jobar, Raine...

—¡No le enseñes palabrotas a la niña!

—¡Jobar, jobar, jobar! —entró en bucle Ele.

—¡Deja de hablar como una verdulera!

«Realmente, sí, he muerto y estoy en el infierno...»

—Eleone, princesita mía, las niñas guapísimas y preciosas como tú no dicen nunca palabrotas —intentó hacerla razonar Laguna.

—Eso queda para nosotros, los tíos de pelo en pecho —afirmó Kiros, saliendo como de la nada; y eso que había estado allí todo el rato.

—¡Kiros! —se alegró Laguna muchísimo al verlo.

—¡Laguna, qué alegría verte con vida!

Los dos hombres se fundieron en un amistoso abrazo.

«Quita, no aprietes tanto, que me ahogas», rezongaba Squall

«¿Este es Laguna?... Pues no es para tanto, no está tan bueno como dicen Selphie y las otras», reflexionaba la otra mente de Kiros, que a partir de ahora llamaremos Irvine.

—Vamos a tomar una copa y hablamos —propuso Kiros, reconfortado al percatarse de que, a pesar de tener de nuevo al "duende" en la mente, ahora ya no sentía ganas de lanzarse sobre Laguna para meterle mano.

Kiros fue a la barra del bar, tras la que se había posicionado Raine.

El local era pequeño pero muy bonito y acogedor. Además de las mesitas redondas y la barra de madera, también había en un lateral una escalera a juego que llevaba al dormitorio que Raine compartía con Ele desde que la niña quedó huérfana.

—Tío Laguna amor mío —siseó la niña—. Tu amigo es muy raro...

La verdad es que el aspecto de Kiros sin el uniforme era más bien hortera tirando a indescriptible, pero a pesar de ello resultaba atractivo.

Laguna se puso de cuclillas y le dijo a la pequeña:

—Siempre ha vestido un poco raro pero es muy buena persona. Somos amigos desde la infancia.

—¡Laguna, ven y deja de perder el tiempo con Eleone que tu amigo te está esperando!

—Ya voy, ya voy...

—¡Mira, mira, tío Laguna, mira lo que hago!

Eleone puso los bracitos formando arco sobre su cabeza y empezó a dar vueltas mientras canturreaba:

—La, la, la, la.

—¡Ja, ja, ja, ja! —rió Laguna con ganas ante las gracias de la niña—. ¡Ele, mi princesita preciosa! —exclamó, la cogió en brazos y empezó a dar vueltas con ella mientras seguía riendo—. ¡Jajajajajajaja!

«Menudo circo tiene montado...»

—¿Vezz?, soy la princesa del tío Laguna y tú, no —le dijo Ele desde aquel lugar preferente, los brazos del hombre, a una Raine muerta de celos; después se dirigió a Kiros—: El tío Laguna ze va a casar conmigo cuando yo sea mayor y él más pequeño, ¿verdad, tío Laguna?

—¡Pues claro, jajajaja! ¡Qué gracia, ella más mayor y yo más pequeño! ¡Jajajajaja!

—¿Vezz?, el tío Laguna se va a casar conmigo y contigo, no —le dijo a Raine—. Porque estás muy enamorado de mí, ¿verdad, tío Laguna?

—¡Enamoradísimo, jajajajaja!

—¿Vezz?, enamoradísimo de mí, de ti, no.

—¡Deja de hacer el tonto y atiende a tu amigo!

—Vale...

—Y tú toma esta piruleta y estate calladita un rato. —Le ofreció una de fresa.

—¡Vale!

La pequeña, feliz, atrapó el tesoro, quitó el envoltorio y se lió a lametazos con la piruleta... Realmente era una rival fácil, fácil de manipular con una simple golosina; eso creyó Raine...

Laguna y Kiros cogieron el whisky que les sirvió Raine.

«¡Gracias, muñeca!»

—¡Gracias, muñeca!... —exclamó Kiros, guiñándole un ojo a la chica—. Esto, quiero decir: muchas gracias, Raine.

—De nada, luego se lo cobraré a Laguna en especie, jeje...

—Claro, preciosa... Esto, quiero decir: claro... ¿Qué hace una chica como tú en un sitio como este?... Esto, olvida la última pregunta.

«Esa forma de hablar, me suena... No me digas que... ¡es el vaquero de pacotilla quien está esta vez dentro de Kiros!... Lo que faltaba...»

Slurp, slurp, chupaba con placer Ele su piruleta de fresa.

—¿Cuánto tiempo ha pasado desde nuestra heroica retirada de Centra? —inquirió el hombre de cabellos largos y negros tras dar un sorbo de su vaso.

—Desde nuestra bochornosa huida de Centra, querrás decir.

—¡Lo sabía! —saltó Raine.

—¡Retirada, huida, ¿qué más da? —saltó Laguna—. Lo importante es que salimos de allí.

—Hace más de un año... Y la verdad es que hasta hace unos días todos te dimos por muerto. Como no acudiste la Noche del Amor Verdadero a subir a la Cima de los Amantes y habías jurado que solo la muerte te impediría hacerlo...

—Mm... ¿Qué es eso de la Noche del Amor Verdadero y subir a la Cima de los Amantes? —quiso saber Raine, algo mosqueada.

—¡Nada, nada! Esto... ¡una costumbre popular sin importancia! ¡Todos lo hacemos, ¿verdad, Kiros?

—Sí, claro, todos...

«Menudo par de embusteros...»

«Jajajaja, me caería bien este tío si no fuese por todo lo que dicen de él las chicas...»

—No pude ir porque me he pasado casi todo el año escayolado de cuerpo entero.

—Lo encontré en la playa con signos evidentes de haberse despeñado desde un lugar bien alto —intervino Raine—. Sentí el impulso irrefrenable de traérmelo a casa y cuidarlo. Pero, como compartimos habitación Eleone y yo, no me pareció oportuno acomodarlo también a él con nosotras; y la señora Florencia me dijo que no estaría bien visto que tirase a Eleone para que Laguna ocupase su lugar; así que lo acomodé en la casa de al lado, donde vivía antes Eleone con sus padres. Allí estaría él solo y tendríamos mucha más intimidad, jeje...

—Ya veo... —comprendió Kiros.

—Yo no podía defenderme —empezó Laguna—, quiero decir, yo estaba inmovilizado en la cama sin poder moverme, ni resistirme... Sólo había tres partes de mi cuerpo sin escayolar: los ojos; la lengua, aunque al principio no podía ni moverla; y mi... ya sabes...

«Y pretenderá hacernos creer que con tantas partes sin escayolar no pudo resistirse... Cómo se nota que no es un SeeD...»

«¡Jajajajaja, qué listo es este tío!»

—No te quejes, que has quedado como nuevo —recriminó Raine—. Yo fui quien te cuidó, yo fui quien te escayoló, yo fui quien te... Bueno, eso no viene a cuento. Kiros, tu amigo es un quejica y no me agradece lo suficiente, ni las suficientes veces toooodo lo que yo he hecho por él. Y eso que incluso tuve que hacer un largo y aburrido curso de Enfermería Avanzada por correspondencia para poder escayolarlo y curarlo con una mínima garantía de que se recuperase y pudiese dar lo mejor de sí mismo. Pero me salió superbien, lo cuidé muy bien, me apliqué a fondo, fondo... jeje...

—Yo me esfuerzo lo que puedo todos los días, varias veces, para agradecértelo...

