Nota del autor:
Recientemente (Diciembre 2015) he revisado esta historia y corregiré los errores que pueda tener, tanto en la trama (que son los menos) como en la ortografía.
Leo todos y cada uno de los reviews y veo todas y cada una de las alertas, así que quiero agradecerles el apoyo que esta historia ha tenido a pesar de los años y sus errores. La estoy revisando justo por ustedes así que siéntanse libres de seguir dejando comentarios con sus impresionesy si les gustaría una segunda parte. Siempre es lindo recibirlos y los tomaré en cuenta.
Dicho ésto, la magia es de Rowling, yo sólo juego con ella. Un saludo enorme y espero que se diviertan.
H
Malfoy Incorporated
— ¿Entonces qué? ¿Es todo? Así… ¿Se acabó?
—Así empezó, no sé porqué tanto escándalo.
El chico la miró sin comprender y se inmovilizó unos instantes, esperando a que ella de dijera que era una broma. Segundos después al comprender que iba en serio, se alejó caminando dolido y furioso. Ella se volteó y otro muchacho salió detrás de un tapiz.
—Y… ¿Cómo lo he hecho? —preguntó compungida pero aliviada.
—Excelente. Eso significa que tuviste un excelente maestro —contestó él con una voz fuerte que arrastraba levemente las palabras—. Ahora si no te molesta, hago esto para ganarme la vida —agregó haciendo un gesto con su índice y su pulgar.
—Oh por supuesto, aquí tienes Draco.
—Un placer.
La joven bruja se marchó dejando a Draco Malfoy contando el dinero bien ganado.
—Amo las propinas —sonrió percatándose de los 150 galeones adicionales.
Campante se dirigió a Gringotts a depositar su botín. Había sido una buena mañana para el primogénito Malfoy: Había tomado el té matinal con Narcissa, comprado túnicas nuevas (porque nunca se tienen suficientes), había abierto temprano y de inmediato se llenó la oficina de magos y brujas deseosos de terminar con sus parejas.
Draco Malfoy sabía como superar una crisis sacando provecho de los dotes que se le habían dado, por ello había decidido hacer negocio de la desgracia ajena. Aunque para dormir en las noches después de haber separado a tantas personas, se contentaba culpando al ministerio. Después de todo habían sido ellos los que lo habían dejado en la calle, con tan sólo la ridícula cantidad de dos millones de galeones y su casa de campo. De algo tenía que vivir, debía reconstruir el apellido Malfoy ¿Y qué mejor que fuera algo que disfrutara y que se le diera pero que muy bien?
Como no iba a dedicarse al sexo, al menos no por cobrar, decidió trabajar en la industria de romper corazones.
Cada caso era diferente; una novia celosa, un novio posesivo, una pareja que te da lástima pero no tienes el corazón para decirle, un troll en la cama, en fin, las posibilidades eran infinitas. Afortunadamente Malfoy Inc. tenía una solución para cada situación. Desde un simple pero desgarrador rompimiento para principiantes, hasta rebuscados planes para que el susodicho te engañe y puedas dejarlo sin culpa. Todo por un nada módico precio, pero al final como decía el lema: tu felicidad vale todos los galeones del mundo.
Recapitulando, el célebre Slytherin tuvo una buena mañana, seguida del medio día perfecto en su cámara de Gringotts haciendo un retiro millonario. A pesar de todo, Draco Malfoy volvía a ser feliz de nuevo. Y todo iba a mejorar pronto.
—¿Estás seguro?
—¡Que sí! Yo los vi. Escucha, no me gusta ser el soplón pero cada vez se hace más obvio que lo de ustedes ya no va. Y si así de mal están las cosas, deberían dejarlo.
—¿Te das cuenta de lo que dices? ¡Llevamos años juntos! ¡Nos arruinaría! No sólo a mí y a Ronald, si no a todos —replicó ella sin mirar a su acompañante—. La boda es en una semana Harry ¿Qué les vamos a decir? ¿Que siempre no? ¿Que Ron y Hermione no son la pareja perfecta con vida perfecta?
—Hermione... Ron te engaña —le dijo. Ella se dignó a observarlo, pero ninguna emoción era visible en sus ojos cafés. Él cambió de estrategia—. Y tú a él si a esas vamos —entonces su amiga suspiró derrotada y enterró la cara en sus manos.
—¿Y qué quieres que haga? Estoy segura que la boda cambiará las cosas. Tenemos que estar juntos Harry.
