¡Hey, hola! ¿Qué tal? Espero que bien, hoy os traigo una historia, de lo más extraña, ¡si! Muy rara, puesto que he tomado valor en unir a dos personajes que han tenido poco contacto en el anime y tienen poco en común, por no decir nada. Así que si no te gustan las parejas no oficiales o te impresiona la diferencia de edad, te invito a dar atrás y evitar un mal momento.
Adelante y espero que os guste.
A lo mejor, era su castigo por no haber entendido todo desde un principio o simplemente fue su destino. Cada día sentía más su pesar, su melancólica. Su desesperación. Y todo por ese hombre que estaba en la mesa, comiendo cómo si no hubiera un mañana. Estar tan cerca y a la vez tan lejos. Así se sentía la esposa del hombre más fuerte del universo. Sé sentía sola.
Bien quiso lo mejor; tenía a su hijo mayor casado y viviendo su propia vida, con una mujer que siendo ser la mejor esposa para su primogénito. Aún tenía a su lado, al pequeño de sus hijos, ya pronto en terminar su ciclo escolar y entrar al Instituto, Goten resulto ser un niño demasiado inteligente y gracias a eso le había permitido al pequeño de 11 años subir de curso fácilmente.
Aunque tenía la dicha de ver a sus hijos felices y progresando, en ella había un vacío. El vacío de no sentirse amada.
Vivía solo para cocinarle, ya ni siquiera como amante la tomaba en cuenta. Iba y venía, solo con un hola y adiós. Apenas tenían conversaciones cortas, basadas en sonrisas y halagos sobre la comida. Todo eso, a la pelinegra, le Llegó a cansar.
Milk es una mujer de corazón guerrero, que no se detenía ante nada. Una mujer que le gustaba las aventuras, y que ahora la única aventura que vive es de preparar algo nuevo. Su vida de adolescencia se acabó, y con ello se llevó, todo lo bueno que ella guardaba en su corazón, convirtiéndola en una mujer reprimida de sus propios recuerdos.
-Ya me voy Milk, adiós.-Salió el guerrero por la puerta, dejando un centenar de platos en la pequeña mesa redonda y también, dejando a su pobre mujer que estaba sumida ante su pensamientos y tristeza.
El pecho de Milk sintió un pinchazo al ver de nuevo a su esposo partir. La típica punzada de todos los días. Una lágrima luchaba por salir de los ojos y descender por su blanca mejilla; luchando en desahogar toda esa aflicción obstruida en su alma.
-¡no!- suspiró fuerte.
Miró la montaña de platos en frente suyo. Se levantó y decidió hacer lo que por obligación tenía o más bien, lo que único que podía hacer contra esa lucha de aislamiento que se había formado hace años.
1 hora y más pasó. Revisó que todo estuviera en orden; su habitación, la habitación de su hijo, el baño. Todo en su debido lugar.
A paso lento se dirigió a la puerta de su hogar, y la abrió lento. Y ahí, afuera de esa cárcel subjetiva, estaba la razón por la que resistía, por la que no huía. El paisaje inigualable de la montaña Paoz. Ese paisaje inigualable, puro, que brindaba el mejor aroma de la naturaleza. Una gran explotación de flora que en ningún otro lugar del planeta había.
La esencia de verano chocaba fuerte en la cara de la morena, y una sensación de confort invadía su cuerpo. Era como ir a otra dimensión, es como perderse y no regresar nunca. Era lo único que le hacía olvidar de todo. Respiraba el aire como si dependiera de ello, y poco a poco jubilosamente aparecía ese tinte rojo en sus mejillas, que caracterizaba su belleza en ella, y una sonrisa de satisfacción complemento su cara.
Se quitó los zapatos y de pasito a pasito sus pies rozaban la fina hierba fresca mientras liberaba su pelo de su habitual moño; su pelo negro cayo sutil como cascada y se movía al son de la suave brisa. A paso lento se dirigía a un camino que pocos conocían; detrás de unos árboles, se encontraba un riachuelo cristalino, que desprendía un brillo original. Con movimientos lentos, se quitaba el vestido amarillo que llevaba puesto, con una sutileza original en ella, una sutileza tan diferente y cautivadora, una sutileza que pocos apreciaban. En ropa interior quedo admirando la paz que había en ese lugar, una expansión de naturaleza, belleza en cada rincón. Respiró hondo de nuevo el aire puro y con una sonrisa de medio lado se tiró al agua.
Su manera de olvidar…
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La paz no se consigue de un día para otro. Para obtenerla tienes que luchar con una gran decisión, con esmero y sobre todo, esperanza.
Así era el lema de la corporación capsula en cada rincón del mundo.
Un mundo diferente al pasado, un mundo unido, sin trampas, sin guerras, la paz se podría apreciar incluso en el aire; pero la lucha continuaba para volver a la normalidad, ni con 11 años que había pasado, aún faltaba recuperar ciudades que los villanos en una época habían destruido.
Desde una montaña alejada, se podía observar el esfuerzo, que los humanos de esa dimensión habían puesto para que sus vidas volvieran a la normalidad. 11 años de duras construcciones y obras para que una ciudad aturdida por escombros y cadáveres volviera a ser lo que era antes, una ciudad.