—¡Pero, todos los días me toca amarrarte a la cama, si no, te escapas a la hora del almuerzo!

—Es que necesito comer antes, tengo que recuperarme un poco de la noche y la hora del desayuno —alegó en su defensa Laguna.

Slurp, slurp, seguía muy concentrada Ele.

—Ya veo... —Kiros se había hecho una perfecta idea de la situación—. El caso es que todos te creímos muerto. Pero hace unos días estaba en un mercadillo y escuche hablar a unas mujeres de ti. Les pregunté y me dijeron que estabas en Winhill, que antes vivían allí. Y aquí me vine a comprobarlo personalmente. Por fin mi vida ha vuelto a tener sentido. —Kiros había estado desorientado y triste sin tener que cuidar de Laguna, como siempre había hecho desde niño—. Ahora buscaremos a Ward y todo volverá a ser como antes.

—Eso, ¿y Ward?

—Hace meses que trabaja en el servicio de limpieza de la Prisión del Desierto; pero se va a poner loco de contento cuando se entere de que estás vivo.

—¿Y... y... y... y...?

—¿Y Julia? —completó la pregunta Kiros—. Bueno, eso es una historia muy larga que mejor te cuento en otra ocasión... —dijo, echando una mirada de reojo a Raine.

—¿Julia? ¿La cantante? —quiso saber la joven.

—La misma —respondió Kiros

—Antes sólo tocaba el piano... —musitó Laguna.

—Nosotros íbamos a verla todas las noches al garito en el que tocaba —explicó Kiros—. La última vez que Laguna estuvo allí, ella cantó por primera vez la canción que la ha llevado a la fama.

—¡Ojos clavados en mí, dedicada al amor de su vida! —saltó Raine—. ¡Al soldado desaparecido y dado por muerto durante una peligrosa misión! ¡Es tan romántica! ¿La pongo?

Slurp, slurp...

—¿La tienes?... Nunca me lo dijiste...

—¿Y yo qué sabía que te gustaba la música? —argumentó Raine y puso su viejo gramófono en marcha. Al poco, las notas de la delicada, exquisita y romántica canción llenaron la estancia:

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Cuando canto mi cancióooon

en la duuucha o en el rincóoooon.

Cada vez que me repiiiiito

deseando que me oooigas,

te imagino sonriéndomeeeee.

¿Por quéee nooo estarás aquíii?

en lugar de en la pequeña esquinaaa

de este miiiiserable antrooooo.

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—Aaaaah, es taaaan bonita... —suspiró la joven.

—Y ella la cantaba tan bien...

—Cierto... —convino Kiros.

«Esta canción me recuerda a unos de los peores momentos de mi vida...», exageró Squall.

Slurp, slurp...

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Mi última noche aquíiii,

insinuándome, una vez máaas.

Mi última noche aquíii,

esta vez, tú caeráaas.

Adooooro your body, darliiing,

cómo claaavas los ojos en míiii.

¿Por qué no te enteeeeras?

Yo clavo looos míos en tiiii.

.

Darliiiing, allíiii estáaas

tan bueno cooomo ayer,

como si nuuunca hubieses

roooto ni un plaaatooo.

Así que seré la primeeeera

que te acaricie, segurooo.

Y, si me respondes,

sabré que noooo ha sido un sueeeeñooo.

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—Una pena que su soldado muriese —opinó Raine—. Ella sufrió tanto...

—Una pena...

—Cierto... —convino Kiros.

Slurp, slurp...

Déjame acercarmeee

hasta estar incrustaaadaaa.

Lo suficiente cercaaaa

para sentir todo tu seer.

Y asíii podréee decirteee

cómo aaamo que claves tus ojos en míiii

¿Por qué no te enteeeras?

Yo clavo looos míos en tiiii.

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Darling, dame tu amor

hasta que yo diiiga "basta".

Dame lo que quieeeras daaar;

¡pero dámeeeelo yaaa!

A ver si yaaa te enteeeraas

que debajo de este vestidooo

hay un cuerpo serrano

que te espeeera y no es un sueeeñooo.

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—Si él hubiese vuelto, Julia nunca se hubiese casado con el capitán Calway...

—¿Cómo...?

—Cierto —convino Kiros.

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Darliiiing, allíiii estáaas

tan bueno cooomo ayer

como si nuuunca hubieses

roooto ni un plaaatooo.

Así que seré la primeeeraaa

que te acaricie, segurooo.

Y, si me respondes,

sabré que noooo ha sido un sueeeeñooo.

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Las últimas notas dieron paso al silencio que la noticia de Raine había provocado.

—¿Julia se ha casado? —lo rompió Laguna.

—¿No lo sabías? —se extrañó Raine—. Pero si ha salido en la portada de todas las revistas... Mira.

Slurp, slurp..., seguía Ele.

La joven plantó una revista en la barra en la que la portada la acaparaban la famosa cantante Julia y el capitán Calway vestidos de boda.

—Esta muy guapa... —musitó Laguna.

«Pues si que está buena la tal Julia»

—La verdad es que está cacho buena, eh, quiero decir, está muy guapa —rectificó Kiros.

«El caso es que el novio me suena... ¡Eh, la fecha de esta revista está equivocada!»

—La fecha está equivocada —afirmó Laguna por contagio mental.

—No, fíjate bien, es de hace un par de meses.

«¡Esta revista es de hace más de dieciocho años!», exclamaron al unísono Squall e Irvine.

—¡¿Qué más da la fecha? —exclamaron a su vez Laguna y Kiros.

—El caso es que Julia se ha casado... —añadió Laguna—. Bueno, no importa, lo que importa es que ella sea feliz.

—Pareces apreciarla mucho —se mosqueó un poco Raine.

—¡Eran íntimos amigos! —acudió Kiros en defensa de su amigo.

—Sí, muy íntimos...

—Bueno, Laguna, deja de perder el tiempo y vete a tu ronda diaria que, si no, vas a terminar muy tarde y a la hora de la comida tenemos que recuperar lo pendiente de la hora del almuerzo.

—¡Vale!

—Voy contigo a donde vayas —afirmó Kiros con rotundidad.

—Pues soy el Cazador Oficial de monstruos de Winhill y desde este momento tú eres mi ayudante. Trabajo haciendo una ronda por el pueblo y los caminos de alrededor para echar a los monstruos que vienen todos los días. Se han vuelto muy descarados y no respetan el pacto de no atacar en las ciudades ni en los senderos. Yo lucho contra ellos y los espanto, es mi forma de pagar todo lo que han hecho y hacen por mí en este pueblo.

—¿Y tú solo has podido hacer una ronda diaria? —se extrañó Kiros; preguntándose cómo habría podido sobrevivir su amigo a los estados alterados.

—La verdad es que no he tenido grandes problemas, los monstruos de esta zona pelean de forma diferente. Vamos y lo verás.

Slurp... ¡Ya he terminado! ¡Vuelve de tu trabajo pronto tío Laguna amor mío!

—¡Enseguida estoy de vuelta, princesita!

—¡Raine, dame otra piruleta!

—¡No, que si no, luego no comes!

:) :) :) :) :) :) :)

Los dos hombres se entretuvieron largo rato en la plaza del pueblo, dándole la del pulpo a cualquier kedachiku o mosquito gigante que osaban poner sus patazas o alas por allí. A Kiros le extrañaron dos cosas: primero, que sólo se cruzaron con hombres, los cuales o no respondían al saludo de Laguna, o lo hacían con un gruñido; segundo, que todos los monstruos atacantes eran machos, de ahí que el joven moreno hubiese podido sobrevivir a los estados alterados.

