ADAPTACIÓN. Ni los personajes ni la historia me pertenecen, está adaptado por Martasnix.
Comenzamos con el Libro 9 de esta saga, espero que al igual que los anteriores también les guste. Gracias a quienes comentan, leemos todos los mensajes.
Capítulo 1
Shaw pisó el acelerador y de inmediato el velocímetro se deslizó a 60. El aire fresco de la noche cortaba su garganta y congelaba el aliento que salía a través de su nariz. Su piel se estremeció. La adrenalina se apoderó de su torrente sanguíneo. El asfalto se desplegaba bajo sus luces como una franja de plata girando a través de chocolate oscuro, una provocación seductora, instándola a dejarse llevar en los placeres privados. Un error, un mal cálculo y la enorme moto podría salirse de la carretera girando hacia el denso y oscuro bosque. Shaw rió contra el viento…nunca se había sentido tan viva como cuando se encontraba en peligro. Una vibración débil contra su muslo izquierdo, le indicaba una llamada en su celular, escondido en el bolsillo interior de su túnica de cuero. Quien sea que estuviese llamando, no era uno de los Renegados. Nadie en el club la llamaría a mitad de una carrera. Había pasado dos años y medio trabajando a su manera para llegar hasta las jerarquías del club, de prospecto a miembro con derecho a voto, pero todavía era una teniente. Si el presidente del club, quería suspender la carrera o cambiar las órdenes, estaría llamando a Quincy, su vicepresidente, no a ella. Y Ramsey, estaba condenadamente segura, no le estaría llamando por un teléfono que él ni siquiera sabía que poseía. Alejó la llamada de su mente y mantuvo la velocidad constante. Finalmente estaba acercándose a su objetivo y todo lo demás podría esperar…sobre todo el representante que estaba en su puesto para mantener felices a los burócratas. La enorme Harley ronroneó entre sus muslos. La carretera giraba hacia el norte hasta Bitterroots y a las 23:30 en una noche fría de diciembre, los caminos estaban desiertos. Le gustaba andar en moto por la noche, incluso en invierno, aunque las maniobras nocturnas eran siempre más difíciles. Tres de ellos habían salido por su cuenta, a kilómetros de cualquier contingencia, para reunirse con un grupo de fanáticos que les duplicaban y superaban en armas. Locos sueltos con armas cortas. Las organizaciones paramilitares a menudo ignorantes y los clubs de motociclistas, estaba en la misma ola anarquista, vinculando a todos los rebeldes y bandidos que vivían al margen de la sociedad, ignorando la ley y el orden, amenazando el statu quo. En cierta forma, la comparación era cierta…ambos grupos evitaban las leyes impuestas por un gobierno que no reconocían y protegían su territorio con armas y sangre. Internamente, sin embargo, los grupos eran fundamentalmente diferentes. Dentro del club, la lealtad absoluta era un hecho. Nadie traicionaba al club, nadie entregaba a un hermano o hermana, nadie acusaba a un miembro o compañero del club. El sacrificio por el bien del grupo estaba arraigado. La milicia era diferente. Lo primero que notó cuando tuvo que lidiar con los grupos paramilitares de extrema derecha, como el de las Forces for a Liberated America, era la poderosa y hambrienta competitividad en plena ebullición por debajo de la rígida jerarquía. El general podría exigir obediencia a través de la fuerza, pero la cohesión interna que hacía una familia fuera del club, se estaba perdiendo en el campamento. En alguna parte encontraba a alguien dispuesto a negociar por dinero o poder y estas grietas internas en la milicia era exactamente lo que ella necesitaba para entrar. Delante de ella, la luz trasera de la moto de Quincy parpadeó y él desaceleró. Shaw frenó acomodándose en fila india entre él y Armeo, quien se mantuvo en la retaguardia. Salieron de la carretera principal y se internaron en un camino relleno de grava, resbaladizo por el hielo de la reciente precipitación. Su rueda trasera patinó en la superficie lisa y ella apoyó la pierna para ayudar a estabilizar la Harley mientras patinaba nuevamente para mantenerse alineada. La descarga de adrenalina la dejó momentáneamente colocada. Le encantaba la libertad de adentrarse en la oscuridad sin las trabas de las barreras de metal y vidrio, a pesar del riesgo. No le temía a la muerte, solo a una vida irrelevante. Se detuvo detrás de Quincy haciendo una maniobra semicircular y apagó el motor, pisó con fuerza el suelo y desmontó. Dos Hummer estaban paradas al otro extremo, la salida de lo escapes provocaban una corriente de aire gélido, como si fuera el aliento de dos monstruos prehistóricos. Durante la temporada turística la zona se llenaba de excursionistas, pero ahora, en mitad de la noche y en un camino que no llevaba a ninguna parte excepto a los lugares más elevados de las desiertas montañas, podrían haber estado en un planeta lejano. Los pinos imponentes bordeaban la carretera a ambos lados, empequeñeciéndolos en ese pequeño claro. El mirador daba una vista hacia la profunda oscuridad. Ella balanceó su casco sobre el tanque y acomodó su delgada gorra negra sobre las orejas. Su cabello corto y rizado sobresalía debajo de los bordes a lo largo de su cuello. Armeo, casi de la misma estatura y casi indistinguible con el gorro negro, los pantalones de cuero, la chaqueta y botas negras, se acercó a ella.
