Nota del autor: Bueno aquí les traigo otra historia post-guerra dedicada a Azula. Últimamente no puedo hacer otra cosa más que escribir sobre ella. En fin, esto originalmente iba a ser un one-shot, pero estaba quedando tan largo y se me ocurrían tantas ideas que decidí hacer más de un capítulo de esto.
¡Disfruten de esta pequeña historia! Y si les gustó o incluso si no por favor dejen una review. Sus comentarios me ayudan a poner más energía al escribir y a continuar mis historias
Disclaimer: Como habrán podido deducir Avatar: The Last Airbender no es mío, pertenece a Nickelodeon. Si fuese de mi propiedad probablemente habrían hecho una escena final en la que se muestre a Ty Lee visitando a Azula ¬¬
Inner Fire (Fuego Interior)
Prólogo: Remanentes de un dragón
Un año había transcurrido desde el fin de la guerra y el mundo aún trataba de acostumbrarse a los nuevos desafíos que surgían con la paz que el Avatar y sus amigos habían luchado tanto por obtener. Era cierto que en esta última época no todo había sido fácil – los conflictos y disputas entre los naciones hacían pensar algunas veces que se volvería a desatar otra lucha – pero Zuko, Aang y los demás siempre conseguían interceder y conciliar en los altercados más feroces. Era así como en estos últimos meses las cuatro naciones habían gozado de paz y armonía sin precedentes.
Cada habitante de una nación – cada habitante del mundo – había renovado sus esperanzas de tener una vida mejor. Incluso los ciudadanos de la Nación del Fuego, que en un principio se oponían a forjar paz siendo que días atrás habían estado a punto de conquistar todo el mundo, se habían dado cuenta que poniendo fin a la cruel y sanguinaria guerra podían estar con sus familias y optar a lo que todo ser humano espera de la vida: ser feliz. De esta forma, toda persona en el orbe iba a trabajar tranquilamente, creaba nuevas amistades y disfrutaba de los nuevos placeres de la vida.
Todos salvo una chica.
La puerta de la habitación se abrió con un chirrido apenas perceptible. Inmediatamente después Zuko y Mai ingresaron al pequeño cuarto pintado de blanco acompañados de un hombre de túnica carmesí que cerró silenciosamente la puerta detrás suyo. Lo único que amueblaba el lugar era una pequeña cama de sábanas blancas, un escritorio de madera que se encontraba en una esquina y una silla ubicada al lado de la única ventana de la habitación en la que reposaba una chica de alrededor quince años.
El Señor del Fuego y su novia caminaron por el cuarto hasta que quedaron a unos cinco metros de la silla, ambos contemplando a la chica sentada en ella. Un año atrás, aquella persona había inspirado odio y temor indescriptibles en los corazones de miles de personas, ya fueran enemigos o miembros de su propia nación. Esa chica había logrado conquistar, con solo dos aliadas, la poderosa Ba Sing Se, ciudad que sus antepasados solo habían soñado gobernar. Esa mujer, con su intelecto superior y alma de estratega, había frustrado la invasión del día del Sol Negro e ideado el plan de incinerar el Reino Tierra. Ella había sido Azula, la fría y temible princesa de la Nación del Fuego.
Ahora todo lo que quedaba de ella era un vacío y resquebrajado cascarón. Solo una sombra de lo que alguna vez había sido.
Azula, ahora solo otra paciente más en la institución mental de la nación, estaba vestida con una simple y holgada túnica blanca que se ceñía en la cintura con un cinto del mismo color. La chica se encontraba con la espalda erguida y apoyada en el respaldo de su asiento con sus brazos descansando en los respectivos brazos de la silla. Su mirada se dirigía hacia la ventana, al bello jardín que poseía el hospital en aquella isla. Sin embargo, sus ojos, antes dos brillantes óvalos dorados que dirigían mirada penetrante y feroz, ahora yacían apagados y vacíos, sin enfocarse en ninguna belleza del exterior.