Cuando se cansaron de pelear en la plaza siguieron por el único camino, flanqueado de bonitas casas de madera, que partía de la plaza principal y llevaba a las afueras del pueblo. En ese trayecto, más de lo mismo: ausencia de mujeres y monstruos hembras y miradas asesinas a Laguna por parte de todos los machos, ya fuesen humanos o monstruos; algo que a Kiros no le extrañó, ya había vivido el odio masculino hacia Laguna desde que éste fue abducido por los extraterrestres. El sendero que se alejaba del pueblo era como cualquier otro, si exceptuamos el ceda el paso a los chocobos salvajes que había en medio del camino. Laguna se había parado y de la nada surgieron un par de chocobos salvajes que los miraron con cara de pocos amigos y continuaron hacia los prados tras un escueto; "kue". La única novedad durante la batalla había sido cuando a Kiros se le ocurrió usar el comando G.F. esperando ver aparecer a la hermosa Sirena de la vez anterior. Los dos hombres se llevaron un susto de muerte al ver que, en vez de la bellísima mujer pez, vino un perro gigantesco de tres cabezas y aspecto terrorífico que se lió a lametazos con Kiros antes de echarles magia doble y triple y largarse. Laguna no había podido usar el comando porque en esta ocasión no tenía ningún G.F.

Laguna se detuvo en medio del camino, delante de la puerta de una casa.

—Entremos un momento a saludar a la señora Florencia. Lo hago siempre que paso por aquí.

La planta baja de la vivienda era una floristería–herboristería, repleta de bonitas y vistosas flores y plantas.

—Laguna, bonico, ¡qué alegría verte por aquí!

La señora Florencia era una ancianita de pelo cano recogido en un moño. Vestía un traje granate oscuro y llevaba gafas.

—¡Buenos días, señora Florencia, le presento a mi amigo Kiros!

—¡Oh, qué mozo tan guapo y atractivo! ¡Aunque no se puede comparar contigo, claro!

—Jeje... usted siempre tan amable conmigo. Muchas gracias.

—Gracias las tuyas, bonico —le dijo a Laguna y le guiñó un ojo. Después se dirigió a Kiros—. Laguna me ha hablado mucho de ti y de Ward, ¿no ha venido contigo?

—Desgraciadamente, él aún no sabe que Laguna sigue vivo.

—La verdad es que es un milagro —opinó la señora Florencia—. Gracias a los cuidados intensivos, al cursillo por correspondencia de Raine y a mi sabiduría con las plantas medicinales conseguimos sacarlo adelante. Yo quería traérmelo a mi casa para cuidarlo, muy, pero que muy bien; pero Raine quería quedárselo ella también. Y, claro, la juventud se impone. Si yo hubiese tenido cincuenta años menos, otro gallo cantaría. ¿Verdad, bonico? —le preguntó a Laguna y aprovechó para darle un pellizco en el culo.

—Sí, claro... —le dio la razón sin saber a qué.

«Este tío no tiene ética ni moral. Coquetea con todas, no le importan la edad. Es un promiscuo pederasta ancianófilo», se inventó la palabra Squall.

«Jo, sí que tiene éxito Laguna... Y yo que tenía la esperanza de que todo fuese una broma de Selphie... —reflexionaba, herido en su amor propio y algo celoso, Irvine—. ¡Pero yo soy mucho más guapo y atractivo que Laguna y conseguiré el amor de Selphie aunque tenga que arrancarle del corazón a Laguna a patadas!»

—¡Yo soy mucho más guapo y atractivo que Laguna y conseguiré el amor de Selphie aunque tenga que arrancarle del corazón a Laguna a patadas! —exclamó Kiros, sin poder contenerse.

—Esto... No es por desilusionarte, bonico... pero no le llegas a Laguna ni a la suela de los zapatos...

—Kiros, yo no sé quién es esa Selphie que tanto te gusta... —se defendió Laguna.

—¡Jajajaja! —Kiros rió para disimular el espantoso ridículo que acababa de hacer—. ¡Era una broma, jajajajajaja!

«Vaya, creía que a Irvine le daba igual una que otra, no sabía que le gustaba tanto Selphie... Aunque debí sospecharlo después de su romántico amanecer con la rata peluda.»

—Irvine, quiero decir, Kiros, ¿has tenido tú algo que ver voluntariamente con una rata peluda? —quiso saber Laguna.

«¡He dicho mil veces que me creía que era Selphie!»

—¡Me creía que era Selphie!... —exclamó Kiros—. Quiero decir, yo, no, el duende se creía que era Selphie, que es el otro duende, ¿me entiendes?

—Ni jota. Pero da igual. Dejemos a los duendes con sus rayadas. Que a mí siempre me toca uno con muy mala leche.

«Encima de que tengo que aguantarlo, me insulta.»

«Sí, mejor lo dejamos...»

—Hay que ver lo complicados que sois los jóvenes...

—Señora Florencia, quería pedirle unas flores para Eleone y Raine porque tengo un asunto que tratar. Lo he estado posponiendo; pero los acontecimientos de hoy me han decidido.

—¡Claro, ¿cuáles quieres que te regale hoy?

—Hoy puedo pagar, misteriosamente me han aparecido 3000 giles en la mochila.

—Pues nada: un ramo de margaritas blancas, las preferidas de Eleone, y una rosa roja, la preferida de Raine... Aquí tienes. Como la rosa es de importación, vale casi 2000 giles; pero por ser tú te cobraré solo 10.

Laguna guardó las flores en la mochila invisible al tiempo que decía:

—Nada, nada, con todas las flores que me ha regalado faltaría más. Aquí están los 2000 giles.

«Cómo se nota que este tío no tiene que esperar, horas y horas, al repartidor de sueldos como nos toca hacer a los SeeDs. Como parece ser que le cae el dinero llovido del cielo, se lo gasta en tonterías», reflexionó Squall, sin saber que el dinero que Laguna estaba dilapidando era el que el Estudiante del Antifaz había dado a Rinoa en los alcantarillados de Deling.

—No me ha llovido del cielo... —musitó Laguna con los billetes en la mano—. Digamos que... se ha manifestado en mi mochila. Tenga, señora Florencia...

—Si te empeñas... —dijo la señora Florencia, apresurándose a coger los giles—. Pero ya sabes que cuando no tengas dinero, puedes contar conmigo, como siempre. Para pagarme sólo tienes que venir a verme todos los días, que mis viejas y cansadas piernas ya están muy mayores para ir a verte a ti a casa de Raine. Ya lo hice varias veces todos los días, sin faltar ni uno, cuando la escayola te obligaba a estar inmovilizado. Por cierto, Laguna, ya estás perfectamente curado, ¿piensas pasar el resto de tu vida en este pueblo? —le preguntó, esperanzada.

—Bueno, ahora que he dejado el ejército, al que nunca quise pertenecer, me gustaría dedicarme a mi verdadera vocación: periodista.

—¡Puedes escribir desde aquí tus artículos! —argumentó la señora Florencia.

—Sería conveniente que viajase un poco —opinó Kiros.

—Bueno, este pueblo podría ser mi residencia cuando no estuviese viajando...

—¡Qué idea tan maravillosa!

—Pero como Laguna no es periodista todavía —empezó Kiros—, tendremos que irnos a buscarle trabajo primero.

