Prefacio

¡Oh, memoria, enemiga mortal de mi descanso!

«Miguel de Cervantes»

Un maullido rompe el silencio de esa noche sacándola de su pesadilla. Una pesadilla llena de muerte, llamas y luces de colores. Gente gritando. Sangre escurriendo en el piso y en las paredes. Siente que está en un grave peligro de muerte, pero no logra entender la situación, a lo lejos oye una serie de explosiones y sabe que el final está cerca, ¿pero qué final?

Un fino sudor cubre su frente, parpadea varias veces intentando adaptarse al cuarto y pasa la lengua por sus labios resecos, en ese momento es que se da cuenta del pequeño dolor que siente en la garganta, seguramente ha estado gritando mientras soñaba. No esperaba que un ruido tan común lograra despertarla con facilidad, ahora que tiene los ojos abiertos sabe que ya no podrá volver a dormir. Sus problemas para quedarse dormida han aumentado con el paso de los días, razón por la que ha estado sopesando la idea de regresar con su psiquiatra aunque no tenga más remedio. No quiere regresar a esa clínica, no quiere perder su libertad y ser encerrada en un cuarto con paredes acolchadas de color blanco. Cierra los ojos con frustración para después dirigir su mirada a la izquierda, donde un pequeño reloj rojo con dorado descansa sobre su cómoda. Las manecillas apuntan las 3:20, suspira y trata de mantener la calma, tiene un largo día por delante.

Se estira debajo de las sábanas y las aparta de un movimiento para poder levantarse. Afuera el gato que la había despertado corre divertido detrás de un ratón, totalmente ajeno al efecto que ha causado sobre un humano. Bosteza y maldice en voz baja todas esas noches en las que un ruido la despierta a media noche mientras se dirige a su pequeño baño. Prende la luz y parpadea molesta. Su reflejo le regresa unas ojeras de semanas sin dormir bien, sus ojos chocolate se ven cansados, su piel está ligeramente reseca y su cabello ha perdido la batalla al estar todo revuelto y esponjado. Se ve fatal, pero no puede evitar esbozar una pequeña mueca irónica, se ve mucho mejor que cuando estaba internada en la clínica. De pronto se ve perdida en sus pensamientos mientras la pesadilla que acaba de tener recurre a su mente otra vez.

Un mundo de magos acechado por el más temible ser. Patético, verdaderamente ilógico y un poco infantil. La magia no existe y menos existe un mago con ansias de conquistar el mundo y eliminar a los nacidos muggles. ¿De dónde ha sacado esa idea estúpida de la magia? La magia no existe y la prueba de ello es su vida que está sumida en un caos, si ésta existiera, no cabría duda alguna de que la usaría para hacer su vida más llevadera. Sacude la cabeza ligeramente para despertar de sus pensamientos la tonta idea de la magia y las posibles maravillosas soluciones que ésta puede darle a su vida. Se da una última mirada al espejo, apaga la luz y se aleja del cuarto con rumbo al pequeño sillón que funge como sala. Definitivamente debe regresar con su psiquiatra para que le de esas píldoras que la hacen dormir como bebé.