Tras unos instantes en los que Zuko esperó – en vano – alguna señal que indicase que la paciente tenía conocimiento de su presencia, el Señor del Fuego aclaró su garganta y se ladeó para observar al hombre detrás suyo. Cuando habló, su tono no mostraba rencor ni odio hacia su hermana. Solo tristeza e impotencia.
"¿No ha cambiado nada, doctor? ¿no ha dicho nada? ¿o movido? ¿o… o cualquier cosa?"
"Lo lamento, señor," el hombre negó con la cabeza, también acongojado por no poder hacer nada por quien había sido su paciente por todo un año "me temo que la paciente no ha realizado ninguna acción, por pequeña que sea. Nuestras enfermeras la han alimentado, vestido y bañado como es usual, pero la antes princesa no ha respondido a ningún estímulo. Solo se ha limitado a seguir los movimientos de las enfermeras cuando se encargan de ella"
Zuko asintió y volvió a mirar a su catatónica hermana.
"Es como… si no estuviese ahí" susurró "como si… no estuviese viva"
El joven monarca sintió que Mai le apretaba ligeramente su mano, lo que era equivalente a recibir un fuerte abrazo de cualquier otra persona.
"La condición de Azula no ha cambiado en casi doce meses" murmuró Mai apoyando su otra mano en el hombro del chico al que amaba "¿Cuál era la probabilidad de que algo cambiase hoy?"
"No lo sé, supongo que nula," el Señor del Fuego fijó sus ojos en el piso del cuarto "aún así… no perdía la esperanza de que algo en ella pudiese lucir diferente"
Mai sostuvo firmemente los lados de la cabeza de Zuko, obligándole a mirarla a los ojos.
"¿Hasta cuándo seguirás torturándote, Zuko?" la voz de la chica era firme, pero seguía siendo amable "has hecho todo lo que podías por ella, cualquier otra persona la hubiese dejado pudrirse en prisión por todo el sufrimiento que provocó. Ciertamente ser atendida en este hospital es mucho más de lo que merece"
Zuko pensó en decir algo para contradecirla, pero comprendió que tenía razón en todo lo que decía. Además, Mai había sido una de las que más había sufrido por las acciones de Azula; era imposible pedirle ahora que se compadeciese por la persona a la que había traicionado – con justa razón – para salvar al hombre que amaba.
Una vez que las palabras de Mai se llevaron la repentina tristeza de Zuko, una ola de rabia y frustración comenzó a crecer en él. Aún no podía creer que la persona que le hizo la vida imposible en su infancia y adolescencia – quien le engañó, manipuló y trató de matarle – se hubiese reducido a… esto.
"¿Dónde está la poderosa princesa Azula? ¿Dónde está el prodigio de la Nación del Fuego? ¿El orgullo de nuestro padre?" el Señor del Fuego apretó sus puños frustrado "estabas tan orgullosa de lo fuerte y perfecta que eras… ahora mírate, Azula ¡ni siquiera estás luchando por volver a la normalidad!"
Nada. Azula no dio ni la más mínima señal de que escuchaba o entendía lo que Zuko decía, quien sentía que su enojo se incrementaba a cada momento. El Señor del Fuego dio unos pasos hacia delante hasta que quedó solo a un metro de su hermana.
"Aún no puedo creerlo" exclamó con una mezcla de reproche y frustración "un año atrás lo único que querías era matarme por arruinar todos tus planes ¡gracias a mí no te convertiste en Señor del Fuego! Estoy seguro de que me odias más que a nadie en el mundo ¡y ahora estoy solo a unos pasos de ti! ¿No vas a hacer nada?"
"Zuko es suficiente" dijo Mai con severidad
"¿No vas a reaccionar? ¿Ningún insulto, llama o relámpago?" el chico extendió sus brazos hacia los lados para enfatizar que era un blanco fácil para un ataque "¡Azula estoy aquí! ¡la persona a quien más odias y deseas aniquilar!"
Pero nada sucedió. No, el odio y celos que sentía por su hermano no hicieron que Azula volviese a la realidad. La chica siguió mirando desinteresadamente por su ventana.