—Eso no es problema, bonicos, conozco al dueño de Timber UFO Maniacs. Aunque tiene 20 años menos que yo, hace 20 tuvimos un affaire. Como tú has sido abducido por los extraterrestres, si hablo con él te contratará seguro.

—¡Sería maravilloso! —exclamaron al unísono Laguna y Kiros.

—Pues nada, en cuanto os vayáis me pongo a escribirle una carta.

—¡¿Ves, Kiros, como al que madruga sus males espanta?

—¿Qué tienen que ver las peras con los rábanos? —replicó Kiros, tras comprobar que Laguna seguía siendo tan "bueno" como siempre con los refranes y dichos.

—Bueno, los dos son vegetales —respondió el joven moreno.

—¡Jajajajajajajajajajaja! —se partía el culo la señora Florencia.

«¡Jajajajajajajajajaja», se reía la otra mente de Kiros.

«No sé por qué todo lo que dice este tipo les hace tanta gracia...»

—¡Bueno, pues, nos vamos a seguir patrullando! ¡Hasta mañana!

—¡Mucho gusto en haberla conocido!

—¡Hasta otra, guapos!

Durante una hora más estuvieron recorriendo el camino y peleando hasta que llegaron a la última casa que había en el sendero. Más allá empezaban los bosques, las montañas y los terrenos áridos.

La última vivienda era una tienda, desde la que un hombre, con cara de pocos amigos, tenía los ojos inyectados en sangre fijos en Laguna.

—Y este es el punto final de mi ronda —informó Laguna.

—Hay algo que me intriga —empezó Kiros—. Y es la ausencia casi total de mujeres en este pueblo y la total de monstruos hembras.

—Lo de los monstruos siempre ha sido así; quizás los monstruos de la zona pertenezcan a una colonia gay...

—Quizás...

—En cuanto a las mujeres, cuando Raine me recogió y me trajo a su casa, había muchas y de todas las edades. Venían a verme varias veces al día y no se iban hasta que Raine las tiraba prácticamente a patadas. Es que tiene mucho genio, pero es muy buena chica. Luego, de pronto dejaron de venir y cuando pude levantarme de la cama comprobé que en el pueblo solo había hombres, perros, gatos, chocobos y Raine, Eleone y la señora Florencia. El porqué todas las mujeres decidieron irse a la vez del pueblo, es uno de los grandes enigmas sin resolver. Quizás podría ser el tema para mi primer artículo... —reflexionó.

En realidad lo que había pasado no era ningún misterio; pues todos los hombres y monstruos masculinos de la zona lo sabían: la llegada de Laguna había supuesto un gran revuelo a las féminas de la zona; que rápidamente se habían olvidado prácticamente de sus maridos, hermanos y padres al caer bajo el poderoso influjo del joven de cabellos negros y ojos verdes. Sólo las niñas se habían librado del poder de atracción de Laguna puesto que eran inmunes —como ya sabían Kiros y Ward gracias a una de las múltiples visitas que XXZZYYK2732alfa o algún otro extraterrestre les había hecho a mitad de la noche, despertándolos de golpe y dándoles siempre un susto de muerte. Que te despierte en medio de la noche un extraterrestre azul, con la cabeza coronada con una ridícula antena y flotando al pie de la cama bajo un haz de luz no es plato de buen gusto para nadie—. Todas las mujeres del pueblo, peleando como locas por atender al herido y pasando olímpicamente de las tareas domésticas y de los hombres del pueblo, llevó a la población masculina a una firme y dolorosa determinación: mandarlas bien lejos, a casa de los familiares, hasta que Laguna se marchase de Winhill para siempre. Mandaron también a las niñas, que aunque parecían pasar del enfermo, nunca se sabía... Por eso los hombres odiaban a Laguna con todas las fuerzas: por su culpa se han visto obligados a mandar a sus mujeres lejos, con la consecuencia de llevar vida de monjes y tener que ocuparse de todas las tareas del hogar, aparte de ganarse las habichuelas. Las únicas hembras que habían quedado eran: la señora Florencia, la anciana viuda dueña de la floristería–herboristería; Raine, que no tenía familia, aunque sí, novio; pero este era marinero y estaba muy, pero que muy lejos; y Eleone, la pequeña de cinco años, cuyos padres, antes de la llegada del joven moreno, habían dado la vida por protegerla de los soldados enviados por la bruja Adel para secuestrarla. Raine la había acogido y se la había llevado a vivir con ella para que no se la llevasen los de Servicios Sociales y acabase a saber dónde y cómo.

Respecto a los monstruos, las cosas habían sido parecidas. Nunca antes de la llegada del joven habían atacado a un pueblo o a los caminantes de un sendero; pero el enfermo había revolucionado todo: la proximidad había hecho que el fino olfato monstruil lo detectase y cayesen presas de su influjo. A todas horas estaban intentado organizarse para asaltar la casa en la que lo alojaban las humanas y llevárselo para el disfrute de ellas. Era la primera vez que kedachikus hembras y mosquitas gigantes estaban totalmente de acuerdo. Por supuesto, pasaban de los machos, ya fuesen maridos, novios, padres o hermanos; lo que los había llevado a tomar la firme determinación de mandarlas con los familiares a bosques y lugares lejanos. De nada sirvió las protestas, lágrimas e intentos de envenenamiento y freno por parte de las féminas; tuvieron que hacer las maletas y alejarse del objeto de sus deseos. A partir de ese momento, en un juramento solemne, los machos decidieron atacar el pueblo hasta terminar con Laguna y que todo volviese a ser tan pacífico e idílico como antes de su llegada.

—Y... ¿Julia?... —preguntó Laguna—. ¿Es verdad que estaba tan triste como ha dicho Raine?...

—Fue terrible... —comenzó Kiros—. Cuando volvimos a Deling sin ti, ella se volvió loca de dolor porque los jefazos te daban por muerto. Ella, Ward y yo nos negamos a creerlo y te buscamos desesperadamente, sin ningún resultado. Y luego, como no acudiste la Noche del Amor Verdadero a subir a la Cima de los Amantes y habías jurado que solo la muerte te impediría hacerlo... tuvimos que rendirnos a lo que parecía evidente... Aquello nos hundió a los tres. Todas las noches Ward y yo acudíamos al local y ella interpretaba Ojos clavados en mí de forma desgarradora y con gruesos lagrimones corriendo por sus mejillas. Luego venía a sentarse con nosotros a nuestra mesa de siempre y los tres ahogábamos nuestro dolor con alcohol y nos desahogábamos hablando de ti y llorando a moco tendido. Un día Ward ya no pudo soportar más oír hablar de ti sin poder hacerlo... Él no ha recuperado la voz desde lo de Centra. Por eso, un día me dijo sin voz que había aceptado un trabajo lejos en la Prisión del Desierto, porque ya no aguantaba más, y se fue... Julia y yo seguimos llorándote todas noches, hasta que ella cayó en una profunda depresión que la llevaba a moverse y actuar como una autómata que solo sabía cantar su dolor y llorar. Ella te amaba de verdad —afirmó, y era cierto. XXZZYYK2732alfa les había contado en una de sus visitas que, aunque ellos eran inmunes al influjo de Laguna porque eran asexuales y se reproducían por esporas, no había ocurrido lo mismo con mascotas hembras y otros seres femeninos de su planeta. Y que habían observado que, transcurridos tres meses, todas estaban como antes de la llegada del abducido. Lo cual les había llevado a la evidente conclusión de que tres meses sin estar expuestos a la proximidad de Laguna hacía que desapareciese el influjo de su poder feromónico—. Ella te amaba de verdad... Habían pasado más de tres meses y ella seguía amándote con todas sus fuerzas...

