Sí, estaba bien, no se notaba lo suficiente o eso creía. Volvió a mirarse al espejo de cuerpo completo. Ahora si lo veía con más detalles, esas pequeñas marcas de color blanco que interrumpía en su piel, en ese color neutro que tenía. No había remedio y eso era lo que temía. A veces maldecía su problema de subir de peso rápidamente y en ipso facto poder bajarlos. Odiaba aquellas marcas. Aquellas que se llevaban toda la atención. No lo negaba, se odiaba también por lo débil y frágil que era, un cobarde dicho de otra manera. No quería mostrarse de aquella manera ante Victor, aunque ya lo haya visto desnudo tantas veces, nunca habían intimado, así que el ruso no sabía cómo se vería esas marcas y tampoco quería que las viera, le daba vergüenza.
— ¿Por qué tenían que existir?—
Si bien el chico nunca se había preocupado por su apariencia física, tampoco estaba de más verse un poco al espejo, el problema de Yuri, es que siempre se iba encontrar sus defectos y no sus verdadera belleza. Soltó un suspiro, quizás, si utilizaba aquella crema que se había anunciado en televisión, podrían ser menos notoria. O tal vez, si intimaran con la luz apagada el ruso no las notaría.
— Imposible, al tacto mi piel se siente extraña—
No sabía cómo tratar con esas estrías, si bajaba su bóxer, no se destacaban, esas cicatrices tan sólo estaban en su trasero. El ejercicio no hizo mucho, pues eso las hizo notar más. Agradecía que estuvieran blancas y no de aquel color morado rojizo, eso se veía horrible. Tan sólo sollozo en silencio, se sentía abrumado, temía que el ruso le diera asco su cuerpo, que lo dejara sin más. Sentía que se iba derrumbar, todo gracias a su debilidad mental y su pesimismo.
Sin embargo, el ruso lo había visto desde la ranura de la puerta, sonriendo con ternura. El chico apones era capaz de entrar en lo más profundo de su corazón, así que sin esperar más para que el pobre muchacho no se atormentara más, entro lo más silencioso posible para pegar su torso a la espalada desnuda de su novio, dándole un corto beso en la coronilla.
— ¿Qué sucede ahora, Yuri?— su voz estaba bastante baja, para crear un ambiente de complicidad y serenidad. Aquello que logro calmar un poco al azabache.
— Yo… Victor ¿me seguirías queriendo con esas horribles marcas?—
El albino se separó para posarse frente a él, viéndole de manera seria, tomando las mejillas del menor entre sus cálidas manos. Así evitaría que éste desviara su mirada.
— Yuri, te amo de todas las maneras posibles, unas pequeñas marcas no cambiaran mi percepción sobre ti. Eres la persona perfecta para mí- dicho eso, besó su frente, luego sus mejillas y antes de sella su beso en los labios le susurro -Eres todo lo que necesito, lo demás no importa—
El japonés lo sabía, sabía que siempre iba necesitar aquellas palabras de aliento de su parte. Si él lo decía, no tendría otra duda de su cuerpo. Victor era el hombre perfecto para él y él era el hombre perfecto para Victor. Así de simple.