—¿Estar juntos por estar juntos? Eso es estúpido.
—Podrías tener algo de razón —se levantó ella, y su amigo pensó que por fin la había hecho comprender su punto—. Si no fueras a tener un bebé con Ginny. O Puede que Luna me convenciera si no estuviera embarazada de gemelos, o Fleur, o Lavender, o las Patil. TODAS están iniciando una gran familia feliz. Tienen su final de cuento después de todo el horror que vivimos. ¿Y yo? Déjame decirte algo, no me voy a quedar sola y amargada el resto de mis días.
—Déjame decirte algo a ti —le dijo Harry subiendo un poco la voz—. Te has convertido en la chica que necesita a un hombre para ser feliz y estoy muy decepcionado de ti.
Había sido una mala mañana para Hermione Granger, despertó en un departamento desconocido con un dolor de cabeza tremendo y ni bien había salido de ahí, recibe una llamada de su mejor amigo para hablar por enésima vez de la porquería de relación que llevaba con Ronald. Cuando salió de ahí hecha una furia, se dio cuenta que iba tarde al trabajo otra vez y que la despedirían. Otra vez.
La post guerra no le había hecho bien a la bruja más inteligente de su generación. Había pasado por una etapa que los especialistas llaman adolescencia tardía. El terapeuta le había dicho que quería compensar el no haber tenido una etapa rebelde normal por circunstancias extremas y Hermione le había quitado la memoria. No quería escuchar las patrañas de un psicólogo. Así que bebió, salió con extraños, e hizo lo primero que se le venía a la mente durante casi tres años. Hasta que Harry y Ron la rescataron, y éste último le devolvió su fachada de niña buena y perfecta novia.
Después de todo, estaban hechos el uno para el otro. Para Hermione, Ron era su vida, los primeros años habían sido todo lo que soñó, hasta que se dio cuenta que vivía engañada, literalmente. Esperó a que Ron le dijera pero no lo hizo, en cambio, le pidió matrimonio y ella decidió vengarse de él diciéndole que si e inmediatamente consiguiéndose también un amante, o dos, o tres, o tantos que ya no podía mirar a Ron a la cara.
Se iban a casar en una semana. Hermione suspiró y terminó de enjuagarse. El baño le había sentado bien. Así calmaba sus nervios del asqueroso día que había tenido, y se preparaba para cuando llegara Ron.
—Otro trabajo bien hecho Narci.
—Amo mi trabajo Tori ¿Qué quieres que haga?
—No me digas Tori.
—No me digas Narci.
Ambos se quedaron callados un momento. La bella rubia habló de nuevo.
—Parece que estabas inspirado hoy, ¡22 parejas en un día! Me pregunto si queda alguien en Gran Bretaña que no haya contratado tus servicios.
—Parejas sobran —aseguró el hombre, rubio también— ¿Sabías que todos los días hay por lo menos doce parejas nuevas en la zona de Whiltshire?
—Pero de ésas parejas a penas la mitad contratarán tus servicios, e incluso si lo hacen no hay garantía de que tus planes funcionen —replicó ella mostrándole un expediente inconcluso con un enorme sello rojo de "Inseparables"
—Ese tipo está casi extinto. Además aunque descubran que en verdad se aman yo cobro mi salario.
—No creo que estén extintos —suspiró la mujer—. El amor puede con todo.
—¿Amor? —resopló él—. Hay gente que muere sin conocerlo.
Astoria Greengras separó la vista de sus papeles para ver a su socio. Le gustaría que él pudiera encontrar el amor algún día. Volvió a suspirar y Draco Narciso Malfoy la miró extrañado. Ella volvió a su papeleo.
—¿Te has fijado que casi toda la gente conocida está en estas listas? —preguntó curioseando entre los contratos.
—¿Casi? Dime alguien que conozcas que no esté ahí.
—Hmmm... ¿El trío dorado? —Draco la miró con sorpresa y una mueca cruzó su rostro a los pocos segundos.
—¡Bah! —refunfuñó —Ésos se pudren en amor ¿Qué no?
—Awww... Narci está celoso —se burló su socia.
—Astoria —le previno con su mirada especial de chico malo en la que había trabajado tantos años.
—Como sea ya terminé, voy a cenar con Pansy y Blaise ¿Vienes?
—No, pero me los saludas Tori.