«Sigh, qué historia tan triste...», gimoteaba la otra mente de Kiros y el joven se secó una lágrima.

«Menudo melodramón. Aquellos agotando las reservas de lágrimas de toda la vida y este tío, mientras, pasándoselo en grande con la chica del bar... »

—Sigh... —Kiros se enjugó otra lágrima y repitió—: Ella te amaba de verdad...

—A pesar de lo que estoy pensando en estos momentos, yo también la amaba... Tanto que... —El joven se interrumpió—. Pero no importa, lo que ahora importa es que ella se ha casado y es feliz. Porque es feliz, ¿verdad? —ansiaba que la respuesta fuese afirmativa.

—Claro, supongo... La verdad es que el capitán Calway es muy buena persona. Estaba profundamente enamorado de Julia en silencio y también venía a verla actuar todas las noches. Una noche se vino a nuestra mesa a compartir nuestras bebidas y a hacer piña con nosotros. Pagaba todas las rondas y se esforzaba por animar a Julia y por sacarle alguna sonrisa. Al principio fue imposible pero, poco a poco, fue consiguiéndolo. La verdad es que era imposible no reírse con él —recordó con una sonrisa—. Por las tardes nos invitaba a merendar en una gran mansión que tiene en la zona residencial de Deling y nos hacía representaciones con maquetas. Era imposible no partirse el culo viendo aquellos deformes recortables, que pretendían ser representaciones reales de algo, y oyéndolo hacer ruiditos...

«Lo cierto es que es mucha casualidad que, además de llamarse como los padres de Rinoa, Julia sea cantante como la madre de Rinoa y el capitán Calway viva en la misma zona y tenga las mismas aficiones que el general Calway... Si esto fuese el pasado... —reflexionaba Squall—. Y el periódico de la boda estaba fechado hace más de dieciocho años...»

—Continúa, Kiros, por favor —pidió Laguna, haciendo oídos sordos a las rayadas del duende.

—Día tras día Calway nos arrancaba unas risas... Y un día, le confesó a Julia su amor y le pidió matrimonio. Le dijo que nunca la forzaría a no hablar de ti, que podía recordarte todo lo que quisiese, que él se conformaba con verla reír y con intentar hacerla feliz... La amaba y la ama con locura. Julia al principio lo rechazó; pero él se lo pedía una vez todos los días, hasta que hace poco más de dos meses ella le dijo que sí. Cuando habló conmigo me dijo textualmente: "Ya hace un año que Laguna se fue para siempre... Estoy seca de tanto llorar... Yo nunca olvidaré a Laguna. Él siempre tendrá una parte de mi corazón; pero ¿cómo seguir rechazando a un hombre tan bueno, que me quiere tanto y me hace reír, que se esfuerza tanto por hacerme feliz?... Yo también lo quiero mucho y quiero que él también sea feliz...".

Kiros hizo una pausa y retomó la palabra.

—Es lo que Laguna hubiese querido —le contesté yo—. No sabía que seguías vivo...

—Hiciste bien. Julia merece ser feliz y yo... Después de este largo año... hice cosas que... la hubiesen hecho desgraciada...

—¿Qué malo pudiste tú hacer? Eso es imposible...

—Mi relación con Raine... va más allá de lo simplemente amistoso... y unas cuantas veces al día...

—Eso no es tú culpa. Si estabas escayolado y no podías defenderte...

—¡El caso es que lo hice aunque yo no hiciese nada! —exclamó Laguna—. Y, además, está Eleone.

—¿Eleone? ¿Qué pinta ella en todo esto?

—La adoro. No podría separarme de ella, nunca creí que pudiese querer tanto a una personita tan pequeña... Además, Raine jamás permitiría que me la llevase conmigo cuando me marchase de aquí. Por eso, y porque Raine es muy buena persona y la quiero mucho y porque mi relación con ella es la de una pareja de novios, hace tiempo que llevo pensando en pedirle matrimonio... ¡Y hoy me he decidido!

«Eso, que se case y siente de una vez la cabeza», opinó Squall.

—¡¿Estás loco? —exclamó Kiros—. ¡¿Y si ella no te quiere de verdad?

—¡Pero ¿cómo no va a quererme si me lo lleva diciendo desde que recobré el conocimiento cuando me curó y me pide matrimonio todos los días? ¡Además, se entregó a mí en cuerpo y alma desde el primer día!

—¡Por eso mismo, porque fue nada más llegar!

—Pues ha pasado más de un año y sigue igual. Hoy mismo voy a pedirle que se case conmigo.

—Pero primero deberías ir a buscar trabajo, bien lejos de aquí, durante por lo menos tres meses —intentó convencerlo Kiros, que quería comprobar si Raine lo amaba de verdad o sólo estaba bajo el influjo de su atracción—. Recuerda lo que ha dicho la señora Florencia sobre el Timber UFO Maniacs. ¡La ilusión de tu vida es ser periodista y no puedes tirarla por la borda!

—¡Claro que no! ¡Voy a ir a ese periódico y voy a ser el mejor periodista del mundo!...

—¡Bravo!

—Pero después de pedirle matrimonio a Raine.

—Jo...

—Que lo vaya arreglando todo para la boda mientras yo gano algo de dinero viajando y contando cosas de los lugares que visitemos. Dentro de unos meses vuelvo y nos casamos. Puedo residir aquí y viajar de vez en cuando. Puedo llevarme en alguno de los viajes a Ele, Raine no podrá venir porque tiene que atender al bar. Seremos muy felices los cinco: Raine, Eleone, Ward, tú y yo —deseó—. Lo primero que haremos al salir de aquí será ir a por Ward.

—¡Mañana mismo!

—Sí. Pero antes, ahora mismo cuando regresemos, voy pedirle matrimonio a Raine. Mira... —Laguna sacó de la mochila invisible un anillo muy hortera de oro con un pedrusco de diamante enorme y muy caro—. Se le cayó a un monstruo. Mi anillo familiar era mucho más chulo; pero debí perderlo en el despeñamiento porque cuando me desperté, tras el accidente, en casa de Eleone, ya no lo tenía. Por eso guardé este para cuando tuviese que pedirle matrimonio a... a alguien —finalizó—. ¿Qué te parece?

—Muy... ¿grande?

—Sí, es precioso... Pero Ele es muy celosa y no puedo darle un anillo a Raine y ninguno a ella. El señor de la tienda esa de ahí, ese que me mira con cara de querer asesinarme, vende unos de plástico para niñas muy bonitos. Como hoy tengo dinero vamos a ver si quiere venderme uno...

Los dos hombres se acercaron a la ventanilla desde la que atendía el dueño de la tienda.

—Buenas... —musitó Laguna.

En lugar de contestarle, el tendero le presentó el siguiente panel para que Laguna eligiese la respuesta que más le gustase y darle otra para fastidiarlo:

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A) Buenas, estando tú, imposible. Lárgate con viento fresco antes de que te rompa la cara.

B) A ti no te vendo nada, como no sea una ración de veneno para que te la tomes. Esa te la regalo gratis.

C) Mi obligación de tendero me lleva a preguntarte qué quieres, aunque luego no te lo venda. Pero me paso mi obligación de tendero por el forro y no te pregunto nada.

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«Qué panel tan bueno ha presentado este hombre», se admiró Squall.

