Hola!
Esta historia está basada en "el niño con pijama de rayas"
Espero que les guste
No lo podía creer, me encontraba en un auto camino a quien sabe donde solo sé que estaba extremadamente lejos de mi antiguo hogar y que considerando lo orgulloso que se veía mi padrastro y la fingida cara de alegría de mi madre sospechaba que lo iba a odiar.
Después de un trayecto de varias horas llegamos a un gran portón que unos soldados abrieron al ver el auto de mi padre, al entrar mi "familia" pudo contemplar nuestra nueva vivienda y no hubo que esperar mucho para que mi hermanastro preguntara
-¿se…segura que es aquí?- pregunto con dificultad a mi madre
Mi madre miro a su esposo esperando una respuesta, este con un simple asentimiento con la cabeza confirmo sus temores
-sí, aquí es Ryuuji-al ver como Midorikawa empalidecía y yo seguía con mi mirada fría y distante que ya poseía desde algunos meses cuando descubrí con qué clase de hombre se caso mi madre añadió-¡vamos niños! ¡Anímense! ¡Este será un magnifico nuevo hogar para formar nuestra familia!- dijo con una expresión que convencería a cualquiera, a cualquiera menos a mí.
O así era generalmente, pero en este momento sé que no convenció a nadie, sé que ni ella misma se lo creyó , pero en algo tenia razón nuestra familia necesitaba unión y formación, llevábamos tan poco tiempo juntos que prácticamente éramos 4 individuos viviendo en una casa separados, pues después del matrimonio, el trabajo de "papá," como estaba obligado a decirle, se había vuelto lo más importante, así que nosotros, "los niños", como aun nos decían a pesar de tener 15 y 17 años, habíamos quedado en el olvido y nuestro intento de tener una "familia" también.
Mientras pensaba en todo esto ya habíamos bajado del auto y los soldados bajaban nuestras maletas, como era de esperarse papá se encerró en su nuevo estudio él que seguramente estaría organizando para que fuera idéntico al anterior, al cual yo había entrado solo una vez por haber sacado un nueve en un examen y no un perfecto diez como debería ser según él, pues al igual que el nuevo "estaba prohibido entrar bajo ningún concepto y sin excepciones", por otro lado Midorikawa fue a escoger su habitación y mamá a organizar la cocina ayudada por Keiko, nuestra empleada, yo por mi parte estuve un buen rato inmóvil hasta que la voz de mi madre me despertó.
-¿Qué haces ahí parado pequeño?-me pregunto acercándose a mi
-ah…-suspire- no entiendo que hacemos todos aquí
-Ichirouta-me tomo la mejilla con delicadeza y la acaricio- sabes que el trabajo de tu padre es muy importante y necesario para el país- me seguía acariciando, amaba esa sensación tan cálida y suave, siempre me reconfortaban sus caricias, pero aun que me encantaran sus caricias y supiera cómo le haría daño con mi respuesta, sabía que lo correcto era decir lo que yo opinaba, después de todo jamás me ha gustado mentir, menos a mi madre
- mi padre no tiene un trabajo bueno
-claro que si hijo-aseguró- es muy importante
-no dije que no lo fuera, después de todo que sería un país de asesinos sin gente como él que organizara las matanzas- si, se que esa la peor forma de expresar lo que sentía, pero conociendo a mi madre si no era directo y hasta cruel no conseguiría cambiar sus ideas, aun que eso me condenara a semanas de castigo y una culpabilidad horrible por aun más tiempo.
Mi madre me miro entre sorprendida, enojada y triste, sobre todo la ultima, pero después de unos instantes me dijo con un hilo de voz como si quisiera llorar- ve a arreglar tus maletas Ichirouta ¿quieres que le pida a Keiko que te ayude?
-no gracias- dije en voz baja y es que de verdad me dolió hablarle así a mi madre y más cuando escuche su voz quebrada, pero era la única forma de que notara el error que estaba cometiendo, no por haberse casado sino por quien era esa persona, cuáles eran sus ideales y pensamientos y más aun, cuál era su forma de ver al mundo y a los demás.
Después de eso subí a mi cuarto que daba hacia el patio trasero de nuestra nueva casa, lo primero que hice fue abrir la venta, pues si algo no soportaba era estar encerrado, al acercarme a la ventana pude ver nuestro patio, luego un gran bosque y por último, a lo lejos, una cerca de alambres con púas en la parte superior, suspire con resignación y tristeza, no podía creer la crueldad que se cometía tan cerca mío y yo sin podre hacer nada más que observar y por si fuera poco tener que mostrarme orgulloso por pertenecer a un país de barbaros asesinos.
Espero que les allá gustado!
Nos vemos!
