Disclaimer: Los Weasley no me pertenecen, son cosa de una tal Rowling.

¡Feliz cumpleaños MeriAnne Black! Es un placer tenerte de compañera en la moderación del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black, y hablar contigo por Skype. Eres una chica muy especial y no deberías olvidarlo. Y como lo has pedido en el topic correspondiente, aquí tienes tu historia sobre Ginny y su infancia rodeada de hermanos.

Que la disfrutes, guapa.

Creciendo con los Weasley

I

Ginny odia ser la menor. Especialmente cuando los chicos hacen cosas y la dejan de lado. Cada vez que van a jugar Quidditch, le dicen que es demasiado pequeña, y la dejan en casa. Por más que mamá hace cosas con ella para divertirla, no es lo que quiere Ginny.

Al ver cómo —una vez más—, Charlie y Bill se llevan a los gemelos y a Ron a jugar Quidditch, una lágrima le cae por la mejilla. Inmediatamente se la limpió. Siempre le decían que llorar era de niñas.

—¿No has ido a jugar, Ginny? —le pregunta Percy.

Percy nunca juega al Quidditch. Él prefiere ir por su lado y pasarse los días leyendo. Ginny no entiende por qué, sus libros le parecen muy sosos. Nada como poder volar por los aires detrás de la Quaffle abollada de los gemelos.

—No. Fred dijo que soy muy pequeña. Y no tengo escoba —reclamó Ginny, arrugando la nariz.

—¿Por qué no haces otra cosa? —preguntó Percy, afirmándose los anteojos en la punta de la nariz—. El Quidditch no es lo único en la vida. Siempre puedes leer algo.

Ginny hizo un mohín infantil. No le interesaba leer. Ella quería jugar al Quidditch.

—No quiero leer —bufó, cruzándose de brazos. Unos lagrimones se asomaron a sus ojos, al tiempo que recordaba las palabras de sus hermanos.

A su lado, Percy alzó las cejas. Seguramente no entendía que ella no considerara su pasatiempo algo fascinante. Pero no dijo nada.

En lugar de eso, dejó su libro a un lado y le ofreció la mano a la niña.

—Mira, no podemos jugar Quidditch los dos, pero tengo algo que mostrarte. Venga, deja de llorar y ven conmigo.

Ginny apretó los labios. Dudaba mucho que nada que Percy quisiera mostrarle fuera tan interesante, pero al menos era algo que hacer. Así que se limpió las lágrimas con dos manotazos y se levantó.

Su hermano atravesó el enorme jardín de la Madriguera con pasos decididos, mientras Ginny lo seguía. No podía evitar sentirse algo curiosa al respecto, porque nunca había pensado que Percy tuviera un secreto. Percy era de esas personas que siempre decían lo que hacían a sus padres.

Al llegar a la cerca que rodeaba el terreno, Percy le indicó que se acercara a un punto en que las tablas estaban lo suficientemente separadas como para dejarlos pasar. Si mamá viera eso, le diría a papá que la reparara, porque podía ser peligrosa.

—Vamos —le dijo Percy, atravesando el agujero en la cerca—. Es por aquí.

Ginny lo siguió. El chiquillo siguió caminando en el césped, que era tan alto que llegaba a las rodillas de la chica. Su hermano la llevó por un camino hacia el bosque, hasta detenerse en un claro.

—Este es mi lugar favorito —le dijo con una sonrisa.

La niña miró a su alrededor, sorprendida. No sabía que había lugares así de bonitos cerca de su casa. Un pequeño arroyo cruzaba el claro, y el pasto era incluso más verde alrededor.

—Si te fijas, puedes ver haditas de jardín —añadió Percy, apuntando a un sector junto al arroyo—. Les gusta venir a mirarse en el agua. ¿Te gusta?

Ella asintió.

A lo mejor, Percy no era tan aburrido.


Yo amo a Percy, a pesar de que mucha gente lo ignore. Y seguro que Ginny también lo quiere, aunque a veces la saque de sus casillas. Así que la primera viñeta es para él y sus secretos.

¡Saludos y feliz cumpleaños a Meri!

¡Hasta el próximo capítulo!

Muselina