«Sí que lo odian, sí... El caso es que si no fuese porque intenta robármelas a todas me caería bien. Se nota que es un tipo majo»

Laguna optó por no elegir ninguna opción y él y Kiros se alejaron unos metros del tendero para cuchichear a gusto:

—Cómpralo tú que a mí no va a venderme nada...

—¿Y si no me lo quiere vender por ser tu amigo?

—Pues dile que no me conoces... Necesito un anillo.

Kiros se acercó solo al tendero y le dijo:

—Muy buenas tenga usted, amable y diligente señor tendero... No es que yo sea amigo de ese tipo o algo parecido... Sólo es que íbamos en la misma dirección y por eso llegamos juntos... —improvisó—. Desearía un bonito anillo de plástico para una niña de cinco años...

El siguiente panel apareció en el paisaje:

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A) Los anillos de plástico valen 1 gil; pero por haber llegado a la vez que Laguna te cobraré 1000 giles. Lo tomas o lo dejas.

B) Los anillos de plástico valen 1 gil; pero por haber llegado a la vez que Laguna te cobraré 1000 giles. Lo tomas o lo dejas.

C) Los anillos de plástico valen 1 gil; pero por haber llegado a la vez que Laguna te cobraré 1000 giles. Lo tomas o lo dejas.

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—Esto... lo tomo... —No tenía otra elección.

Y así, gastando los últimos 1000 giles que Squall y los suyos habían ganado con el sudor de la frente, se hicieron con un bonito anillo dorado con un pedrusquito, también de plástico, rosa. Después se encaminaron a casa de Raine a darles la sorpresa a las chicas.

El camino de regreso fue más de lo mismo: peleas contra machos desesperados por hincarle los piños, en el caso de los kedachikus —que a pesar de ser orugas gigantes tenían los dientes muy afilados—, y, en el caso de los mosquitos gigantes, su perfectamente afilada boca con la clara intención de envenenarlo o volverlo loco; además de quitarle un montón de puntos de vida con el daño, pues con él no usaban anestesia. Sin embargo, donde más peligró la vida de ambos jóvenes fue en el ceda el paso de chocobos: las prisas de Laguna por llegar y pedirle a Raine matrimonio de una puñetera vez habían hecho que se saltase el ceda el paso y arrollase a un chocobo que estaba cruzando. El animalillo mostró tener muy mala leche, debía ser pariente lejano de Boko, pues se pasó las disculpas de los jóvenes por las plumas y se lió a picotazos con ellos. Después los estuvo persiguiendo durante un buen rato echándoles magias meteo.

Cuando por fin consiguieron llegar al bar de Raine oyeron hablar a las chicas desde la parte de arriba y subieron las escaleras. Como perfectos cotillas que eran se quedaron agazapados, para espiar la conversación.

«¡Qué cotillas!»

«Esto se pone interesante, jeje.»

Las dos chicas estaban en el bonito dormitorio de dos camitas que compartían; en él también tenían un rincón con una mesita baja redonda un sofá y dos sillones. La estancia, decorada con plantas, ofrecía un aspecto muy acogedor.

—¡Raine, no te casarás con el tío Laguna!

—Sí me casaré.

—¡No, el tío Laguna se casará conmigo!

—¡Jajajajajajaja! ¡Pero si solo eres una niña de cinco años!

—¡Pero creceré, y seré más guapa y más alta que tú!

—Deja de decir tonterías. ¡Además, Laguna tiene que casarse conmigo, me lo debe! Lo recogí todo estropeado. Me lo traje y lo curé a pesar de los gritos que pegaba, me lo cepill... eh, quiero decir, lo mimé mucho, a pesar de su resistencia. Me he entregado a él en alma y cuerpo durante todo este tiempo, y él tan fresco... Dice que quiere ser periodista, tener una profesión antes de pensar en casarse; pero yo no lo he visto ni siquiera leer una revista... No sabía ni que sabía leer... Pero sí sabe porque ha sido capaz de leer la portada de la revista de la boda de la famosísima Julia. Cuando se trata de conversar de algo serio, como es que formalicemos de una puñetera vez nuestra relación, se escapa. Ronca como un oso muchas veces y habla dormido mientras me esfuerzo en que se despierte y responda como un hombre...

—Pues si te guzta tan poco, déjamelo a mí, que a mí me gusta mucho todo. Me gusta cuando ronca como un osito; aprovecho para ponerle encima los peluchez y jugar a que viene el lobo. Me muero de riza cuando se despierta todo azuztado. ¡Jajajajajajaja! Y si no zabe leer, me da igual, yo tampoco zé.

—¡Claro que me gusta, pero es que preferiría que, en lugar de dormir, me hiciese más caso!

—Raine, tú no te preocupez, que cuando me case con el tío Laguna dejaré que vivas con nozotros. Seremos muy felices los tres.

—¡Sí, lo seremos, pero cuando se case conmigo!

Kiros cuchicheo:

—Laguna, creo que será mejor que entremos y lo aclares todo de una vez...

«Eso, da de una vez la cara, como un hombre.»

—Sí... Cuando le dé a Ele el anillito, llévatela al bar y así puedo hablar tranquilamente con Raine.

—De acuerdo.

—Allá voy...

El joven de cabellos negros hizo una espectacular entrada en la que casi se cae escaleras hacia abajo. Después, cojeando, se acercó a las chicas.

Eleone corrió a abrazarlo:

—¡Tío Laguna amor mío, qué alegría que hayas vuelto!

—¡Mi chica guapa, mi cosa bonita! —Laguna la cogió en brazos y le dio un par de besos. Después la depositó en el suelo—. Hoy he traído un regalito para mi princesita.

—Flores, como siempre... —se adelantó Raine.

—Pues sí, he traído flores —Laguna sacó de la mochila el ramo de margaritas y se las dio a la pequeña.

—¡Hala, cuántas, hoy me has traído muchas margaritas blancas! —exclamó entusiasmada. Cogió el ramo y corrió a colocarlo en el jarrón que tenía reservado para las flores que Laguna le traía todos los días.

—Y ésta es para ti, Raine. —Le tendió la preciosa y carísima rosa roja de importación.

—A mí una sola flor... como siempre... —La cogió algo decepcionada; después de ver que a Ele le había regalado un ramo en lugar de una única margarita, había esperado que a ella por lo menos le trajese una docenita de rosas.

—Pero las flores no son lo único que he traído, hay algo más para mi princesita.

—¡¿Qué es? ¡¿Qué es? —preguntó ilusionada la niña.

—¿Y a mí no me has traído nada más? —espetó Raine.

—En realidad he traído un regalo para cada una... primero el de Eleone, por haber sido una niña tan buena.

El joven se metió la mano en el bolsillo y sacó el anillo equivocado.

—¡Hala, un anillo de verdad para mí! —exclamó Ele y se hizo con el tesoro antes de que Laguna pudiese rectificar su error.

—¡Espera, Ele, mira éste!

Laguna sacó el de plástico y lo mostró con la esperanza de que le gustase más que el otro y lo cambiase.

—¡Eso no será para mí, ¿verdad? —temió Raine.

—Uno de pláztico para Raine... jejeje... —se regocijó la pequeña mientras se ponía el de oro y diamantes.

«¡Jajajajajaja!», reía malévolamente, a causa del equívoco, la otra mente de Laguna.

«Menuda, equivocación, y eso que no es miope —pensaba la otra mente de Kiros—. A ver cómo sales de esta, macho. Lástima que no esté aquí Selphie para verte hacer el ridículo.»

