EN LAS ALMENAS

Por fin te encuentro, estás en una de las almenas. Sola. Mirando hacia el exterior del castillo, al horizonte. Como si intentases averiguar qué es lo que aguarda el futuro.

Te alcanzo y sin mediar palabra me sitúo junto a ti. Te giras hacia mí:

"Sir Jaime" Me saludas inclinando ligeramente la cabeza.

"Sir Brienne" Respondo con el mismo gesto. Me parece atisbar una media sonrisa cuando me dirijo a ti por tu nuevo título.

Vuelves a dirigir la mirada hacia la lejanía. Y me quedo ahí, junto a ti, intentando ver lo mismo que tú, intentando colarme en tus pensamientos.

"Deberíais marcharos esta noche" Me sueltas sin previo aviso.

"¿Cómo?" Te digo mientras me giro hacia ti y te miro confundido.

Sin apartar la mirada del horizonte, me respondes de manera seria y tranquila:

"Si queréis llegar a tiempo para reuniros con la Compañía Dorada, debéis marcharos esta noche. La reina Daenerys ha propuesto partir hacia Desembarco del Rey dentro de tres días"

Haces una pausa, veo como te tensas y aprietas los músculos de la mandíbula; te giras hacia mí me clavas la mirada y continúas:

"Aun tenéis algo de ventaja para reuniros con vuestra hermana" Concluyes.

Si me hubieras atravesado con la espada no habría dolido ni la mitad de lo que esas palabras duelen.

Te miro furioso.

"¿Eso es lo que pensáis de mí? ¿Que soy un traidor? ¿Qué no tengo palabra?" Te digo con rabia.

Bajas la mirada al suelo. Y en tono suave me replicas:

"No. Prometisteis luchar contra los muertos. Habéis cumplido vuestra promesa. Ya no hay nada que os retenga aquí. Es lógico que deseéis volver junto a Cersei, es vuestra hermana y a…"

Dejas la frase en el aire y avergonzada, te giras para mirar al exterior de nuevo.

"Y ¿Qué?" Replico furioso. Casi gritando continuo, "Siempre os habéis caracterizado por hablar poco, pero decir lo que pensáis. No dejéis de ser sincera ahora, continuad…decid lo que ibais a decir…¡VAMOS!" Te grito "¡DECIDLO!".

Me miras con rabia. Pero me respondes con un susurro:

"Amante" Dices temblando.

Me das la espalda y comienzas a marcharte. Te agarro el brazo para retenerte y tiro de el para hacerte girar y dejarte de nuevo frente a mí. Me acerco más a ti y te digo, clavándote la mirada:

"Oídme bien, Moza estúpida. Sois mi comandante. Estoy a vuestras órdenes. Y pienso seguir luchando a vuestro lado hasta que muera, o hasta que ya no quede nada por lo que luchar. Pero que os quede claro, no voy a abandonaros, ni siquiera aunque me lo pidáis".

Termino casi sin aire. Tu expresión es indescriptible, estás sorprendida y avergonzada, pero también asustada y algo más que no sé descifrar.

"Bien" Respondes intentando soltarte.

Te acerco más a mí de otro tirón. Respiras entrecortadamente.

Cojo aire y me aproximo a tu boca, parando a pocos centímetros de ella.

"Me alegra que estemos de acuerdo, Mi Señora".

Y pongo especial énfasis en ese 'Mi', para que no quede duda de que nos pertenecemos.