Fanfic: Short-fic (puede cambiar)
Anime/ caricatura: Avatar, La Leyenda de Aang
ShipS: Zuko x reader/Zuko x lectora, y otras que son canon
Especificaciones: Lenguaje fuerte, contenido medianamente maduro, usO DEL OOC
Me intentó convencer con que había sido un accidente.
Y sólo por eso, por saber exactamente que ella intentaba hacerme daño, nos echaron no sólo del palacio, sino de la Nación del Fuego.
Me despedí de una vida de lujos y beneficios para abrirle los brazos a una donde sólo me podía preocupar por mi. Y lo intenté, de verdad lo hice. Pero simplemente…ver que existía algo mas allá de los muros de mosaico oscuro, que había gente que jamás había vivido algo cercano a lo que yo, me rompió el corazón… bueno, más de lo que ya lo estaba.
Y viviendo con mi familia en un humilde hogar, dediqué los últimos cuatro años de mi vida a derramar mi sudor por los demás, la Isla de Kyoshi obtuvo nuevas casas, se renovó el dojo de las guerreras, se limpiaron las costas, comenzó el comercio con islas vecinas… en fin. El dinero que le dejaron quedarse a mi papá se invirtió en lo que lo que se podría llamar "crear un lugar mejor".
Al cumplir los 15, me enteré de que mi incidente con la Princesa no era todo lo que sucedió.
Mi padre, jefe de la Guardia Imperial, demostró diminutas actitudes de deslealtad al Señor del Fuego Azulón en diversas ocasiones, perdonadas sin reproches por la Emperatriz Ursa y aceptadas bajo condiciones por el Señor del Fuego. Condiciones que hasta ahora, mis padres no me han querido decir. No creo querer saberlas.
Y…después de que Azulón había sido destronado, y de que la Emperatriz había desaparecido, el nuevo Señor del Fuego, Ozai, no titubeó en despedir a lo que había sido la Guardia Imperial.
Recuerdo haber despertado de un largo sueño, el techo pintado de negro, el mármol negro bajo mis pies y el olor a quemado se habían ido, reemplazados por una esencia salina y húmeda.
No sé cuanto tiempo habré dormido, pero supe que habíamos sido exiliados. Mis tres hermanos, mi padre, mi madre, mis 5 tíos y yo, resulta que habíamos estado viajando sin rumbo por meses, y poco a poco mis tíos se fueron bajando de la nave y empezando sus propias vidas…parece que el exilio les había afectado mas que a nosotros. Supongo que querían deshacerse de sus recuerdo del Palacio.
Sin embargo, poco tiempo después de haber llegado a la isla Kyoshi, mi hermano mayor, Zecil, decidió irse también, al verse completamente privado de usar su Fuego Control, al verse profundamente rechazado por los habitantes del lugar.
-Y aun así, nosotros cinco nos quedamos aquí-
Levanté mi mirada a los nuevos visitantes del lugar. Habían estado escuchando atentamente mi historia, en frente de la mesa que antes estaba llena de comida, a la luz de las velas.
-Vaya…creí que realmente eran lugareños de aquí, no parecen de la Nación del Fuego, y con eso de que nos preguntaron si no éramos sus espías…- dejó salir el chico del peinado raro, Sokka, y recibió un codazo de su hermana, Katara.
-Supongo que es el propósito. No me resulta una ofensa, Katara, no te preocupes. Tampoco nos recibieron de la mejor manera- sonreí ligeramente.
-Oye, entonces, ¿significa que nadie mas de tu familia es un maestro Fuego?- preguntó el niño Aang, el Avatar, interesado.
-No. Todos se separaron y sólo quedaron los guerreros y…pues las mujeres de la familia- encogí mis hombros.
-Oye, _, dinos, ¿cómo es que ustedes no intentaron matar a Aang en la oportunidad?-
-Bueno, las guerreras Kyoshi si lo intentaron, y no solo a él- Sokka se rascó la nuca y lo que parecía un escalofrío le recorrió hasta la punta del pelo.
-Pues…podrá ser despecho, ganas de joder a Ozai, pero nosotros no pretendemos estar del lado de la Nación del Fuego, y si eso significa ayudar al Avatar, pues bien, te ayudaríamos…pero en lo que a mí respecta, no puedo, no controlo el Fuego ni soy un prodigio en la batalla y además… mi lado izquierdo no es completamente mío ya. No puedo serte de mucha ayuda, perdóname…- bajé la mirada, profundamente avergonzada.
-No te preocupes, no es tu culpa- Katara puso su mano en mi hombro, demostrándome comprensión.
Sokka se levantó, estirándose y bostezando ruidosamente. -Bueno, creo que eso es todo por esta noche. Pero aun no logro superar que unas chicas nos hayan estado a punto de derrotar-
-Creo que es hora de que me vaya a mi casa- me levanté con cuidado.
-¡No espera! ¿No quisieras quedarte con nosotros? Podríamos contar historias y así- ofreció Aang, probablemente un poco apenado por la manera en que Sokka cortó la conversación.
-No, gracias niño Avatar- sonreí. -Aun en esta pequeña isla mis padres se pueden preocupar, será mejor que vuelva- me incliné, haciendo el saludo demostrando respeto a Aang. Era inevitable conservar ciertas actitudes de Noble después de haber sido educada con ellas. Me despedí así del resto y salí de la hacienda donde se encontraban, cerrando bien mi abrigo. Caminé a mi cabaña, que se encontraba más hacia la derecha, una parte mas alejada de la costa, mas hacia el bosque que ahora se encontraba desnudo.
Volviendo de la muerte ( coff coff no creí volver)
