Disclaimer: One Piece y sus personajes le pertenecen a Eiichiro Oda. La película de Lo imposible pertenece a Juan Antonio Bayona.
Aviso: Este fic participa en el Reto Cineastas del Foro One Piece: Grand Line.
"El 26 de diciembre de 2004 el tsunami más devastador registrado hasta la fecha golpeo las costas del sudeste asiático. Las vidas de innumerables familias en todo el mundo cambiaron para siempre. Esta es la historia de una de esas familias"
POV Ace
Nos encontrábamos en la piscina del hotel. Sabo estaba sentado leyendo un libro tranquilamente, yo me tumbe en una hamaca a su lado y a mi derecha estaba mi hermano pequeño.
-Oi Luffy, no te lo comas todo.- le regañe ya que entre los dos estábamos compartiendo un plato de comida, y el cogía todo lo que podía.
-Es que está muy bueno, quiero más- me contesto con la boca llena.
-Sí, que lo está…- y sin darme cuenta me quede dormido mientras Luffy me robaba mi parte.
Poco después de eso, pude notar que alguien me movía para despertarme, cuando abrí los ojos pude ver que se trataba de Sabo.
-Te has dormido- me dijo mientras se reía.
Mire alrededor y pude ver que no solo el plato estaba vacío, sino que había una gran cantidad de porcelana apilada.
-¿Y Luffy?- le pregunte a Sabo.
-Cogiendo más comida- me contesto mientras señalaba en frente nuestra y entre la gente pude ver su sombrero de paja.
Al libro que estaba leyendo Sabo, se le soltó una hoja y salió volando hacia la cristalera. Él se levantó y fue a recogerla.
Lo que vino a continuación ocurrió realmente rápido, en apenas unos minutos. Pero para mí fue como ver una película a cámara lenta.
El viento comenzó a soplar fuertemente. Escuche el sonido que emitían los pájaros, me llamaron la atención ya que me habían parecido diferentes. Alce la vista para observarlos y pude ver cómo iban volando en una misma dirección, y parecían, ¿atemorizados?
Después de eso, pude sentir un temblor, cada vez más fuerte, seguido de un fuerte ruido que procedía de detrás de mí. Me gire para ver de qué se trataba, y pude observar como algunos árboles iban cayendo poco a poco. ¿Qué está ocurriendo? me pregunte. Segundos después logre ver cómo una gran cantidad de agua se acercaba rápidamente hacia nosotros, destruyendo todo a su paso.
Dirigí mi mirada atemorizada a la derecha, donde pude ver que Sabo me miraba de la misma manera. A continuación mire atrás y vi como Luffy intentaba acercarse a mí. Pero no le dio tiempo. El agua ya había llegado donde me encontraba, golpeándome fuertemente.
Los pulmones me dolían como consecuencia de estar tanto tiempo conteniendo el poco aire que me quedaba en ellos. Sentía un fuerte dolor de cabeza, como si estuviera apuntó de explotar. Necesitaba salir a la superficie para respirar, y lo intentaba con todas mis fuerzas, pero la corriente de aquella ola era demasiado fuerte. No dejaba de arrastrarme haciendo que me pegara contra diferentes objetos que no pude llegar a distinguir que eran. Pero eso no iba a hacer que me rindiera, tenía que salir del agua, tenía que sobrevivir, y lo más importante, tenía que buscar a mis hermanos.
Por lo que luche contra esa maldita corriente, luche con todas mis fuerzas buceando en busca de aire. Podía ver la luz del día reflejado en el agua, lo que me animo a seguir, hasta que logre salir.
Cuando por fin estaba en la superficie respire profundamente llenando mis pulmones de oxígeno, respiraba agitadamente debido a la falta de aire de momentos antes. Abrí los ojos para ver qué era lo que me rodeaba, intentando de alguna forma averiguar en qué lugar me podría encontrar.
