Hola,

Animada por mi calenturienta imaginación empecé a escribir cómo me imaginaba los 'tres asaltos' de los que Castle presume en el episodio 5x01. Poca información tenemos, pero le he estado dando vueltas para terminar escribiendo algo que espero que sea creíble. Y si no os lo parece, leed y opinad, por favor.

Cada 'asalto' estará narrado de forma diferente. Van a ser bastante subiditos de tono, así que no quisiera herir las sensibilidades de los lectores. Para no empezar 'a lo bestia', un pequeño capítulo para ponernos en situación:


"Hay una verdad universal a la que todos tenemos que hacer frente, tanto si queremos como si no. Todo finalmente termina. Por mucho que he esperado este día, nunca me han gustado los finales…El último día de verano…El capítulo final de un buen libro…Despedirse de un gran amigo. Pero los finales son inevitables. Las hojas caen. Cierras el libro. Dices adiós. Hoy es uno de esos días para nosotros. Hoy decimos adiós a todo lo que nos era familiar, todo lo que nos era cómodo. Estamos saliendo adelante. Pero precisamente porque nos vamos, y eso duele… Hay algunas personas que son tan parte de nosotros que estarán con nosotros pase lo que pase. Son nuestra tierra firme… Nuestra Estrella del Norte, y las voces de los pequeños claros en nuestros corazones que estará con nosotros… siempre." - Alexis Castle.


El discurso de graduación de Alexis aún resuena en mi cabeza, no es por que sea mi hija, pero hay que reconocer que ya apunta maneras de gran comunicadora. Miro a través de la ventanilla del taxi que me lleva de vuelta a casa y a duras penas puedo distinguir por dónde vamos con el aguacero que está cayendo esta noche.

La verdad es que este clima es apropiado para todo el dramatismo que se espera de esta situación. Me he esforzado delante de Alexis y de mi madre, y me he prometido a mí mismo que esta noche voy a ser fuerte. Nada de vaciar vasos de whisky uno tras otro pensando en lo que podría haber hecho para que cierta persona -increiblemente cabezota- entrara en razón. Nada de eso.

Mi hija está en lo cierto. Tan joven y se ha dado cuenta de una gran verdad: nada es para siempre. A mí me costó muchos más tropiezos... De hecho ahora estoy, metafóricamente hablando, de morros contra el suelo después de mi último fiasco con cierta persona -frustante y fascinante-. Ya me había noqueado en el suelo varias veces, y siempre me había levantado, pero hoy he caído a la lona, he reptado por el suelo y he salido del cuadrilátero.

No he podido aguantar más. Nadie puede decir que no lo he intentado, pero es una derrota amarga que me está quemando por dentro.

Ya distingo el cruce de mi loft. Hago una señal al taxista para que pare aquí mismo. Le pago y cruzo corriendo la calzada cayéndome el agua violentamente sobre la cabeza.

Llego al portal y me quedo mirando las gotas de lluvia dibujándose en el aire en frente de la iluminación de los escaparates. El olor a suelo mojado inunda mis fosas nasales cuando inspiro profundamente. Aunque ahora mismo parece el diluvio universal, quiero pensar que mañana saldrá el sol.

No me lo creo ni yo, pero tengo que ser optimista.

Entro, me sacudo el agua del pelo y me dirijo al ascensor.

No sé a quién quería engañar. Yo ya sabía que se iba a enfadar.

Todo un año he estado apareciendo en escena cuando ella se quedaba mirando al vacío, encerrada en sí misma, para distraerla como si fuese un payaso. Bueno, vale, lo soy. Y todo para que no cayese en el hoyo. Y siempre viviendo con el temor de que estuviera pensando en el caso de su madre, o peor aún, que hubiese decidido investigar por su cuenta y yo no lo supiera.

¿Y cómo ha podido vivir ella este último año? Ocultándome que me había oído el 'te quiero' que pronuncié cuando agonizaba tras el disparo. ¿Por qué lo haces, Kate? ¿Por qué te prohíbes ser feliz? ¿Quieres acabar siendo una mártir? ¿Quieres acabar como tu madre?

Entro en casa y aplaco mis malos pensamientos.

Tengo que ser fuerte.

Esta noche tengo que ser mi propia Estrella del Norte.


No sé si ha empezado a llover o lleva un rato... pero cuando me quiero dar cuenta estoy sentada en los columpios y calada hasta los huesos. Y parece que no me importa. O quizás es que no siento frío. No sé. Después de ver que iba a morir hace unas horas, contemplando mis dedos blanquecinos clavados en la cornisa de aquel edificio, lo peor que puede pasar es que coja una pulmonía.

Miro el césped abnegado de agua, con sus briznas brillantes a la luz de las farolas del parque, y recuerdo aquella mañana de septiembre, hace varios meses cuando el clima era más benévolo y su mirada, desde el columpio adyacente, me llenaba de calor diciéndome en definitiva que 'estábamos juntos en esto y que todo iba a salir bien'.

