Este fanfic se podría considerar una secuela de otro de mis fanfics llamado "PRESENTIMIENTO" y también hace alusión a algunas cosas que luego se muestran en mi fanfic "LO INEVITABLE". Sin embargo creo que también se puede leer perfectamente de forma independiente.
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NUEVO DRAGÓN.
Capítulo 1: Aldea de Ryokuryuu.
Jae-ha iba dando saltos por el cielo con Zeno subido a su espalda, avanzando determinados hacia su destino. Un nuevo guerrero dragón había nacido en la aldea de Ryokuryuu, y habían decidido, junto a la reina Yona y el resto de los guerreros dragones, que irían a recogerle para que el nuevo dragón se criara en el castillo Hiryuu, donde crecería a salvo del odio de las gentes de su aldea natal.
Jae-ha aterrizó sobre la rama de un árbol, haciendo una breve pausa mientras examinaba con la mirada el terreno que había a su alrededor. Estaban en medio de un denso bosque, con árboles tan grandes y frondosos que apenas se podía ver el suelo.
—Esto va a ser más complicado de lo que pensaba —habló el dragón verde soltando un suspiro cansado—. La presencia de mi sucesor es tan débil que no puedo determinar bien dónde está. Sin duda esta vez han hecho un buen trabajo ocultando la aldea.
—No te preocupes, para eso está aquí Zeno —habló el rubio asomándose por encima del hombro de Jae-ha para ver más claramente y otear el bosque con expresión concentrada durante unos segundos—. Zeno cree que la aldea está un poco más al oeste, en dirección a ese árbol tan grande que se ve por ahí —le indicó a la vez que señalaba con el dedo.
—¿En serio? —le preguntó el dragón verde, tratando de sentir lo que su compañero había percibido.
—¿No te fías de Zeno? —se quejó el rubio haciendo un leve puchero infantil.
—Está bien, está bien. Te creo —le respondió Jae-ha con tono cansino—. Gracias, venerable anciano, por iluminar mi camino con su sabiduría, sino estaría completamente perdido —añadió con sorna.
—Oye —se quejó Zeno molesto a la vez que le daba un leve capón en la cabeza.
—Está bien, ya me callo —le concedió el dragón verde divertido. Pero al momento después recuperó la seriedad y volvió a saltar en la dirección que le había indicado su compañero.
La verdad era que, aunque intentara distender el ambiente con bromas, Jae-ha estaba algo asustado por ir a su aldea. Temía lo que se podría encontrar allí. Confiaba en que no hubieran atado ya con cadenas a su sucesor tratándose todavía de un bebé indefenso recién nacido, pero los recuerdos sobre el tiempo que permaneció cautivo se arremolinaban en su mente sin que él pudiera evitarlo.
Ciertamente, jamás creyó que fuera a volver a su aldea natal por su propio pie. Si se lo hubieran dicho unos meses atrás, se habría reído abiertamente y lo habría negado. Pero aquí estaba, después de ofrecerse voluntario para ir a buscar a su sucesor. Porque, por mucho que aborreciera y temiera la aldea de Ryokuryuu, no pudo evadir sus responsabilidades encargándole a otro que se ocupara de ésta misión. Además de que también era una deuda que tenía pendiente consigo mismo, volver al lugar donde había sufrido tanto para vencer de una vez a los demonios del pasado. Esa era su misión y de nadie más. Pero todos habían insistido en que no debía ir solo, por lo que pudiera pasar, y por eso Zeno le estaba acompañando, a pesar de que él se hubiera opuesto a ello en un principio. Aunque la verdad era que ahora agradecía tener compañía para distraer su mente de lo que estaba a punto de suceder. Lo necesitaba más de lo que había creído.
Como si hubiera leído sus pensamientos, el agarre que Zeno tenía sobre su cuello se apretó, como si hubiera sentido su angustia y quisiera recordarle silenciosamente que estaba allí con él. Jae-ha sonrió levemente a su pesar, agradecido por su cálida presencia.
No sabía por qué precisamente Zeno había insistido tanto en ser él el que le acompañara, a pesar de que los demás también se habían ofrecido. Era cierto que el antiguo dragón amarillo podía percibir con más claridad la presencia de otros dragones y le sería más útil para su cometido, pero Jae-ha tenía el presentimiento de que había habido motivos más personales para su insistente ofrecimiento. Pero él no era nadie para juzgar sus motivos, después de todo él también tenía sus propios demonios que vencer.