Todo lo que vi me dejo asombrado. Lo único que tenía alrededor eran restos de coches, arboles, muebles y muchas cosas más que no pude llegar a distinguir. Pero tampoco me extrañaba que aquel fuera el resultado de la catástrofe que acababa de ocurrir, al fin y al cabo, acababan de pasar por el lugar dos olas gigantes arrasando con todo lo que se encontraba a su paso.
Pero aquella imagen no era lo que me atemorizaba. Lo único que temía en ese momento, y lo único que me preocupaba, era que estaba total y completamente solo. No había nadie a mi alrededor, y lo más importante, no estaban ni Sabo y ni Luffy. Esto era lo que más miedo me producía de aquella situación, pero nunca se lo admitiría a nadie. ¿Cómo están? ¿Dónde están? ¿Ellos se encontrarán igual de solos que yo? Fueron algunas de las preguntas que no paraban de pasar por mi mente.
La corriente seguía arrastrándome fuertemente. Lo único que podía hacer era quedarme en un lugar seguro por si acaso volvía a haber otra ola. Pero todo lo que veía alrededor estaba derrumbado, hasta que por fin pude ver un tronco caído. Cuando llegue a él me agarre fuerte e intente subirme, pero tuve que detenerme al comprobar que aquel tronco estaba a punto de caerse.
Después de esperar un tiempo, la corriente comenzaba a detenerse poco a poco, por lo que pude nadar hasta un lugar donde el nivel del agua era más bajo y podría ir caminando.
Cuando me puse de pie, comprobé el estado en el que se encontraba mi cuerpo, y pude observar que no parecía que tuviera nada grave. Lo único que me preocupaba era un fuerte dolor que podía sentir en un costado, y pensé que se trataría de alguna costilla rota, pero eso no me detendría. Tenía que buscarlos. Pero antes de eso, tenía que buscar un lugar seguro, por si acaso volvía otra ola.
Después de andar un buen rato, encontré un árbol en el que me pude subir, y me quede allí, esperando. Hasta que una mañana, el cantar de unos pájaros me despertaron y les sonreí, era la primera vez que los volvía a escuchar desde que había ocurrido todo.
Ande durante horas hacia la dirección en la que pensaba que estaría el hotel. Pensé que lo mejor sería buscarles por allí, a lo mejor a ellos también se les había ocurrido ir a aquel lugar. Por fin pude distinguir el gran edificio y no pude evitar sonreír. Pero mi sonrisa se desvaneció cuando vi el estado de aquel lugar.
Todo estaba lleno de barro y agua, las paredes estaban destrozadas, los cristales ya no existían. Entre a dentro, a la piscina, el último lugar en el que había visto a mis hermanos, y pude comprobar que todo estaba destruido y lleno de árboles destrozados. Entre los restos pude distinguir algo de color naranja y me agache para cogerlo. Era mi sombrero, se me había olvidado por completo, no estaba seguro de cuando lo habría perdido. Lo limpie como pude y me lo coloque.
Entre a dentro y pude ver algunas personas, las cuales estaban igual de heridos y llenos de barro como yo. Recorrí todos los lugares del hotel en busca de mis hermanos, pero no los encontré. Las personas que estaban allí, estaban igual de desorientados que yo, parecían estar buscando a alguien, igual que lo hacía yo. Me encontré con una mujer que estaba comiendo algo que no pude llegar a distinguir. Me miró amenazante y se giró protegiendo su comida.
-Que aproveche- le dije.
Escuche un ruido fuerte que hizo que se me helara la sangre, ¿otra ola? Me pregunte a mí mismo. Respire aliviado cuando pude ver que se trataba de un helicóptero. Salí fuera del edificio para encontrarme con varias personas que había visto antes en el hotel, y además de ellos, también pude ver a más gente, pero estos no parecían que hubieran pasado por lo mismo que pase yo. Se encontraban perfectamente y tenían la ropa limpia.