"No me gusta esto" murmuró él.
"Solo quédate tranquilo, pero prepárate" murmuró ella. Cuando Quincy avanzó hacia las Hummers, ella deslizó la mano en el bolsillo delantero derecho de su chaqueta, agarrando su Glock (pistola semiautomática) y caminó siguiendo los pasos de Quincy.
Un hombre bien afeitado con chaqueta de piloto, uniforme y botas de paracaidista, salió de la primera descomunal SUV. 6,3 pies de alto, esbelto aún en ropa de invierno, sin sombrero, su cabello oscuro corto hacía que su rostro y cabeza alargada parecieran una bala. No lo conocía, pero sabía por su expediente lo que tenía que saber. Augustus Graves…61 años, ex agente de las fuerzas especiales del ejército, ex-especulador inmobiliario. Había cometido asesinato por un negocio de tierras con los promotores de la comunidad turística de Bear Lake, a mediados de los 90 y luego se perdió de vista. Una década más tarde resurgió autoproclamándose el general de los FALA, una de las más grandes y mejor organizadas de las organizaciones paramilitares de derecha. Se rumoraba que tenían partidarios poderosos en ambos lados de la ley y el trabajo de Shaw era averiguar quiénes eran. Y qué tipo de riesgo para la seguridad representaba la FALA. Dos hombres jóvenes con similar uniforme militar, cada uno con un rifle de asalto colgando a través del pecho, salieron detrás del hombre y tomaron posiciones ligeramente a su espalda y a los lados. El trio se acercó a paso firme, pero con cautela, hasta llegar exactamente al centro del cono de luz que arrojaban las Hummers.
"Veo que el clima no te detuvo" dijo Graves con voz ronca de barítono. Sus brazos descansaban libremente a sus costados. No extendió su mano para estrecharla con Quincy.
Quincy se encogió de hombros, su chaqueta de cuero crujiendo con el aire helado "No hay muchas cosas que nos detenga"
Graves esbozó una sonrisa, sus ojos azul pálido escudriñaron a Shaw y Armeo. Nada reflejó su expresión, pero su mirada de detuvo por más tiempo en Shaw que en Armeo. Ella le devolvió la mirada sin pestañear. Después de un segundo, él volvió su atención a Quincy
"¿Tienes las muestras?"
"Justo aquí"
Shaw dio un paso atrás seguida de Armeo y Quincy esperó hasta que Graves se acercó a su lado. Los dos hombres caminaron a la vez hacia las motos y ella y Armeo los mantuvieron a ellos y a los guardias de la FALA que los seguían, vigilados. Cuando el grupo llegó hasta las motos, Shaw se movió hacia la de ella y desató el saco de dormir que estaba en la parte posterior. Se apoyó en el amplio asiento de la Harley y bajo la luz de la luna desenrolló la manta para exponer un rifle de asalto Kalashnikov. Quincy y Armeo hicieron lo mismo, exponiendo unas pistolas semiautomáticas y unas metralletas.
Uno de los hombres jóvenes de Graves silbó entre dientes. El otro dijo "Fantástico"
Graves extendió la mano hacia el rifle que estaba apoyado en el asiento de Shaw "¿Puedo?"
"Sea mi invitado" dijo Shaw metiendo la mano nuevamente en su chaqueta. No esperaba que hubiese ningún problema en ese momento crítico…la traición probablemente ocurriría durante la transferencia de la carga total…pero quería cubrir toda posibilidad, por si acaso. Graves levantó el rifle, revisó el visor y miró a través del telescopio nocturno integrado. Su expresión no cambió "¿Cuántos puedes conseguir?"
Shaw no respondió, a pesar de que era ella quien tenía la conexión para el armamento. Reglas del club. Quincy estaba a cargo. Él dijo "Todas las que puedas manejar"
"¿Cuánto?"
