Capítulo I: La prefecta

"Todavía sentía dolor en cada partícula de mi cuerpo. Zonas que no pensé que podían doler, ahora están haciendo estragos en mi psiquis. Hasta el más mínimo movimiento corresponde a un dolor tan grande que no creo poder seguir soportándolo. Dolor, es una palabra bastante singular ya que se puede aplicar a muchos campos y con variadas connotaciones. Por ejemplo, ahora me duele el cuerpo, ¿Estoy herida? Poco, bastante magullada, con hematomas internos, y moretones violáceos en mi piel, pero nada se compara con el dolor de la pérdida de un ser querido. Tengo vagos recuerdos de la noche anterior, y sin embargo, ese nudo en la garganta esa opresión en el pecho no me deja vivir, solo sé que han matado a mis padres, que los Mortifagos, se han llevado lo que más quiero y me han dejado sola en este mundo. Ahora me tocará vivir sola el tormento de saber que los han matado por mi culpa, por ser bruja, por ser sangre sucia, porque no soy como ellos…"

Siempre creyó que el día que muriesen sus padres, ella sería mucho más mayor, con una familia formada. Que sus padre llegarían a conocer a sus nietos, que estarían para ella el día que se casase, que estarían con ella para aconsejarle cuando estuviera por dar a luz. Que, por lo menos le verían terminar la escuela secundaria. Nada de eso había sucedido. Todo era un caos, los momentos sucedidos los últimos días no terminaban de aceptarlos. No acababa de comprender el hecho de que se encontraba en el entierro de sus padres. Sola, porque a su lado, la silla que correspondía a su hermana estaba vacía. Petunia había recibido de parte de los mortífagos severos crucios que habían hecho que acabase internada en San Mungo, para borrarle la memoria. Lily Evans sintió que por lo menos eso estaría bien, que su hermana no le odiaría de por vida por la muerte de sus progenitores. Pero a ella, nadie le había modificado la memoria, nadie le había dicho que los recuerdos los podría cambiar. Ella tendría que vivir, soportar día a día, con la certeza que Los Mortífagos que se habían adentrado en su hogar correspondían a los magos que sabían que ella era una sangre sucia, una nacido de muggles, una persona que por azares del destino había tenido la veta mágica corriendo por sus venas. Lloró amargamente. No escuchaba las palabras del cura protestante que auspiciaba la misa. Sus padres habían sido muy creyentes en Dios, cuando estuvieron con vida. Aún cuando se enteraron de la verdadera naturaleza de su hija menor. No les había importado que ella fuese bruja, creían que, como cada hijo de Dios, ella era especial. Ahora su especialidad les había jugado en contra, quitándoles la vida.

Se dejaba abrazar y recibía las palabras de aliento, con una sorda amabilidad. No entendía que era lo que todas aquellas personas les decían, le saludaban y le daban sus condolencias. Algunas decían cosas horribles sobre los delincuentes que habían ingresado a la casa a robar. Porque en definitiva, esa era la versión oficial para la policía muggle. Un robo a media noche, perpetrado por delincuentes muy peligrosos. Se habían llevado objetos de valor y dinero que la familia tenía en la casa. Nada se había hablado de la ejecución que habían sufrido los Evans. Solo Lily lo sabía, y ese era un secreto que le pesaba en el alma.

Ahora que ya nadie quedaba, solo se apilaban las sillas blancas de madera, Lily había podido quedar sola con los féretros, que ahora estaban enterrados. Entre las dos lápidas, hermosos buques de rosas blancas y lirios de estación adornaban las lápidas frías de mármol negro, dónde rezaba:

"Aquí yacen Harry Evans (1931-1976) y Rose Merth de Evans (1933-1976), Queridos esposos, amorosos padres, amigos cercanos y samaritanos de la comunidad."

Entonces, nuevamente los ríos de lágrimas comenzaron a correr. Otra vez, todo volvía a comenzar. Lloraba por el destino trágico, que habían tenido que habían sufrido sus queridos padres. Ya no les vería cada mañana ni recibiría sus cartas en el colegio. Ahora añoraba con tenacidad los abrazos contenedores de su madre. Ya no vería cada día su cabello pelirrojo ondear cada día que iba a despertarla como cuando era niña. No escucharía a su padre hablar por teléfono con sus inversores o los clientes que les enseñaría casas. Ya no podría dirigirse a su propia casa de la infancia, ahí en el barrio industrial, porque los recuerdos le perseguirían en cada rincón, en cada una de las habitaciones del lugar. Seguramente ya las habrían limpiado, pero estarían regadas de la comida que se estropeo y quedo pegada en las paredes de la cocina. Las escaleras habían quedado manchadas con sangre de alguno de los Mortífagos que había logrado herir, mientras que el living tendría todos los sillones dados vueltas, testigos silenciosos de la batalla protagonizada por los aurores, quienes habían llegado, apenas ella había dado la señal de alarma y la decena de Mortífagos que llegaron como refuerzos de los diez primeros.