—Buenas noches Narci —Astoria cerró la puerta antes de escuchar la réplica de Draco.
Los tacones de ella resonaron hasta la salida del edificio. Draco se apresuró a terminar con su papeleo y repasó las cuentas. Satisfecho tomó su capa, su pequeño portafolio y conjuró los hechizos protectores de Malfoy Inc. Se dio la vuelta y...
—¡¿Granger?!
—Eh... ¿ya cerraste?
—¿Te corrieron otra vez? —resonó la exasperada voz de Ronald Weasley en el pequeño apartamento.
—Lo siento no ví la hora y llegué tardísimo —la cara de su prometido en la chimenea no se suavizó—. Escucha Ron, lo siento de verdad. Lo lamento muchísimo pero no es sólo mi culpa, Harry me llamó a comer y la verdad es que no tenía cabeza para nada. En serio sé que es mi culpa y lo lamento. También lamento lo de anoche. —Añadió jugueteando nerviosa con sus manos. No quería volver a pelear con Ron pero no tenía energías para ocultarle la verdad, sobretodo cuando se notaba que estaba enfadado de verdad.
—¿Anoche? —la cara de Ron cambió a confusión de inmediato y un rubor le cubrió el cuello.
—¡Ni siquiera te diste cuenta! —gritó Hermione entrecerrando los ojos.
—¡Estaba muy dormido! ¡Ya sabes que tengo el sueño pesado! —El rubor siguió subiendo por su cara hasta taparle por completo las orejas. Hermione sabía que era injusto enojarse con él por no llegar a dormir anoche cuando ella misma no lo había hecho pero no podía evitarlo.
—No me mientas. —amenazó en un tono bajito y lleno de ira.
—Bueno, tampoco llegué a dormir —admitió la cabeza en la chimenea— ¡Porque tenía una misión! ¿Cuál es tu excusa?
—Salí con mis amigas. —dijo de inmediato ella. Agradeció que su rostro no fuese tan comunicativo como el de Ron, pero sabía que su prometido no se tragaba ya sus mentiras.
—¿Cuales?
—¡No las conoces porque nunca te dignas a aparecer cuando te invito!
—¡Alguien tiene que trabajar! —ambos se miraron y suspiraron rendidos— ¿Quieres que te consiga otro trabajo? —preguntó Ron levantando las manos en el aire en señal de paz.
—No, ya me las arreglaré.
—Bueno adiós.
—¿Vas a llegar hoy? —Hermione se preguntó por qué lo seguía intentando y lo cierto era que no podía imaginar su vida sin Ron. Era su mejor amigo, incluso mejor que Harry. Cuando éste se iba por su cuenta a hacer cosas en las que no quería o no podía incluirlos ella y Ron se quedaban en la sala común hasta tarde, haciendo teorías, buscando información para ayudarle, compartiendo secretos, jugando ajedrez, haciendo los deberes. Ronald era una presencia importante en su vida y no sabía cómo arreglar la situación más que forzándose a amarle de nuevo.
—No.
—¿Otra misión?
—Así es. Sal con tus amigas Hermione —le dijo con la voz llena de veneno y cortó la comunicación. Ron estaba siendo un imbécil pero no es como si ella no lo hubiera tratado mal antes. Se preguntaba una y otra vez qué les había pasado.
Hermione contuvo las lágrimas que amenazaban con salir y sin mucho pensar hizo lo que hacía en éstas ocasiones. Se arregló lo mejor que pudo y salió a caminar sin rumbo. Llegó a un club concurrido se sentó en la barra, pidió Whisky y esperó a que alguien se acercara.
—Hola
—Buenas noches caballero —dijo ella, claramente ya había bebido de más pero eso no pareció importarle a él.
—¿Te invito un trago?
—Me parece que ya he tenido varios —contestó sinceramente Hermione— ¿Qué te parece si me invitas otra cosa?
El hombre sonrió. Hermione hizo lo que pudo. Se estaba cansando de éstas cosas. Es cierto que estaba guapo, pero era un cretino. Si no lo fuera no habría aceptado la proposición de una chica borracha. Una vez más se perdió en sus pensamientos, preguntándose por qué las cosas habían acabado así, por qué su corazón le había jugado una broma cruel y le había quitado el amor por el único hombre al que había querido.
En el taxi, él comenzó a manosearla y fue entonces cuando ella decidió que se tenía que acabar. Que tenía que hablar con Ron. Tenía que perdonarla y ella lo perdonaría y todo volvería a ser como antes. Él sería su principe azul y vivirían felices por siempre como Harry y Ginny.