La joya le venía tan grande a Eleone que el peso de la piedra y la gravedad hicieron que, al levantar la manita para mostrarlo, el anillo se diese la vuelta de forma que el gran pedrusco quedó colgando hacia abajo.

—Te viene grande —se acogió Laguna—, quizás este te quede mejor... —ofreció el de plástico, esperanzado.

—Te queda fatal... —rezongó Raine.

—Nada, nada, no te preocupes, tío Laguna amor mío, que ezto lo arreglo yo enseguida... —La niña cogió celo y con él se fijó el anillo en la manita—. ¿Ves?... perfecto, jeje... —se alegró y lo mostró pletórica—. ¿Vezz, Raine?, no sólo soy la princesita del tío Laguna y tú, no, sino que me regala un bonito anillo de verdad y a ti uno feo de plástico. ¡Mira, mira cómo brilla la piedra ezta tan gorda y la ridícula y pequeña rosa tuya, no! ¿A que el mío es más bonito, verdad, tío Laguna?

Incapaz de sacar a la pequeña de su error y darle un disgusto monumental, el joven de cabellos negros dijo:

—¡Claro, el tuyo es requetebonito! —Parece ser que prefería que el disgusto se lo llevase Raine.

«Me gustará ver cómo sales de esta, jeje», se animó Squall.

«Se nota a leguas que este tío no es rival para mí. No tiene mi don de féminas ni mi savoir faire, se alegraba, por su parte, Irvine.

—Laralalá, zoy tan feliz... —canturreaba la pequeña mientras bailaba y daba vueltas, mostrando el anillazo pegado con celo a la mano, para que todos pudiesen admiradlo bien.

Laguna aprovechó para darle un codazo a Kiros que tuvo la virtud de sacarlo del estado estupefacción en el que lo había colocado el tremendo equívoco que su amigo había sido incapaz de aclarar.

—¿Eh...? —musitó.

—Kiros, ¿no me decías antes que querías bajar al bar con Eleone para... para...?

—¡Es verdad! Ele, guapa... ¡Te invito a una partidita a la Oca para celebrar el regalo tan bonito que te ha hecho Laguna!

—¡La Oca, mi juego favorito! ¡Vamos, vamos!

La niña corrió escalera abajo, Kiros la siguió y dejaron a solas a la pareja.

«Llegó el momento de la verdad. El momento en el que este tío seguro que hace una vez más el más espantoso ridículo y saldrá trasquilado; algo de lo que no puedo alegrarme, a mi pesar, pues lo sentiré en su propio cuerpo como si fuese el mío»

—Raine... —musitó Laguna, desentendiéndose del duende y tendiéndole a la muchacha el anillo de plástico—. No es así como lo había planeado todo... En realidad el tuyo iba a ser el que ha cogido Ele; pero me equivoqué de bolsillo y como ella está tan ilusionada, me ha sabido mal sacarla de su error... Toma... esto es lo que hay...

Raine cogió el anillo y se lo puso en la punta del meñique al tiempo que decía:

—¿Qué quieres que haga con este ridículo anillo, que ni tan siquiera me cabe?

—Puedes colgártelo con una cadenita al cuello...

Raine iba a arrancarse del dedo con violencia el anillito, tirarlo al suelo y pisotearlo con rabia cuando las palabras del joven la detuvieron.

—... porque es nuestro anillo de compromiso...

—¿Qué... qué... qué has dicho?...

—Que si quieres casarte conmigo...

—¡Laguna, por fin! —La chica lo asaltó: se colgó del cuello de Laguna, se incrustó contra el cuerpo y le respondió primero con un apasionado morreo.

«¡No, otra vez, no! ¡Socorro!»

—¡Sí, sí, sí, sí quiero!

—Pero primero tengo que conseguir un empleo de periodista que tengo casi seguro. ¡La señora Florencia va a hablar con un amigo suyo que es dueño de una revista muy famosa! En tres o cuatro meses habré ganado el dinero suficiente como para poder pagar los gastos de la boda y nos casaremos.

—No hace falta esperar tanto, yo pagaré —Tenía prisa por cumplir su mayor deseo.

—Eso no es negociable. Quiero tener un empleo para poder ayudar en los gastos de la casa a mi futura esposa y mi hijita adoptada. Ya he abusado demasiado de vosotras...

—¡Mi futura esposa, qué bien suena! ¡Como quieras! —accedió. Estaba tan contenta que no le importaba atrasar la boda unos meses, después de todo, aunque aún no estuviesen casados, podía usarlo como si lo estuviesen—. ¡Ahora vamos a celebrarlo a lo grande!

«¡Nooooooooooooo!»

Raine cogió a Laguna de la mano y lo arrastró escalera abajo rumbo al dormitorio que ocupaba Laguna donde pensaba dejarlo más exprimido que a un limón.

¡Tras, tras, tras!, resonaron los pasos al bajar la escalera corriendo.

—¡Laguna y yo nos vamos a su dormitorio a celebrar nuestro compromiso! —les gritó a Kiros y Ele, que estaban inmersos en una apasionante partida de Oca.

¡Cataplum!, el portazo al salir la pareja casi los deja sordos.

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—¡Ven pacá, cordero, que voy a arrancarte la ropa a mordiscos!

—¡Ja, ja, ja, ja, Raine, qué cosas tienes! —reía Laguna, mientras, por costumbre, corría por el dormitorio y Raine lo perseguía.

«¡No, no, no!»

—¡Te atrapé, ahora no te escaparás! —La muchacha lo lanzó a la cama y se tiró sobre él.

«¡No, no, no!»

No exactamente como había dicho, pues usaba las manos para desnudarlo mientras lo asfixiaba a besos, Raine se deshizo de la chaquetilla y la camisa de Laguna. Después se quitó el suéter y se quedó con un bonito sujetador rosa.

—¡Voy a hacerte mío una y mil veces! —afirmó y empezó a despasarle los botones del pantalón.

«¡No, no no! ¡No voy a poder soportarlo! ¡No quiero dejar de ser virgen, otra vez, en el cuerpo de otro!... Noooo... Oh, muero...», el sistema de autodefensa interior de Squall, por la salud mental del joven, prefirió hacerle caer en un profundo trance cercano a la muerte.

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¡Catacrán, cris, cras, baang, ratatatata!, unos fuertes sonidos sacaron a Squall del trance.

«¿Qué pasa?, ¿qué pasa?»

—¿Qué pasa? —repitió Laguna, el cual estaba encamado con Raine.

—Nada —contestó la muchacha—, lo de siempre. Ele intentando llamar la atención para molestarnos.

—¡Socorro, tío Laguna, que me secuestran!

¡Catacrán, cris, cras, baang, ratatatata!

—No le hagas caso, sabes que siempre se inventa algo para que salgamos del cuarto y le hagamos caso.

—Pues imita muy bien el sonido de los disparos y de las ametralladoras...

—¡Socorro, auxilio, tío Laguna, que se me llevan!

¡Catacrán, cris, cras, crum, baang, ratatatata!

—¡No os llevaréis a la niña, tendréis que pasar sobre mi cadáver! —oyeron a Kiros.

—¡Zocorro, esta vez es de verdad!

—¿Y si esta vez...? —temió Laguna, auque la niña siempre usaba el mismo truco; pero esta vez había que decir que los efectos sonoros y Kiros hacían que la representación resultase muy auténtica—. Hasta Kiros parece...

