Trágica Reacción

Simples sentimientos

Sus músculos le dolían de manera intensa, sentía todo su cuerpo arder y como las gotas de transpiración corría lentamente por su piel haciéndole un leve cosquilleo, aun trataba de tranquilizar su respiración pero su corazón seguía latiendo fuerte y rápido, se veía incapaz siquiera de levantar un solo dedo. Estuvo entrenando hasta que literalmente callo rendido, corriendo de un lado a otro sin detenerse un solo segundo, pues la maquina seguía su curso normal hasta agotar la ultima pelota, ultima que lamentablemente no pudo golpear lo que le impidió lograr su objetivo, pero el agotamiento era tal que no había cabida para la frustración. Y ahí estaba él, tirado en el césped aun con la raqueta en mano, su mirada se paseaba entre las nubes hipnotizado con su lento movimiento. Pasaban los segundos, su cuerpo comenzaba a relajarse y una extraña sensación de tranquilidad le invadía hasta el alma. Cabía la probabilidad de que nadie quedara en el instituto cosa que le complacía y le hacía disfrutar de la soledad con mayor amplitud.

-Es una lástima que no le hayas dado a la ultima pelota –surgió una voz tras él. Entonces recordó que no estaba completamente solo, en realidad casi nunca lo estaba.

-No importa... la próxima vez no será así —respondió.

-De todas formas debe ser frustrante no alcanzar a golpear la última pelota, es decir ¡La ultima! Ibas tan bien, pero justo fallaste en ¡La última! Debes creerte todo un perdedor —podía sentir la cizaña en cada palabra.

-Ya entendí, Tomoyo —el cansancio no le permitía enfrentarla como debía.

-Bueno podría haber sido peor, ya sabes haber fallado todas y golpear sólo una —Eriol noto el sonsonete burlesco, el disfrute por su derrota y el deseo de fastidiarlo por ello.

-¿Acaso me odias? —dijo con sarcasmo.

Tomoyo sonrió amargamente y acepto su propia derrota.

-Idiota... Tú sabes que te amo —soltó como si nada.

Era una conversación lenta de tono aburrido, de palabras arrastradas, de tintes melancólicos y burlescos que tan solo a veces se permitían tener. Emocionalmente para ambos era agotador.

-Nunca cambiaras el tema ¿Cierto?

-Probablemente jamás —contesto divertida.

Miro de reojo a su emisora. Está al notarlo le mostró la lengua y él le sonrió.

-Pues nunca sabré que respuesta darte.

-Eso ya lo se... —botó con un aire frustrado acabando ya con el tema antes de que se tornara penoso.

Se conocían desde pequeños, ambos eran vecinos; vivían uno frente al otro por lo cual su amistad surgió de la manera más simple y dulce, entre juegos de la infancia, la mutua curiosidad por el mundo.

Para Eriol con el paso del tiempo, de los años su aprecio sobre ella bordeó al afecto fraternal como el de un hermano protector, un cariño inquebrantable y necesario, transformándose Tomoyo una de las personas más importantes dentro de su vida; ella era la persona que mejor le conocía; cada gesto, cada mueca y sus placeres, sus mañas todo frente a ella era transparente y obvio, innegable, un sujeto incapaz de ocultar ni disimular nada y a fuerza de práctica se enorgullecía cuando la chica dejaba pasar alguna que otra cosa o gesto fuera de lugar. Pero aquello no le molestaba, de cierta manera le satisfacía que fuera así porque si no había nadie que lo conociera mejor como Tomoyo, también se aplicaba a la inversa... porque nadie conocía mejor a Tomoyo como Eriol.

Era mutuo el cariño, el apoyo, la confianza; Confidente, consejero y por lo que harían y darían cualquier cosa. Nunca encontrarían una forma posible de expresar el cariño y el significado de tenerse uno al otro, siempre dispuestos a representar el papel que quisieran, consejero, cómplice, receptor del mal humor del otro. Cada demostración era demasiado pequeña y diminuta; que no terminaba de reflejar ni la más mínima parte.

Eriol valoraba la personalidad de su amiga; fuerte, decidida, a veces un tanto infantil y despreocupada, pero siempre alegre y tratando de transmitir sencillez, una que lograban envolver a Eriol y hacerlo sentir único en el mundo de ella.

-¿Tardaras mucho?

-¿Tienes algún inconveniente? —Eriol sabía que si resolvía quedarse toda la noche ella no tendría reparos en acompañarle durante esa noche.

-No, es curiosidad —aclaro en voz baja.

Eriol lleno de aire sus pulmones y tratando de olvidar el dolor físico se sentó de golpe.

Esa amistad también tenía inconvenientes y uno muy grande.

