Prólogo
Estaba perdido y Sasuke lo sabía.
¿Cómo había podido ser tan estúpido?, la pregunta recorría su cabeza una y otra vez, provocándole una jaqueca insoportable. Pero es que la situación era tan ridícula que no podía evitar darle vueltas al asunto, castigándose al pensar en lo que sería su futuro desde ese día. Y sí, tal vez podía parecer como si estuviera dramatizando los hechos, pero es que él en realidad estaba sufriendo, incluso mucho más ahora que su orgullo también estaba hecho trizas y desparramado por el suelo. Porque él nunca perdía. Jamás en su vida lo había hecho. Y tal vez fue ese factor lo que le llevó a confiarse más de la cuenta y terminar como ahora estaba: caminando de un lugar a otro, convertido en un torbellino de frustración, ira y desesperación.
Y todo por la culpa de esa arrastrada de Ino.
Si tan sólo ella no se hubiera aparecido en el campo de entrenamiento, colérica y con un balón en sus manos, él le habría ganado al inútil de Naruto en esa carrera y no tendría que estar con hielo en su cabeza debido al balonazo que había recibido, ni debería siquiera pensar en una manera de declararse a Haruno Sakura, su peor enemiga. Sin embargo, lo peor era que debía comenzar diciéndoles a todos previamente que YA estaban saliendo, lo que terminaría por arruinar su reputación y conseguirle una muerte asegurada por parte de Haruno. Todo porque su amorcito descubrió, como era de esperarse con lo tonta que era, muy tarde que solo fue una más y que él no tenía intenciones de algo más con ella.
No obstante, aquello no era lo importante en ese momento. Tenía que pensar rápido en alguna manera de que Haruno aceptara salir con él o, al menos, fingirlo, sin terminar detrás de las rejas por acoso o peor, muerto en algún río donde nadie jamás encontraría su cadáver. Sakura era una chica bastante irritable cuando se lo proponía, y las consecuencias no eran agradables a juzgar por los dientes faltantes de Kiba, el idiota que había intentado espiarla en los vestidores.
Aún no lograba entender que había visto Inuzuka en alguien tan odiosa como ella, y estaba seguro de que jamás lo entendería. Tampoco le importaba. Pero la imagen de su boca sangrante mientras corría por los pasillos sin duda le había dejado algo pasmado.
"Me preguntó si los nerds que se encargan del periódico escolar están por aquí. Necesito entregarles la información" pensó con angustia inundando su pecho.
Mas él era un hombre de palabra, por lo que lo mejor era comenzar de una vez por todas con su infierno…