Lily sintió como la lluvia comenzaba a caer sobre su tocado negro. No le importo, vencida en fuerzas se dejo caer al suelo que recién estaba acomodado, buscando traspasar los metros de distancia entre sus padres y ella. Solo quería volver a ser la misma niña de siempre, la que todavía no había descubierto que era bruja, la que era la mimada por los padres y por su hermana, la que corría con Tuney por las plazas y se hamacaba fuertemente, solo para sentir el viento entre sus cabellos rojos como el fuego. Quería volver a ser ella misma, a ser la de siempre, a ser la que nunca tendría que haber abandonado.

Solo allí se percató que Severus, no había acudido al funeral de sus padres. Le odio aún más de lo que ya le odiaba. Él quién le había prometido ser su amigo incondicionalmente, ya le había traicionado una vez, le había gritado en la cara cuando ella le defendía que era una sangre sucia, algo que entre los magos es uno de los insultos más bajos para decir. Pero aún así, pensó que al darle a conocer la noticia de la muerte de sus padres, iría su encuentro, le buscaría, le abrazaría. Merlín, lo que necesitaba por esas horas un abrazo no tenía precio. Lo que necesitaba era cariño era saber que alguien se iba a preocupar por ella. Porque no tenía un centavo, ni muggle ni mágico, tendría que comenzar a trabajar, como mínimo para poder pagarse los útiles del colegio. ¿Iría al castillo? Sacudió su cabeza, no podría ir si no tenía nada de dinero. Ni siquiera tenía una bóveda en Gringotts a la cuál poder recurrir. Su cabeza iba muy rápido, limpiaría locales mágicos, sería moza, ayudaría a los enanos, en fin, haría lo que tuviese que hacer para poder conseguir dinero; no quería renunciar a su mundo, pero ahora le generaba rechazo porque gracias a ese mundo sus padres estaban muertos.

- ¿Señorita Evans?- la voz le pareció lejana, muy lejos desde dónde ella misma se encontraba. No se giró, todavía seguía con las rodillas hincadas en la tierra recién mojada- lamentamos mucho la muerte de sus padres, comprendemos su pesar- aquellas palabras hicieron que Lily se volviera hacia la persona que tenía delante de ella. Se sorprendió al ver que eran dos. Un hombre vestido de negro, con traje muggle, camisa y corbata a juego, y una mujer alta, de cabello oscuro. Un pelirrojo tan oscuro que casi parecía negro.

- ¿Ustedes comprenden mi pesar?-dijo con furia contenida- ¿Qué comprenden? ¡Estoy sola! Han matado a mis padres esos maldito Mortífagos- las lágrimas volvían a brotar de sus ojos esmeraldas, como si nunca fueran a terminar. Le dolía el alma, como para tener que recibir condolencias de personas que no sabía quiénes eran- soy todavía una estudiante, menor de edad, y aquí estoy sola en el mundo, por culpa de esos imbéciles, ¡No me vengan a decir que conocen mi pesar, si todavía no han tenido que enterrar a nadie de su familia, o verlos morir en sus propias narices sin poder hacer nada para salvarlos!

- Contrariamente a lo qué piensas cariño-le dijo la mujer mostrándole una cálida sonrisa a pesar de todo- nosotros también hemos perdido gente querida en esta guerra absurda que plantea Voldemort, sabemos que eres una gran bruja, que estás a un escaso mes de cumplir tu mayoría de edad, por eso mismo no te queríamos dejar sola.

- ¿Quiénes son ustedes?-preguntó la muchacha viéndolos de reojo

- Dorea Black y Charlus Potter, para servirte-dijo el hombre haciendo una reverencia.

- ¿Potter has dicho?-Lily parecía no escuchar nada más que los apellidos de aquellas personas- ¿Qué son de James Potter y Sirius Black?

- James es nuestro hijo-dijo la mujer acercándose un paso a ella.- Sirius por otro lado, es mi ahijado

- Es decir que son familia, todos…

- Exactamente- Charlus se puso las manos en los bolsillos y comenzó a moverse con sus talones. Como si James hubiese estado ahí, Lily encontró que padre e hijo tenían muchas semejanzas- Albus Dumblendore sabe de la muerte de tus padres, no has sido la única en la noche de ayer que ha recibido ataques sorpresa, por lo que a todos los estudiantes de Hogwarts cuyos padres han sido asesinados, se ha puesto en campaña de buscarles hogares sustitutos. En tu caso, es apenas por dos meses, que es lo que tardarás en retornar al colegio, o un mes, si prefieres cumplir la mayoría de edad e irte a vivir sola.

