Disclaimer: Hetalia no es mio, tampoco sus personajes, aunque hacen un excelente fanservice.
Advertencias: Lemon, (o algo asi) y no se si es shota, pero no creo.
Notas: alquien que lo lea por favor, solo, tan solo un review me hara feliz!
yyyyyyy esta historia no tiene nada de sentido historico ya que Seanland es a partir de la segunda guerra mundial, pero no importa, para pasar el rato basta (no me jusguen, por eso aclaro D:)
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Odiaba al caballero ingles. No era una gran noticia para los demás, todos lo sabían; y el no se cansaría de repetirlo.
Sealand, era una pequeña nación que a dudas penas cruzaba su infancia. Solitario. No tenía a nadie con quien jugar, en especial cuando su hermano mayor lo ignoraba tano. ¿Porque? Bueno, había una causa bastante obvia surcando el océano.
América.
Ese joven idiota al que frecuentaba mas que a el. Le llamaba hermano pero… ¿Quién llamaría hermano a un desconocido que encontró del otro lado del agua?
Aparentemente, Arthur.
Y estaba harto; cansado de que toda la atención se le diera a un mimado muchacho que se daba la dicha de ser una colonia inglesa.
Sabia de antemano, que el americano no tenia la culpa, si no su hermano por criarlo asi. Un momento… Si el idiota e Inglaterra eran hermanos, y este a su vez el suyo… ¿El mimado rubio seria su hermano también? Aquel razonamiento le caso una idea representada en una sonrisa, y una bastante maliciosa.
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-Eh, ¿Quién eres? – Indagó amable el joven, de no más de 16 años. El doble que él.
-¡Soy Peter!- batalló en conseguir la mejor sonrisa fingida en su vida, pero pareció resultar al ser correspondida. –Soy el hermanito de Arthur, y el tuyo también.-
- Alfred, bienvenido.- una mueca de agrado le acompañó el saludo.
-¿Te puedo llamar Alfy?- con ese sonrojo, solo le dio a entender, que era demasiado fácil de persuadir.
-¡Se… Of course!- cantó.
-¡Y!... ¿te puedo contar algo?- cruzó sus piernas y se encogió de brazos, desviando su mirada totalmente al piso, donde se entretenía haciendo mini círculos con su pie derecho.- Es un secreto que Arthur me dijo que no le dijera a nadie.- el semblante del mayor se torno serio, y sobre esto, el menor fue más astuto. –En un lugar mas privado por favor.-
América ladeo la cabeza, apenas se habían conocido y le estaban a punto de confesar asuntos privados.
¨Cielos, debo inspirar mucha confianza.¨- se convenció.
Mirando precavido a los lados le hizo un ademan para que caminara a su lado. Una vez en una pequeña sala recóndita el niño preséntele abrazo llorando, restregando sus lágrimas contra el pecho del americano, quien en ese momento solo atino a consolarlo.
-A-Arthur…- gimió -¡Arthur abuso de mi!- ahogó su llanto contra ese aromático chaleco, separándose apenas para tomar aire y ver el rostro del rubio.
-¿Qué? Él no haría algo asi.- presiono el cuerpo del chico al abrazarlo. No era nada que no pudiera controlar, simplemente un bombardeo de dudas, de intriga remojada en odio y de impotencia al no poder hacer nada por la infancia destruida de su hermanito.
-¡¿Tu tampoco me vas a creer?!- los ojos del mayor se abrieron sorprendidos. – ¡Lo hizo!- Una y otra vez hasta que logre escapar. Tu eres mi única esperanza, Alfred, ¡tu debes detenerlo antes de que lo haga de nuevo!- chilló angustiado, estrujando las humedecidas prendas que tenia delante de él. En verdad, el drama teatral era un maravilloso don que se le había entregado. Y es que, una mentira piadosa no le hace daño a nadie, ¿cierto?
Sin embargo, un sentimiento horrendamente agobiador entro en el alto muchacho ¿seria verdad? ¿Como un caballero ingles tan educado y amable se atrevería a tocar a un niño de tal forma? peor aun si era su hermano.
¨Tuve suerte de no ser abusado también, de no ser por la distancia…¨
-¡Basta! De ahora en adelante yo te cuidare. Me enfrentare a Kirkland antes de que sea mas peligroso… yo… ¡seré tu héroe!- lo despego de su cuerpo para ver su hinchado rostro y sus ojos vidriosos.
-Ten cuidado.- musitó suave. Se trepo a la cama sollozando y luego de ser acobijado por un nervioso americano concilio el sueño aliviado.
Mejor dicho, encantado. Hervía de emoción por ver la cara del europeo cuando le reclamasen por algo tan grave como lo que había inventado; y todo gracias a la torpe bondad (ignorancia) del rubio americano.
¨Ambos son unos idiotas, espero que se destrocen entre ellos.¨ A los ocho años, ese niño sufría de una gran insanidad.
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reviews? :C