"Mil quinientos por las grandes y ochocientos por las armas"
Graves miró nuevamente a través del telescopio "Mil y quinientos"
Quincy se quedó en silencio por un momento y luego con una rápida inclinación de cabeza dijo "De acuerdo"
"Vamos a empezar con un centenar de cada una"
"No hay problema" dijo Quincy como si ellos movilizaran miles de dólares en armas ilegales cada día. Esa era una orden grande, más grande que cualquier otra que Shaw hubiese presenciado. Dondequiera que sea que estos individuos estuviesen recibiendo su dinero, era de alguien con influencia ¿Y que iban a hacer ellos con un centenar de rifles de asalto? ¿Comenzar la 3ra guerra mundial? Pero mantuvo su expresión neutral y aprovechó la oportunidad para darles un buen vistazo a los tres hombres, para grabar sus rasgos en su memoria. Su memoria era fotográfica, nunca olvidaba un detalle en una conversación, podía esbozar los detalles exactos y era capaz de determinar con precisión su localización sin GPS, con una precisión de unos pocos cientos de metros, incluso después de una hora de viaje. Esos rasgos, su herencia genética de su madre matemática y su padre artista, hacían de ella la mejor en lo que hacía.
"Entonces hemos terminado aquí" el general miró a Shaw "Feliz Navidad"
Shaw le devolvió la mirada. Ho-púdrete-Ho. Ni siquiera recordaba que hubiesen previsto reunirse la noche de navidad. No era como si tuviese la intención de pasar la noche intimando frente al fuego con alguien. Como si alguna vez hubiese habido alguien…al menos alguien que ella pudiese arriesgarse a ver por más tiempo que un rápido polvo en el patio trasero de un club. Tenía que demostrar que era uno de ellos, después de todo. Miró a Graves hasta que su sonrisa se volvió más depredadora y finalmente él se dio la vuelta alejándose. Quincy y Graves negociaron un poco más acerca de cuándo y dónde se haría el intercambio, mientras ella y Armeo envolvían la mercancía nuevamente y aseguraban sus sacos de dormir en sus respectivas motos. Cinco minutos más tarde montaron y dieron la vuelta para su viaje de dos horas de regreso de las montañas hacia Silver Lake, la base de operaciones de los Renegados de Bitterroots. Su casa, durante los últimos dos años y medio. El teléfono volvió a vibrar contra su pierna. Una llamada de Root Groves, la única persona que tenía ese número, solo podía significar problemas. Shaw la ignoró.
"Feliz Navidad" dijo Lexa a Brock Núñez el nuevo miembro del equipo de seguridad de Clarke, mientras cerraba la puerta del piso y lo dejaba en el pasillo. Retiró de sus hombros el abrigo de lana negro, lo colgó en el perchero y se apoyó en la puerta para ver a Clarke descalzarse de sus tacones y colgar su abrigo en el respaldo del sofá situado frente a los grandes ventanales que iban del piso al techo. Más allá de los cristales, la Casa Blanca brillaba como una joya en medo del negro terciopelo de la noche. Acababan de salir de allí y no habían estado solas desde que las fiestas comenzaron doce horas antes. Para el presidente y su familia, a menudo las tradiciones privadas daban paso a las ceremonias públicas. A pesar de que el evento de hoy, con solo unas pocas docenas de amigos y simpatizantes de la familia, había sido un evento más pequeño y tranquilo que la fiesta oficial donde la Casa Blanca había albergado a cientos unas semanas atrás, la política tenía un trasfondo silencioso y omnipresente. Nunca le había preocupado la política. Había crecido en un mundo político. Viviendo en el extranjero con su padre como embajador, había aprendido desde joven que cada mensaje tenía un subtexto y muchas veces un significado completamente diferente de lo que se decía en voz alta. Nada era como parecía en la superficie y en cualquier lugar, menos en casa. En la casa de campo, llena de risas y arte, con su madre pintora y su padre que las adoraba, se había sentido segura, protegida y amada. Todo eso había terminado la mañana en que su padre subió al coche que explotó ante sus ojos, destruyendo el mito de seguridad que sus padres habían creado para ella con tanto esfuerzo. Desde ese momento, proteger la vida de aquellos que se le confiaban, se había convertido en su vida.