- No tengo un centavo…-fue lo primero que pudo contestar Lily- ¿Cómo haré para pagarles mi estadía en su casa?

- ¡Ah querida!-Dorea le tomó por lo hombros y la acercó hasta ella- serás nuestra invitada, no tendrás que devolver un solo centavo, llegado el caso, si deseas irte al cumplir tu mayoría de edad, ya arreglaremos que puedas quedarte en algunos de los departamentos que tenemos arrentados, ya sean muggles o mágicos, el que prefieras- la mujer le mostraba a Lily una sonrisa sincera. Ella temió no saber cómo reaccionar, normalmente nadie se hubiera acercado a ella de esa forma, a invitarla a ningún lugar.

Sopesó el hecho que estaba hablando con los padres de James Potter, ese muchacho malandrín del colegio, que tenía cierto poder sobre ella. Nunca le había detestado, como hacía aparentar, pero era más fácil fingir odiarlo que aceptar que sus cortejos habían acabado por hacer mella sobre ella, que había acabado por quererlo bastante, aunque fuera un mono desinhibido que solo se acostaba con las mujeres porque las creía sus objetos sexuales.

Pero, ¿Qué debía hacer? ¿Cómo debía actuar ante aquella proposición? Aún las ideas no paraban de dar vueltas por su cabeza, aún parecía que no sabía dónde ir. Pidió por Dumblendore, con la garganta seca, con la voz a medio decir, casi en un susurro inaudible, ella, la prefecta pidió por su director. Quizás en su despacho, ella volviese a ser la alumna ejemplar que el colegio necesitaba, la prefecta con altivez, capaz de conjurar maldiciones solo con la mirada.

Los señores Potter, sonrieron entre sí, llevarla con Dumblendore, era el paso a seguir, y se asombraron que aún en la desgracia, más desgraciada que alguna persona pudiera haber sufrido, Lillian Evans, todavía se mantenía erguida y firme en la tierra. Veían en la mujer, aún rasgos de la niña que había sido y qué en aquellas circunstancias volvía a florecer. La mirada esquiva, los pómulos sonrojados, los ojos hinchados de tanto llorar a sus muertos. Charlus suspiró en media voz, con un suspiro tan propio de James, que Dorea se estremeció. Debían llevar a la niña con Dumblendore, no era la única que aquella noche había sufrido pérdidas irreparables. Casi como si lo hubieran conjurado, un gran patronus en forma de fénix se apareció ante el matrimonio y la niña que todavía miraba con añoranza la lápida de sus padres.

"Es hora que los rebeldes se reúnan, que la resistencia se conforme, que los destinos que hasta ayer parecían distantes, ahora se encuentren en una causa común, porque quienes pelean por una causa mayor que sus vidas, serán los al final, levanten las manos victoriosos, sabientes que los sacrificios no fueron en vano, recuerden, el último rival que tendrá que ser derribado será la muerte…"

Allí en ese mismo instante, Lily levantó su cabeza y observó desde el suelo casi a ciegas, porque el sol estaba detrás del matrimonio Potter, como dos enormes figuras se alzaban por sobre ella. La resistencia, pensó, el único camino para vengar a los que había enterrado…


Buenas tardes, Excelente Domingo para todos! :) Espero que les haya gustado este primer capítulo! Es una historia que tengo escrita hace bastante tiempo, y bueno no había encontrado un momento oportuno para publicarla. Ahora parece ser que podrá ver la luz, espero que sea de su agradado.

¿Qué piensan de esta Lily? Bastante quizás alejada de la situación en la cuál todos asumen que es perfecta, hermosa, fuerte, pero normalmente se olvidan de las razones por las cuales es humana, y es la capacidad que tiene para soportar el dolor. He querido que los personajes se parezcan bastante al cannon de la historia y aún así, que los podamos ver como personas más que personajes, con todas las virtudes y las falencias. En varios momentos, me alejaré del canon, porque si bien me gusta seguir las reglas, a veces mi imaginación me gana y no puedo evitar contar lo que yo misma me imagino que pudiese haber pasado

¿Cómo podrá actuar para la resistencia? La Orden dl Fenix en sus comienzos, eso es lo que planteo desarrollar entre estas páginas, como una vida puede dar un tumbo de 180º, hacerte perder tu eje, pero convertirte en una versión todavía más dura de tí misma. Veremos, todos en conjunto, escritor y lector como esta Lily, que hasta poco nos parecía una imagen idealizada, ahora toma formas más humanas y certeras. Como James, a pesar de todo, es capaz de transformar lo que parece un futuro incierto y negro, en un pedazo de paz.

Espero, que decidan acompañarme en este recorrido que estoy por comenzar, sin nada más que agregar, me despido muchachos, deseandoles un excelente Fin de semana :)

bss

Tash!