—¡Ni caso, lo habrá convencido para que la ayude con alguna de sus gracias de niña consentida y mimada! ¡Nosotros a lo nuestro, que ya se cansarán!

—No sé...

«¡¿Pero a qué esperas a salir de la cama y comprobarlo personalmente?... Un momento, ¡estás desnudo! ¡Ni se te ocurra salir de la cama!»

¡Catacrán, cris, cras, baang, ratatatata!, se oyó; y después el más absoluto silencio.

—¿Ves? —dijo Raine—, ya se han cansado de hacer el tonto. Pues nada, sigamos con lo nuestro. ¿Por dónde íbamos?... ¡Ah, sí! ¡Yo iba a XXX y tú entonces XXX! ¡Ja, ja, ja, ja!

«¡No, no quiero ver eso!... ¡No, Dios mío!... Oh, muero otra vez...», el mecanismo de autodefensa de Squall entró de nuevo en funcionamiento.

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—¡Kiros está K.O.! ¡Ele! —exclamó Laguna cuando, tras haber rematado la faena con nota, él y Raine bajaron a la primera planta de la vivienda que había sido de los padres de Ele hasta que murieron para salvar a su hijita de ser secuestrada. Las paredes de la vivienda tenían muchos más impactos de bala que antes; algunos incluso echaban humo, y que esto fuese imposible no los detenía—. ¡No veo a Ele! ¡Mi Ele, ¿dónde está? —cogió a su amigo por la solapa y empezó a zarandearlo, exigiéndole una respuesta.

«Que lo despertases ayudaría», le hizo ver Squall, que se había despertado tras el primer berrido de Laguna.

—¡Tienes razón! —Laguna le echó una cola de fénix a su amigo.

—Cof, cof, cof... Laguna, ¿por qué no viniste a ayudarnos?...

—¡Creía que era mentira! ¡Una estratagema de Ele para impedir que Raine y yo hiciésemos el amor salvajemente, una vez más! ¡Es que muchas veces se inventa cosas para interrumpirnos y su historia favorita es que la secuestran!

—Pues esta vez era cierto...

—¡Oh, no!

—Han sido los de Esthar, llevaban el mismo ridículo uniforme que cuando nos los cruzamos en Centra.

«Es verdad, iban muy horteras.»

—¡Mi Ele!

—¡Nooo, Ele, mi pequeña y adorable Ele!... ¡No, buaaaaaaaa! —empezó a llorar estrepitosamente Raine.

—¡Mi Ele, buaaaaaaaa! —se le sumó Laguna.

«¡Deja de lloriquear y compórtate como un SeeD, que no eres! ¡Quiero decir que hagas algo útil por esa adorable pequeña!»

—¡Tienes toda la razón! ¡No es el tiempo de las lagrimas, sino de la acción!

«¡Eso!»

«¡Eso!»

—¡Eso! —aprobaron, Squall, Irvine y Kiros.

—Lo siento, Raine, tendremos que aplazar la boda hasta que rescate a Eleone.

—¿Y no podríamos casarnos antes?...

—No da tiempo, tengo que partir ahora mismo y no hay ningún cura de urgencias en Winhill que pueda casarnos in extremis.

—Si no hay más remedio...

—Kiros, esto es lo que haremos: En primer lugar iremos a por Ward, vamos a necesitarlo más que nunca. Después pasaremos por Timber, que nos pilla de paso hacia Esthar, y conseguiré el empleo. Vamos a necesitar dinero para financiarnos el viaje de rescate, y puedo conseguirlo mandando artículos de los sitios por los que pasemos. Y de Timber, ¡hacia Esthar, a recatar a Ele! ¡Lo haremos, podemos conseguirlo! ¡Los tres juntos seremos imparables!

«¡Bien, bravo!»

—¡Bien, bravo! —exclamaban Irvine y Kiros, contagiados de la euforia de Laguna.

—¡A Dios pongo por testigo de que no descansaré, no comeré, no dormiré, no respiraré, hasta que encuentre a Ele y la traiga de vuelta a casa!

«Pues como a este tío se le ocurra dejar de respirar desde ya, vamos apañados...»

¡PIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII!

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Notas de autora: Espero que os haya gustado el capítulo, que no ha estado a la altura de mis expectativas. No obstante, el tiempo alejada del fic ha hecho que en cierta forma se resienta. Espero y deseo en el próximo estar más en forma.

Ahora, un cambio respecto al primer disco: tras mucho meditarlo, a partir de este segundo libro contestaré a las reviews por privado por varias razones:

1) Y más importante: así las iré contestando según las reciba. Vosotros no esperaréis tanto y yo, en cuanto termine el capítulo podré colgarlo enseguida, en lugar de ponerme entonces a responder reviews atrasadas; lo que retrasa en varios días la subida del capítulo.

2) El número de letras del fic será real, y no tan inflado como ha resultado en el primer Disco; lo que hará que se asusten menos los lectores que se acerquen a leerlo.

No obstante, las reviews que reciba de personas que no tengan cuenta, las seguiré contestando al final del capítulo.

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¡El apartado de publicidad!: ¡Si realmente os gusta reír, pasad por el fic de FF7 que Ayumi ha escrito! ¡Está genial, superdivertido y completo! ¡No os arrepentiréis! ¡Id, leed dos o tres capítulos y, si no os convence, venid y echadme el puro! XXD Podéis llegar a él a través de mi profile en mis historias favoritas.

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Bueno, antes de despedirme repito que deseo de todo corazón no haberos defraudado con este primer capítulo del disco 2, y haberos arrancado aunque sea algunas sonrisas. Prometo esforzarme mucho en el próximo.

Y ahora... ¡a mandar muchos reviews y no seáis demasiado crueles conmigo!

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Respuesta a los lectores sin cuenta:

Lily: Hola, (^^)

Por fin te respondo después de tanto tiempo; pero al no tener cuenta, pues ya sabes, me ha resultado imposible hacerlo antes.

Ya has visto en este capítulo que el pobre Squall sigue con su mala suerte: encima de todo lo que le pasó en el disco 1, ahora va y se despierta dentro del cuerpo de Laguna... ¡y teniendo que volver a dejar de ser virgen en el cuerpo de otro!... Menos mal que su mecanismo de defensa acude en su favor y lo deja K.O. Si no, imagina, vivir el momento en el que tus padr... Mejor no digo nada; no quiero adelantarme a los acontecimientos ni desvelar uno de los secretos de la historia xD

¿Qué te han parecido Raine y Ele? ¿Las has encontrado muy diferentes a cómo los de Square pretendieron hacer creer que eran?... Y lo más importante: ¿conseguiste terminar el juego?

Rinoa también es uno de mis personajes favoritos (mi favorito es el pobre, abandonado, solitario, desgraciado e introvertido Squall) y me alegra que te guste cómo la trato.

Dile a tus amigas, si es que aún me leen, que se animen y me dejen algún mensajito que alegra mucho y anima a seguir escribiendo.

Bueno, me despido deseando que este capítulo no te haya decepcionado. ya me dirás (^^)

PD: Siento que ni Laguna ni Kiros hayan usado un resucitador de Guardianes con Shiva e Ifrit; pero es que: ni tenían, ni saben lo que es un GF y, más importante, no había señales de Ifrit ni Shiva. En esta ocasión, Laguna no tenía enlazado ningún G.F ¿Qué significará eso?... Las respuestas en el próximo capítulo... ¿o no?