—Me parece que es mejor que me quede aquí —le dijo al tipo. Que la miró muy mal.
—A penas va a empezar la diversión —susurró en su oreja y Hermione rodó los ojos y le lanzó un hechizo inmovilizador. Estaba tan acostumbrada a hombres como él. Le indicó al chofer que lo dejara en la acera y que la llevara a casa.
Una pelirroja la esperaba en el pórtico.
—¡Ginny! ¡Dios mio! ¿Cuánto llevas ahí? ¡Estás embarasadísima mujer! No puedes andar por ahí...
—Te vas a callar y me vas a escuchar Hermione Granger —la interrumpió su amiga poniendo una cara tan parecida a la de su madre que la calló al instante—. Ya dejen de hacerse daño, por favor —suplicó Ginny. Aunque en realidad era una demanda de una mujer muy enojada—. Toma, él te va a ayudar. Yo se que la situación está peliaguda, pero él hace las cosas bien y podría ser la única oportunidad para ti y mi hermano de dejarlo por la paz y seguir caminos separados sin terminar matándose —al ver que su amiga iba a replicar, la pelirroja agregó—. Y no voy a hablarte hasta que lo hagas. Hermione, eres mi amiga y te amo. Pero él es mi hermano.
Ginny alzó su varita y se subió al autobús Noctámbulo dejando a una castaña incrédula con un folleto de Malfoy Inc.
Estaba hecha polvo cuando llegó a casa, ya no estaba para esos viajecitos. Cualquier día de éstos nacía James Sirius, pero tenía un deber que cumplir. Ya no podían vivir con la situación, ni ella, ni Harry, ni sus hermanos, ni los padres de Hermione, todos estaban hartos de la pareja perfecta. Todos sabían lo mal que iba y lo mucho que ambos lo odiaban, pero ninguno parecía tener el valor o la cara para terminar al otro.
La menor de los Weasley entendía mas o menos lo que pasaba, eran años de enamorarse, años de sortear miles de obstáculos y cuando al fin podían estar juntos la magia se había acabado. Entendía que debió ser frustrante. ¿Por qué la vida no quería que tuvieran su final feliz juntos? Era surrealista porque eran la pareja perfecta, hechos a la medida, complementos
¿Entonces? Eso es lo que nadie parecía comprender.
Fuera lo que fuera lo que les pasó, Ginny había tenido suficiente de la actitud de ambos. La victima y el victimario, y al revés. Es por eso que intentó hacer entrar en razón a su hermano pero era totalmente inútil. Entonces recurrió a Harry para que hablara con Hermione, pero eso tampoco funcionó. Ambos estaban cegados por la culpa. Y ninguno conocía otro mundo que ellos como pareja. Eran como pequeños encaprichados. Estaban forzando su final feliz y Ginny se convenció de que impulsaría a ambos a hacer lo correcto.
Por eso había hecho lo que hizo, por eso le dio la tarjeta de Draco Malfoy a Hermione. Porque lo que sea de cada quien, a ese hombre se le daba muy bien separar parejas, tan sólo pregúntenle a las Patil.
Ginny sabía que también podía ser una mala idea, pero estaba dispuesta a correr el riesgo.
Una punzada de dolor interrumpió sus cavilaciones.
—¡Harry! ¡HARRY! —Gritó con todas sus fuerzas apretando el sofá hasta que sus nudillos quedaron blancos —¡HARRY JAMES POTTER VEN AHORA MISMO! —Vociferó. Más le valía a su esposo bajar corriendo o su hijo nacería en el sofá.
Ya había tomado la decisión. Ya estaba ahí. Miró por el cristal y había una pequeña luz al fondo.
«Bien, saca tu espíritu Gryffindor. ¡Toca la puerta!»Alzó la mano y cuando iba a dar el primer golpe, escuchó pasos acercándose, se apanicó y desapareció.
«Vamos Hermione, basta de niñerías, necesitas esto, y no tiene por qué ser tan difícil. Sólo es Malfoy. sólo Malfoy»
Volvió a aparecerse frente a la puerta.
—¿¡Granger?!
—Eh...—«¡Dí algo! ¡Lo que sea!»— ¿Ya cerraste? —«¿Eso es lo mejor que se te ocurrió? Tonta. Tonta. Tonta»
