Aún lo recordaba como si fuera ayer. Esa fría noche en el bosque, con el barro manchándole los zapatos y el frío golpeándole en el rostro. Todo era penumbra, oscuridad salpicada, de vez en cuando, por rostros sombríos que le rodeaban. Que le miraban expectantes a él y a su señor. Esa noche Lord Voldemort dejó de existir para siempre. Sin embargo, Harry seguía viendo su imagen allá donde fijaba la vista. Pensaba, que con el tiempo se iría tranquilizando, que los años borrarían el mal recuerdo. Se equivocaba, no sabía hasta qué punto.
Se casó y esperó que la boda, la celebración, disipara el poso amargo de lo que significó aquella noche. Pero no fue así. Tuvo un hijo, e imaginó que sus primeros pasos, sus vuelos en escoba, derretirían el hielo que se había formado en su corazón. Tampoco sucedió.
Seguía despertándose cada coche entre jadeos y lamentos, al lado de una esposa cuyo ánimo que ánimo y cabello se oscurecían con el tiempo.
-¡Los oigo! Vienen a por mí, ¡a por Albus!- Harry libraba con las sábanas, intentando levantarse. Los brazos de Ginny también le sujetaban.
-Harry, Harry- dijo con voz calmada - es sólo otro sueño.- Era la tercera vez decía esa frase en lo que iba de semana.
Se revolvió con fuerza y consiguió zafarse de su mujer y las sábanas. Una vez de pie miró a todos lados, frenético, y se llevó las manos al bolsillo vació de su pantalón. No estaba.
-Ginny, ¿y mi varita?
Silencio.
-¡¿Y mi varita, Ginny?!
Ginny le miró, como implorando una súplica silenciosa. Hizo el amago de abrazarle, pero Harry la apartó.
-¡¿DONDE EST-?
Un murmullo.
-¡¿Cómo?!
-Te la quitaron, Harry- dijo con voz queda.
Aquellas palabras lo dejaron en el sitio. Los recuerdos se sucedían sin freno. Un callejón oscuro. Un hombre de dedos largos y brazos descubiertos. Después, un tatuaje inoportuno. Miedo, terror y horror. Escándalo. Fue primera plana en todos los diarios. Casi podía oír las voces: "Harry Potter ha matado a un muggle", "El niño que sobrevivió ha perdido el juicio", "Es peligroso", "Es…"
Un roce cortó el flujo de los pensamientos. Ginny se le acercó por detrás, temerosa, y trató de abrazarle. Esta vez se dejó hacer. Ginny lo atrajo hacia sí con cuidado mientras le susurraba al oído:
-Harry, Harry, Harry...
Le estrechó más fuerte.
Se quedaron así un momento. Abandonados en los brazos del otro, en aquella habitación oscura.
Había un deje amargo en su voz, unas lágrimas que mojaban su hombro. No le gustaba verla así. No sabía cuánto aguantaría él, ni cuánto más iba a soportar ella. Siempre se decía que esa noche iba a ser la última, pero volvía a ponerse el sol y las sombras volvían a la vida, se hacían más fuertes, alimentando a sus peores pesadillas.