Pude ver a un hombre moreno y corpulento que llevaba una camisa roja con estampado de flores, que tenía un móvil en la mano.
Un teléfono, no creía que encontraría uno, y tampoco se me había ocurrido, pero claro el abuelo estará preocupado por nosotros, seguro que la noticia del tsunami estará recorriendo por todo el mundo. Tenía que llamarle.
-Perdone- le llame y el hombre me miro con cara de superioridad- ¿podría dejarme el móvil para llamar a casa?
-No. Si se lo dejo, después todo el mundo va a querer llamar.
Me aleje y vi que detrás de él había un coche que estaba llevando a bastantes personas. Me acerque a ellos y les pregunte a donde se dirigían.
-Vamos a las montañas, a un lugar seguro- me contesto una chica de pelo azul oscuro y con gafas- ven con nosotros.-me sugirió.
-No puedo, tengo que buscar a mis hermanos.-Dicho esto me aleje del coche y lo observe alejarse de aquel lugar.
Comencé a andar sin un rumbo fijo. No tenía ni idea de por dónde comenzar a buscarlos. Hasta que una rayo de inspiración me vino a la mente. ¿Y si se encontraban en algún refugio? Sabo era muy listo y estaba convencido de que haría eso, pero no sabía dónde podría estar Luffy.
Me maldije a mí mismo por no haber ido en aquel coche. Tal vez, al lugar a donde se dirigían se encontraba alguno de ellos. Además, apenas podía ver nada ya que no había luces en la carretera. Así no podría conseguir encontrar a nadie.
Pero a lo lejos pude ver unos focos que se acercaban a mí. Me tape levemente los ojos, ya que se habían acostumbrado a la oscuridad y la repentina luz hacia que me dolieran. El coche se paró delante de mí.
-Arara, sube, te llevaremos a un lugar seguro.- escuche la voz de un hombre, pero no pude diferenciar de quien se trataba.
Parecía que me habían leído el pensamiento sobre ir a un refugio. Suspire y me subí. Las personas que se encontraban dentro, se hicieron a un lado para poder dejarme sitio.
-Gracias.- les dije.
El coche me llevó por un lugar que desconocía. Mientras estaba sentado, pude notar de golpe todo el cansancio que tenía acumulado de todo el día. Ni siquiera había parado a descansar. Y sin darme cuenta me quede dormido.
Cuando el coche paró, un joven rubio con una chaqueta morada me movió levemente para despertarme, por lo que yo le di las gracias y bajamos del auto. Al parecer nos encontrábamos en el aeropuerto. Me sorprendió la gran cantidad de gente que se encontraba en aquel lugar, y casi por instinto, lo primero que hice fue buscarlos. Pero no se encontraban allí.
Cuando me di por vencido, pude ver como mis acompañantes se habían juntado en un círculo y me senté junto a ellos. Todos estaban hablando de que era lo que les había ocurrido cuando llego la ola.
-Tú estabas en el Hotel Khao Lak, ¿verdad?- me preguntó el rubio que me había despertado antes, haciendo que me sorprendiera por la pregunta- yo también me alojaba allí.-me aclaró.
-Sí. Yo y mis hermanos.
-¿Qué os ha pasado?
-Estábamos en la piscina cuando ocurrió todo. Los he estado buscando por todos los sitios que he podido. Ni siquiera sé cómo se encuentran.- suspire, por alguna extraña razón, aquellas personas me daban seguridad y confianza para seguir hablando- en realidad, ninguno tenemos los mismos padres, pero eso no importa. Yo siempre los he intentado proteger de todo lo que podía. Sobretodo el pequeño, siempre hace que me preocupe por todos los líos en los que se mete.
-Vaya.- el rubio saco de su bolsillo un móvil y me lo entregó- estaba esperando a que me llamaran, pero creo que tú lo necesitas más.
-Muchísimas gracias- dije cogiendo el teléfono con ansia y rápidamente marque el número del móvil de mi abuelo. Guarde la respiración mientras esperaba a que lo cogiera.