Desde que tenía memoria Tomoyo había sido sincera respectos a sus sentimientos decía no tener razón alguna para avergonzarse de ellos, por eso nunca trato de guardárselo en lo más profundo de su corazón como lo haría cualquier otra chica. No. Ella nunca se permitió ese secreto. En algún momento, a medida que crecían y se entregaban a la adolecía y que todo cambiaba, menos las seguidas confesiones, se dios cuenta que lo que para él era un juego de niños para Tomoyo era la más pura verdad, verdad que Eriol quiso cambiar, convencerla de lo contrario, y trato explicándole los diferente aspecto de las relaciones, sentimientos y emociones humanas y personales. No funciono. El sentimiento por parte de ella evoluciono a aspectos más grises, los rechazos eran momentos tormentosos y densos que él trataba de evitar a toda costa. Llevaban años en la misma dinámica porque ella no cambio y Eriol se resigno.

Al final fue la costumbre lo que fue convirtiendo aquella incomodidad y carga un poco más soportable. Y porque también fue ella quien le había enseñado a no preocuparse tanto, apelando a que si ella como víctima de un amor no correspondido —como tendía a dramatizar— no se moría en lamentos, él con mayor razón no debía hacerlo. Al menos se querían y aunque fuera sólo como amigos para Tomoyo, eso bastaba.

Por lo tanto no era necesario acomplejase demasiado con la situación... o eso era lo que le gustaba pensar.

Aun así esperaba que algún día ella lograra olvidarse de ese excesivo cariño, porque para él de eso se trataba, un exceso de cariño y familiaridad que fue confundida con amor, y después de todo podía imaginarse lo doloroso que se debía sentir aceptar un mera amistad. Sentía la mayoría de veces admiración por el temple y honestidad de Tomoyo pero de igual forma había otros momentos en que sentía una profunda lastima y pesar. Incluso se arriesgaba a decir que probablemente nadie lo amaría con la intensidad que ella lo hacía y por eso odiaría con toda su alma ceder algún día a sus declaraciones, tan solo por lastima.

-Bien, me iré a cambiar. —tomo la pequeña toalla que le había lanzado su amiga y comenzó a secarse el sudor— No te preocupes no tardare.

-Siempre dices lo mismo y después tengo que esperar por ti una hora.

Él le sonrió distraídamente y ella acepto su propia derrota.

Se dirigieron al vestidor de hombres Eriol entro y Tomoyo, con un resoplido en los labios, se quedo esperando afuera.

Tomoyo siempre se animaba diciéndose que no se comportaba de esa forma por ser una arrastrada o por andar mendigando un poco más de cariño. Simplemente lo hacía porque le nacía y porque era una rutina más en sus vidas, esperar siempre por él era casi ridículo pero cierto. Además esa sencillez y honestidad de acto lograba que no todo se volviera tan trágico y doloroso, sino mas bien sincero. Bromear sobre sus sentimientos he incomodar a Eriol por ello le producía cierto alivio consigo misma, porque probaba su fortaleza. El hecho de quererlo no era fácil ni mucho menos, pero siempre se defendería con su orgullo y dignidad. Con algo de entereza, admitía que jamás podría ser una de esas personas capaz de ocultar un amor a final de los tiempos podría molestar o no, pero jamas renegaría de sus propios sentimientos.

-Ya estoy listo. Vamos —salió después de media hora. La encontró sentada en una de las bancas arrinconada a la muralla de los vestidores cuando sus miradas se toparon él sonrió, una sonrisa franca y divertida.

Tomoyo estaba fascinada, siempre lo estaba en esa hora particular de la tarde, cuando Eriol aparecía justo después de una rápida ducha, con el cabello desordenado y mojado, pequeñas gotas de agua escurriéndoles por la punta de los negros mechones de cabello mojando su cuello, goteándole sobre los hombros; humedeciéndole aquella camisa blanca y arrugada, abrochada descuidadamente y con los faldones fuera de sus pantalones. Sus ojos brillantes y profundos de un azul intenso azul, le miraban despejados y lánguido.

Toda su presencia y su parecer rebelde le quitaban el aliento.

-Pensé que estabas apurada —dijo Eriol llamando su atención.

-Ah ¡Sí voy! —se levanto rápidamente y fue tras el paso adelantado del chico.

-¿Tu madre no te dirá nada? —pregunto ya un poco más preocupado por la tardanza.

En realidad sí se estaban tardando más de lo acostumbrado.

-No lo creo. Hoy tiene doble turno así que probablemente llegara tarde —respondió ella.

-¿Otra vez?

-Eso sucede cuando eres dueña de hogar y madre soltera —dijo con amargura— Es por eso que he estado pensando en buscar un trabajo.

-Ayudarías mucho —Eriol le animo con una leve sonrisa—, pero no te presiones con eso.

-No lo hare, sin embargo quiero alivianarle un poco de carga —reconoció.