Clarke pasó los brazos alrededor del cuello de Lexa y la besó. Inclinándose sobre ella, amoldándose a sí misma a los ángulos y planos que conocía tan bien pero que nunca se cansaba de explorar, apoyó su mejilla contra el hombro de Lexa "¿Qué ocurre? Algo te ha entristecido"
Lexa rodeó con sus brazos la cintura de Clarke y acarició la piel suave por encima del escote posterior de su vestido de seda. Besó el cabello rubio sobre la sien y acarició con su nariz las ondas fragantes "Lo siento. Estoy bien. Sabes cómo me siento con estas festividades"
"Oh ¿el Grinch de las navidades está de vuelta?" Clarke rió suavemente y deslizó las manos sobre el pecho de Lexa "Sé que en realidad no lo dices en serio, hay algo más"
"Estaba pensando en estar a solas contigo. Realmente a solas"
Clarke echó la cabeza hacia atrás estudiando el rostro de Lexa "Soy muy egoísta. A veces olvido que no soy la única que vive en una pecera a causa de mi padre. Te he arrastrado en ella ¿no es así? La boda solo va a empeorarlo"
"Hey, no. No me estoy quejando. No cambiaría una sola cosa acerca de estar contigo" Lexa sacudió la cabeza, tratando de sacudir la melancolía "Hoy estuviste maravillosa como siempre. La prensa prácticamente estaba rendida a tus pies, aunque puedo ver porque" enterró sus dedos en el cabello de Clarke y la besó, lenta y delicadamente. Su corazón latía con fuerza cuando se alejó "Eres inteligente, hermosa, encantadora…"
"Lexa…" murmuró Clarke mordisqueando el labio inferior de Lexa "…si solo quieres un polvo conmigo, no tienes que halagarme"
Lexa rió y las nubes se desvanecieron "Cuando lo pones así… ¿quién podría resistirse?"
"Bueno, tu no, espero" Clarke echó hacia atrás un mechón de cabello negro que insistía en caer en la frente de Lexa "¿Seguro que estás bien? ¿Es la nueva misión?"
"No voy a negar que está en mi mente" Lexa agarró la mano de Clarke y la guio hacia el dormitorio "El terrorismo no se detiene en vacaciones…de hecho, las vacaciones son un momento ideal para hacer declaraciones. Necesito reunirme con mi equipo y empezar a avanzar en esto. Especialmente cuando la programación de Jake comienza después de Año Nuevo"
"¿Crees que lo intentarán nuevamente?" Clarke no pudo ocultar el temblor en su voz.
"No hay razón para pensar eso" enojada consigo misma por preocupar a Clarke, Lexa se quitó la chaqueta y la tiró sobre el sillón cerca de la cama "Pero no podemos suponer que no hay un plan de reserva y no podemos permitir que los terroristas crean que pueden lanzar un ataque contra el presidente de los Estados Unidos, sin exponerse a las represalias"
Clarke asintió con la mandíbula apretada y reflejando miedo en sus ojos "¿Qué planeas hacer primero?"
Lexa desabotonó su camisa y se la quitó junto a la elástica de seda "Lo primero es decidir a quién puedo interpretar en esto. Después tengo la intención de hablar con alguien que pudiese darme una idea más cercana de lo que está pasando con los grupos de la milicia"
"Baja mi cremallera" dijo Clarke dándole la espalda a Lexa "¿Quién?"
"Tengo algunos contactos que me pueden llevar con otros agentes que están monitoreando las organizaciones paramilitares. Podría cobrar algunos favores, pero voy a empezar por ahí"
"Supongo que no serás capaz de mantenerte alejada del trabajo de campo"
Lexa bajó la cremallera hasta la porción más pequeña de la espalda de Clarke, apartó los tirantes del vestido de noche de Clarke de sus hombros y la atrajo hacia su pecho. Besó el hombro de Clarke en la curva de su cuello "Lo haría si pudiera, pero no podemos darnos el lujo de tener fugas. Y la única manera de contener la fuga es limitar la información solamente en algunos. Todo aquel que sepa algo deberá tener las botas bien puestas en la tierra"
Clarke se puso rígida pero mantuvo su voz ligera "Eres la Directora Adjunta de la Oficina de Seguridad Nacional. No tienes que mojar tus botas"
Lexa deslizó el vestido de Clarke lentamente por sus caderas donde éste cayó hacia sus pies como un fondo resplandeciente bajo la luz de la luna. Deslizando sus manos hacia arriba por el torso de Clarke, tomó sus pechos y rozó con su boca la oreja de Clarke "Se lo que quieres. Voy a hacer mi mejor esfuerzo"
La cabeza de Clarke cayó hacia atrás sobre el hombro de Lexa y se arqueó entre las manos de Lexa "Sé que lo harás. Siempre lo haces"
"Te amo Clarke" Lexa giró a Clarke hasta que los pechos de Clarke rozaron su pecho. La besó, sintiendo sus cuerpos fundirse, sus espíritus unirse y el recuerdo de la perdida y el temor por el futuro desvanecerse. Solo estaba Clarke…y Clarke lo era todo.