-¿Si?- escuche desde el otro lado de la línea y suspire aliviado.
-Abuelo.
-¿Ace? ¿Eres tú? Menos mal, ¿estás bien?, ¿y Luffy y Sabo? ¿Cómo están?
-No lo sé. No sé dónde están.- le conteste y sin poder evitarlo las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos, mi única esperanza era que ellos también le hubieran llamado, esperaba ser yo el último del que no se sabía nada.- llegó la ola… y… no los he encontrado por ninguna parte.
-¿Tú dónde estás? ¿Cómo estás?
-Lo siento abuelo, pero tengo que colgar, necesitan utilizar el móvil.
-Espera Ace, ¡Ace!
Colgué el teléfono y se lo entregue al rubio. Este me miraba con compasión y no pude evitar seguir llorando. Una mujer, con el pelo de color blanco, que estaba a mí lado me abrazó para tranquilizarme.
-Toma- me dijo el rubio volviendo a darme el teléfono- no puedes dejarle así.
-Pero tú…
-Toma- me volvió a decir con seguridad, casi poniendo el móvil en mi mano.
Lo cogí, y una vez más tranquilo volví a llamarle y mi abuelo lo cogió casi de inmediato.
-Si- respondió con alerta.
-Abuelo, soy yo otra vez. Escucha, los voy a encontrar, no pienso parar hasta hacerlo. Ellos estarán bien, ya sabes lo fuertes que son. No me rendiré hasta encontrarlos. Te lo prometo abuelo.
-Sí, sé que lo conseguirás.
Volví a colgar el teléfono y se lo entregue al rubio.
-Muchísimas gracias, ¿Cómo te llamas?
-Marco. ¿Y tú?
-Ace.
-Ace, puedo ir contigo. Yo también quiero buscar a mi hermano. Se llama Thatch.- dijo y después de un suspiro continuó hablando- él no quería venir aquí, ya que nuestro padre está enfermo, pero entre los dos logramos convencerlo. Lo último que se es que él estaba en la playa cuando llegó la ola.
-Claro.- le dije asintiendo, al fin y al cabo, aquel chico me había ayudado, era lo mínimo que podía hacer.
Al día siguiente, los dos, junto a algunas pocas personas más, nos subimos a una camioneta que se dirigía a los hospitales para buscar a nuestros seres queridos. Pasamos todo el día así. En cuanto llegábamos a un lugar, yo y Marco bajábamos y mirábamos la lista de los pacientes, en busca de nuestros hermanos, pero no conseguíamos nada.
Pero al contrario que nosotros, algunas personas si lo lograban, como por ejemplo la mujer de pelo blanco que el día anterior me ayudo a tranquilizarme. Esta había ido a aquel lugar de vacaciones con su hija, de la cual se separó por culpa de la ola. Esta tuvo suerte y se la encontró en uno de los primeros hospitales que visitamos.
Llegamos al último hospital que nos quedaba por comprobar. El conductor parecía tener mucha prisa por irse, ya que le habían dicho que en el último día no había ingresado nadie, por tanto baje yo solo.
-En cinco minutos vuelvo- dije para que me esperaran.
-Toma- me contesto Marco con un papel en el que tenía el nombre de su hermano- yo solo te atrasare- me dijo señalando su pierna, que la tenía herida- búscale por mí, por favor.
-Claro.
Me adentre al caos que se había formado en aquel hospital. Al igual que todos los que habíamos recorrido, estaba abarrotado de gente. Había tatos pacientes dentro, que tuvieron que poner tiendas de campaña fuera para poder atenderles de alguna manera.