Cuando ya iban llegando a la salida, se fijaron en el grupo de estudiantes que aun quedaba, eran cuatro alumnas que reconocieron como integrantes del consejo estudiantil; entonces eso sólo quería decir una cosa, que entre ellas también encontraría a su enemiga sentimental, enemiga no, la ganadora indiscutible desde hace mucho. Tomoyo observo al chico y lo vio con la mirada perdida en un punto fijo, ella siguió su ese rumbo que no era otra que Kaho Mitzuki, una visión gloriosa ciertamente.

Eriol babeaba por ella bueno, en realidad todos babeaban por ella era la gran debilidad masculina del instituto Tomoeda. Pero lo que diferenciaba a su amigo era que al parecer, sospechaba, que Kaho le correspondía plenamente. Unicamente que ambos eran demasiados ciegos como para notarlo.

Tomoyo al verla pensaba que no era muy difícil imaginar porque era tan popular, Kaho era el prototipo ideal de la mujer perfecta, mejor dicho, odiosamente perfecta. Poseía todo lo necesario para agradar; ser querida y admirad. Era amable, amistosa, inteligente y de buenos sentimientos; Como no, también era muy hermosa. Hermoso cuerpo; alta, delgada y esbelta, hermoso rostro angelical, hermosa piel suave y lisa, hermosos ojos de un hermoso color almendra y hermoso cabello castaño, hermosa, hermosa, hermosa... tan desesperantemente hermosa que dejaba sin respiración. Tan buena, que daban ganas a Tomoyo de zamarréarla para lograr ver si con eso alguna clase de imperfección o defecto salía a flote, y lo peor de todo era que a ella, de manera casi inevitable, también le caía bien y es que realmente Kaho Mitzuki ¡Sí que era una persona muy agradable!

-Idiota —profirió a Eriol y este ni siquiera se dio por aludido, estaba demasiado embobado como para prestar atención a cualquier cosa— ¿Por qué no vas a saludarla? —le aconsejo tan exasperada como celosa.

-¿Cómo?

-Porque no vas a saludarla.

-¿Por qué tendría que saludarla?

-Porque la estas mirando como un bobo, y dudo que tus ojos sean los suficientemente arrasadores.

-No sé de qué estás hablando —se sintió un verdadero idiota, haber estado contemplando a Kaho de esa manera tan obvia frente a Tomoyo.

-Digo, que si ella te gusta deberías hablarle —repitió ella.

-Pero... —él le dio una mirada dubitativa como tanteando el terreno, y el terreno era Tomoyo.

-Eriol tú me gustas, pero no me cortaría las venas por ti —objeto haciendo un gesto de reproche.

-No se trata de eso —y la verdad es que si se trataba de eso.

-Entonces llámala.

-No.

-¡Llámala!

-No.

Tomoyo rezongo ante la negativa y fijo su mirada en Kaho y empezó a esbozar una pequeña sonrisa.

-¡Mitzuki! —El grito resonó tan amistoso como cínico y forzado. Surtió efecto en el momento que la chica se giraba a verlos Tomoyo se acerco un poco a él— No me des las gracias —le susurro triunfante mientras lo agarraba del brazo para dirigirlo a ella.

Pero Eriol se detuvo en seco al ver como Kaho le miraba con ese rostro dulce y angelical, le invadieron unos desconocidos nervios que no le dio para mucho más que ofrecerle una tiesa sonrisa a la distancia.

Kaho despidió a las otras tres compañeras de salon. Y comenzó a acercase hacia donde estaban ellos— Eriol, Daidouji ¿Como están?

-¡Oh! Solo dime Tomoyo —Kaho asintió afable—. Creíamos que ya no quedaba nadie en la escuela.

-Sí. Bueno, es que pronto será la feria escolar y estos días nos quedamos para comenzar la organización ¿Y ustedes por que están acá? —la pregunta fue dirigida a Eriol, según dio cuenta Tomoyo.

-Entrenamiento de tenis —respondió él escuetamente.

-Y yo me quede a acompañarle —se apresuro agregar Tomoyo. Pocas veces en su vida había visto a Eriol tan nervioso e inseguro, generalmente con las mujeres era bastante natural y agradable, ningún seductor, pero era diestro en ese ámbito— ¿Por dónde vas? —preguntó y Kaho señalo su camino calles abajo— Nosotros igual, podríamos caminar juntos.

En el trayecto Tomoyo era la única que hablaba y prácticamente sola, sin embargo prefería eso a un silencio rotundo que comenzaba formarse cuando cerraba la boca. Aunque le parecía tan ridícula como tierna la timidez de ambos, después de todo Eriol y Kaho eran compañeros de salón, termino por exasperarse. Pronto no tardo en sacar un tema que se formo en común, las obligaciones escolares, algo bastante soso y aburrido pero que les daba tiempo necesario para acostumbrarse a su compañía. Lo que rápidamente le valió ser olvidada.

