Disclaimer: todo a Ishida Sui. Y Soda Stereo (el resumen).* de Magnus Mefisto.

Advertencia: ¿Spoilers? ¿PWP? RizeKane, HideKane, TouKane (todas, si pero no). Canibalismo. Pobre intento de escenas sexuales. Y todo lo que conlleva un rated M.

(((Gokú disculpame por esto.
I've sinned)))


El silencio de los inocentes

Intelectual, fina y suave.

Piensa en sus labios como toda una metáfora,
y es que se puede apreciar la moraleja desde distintos puntos
(ninguno cierto, tal vez acertado, pero todos igual despliegan esa ilusión, tan mortal, tan bella), como noxa tóxica.

Y no da crédito, no puede creer,
cuando esos belfos se curvan con elegancia y hacen resaltar su ternura,
para él, todo para él.

Ha caído bajo el hechizo de su hipnosis, como si se tratase de una telaraña.
Oh, suave seda.
Que se enreda en este cuerpo, sus extremidades y sus intimidades, sus recovecos más inmersos (puros y llenos de huecos).
Que se desliza por sobre la nieve tersa, y la oxida hasta su borde; donde lo cose, lo cierra, y hasta que un día, no se aguanta y, se corrompe.

Perotodavíano
Porque ahora son ellos, (los intelectuales, los finos, los bellos) que trazan un sendero en conjunto con la yema de sus dedos. Se agazapan y atacan, su piel arrancan,
y él piensa que su carne (la de él, no, la de ella) está hecha de la más putrefacta ternura, porque su fisonomía se deshace;
(él le quita los harapos, los huesos y el espanto), expone sus partes, sus carnes, su carne.

Se abre como flor, tramposa, ponzoñosa.
Él fue un bicho que se posó entre sus pétalos tejidos, y se pegó las (mil) patas a su seda violácea.
Y ella le dijo, hay en su interior algo hermoso, valioso, delicioso. Por eso tanto y tanto le quiso, hasta que la hizo añicos (y a él también.
Se despedazaron los dos.
Entonces, forman figuras desiguales que jamás serán iguales*, una cosa agoniosa).

Como amantes, que se aman y se hunden en su dulce, dulce veneno.
Eso es real, porque aluden a la fealdad más bella, porque conocen la sentencia a laque han sido condenados.
(A vagar juntos por las eternidades del infierno, quemándose en silencio.)
Silencio que lo ahoga, silencio que lo arrastra por el suelo corroído, y silencio que en el tímpano le musita,
con dulce voz, acida lila. «—Tengo hambre de ti— cantarina melodía, sílaba por sílaba— Ka-ne-ki-kun.»

Por detrás se unen las piezas sueltas, al compás del conteo que va hacia atrás.
«—Y yo sé que tú de mí.»
Y ese rompecabezas, con grietas e imágenes inconexas, comienza a comprender lo que lo rodea.
(Escucha a su doncella, que es sabia bella y conocedora, instructora en su laberinto, en ese momento lo direcciona.)
«—El tiempo es ahora.»

–Ahorasí-
Rompe las cadenas, los huesos, las paredes y el cascaron.
Se coloca entre sus piernas, muerde aquellos labios de perdición,
y (sabe bien que no hay vuelta) al probar su sabor tan exquisito, tan peculiar.
El eco de una risa y un gemido, se esparce como germen en su torrente sanguíneo. Y quiere creer que es precioso (, sin embargo algo duele; algo se desgarró y cayó, y ahora se pudre)
mientras recorre con la boca su cuerpo, cerrando su mandíbula, aplastando sus caninos, resuenan chasquidos y suspiros .
Dos amantes corrompidos, se arquean y culminan (él satisfecho, ella agotada, ambos consumidos), con los corazones (gorgojeantes) rotos y unidos.

Unidos para siempre en cuerpo, mente, pero sin alma.
Y es que hay una parte que a ella no le pertenece todavía, (no todavía, nunca lo hará, nunca podrá llegar hasta ahí.
Aunque su germen viaje libre, florezca y haga metástasis, hasta dejarlo al borde del éxtasis.
Y con las venas hinchadas se percate, un día de que«—Ya no queda nada».
Mientras siente a sus quetas(1) estirarse, con furia descontrolarse, con imperiosidad guardarse. Y llorar «de mi, »
al verla, (aunque algo le susurra no) es ella, la que se revuelca en suelo del container como un bicho en su de lecho de lento desgaste «ni de ti.» (Ka-ne-ki-kun).
— ¿Ri-ze-san?

Quiere besarla, calmar su agonía con los dientes, remendar cada espacio vacío con sus propios trozos.
Recomponer su imagen (para admirarla él) de algún modo, pero no se puede. Porque cuando pierdes piezas tan importantes, porque son únicas y frágiles, ya nada va a ser lo mismo, aunque te engañes.
«—Tú deberías saberlo bien Kaneki-kun.»
Pero se niega a aceptarlo, porque eso significa, eso solo puede significar...

— ¡Eres un adefesio!

— ¡Basura como tú, no debería regresa a Anteiku!

— ¡¿Por qué... tenías que... cambiar?
Y le parece ver llover en una galaxia estrellada, ahora muy, muy distinta de él. Tanto que nunca más la va a poder tocar con sus dedos.
«— ¿Por qué, eh?
—Dime.
—Yo... ya no recuerdo.
—Porque tenías que hacerlo, eso es todo.
— ¿De enserio?»
Suspira al sentir las suaves garras rosadas pasearse por la espalda, casi le da placer, casi le da dolor, casi como sintiera.

Pero se cansa, hay un momento que se cansa. Es que el silencio es una enfermedad de cristal que avanza fiera, pero cuando tú gritas se quiebra.
Y está harto de ser solo un bicho, solo peón, un guasón disfrazado de rey (, quítale la piel y no hay nada más).
Y tiene hambre, tanta hambre.
Que toma a la reina de las patas y la arrastra abajo de él,
entonces su corazón (lo que queda de él, la nada que bombea sangre) se agita,
porque son sus belfos, otra vez, y musitan, no otra vez.
Niteatrevas.
¡Oe Kaneki!... ¡Volvamos a casa!

Ese, el sabor de su carne, exquisito, quiere decir.
Se llena la boca con los trozos que le pertenecen, uno por uno. Sus gemidos hacen música que le revienta en las papilas gustativas.
Sus manos ásperas recorren su cuerpo (que es conocido, muy conocido, pero se siente extraño), y aprietan, arrancan y separan.
Sus fosas nasales se impregnan de ese perfume tan suave, no puede evadir la tranquilidad, quiere más, mucho más (hasta recuperar su voz).
Hay un par de manos que se aferran a él, las distingue empapadas, cálidas y agradables; con parsimonia las toma y despacio, también, se las lleva a la boca.

Ese sabor, ¿cuál es sabor?
Sabe a hierro, sabe tierno, sabe a cordero.
«Sabe como a volver a casa.»
Ah cierto... Inteligente, cortés y blando.


N/A: ...

(1)Las quetas, en español más burdo de todos, son estructuras propias de los gusanos –y claro que si,- ciempiés, como secciones que les permite moverse y sentir (tactilidad).

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Por otro lado… Perdón, i'm so sorry, gomenasai, pardon... a todo el mundo, nadie tiene que ver que yo esté como Ulquiorra Scifer (?).

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Aguante el "Kaneki-kun" de Rize.

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Chau.

Miu!~