Aumentaron consideradamente edificios construidos por los propios humanos, obreros eran todos; pero también aumentaron los cementerios, para por fin dar descanso a todo aquel cadáver que se encontraba tirando tras esa guerra.
Un fuerte respiro anheló, y volvió abrir los ojos a su realidad. El y nada más que él, pudo hacer que poco a poco volviera a la normalidad su dimensió con sus 33 años ha sabido que lo importante en una persona es la humildad que hay en nuestro corazón y Mirai Trunks lo tenía de sobra.
Siguió observando aun su ciudad, y sonrió de lado. Poco a poco empezó a levantar el vuelo y sin quitar sus ojos de la cuidad voló encima de ella con una velocidad moderada. No quitaba su sonrisa, pues él estaba orgulloso de si mismo, por haber luchado, por haber ayudado, por haber sido esa persona que ahora es. Claro está, no podría estar más agradecido con las personas del pasado, ellas lo ayudaron a ser el guerrero que es.
¿Qué será de ellos? ¿Habrán cambiado mucho? Su corazón latía con fuerza cada vez que los recordaba. Un ímpetu crecía cada vez que recordaba su más grande aventura.
Tenía que hacer algo, él debería volver y verlos al menos una última vez, saber cómo todos se encuentras, saber que como ha sido su vida después de derrotar a los villanos que jodieron su mundo. Tenía que volver y por fin estar tranquilo para así dar a los guerreros z el agradecimiento que se merecen.
Aterrizó en la corporación capsula y decidido fue al laboratorio que se encontraba detrás de la casa. Un fuerte portazo asusto a su madre que revisaba unos papeles sobre una Mesa de metal.
-¿qué pasa que vienes con tanta prisa? – dijo su madre tocando su pecho tras el susto que su hijo le había provocado.
Tomo un fuerte respiro antes de comentarle lo que deseaba hacer volver al pasado.
Bulma bajo suavemente su mano y lo miro con el ceño fruncido –¿estás loco Trunks? Sabes que volver al pasado es un delito… podrías morir… o yo que sé, pero volver al pasado no podrás, lo siento hijo -. Acabo su corto discurso con un suspiro fuerte, mientras se quitaba las gafas que llevaba puestas.
-pero madre, no quiero volver al pasado de ahora, entiendes, quiero volver a la dimensión en la cual derrotamos a Cell –. Dijo el peli lila con una sonrisa en sus labios.
Su madre lo miro aun con más duda, haciendo un duelo de miradas; pero Mirai Trunks hablaba a través de sus ojos. Él podría decir un acontecimiento con solo un vistazo, y su mirada mostraba felicidad y ansiedad, ansiedad por volver a ver a esas personas que en esa dimensión son su familia.
Bulma agachó la mirada y sonrió derrotada; Trunks solo rioo ante los gestos de su madre.
-han pasado casi 12 años hijo que no los ves, se sorprenderán muchísimo, sobre todo tu padre…-hablo la mujer con una hilo de melancolía en su voz -. Madre…- el joven peli lila fue donde se encontraba su madre y puso sus fuertes manos en los hombros de ella -, es como irse de viaje... Por favor permíteme ir, y ver como están, solo ver que ha sido de sus vidas. –miro suplicante a su madre, a lo que ella le correspondió con una sonrisa de aprobación…
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Todo era en perfecto estado. Un suspiro de alivio y una gota de su sudor en su frente, no había más en mente en la cabeza del peli lila, solo el retorno a la dimensión que un día estuvo.
Sentado enfrente de mil botones de esa gran máquina del tiempo, Trunks volvió a ver a su madre que se encontraba a unos metros de ahí; había envejecido, se le notaba la lucha en cada arruga de su cara, en su pelo se podía apreciar mechas blancas de anos de tristeza y dolor, pero de esos años nunca perdió esa sonrisa de esperanza que caracterizaba a la inigualable Bulma Briefs.
Mirai, volvió a sonreír a la vista de su madre, volvió a mirar ese lio de botones. Con un último suspiro, presiono un botón rojo, e indico la fecha en la que quería viajar, volvió a ver a su madre que aún no quitaba la vista de la máquina, y con un adiós de cabeza arranco la palanca; con rapidez la maquina subió al cielo, y en un abrir y cerrar de ojos desapareció en un destello morado.
-que te vaya bien hijo mío.
¡Holis, holis! Bien, antes que me maten a tomatazos, quiero decir que soy de esas que defienden que lo raro es mejor ¿o me equivoco? Jijiji; más que nada leí unos fanfics de Trunks con Milk y la verdad me quede impresionada, y me dije "¿porque no hacer algo loco, con Mirai? Y tachan, esto ha salido de mi mente. También hay que tener claro que las edades las he puesto tras un cálculo raro que hice, basándome en la edad de Goten, es decir si Mirai tenía 22 años cuando lucho contra Cell + 11 años que le puse a Goten= es igual a 33; y es lo que pasa con Milk, solo que a ella le he hecho un cálculo: de 25 años en la saga Cell + 11= a 36 años, y así no tienen tanta diferencia de edad, que no me importaría y bla bla. También, también, aquí Goku hará un papel un poco de "cabrito", pero ya lo mirareis al paso de la historia jejeje, a partir del siguiente capítulo empezará este romance poco común.
Un saludo a todos y gracias por leer esta historia.