"Zuko…" Mai cogió gentilmente el brazo del Señor del Fuego y comenzó a tirarlo levemente "es suficiente, no va a responder"
"No lo entiendo, estoy seguro que el rencor y odio que me tiene son los sentimientos más fuertes que alguna vez ha expresado, y aún así… no quiere despertar"
Fue en ese momento en el que Zuko se dio cuenta que Azula no podía volver a la normalidad de ninguna forma. No era como si, en cualquier instante, una emoción fuerte o recuerdo la hiciesen despertar. Después de un largo año de visitas el Señor del Fuego finalmente había comprendido que simplemente la mente de su hermana, donde quiera que estuviese, nunca iba a regresar a su cuerpo.
"Es inútil seguir tratando" esa fue Mai quien no podía comprender cómo Azula, aún en su estado, todavía conseguía enfadar a Zuko "no vale la pena intentarlo más"
Los ojos dorados del maestro fuego se dirigieron a los desenfocados y apagados de su hermana. No hubo ninguna respuesta, ni el más pequeño destello dorado en su mirada. Todo lo que quedaba de Azula era su cuerpo – un cascarón sin vida en su interior.
Fue en ese instante en el que Zuko entendió que todo esfuerzo era en vano y perdió toda su esperanza con su hermana.
"Sí, tienes razón, Mai… será mejor que nos vayamos"
Sin más preámbulos el chico salió rápidamente de la habitación, decidido a encerrar, por el resto de su vida, sus recuerdos y sentimientos por Azula en la misma habitación que la albergaba. Mai también caminó hacia la salida, pero antes de abandonar el cuarto se dirigió al doctor, quien había presenciado toda la escena desde el marco de la puerta.
"No creo que volvamos aquí por un tiempo, doctor… si sucede algo con Azula, por favor no dude en avisarnos"
La chica se disponía a salir, pero fue interrumpida por el hombre.
"Pero… volverán ¿verdad?" más que preocupado el doctor parecía triste por no poder hacer nada por su paciente
Mai dirigió una mirada de soslayo a Azula.
"Puede que sí o que no, todo depende si Zuko lo estima conveniente… tal vez no regresemos nunca"
Mai esperó que esa frase – esa amenaza de permanecer sola por el resto de su vida – despertaran algo en la paciente. Sabía que el ultimátum había sido bastante pobre, pero era la única cosa que se le había ocurrido. Azula había perdido todo – su trono, poder, riqueza, amigos, incluso su sanidad mental - ¿qué más podía amenazar con arrebatarle?
Pero nada sucedió. No, las amenazas y el miedo a la soledad no consiguieron regresar a Azula de donde sea que estuviese. La antes princesa ya había experimentado, mucho antes de quedar en ese estado, qué significaba estar sola. Si hubiese podido responder probablemente habría reído ante el patético gesto de Mai.
"Ya veo…" murmuró el doctor "informaré de cualquier anomalía en la paciente lo más rápido posible"
Mai asintió, pero antes de alcanzar a su novio recordó una última cosa.
"Casi lo olvido… mi amiga Ty Lee manifestó su deseo de ver a Azula cuando las guerreras Kyoshi vengan a la nación. Estarán aquí en dos días más para celebrar el cumplimiento de un año desde la firma del Tratado de las Cuatro Naciones. Ty Lee tiene la autorización de Zuko para visitar a Azula, dijo que estará aquí en tres días"
"Entiendo, me encargaré que la señorita Ty Lee sea recibida como es debido" el doctor realizó una corta reverencia
Y sin otra palabra Mai abandonó la habitación.
Nota de autor: Algo corto el prólogo, pero creo que cumplió su función de introducir la historia. El próximo capítulo será más largo!
Y por favor... todos sus comentarios son sumamente agradecidos. Si veo que la gente está respondiendo a lo que escribo entonces eso me impulsará a escribir más y subir capítulos más rápido. No les cuesta más de un minuto ¡dejen una review!