En aquel momento me sentí feliz. Pensé que poco a poco todo volvería a la normalidad, si es que esa palabra valía para definir nuestra relación. Pensé que juntos cogeríamos al culpable de lo peor que me había pasado en la vida, el asesinato de mi madre y el disparo que casi me lleva al otro barrio. Y pensé que entonces estaría preparada para vivir el resto de mi vida.

Por supuesto no me extrañó que pronto nos quedáramos sin pistas, pero él me ayudó a calmar mi ansia. Tampoco me extrañó que costara tantísimo esfuerzo aprender a convivir con el puñetero estrés postraumático, pensé que me estaba volviendo loca, rogué a mi psicólogo para que me medicara y me quitara 'esto' de la cabeza. Finalmente encontré la fuerza en mi interior que lo mantiene a raya. Una fuerza que nacía de sentirlo a él a mi lado día a día.

Pero lo que no me esperaba es que la persona en la que más he confiado en esta vida, la única que ha sabido llevarme, soportarme y comprenderme, me ha estado... 'entreteniendo' todos estos meses para... ¿protegerme? Dime, Castle, ¿con qué permiso? ¿Por que 'me quieres', dices?

Anoche me cabreé mucho.

Mucho.

Pero eso fue anoche.

Ahora lo veo de otra manera.

Podrías haber huido de todo esto, podrías haberte hecho el loco y volver a tu vida de escritor. Pero elegiste estar a mi lado, 'protegiéndome' dices tú. Vale, acepto 'protección' como, ejem, 'intromisión y manipulación de mi vida por simple supervivencia de mi persona'...

No me extraña, la verdad, porque si como tú dices 'me quieres' sé que tu manera de amar incluye ese tipo de 'protección': casi obsesiva pero a la vez encantadora. Nunca he provocado ese tipo de reacción en nadie, Castle. Por eso estaba asustada.

Estaba.

Ahora lo comprendo.

Si no me amaras así, no me gustarías tanto. Si no te provocara esa locura, no me atraerías tanto.

Tantísimo.

Mi corazón rebota de alegría sólo de pensar en ello. Y yo al principio pensaba que era porque tenía secuelas de la bala que me rozó el ventrículo. Pero no, estoy bien, te lo puedo asegurar, he hecho todas las pruebas posibles. Todas.

Este último par de meses ha sido un tiovivo. Todo empezó cuando empezaste a mostrarte esquivo conmigo. Ya no me sonreías, ya no hacías gracietas para que te las riera. Debí haberte preguntado, debí haber hecho algo...

No me gusta recrearme en lo que pude hacer, así que me voy a centrar en lo que puedo hacer ahora.

Me levanto y camino por el césped, tambaleante al principio, pero al llegar a la acera avivo el paso calle abajo... cuando llevo media manzana no puedo esperar más y echo a correr. Llueve a cántaros, está desierto y algunos curiosos me miran desde los toldos donde se guarecen del agua. Algún coche pasa veloz y me pone perdida. Eso sólo me da más fuerzas.

Veo las ventanas de tu loft, parece que no tienes luz. ¿Estarás en casa? Paro en la esquina y saco el móvil para llamarte. Por supuesto tú me cuelgas. Me invade el miedo pensando que quizás sea demasiado tarde. Me siento tan avergonzada de mi comportamiento... He sido cabezota. He sido arisca. He vuelto a obsesionarme.

Y te he hecho daño.

Subo lentamente las escaleras mientras una sola palabra ronda por mi cabeza: "Perdóname", "perdóname"...


Suspiro al ver la foto de Kate en el móvil que sostengo en la mano.

Tengo que ser fuerte.

Lo apago.

Por mi mente pasa un pensamiento fugaz sobre la cita que íbamos a tener esta noche, finalmente frustrada. Me parece increíblemente lejana la mañana en la que de una forma totalmente natural, quedamos para ver unas buenas películas de mamporros. Me sorprendiste Kate Beckett.

Como siempre.

Tengo que ser fuerte.

Me decido a hacer algo que si no lo hago ahora, no lo haré nunca. Abro la carpeta de la investigación paralela que hice sobre el francotirador que le disparó hace casi un año. La llevo a la papelera de reciclaje y me deshago de ella. Ahora sólo falta vaciar la papelera y...

Llaman a la puerta.

Abro.

Un relámpago recorre la oscuridad del cielo y siento que penetra en mi cabeza.

La veo.

Tengo que ser... estoooo... ¡fuerte!.

Apenas puede tenerse en pie.

Estoy confuso.

Se me lanza encima... y me besa.

¡Me besa!

Estoy sorprendido.

Apenas puede hablar.

Estoy conmovido.

Está derribando su muro.

Y yo... estoy dispuesto a recoger los cascotes.