Un sentimiento de rechazo la invadió y experimento esa sensación de insignificancia junto a ellos, pero no debía reclamar y no lo haría, en pocas palabras, el que ellos estuvieran hablando amenamente gracias a ella... ¡Dios, merecía un trofeo por ser la mejor amiga!

-Mi camino sigue por allá —les aviso Kaho deteniéndose e indicando una calle que doblaba.

Ambos chicos se miraron absortos el uno del otro. Tomoyo enarco las cejas con ironía, parecía una despedida de no verse jamás y no que mañana se cruzarían más de diez veces seguidas.

-Entonces nos vemos maña... — quiso decir Eriol pero Tomoyo rápidamente le propino un fuerte y disimulado codazo, quien se contuvo a soltar una maldición.

-Eriol puede acompañarte —ofreció Tomoyo.

-No es necesario —les dijo Kaho apenada, y le dio una brillante mirada al chico— En serio, puedes irte con ella —señalo a Tomoyo con un sonrisa.

-Pero si nuestras casas quedan a una sola cuadra desde acá —seguía insistiendo Tomoyo— No creo que a Eriol le importe.

Esta volvió a propinarle un codazo. Eriol contorsiono su rostro en un quejido ahogado y la miro amenazante con la cara advertencia de que no lo volviera hacer.

-Es cierto no tengo problema —repuso él una vez pudo hablar con normalidad— No es bueno que vallas sola, además ya está oscureciendo.

Kaho medito por un momento pasando sus ojos de uno a otra.

-En ese caso... Acepto.

Tomoyo soltó un suspiro, mezcla de victoria y derrota. No se vio capaz de seguir frente a esos dos seres resplandecientes el uno por el otro.

-Siendo así yo sigo por mi camino —antes de partir le guiño un ojo a Eriol y murmuro unas palabras que él no pudo entender.

-Nos vemos mañana, Tomoyo —se despidió Kaho siempre amable.

-Sí. Como sea... —fue la lánguida respuesta que pudo ofrecer.

Kaho miro interrogante a Eriol y este hizo un gesto con la mano para que no le diera importancia.

Tomoyo les hecho un último vistazo y comenzó a caminar hacia su destino. Quizás ella era una tonta por dejar que esas cosas pasasen, pero es que ya había invertido... tanto tiempo tratando de conquistar a su amigo. Si quiera para que pensara en ella aunque sea sólo un poco más que como una amiga y nada daba resultado e inevitablemente, dolorosamente, se dio cuenta de que Eriol nunca le correspondería. Jamas. Y ese hecho lo había aceptado hace mucho.

Por esa razón decidió a ayudarle con Kaho, además de que notaba la atracción mutua entre ellos, también era un propósito personal si dejaba ir a Eriol, ella podría liberarse también. No había sido una idea planeada previamente, ser celestina de la persona que se quería no era para nada algo que quisiera hacer, pero al ver como ellos se miraban, al notar las chispas y la química natural, simplemente había pensado ¿Por qué no?

No quería deprimirse ante una amor no correspondido, tampoco quería arrastras a Eriol con ello. Sin embargo, sí esperaba que las cosas cambiaran; Es decir, todo cambia y probablemente ese año las cosas podrian ser diferente, tenía la esperanza de moverse junto al mundo; Olvidar a Eriol, que Eriol se enamorase de allá, que alguien odie a Kaho, para variar - rió internamente- ¿Quién sabe? Quizás ese año podría ser su año de suerte.

CONTINUARA


como están? yo feliz de presentarles este nuevo proyecto ojala les gustes hace tiempo que lo tenia en mente y bueno ya no me aguante y lo lance así que no me caería mal una buena bienvenida jejjejeje y de verdad deseo que lo disfruten

Para comentar un poco del fic en esta historia Tomoyo esta enamorada hasta las patas de su amigo Eriol, y ella ya renuncio a tenerlo... pero las cosas no son tan faciles

SII! puse denuevo a Kaho pero esta ves no quise que fuera un antagónico malo a propósito quise colocarla como alguien odiosamente buena osea la Srta perfeccion (pero recuerden que todos tienen su lado oscuro)

tambien habrá SXS para que la historia tenga mas contenido y tambien espero que les guste

bueno alguna ves comente que mi prox fic sera un triangulo en el cual ni yo se con quien terminara al final, obviamente estan ErioL Tomoyo y ?... eso se los dejare como sorpresa pero ya conocen los candidatos y yo ya tengo al finalista... jejjejje

sin mas que decir espero que esta simple y entretenida historia de amor les guste y tambien sus RW pues vale la pena saber si continuar o no
Muchos besosssss

y nos vemos a la próxima
bye