Entre dentro del edificio, y enseguida pude ver un tablón en el que ponía los nombres de los pacientes. Al igual que yo, había una gran cantidad de gente buscando los nombres de los desaparecidos, rogando por encontrarlos. Poco a poco me hice paso entre la multitud y pude comprobar las listas si se encontraban los nombres de Luffy, de Sabo o del hermano de Marco, pero no había ninguno de ellos. Suspire y me aleje de allí. Pero no iba a rendirme, aquel era el último hospital que nos quedaba por ver, tenían que estar allí. Hice un recorrido rápido por todo el edificio y las tiendas para buscarlos, pero nada había resultado. Me di por vencido y subí al auto.
-Siento las molestias.- les dije y Marco me dirigió una mirada compasiva, que yo le correspondí.
No podía creérmelo, como era posible que en todos los lugares que habían buscado no se encontraban en ninguno de ellos. Si no estaban allí, tal vez quería decir que… no, no podía ser eso. Mis hermanos no podían estar muertos, de eso estaba seguro. Hacía falta muchísimo más para acabar con nosotros tres.
Mire hacia fuera mientras esperaba a que el coche arrancara, pero parecía que el auto no quería ponerse en marcha. Poco a poco, el sueño comenzó a aparecer y mis párpados se hicieron cada vez más pesados. Estaba a punto de quedarme dormido cuando escuche un fuerte grito muy familiar.
-¡Ace!
Abrí los ojos intentando ver de donde procedía, pero había demasiada gente para ver algo. Con un nudo en el estómago busque con la mirada, pero no veía que nadie se estuviera fijando en mí.
-Alguien te ha llamado.- me dijo Marco, sacándome de mis pensamientos.- Baja- me dijo- puede que estén aquí- se giró hacia el conductor- puede esperar un poco más.
Le hice caso y temeroso baje del auto. Si él también había escuchado ese grito, quería decir que no me lo había imaginado. Fui andando despacio entre la multitud ¿podría ser alguno de ellos?
-¡Sabo!- escuche otro grito familiar que procedía de enfrente.
¿No puede ser? Sin duda el segundo debía de ser la voz de mi hermano pequeño, y si llamaba a Sabo, quería decir que él también estaba aquí. Por lo tanto estaban los dos. Comencé a andar cada vez más rápido, necesitaba llegar hasta ellos, necesitaba ver con mis propios ojos que se encontraban aquí y que estaban bien.
Cuando vi lo que había enfrente de mí, me detuve en seco. Pude ver como un chico moreno con un sombrero de paja y una camiseta roja abrazaba a un chico rubio con otro sombrero de copa, con una camiseta blanca. Sin duda alguna eran mis hermanos. Estaban bien, estaban sanos y salvos, y estaban delante de mí. Con lágrimas en los ojos me fui acercando poco a poco, cuidadosamente, sin todavía creerme la escena que estaba viendo delante de mí. Fue mi hermano pequeño el que me vio.
-¡Ace!- gritó este, y pude ver como estaba llorando.
Se separó del rubio y vino hasta mí corriendo y me abrazo fuertemente. El rubio al principio se quedó sorprendido, ya que al igual que yo, no esperaba que nos encontrásemos los tres de aquel modo. Pero en seguida vino hasta nosotros corriendo y al igual que el moreno también me abrazó.
Una sensación enorme de felicidad, difícil de describir, me inundo, ya que mis hermanos estaban bien y estaban conmigo. Y hasta aquel momento, aunque había tenido el gran apoyo de Marco, había estado solo, pero ya no iba a estarlo porque había encontrado a mis hermanos. Sin poder evitarlo unas lágrimas salieron de mis ojos.
-Oi Luffy- llame a mi hermano pequeño, el cual no paraba de llorar desconsoladamente- no llores, cuantas veces te he dicho que no tienes que ser un niño llorica.
-Eso Luffy- dijo Sabo cuando nos separamos.
-P-pero… si… vosotros también estáis llorando.-se defendió Luffy.
-No lo estamos- dijimos a la vez, mientras nos secábamos las lágrimas y riendo. Para después volver a abrazarnos.
Con el rabillo del ojo pude ver como Marco nos miraba y me sonría.