—Ryokuryuu, mira eso —le habló Zeno, sacándole de sus pensamientos.
El dragón verde aterrizó en la rama de un árbol y se giró para mirar lo que el rubio le señalaba. Se trataba de una leve columna de humo que se perdía en el cielo azul. Su origen no debía estar a mucha distancia de donde se encontraban. Jae-ha volvió a saltar en dirección al humo y cuando estuvieron lo suficientemente cerca se volvió a detener en la rama de un árbol.
Por fin habían encontrado la aldea, se encontraba muy bien oculta entre los árboles, con pequeñas chozas cubiertas por hiedras que camuflaban muy bien su presencia. Había varios aldeanos andando por ahí, inmersos en sus tareas diarias.
Ahora que estaban tan cerca Jae-ha dudo. ¿De verdad podía hacer esto?
"¡Vuela lejos! ¡No regreses nunca más aquí, idiota!"
Jae-ha se estremeció, porque pudo oír el grito de Garou claramente en su mente, e incluso ver su expresión de desesperación llena de lágrimas mientras forcejeaba con los aldeanos para que él pudiera huir. Había pasado tanto tiempo de eso, pero aún así…
—¿Estás bien, Ryokuryuu? —le preguntó Zeno, claramente preocupado, sacando al dragón verde de su aturdimiento.
—Sí. Solo que me resulta más duro de lo que pensaba volver aquí —comenzó Jae-ha, decidiendo ser sincero con su compañero—. A pesar de todo el tiempo que ha pasado, me siento nuevamente como ese niño pequeño que huyó aterrorizado de aquí, sin saber hacia dónde dirigirse.
—Zeno puede encargarse de todo. Ryokuryuu no tiene por qué acercarte más si no quiere.
—No, tengo que hacerlo yo. Si no hubiera estado seguro de mi decisión no habría venido —habló Jae-ha determinado.
—Claro, tú puedes con ello Ryokuryuu —le animó Zeno, a la vez que le palmeaba levemente la cabeza como si felicitara a un niño pequeño.
Jae-ha se rió levemente ante el comportamiento infantil de su compañero, pero luego se volvió a poner serio y se lanzó con un salto al centro de la aldea. Decidiendo entrar en acción sin rodeos y sin ocultar quién era.
Todos los aldeanos detuvieron sus tareas y se giraron a mirarle con un mudo gesto de sorpresa, aunque luego reaccionaron rápidamente. Las mujeres y los niños se ocultaron en las cabañas y los hombres cogieron sus armas para apuntar con ellas a los recién llegados.
—Vaya, tenemos nuestro propio comité de bienvenida —comentó Zeno, feliz y despreocupado, como si no hubiera más de una docena de flechas apuntando a su cabeza.
—Bienvenido a la aldea de Ryokuryuu, Zeno-kun —murmuró Jae-ha sarcástico mientras un anciano, que reconoció como el líder de la aldea, se abría paso entre los hombres que les amenazaban para quedar frente a ellos.
—Ha pasado mucho tiempo, Jae-ha —habló en anciano, con gesto serio y severo.
—Sí, afortunadamente —le respondió el dragón verde sarcástico—. Perdona si no digo que os he echado de menos, pero estaría mintiendo.
—Sabía que volverías —continuó, haciendo caso omiso de sus ácidas palabras—. Varios se han llegado a escapar como tú, pero siempre vuelven para hacerse cargo de sus sucesores y pedir perdón por su comportamiento irresponsable.
—Pues siento decepcionarte, pero yo no me arrepiento de nada. Solo desearía haber podido escaparme antes de ésta prisión, y ni por un segundo pienses que he venido con intenciones de quedarme —declaró con tono amenazante—. Solo he venido a por mi sucesor, no podría dejar que a él también le atarais como a un animal durante el resto de su vida. Le cogeré y me marcharé de aquí con él.
—¡Insensato! —espetó el jefe, obviamente cabreado e indignado—. Ni pienses que vamos a dejar que te vayas de aquí esta vez. Así que será mejor que reconsideres tu postura, Jae-ha. O nos obligarás a someterte por la fuerza.
Todos los hombres que les rodeaban dieron un paso al frente y alzaron más sus armas, mostrando con su actitud que estaban dispuestos a cumplir la orden gustosos.
Jae-ha hizo una mueca de desagrado. Ya se había imaginado que las cosas no serían fáciles. Pero desde luego los eventos se estaban desarrollando de la peor manera posible. ¿Qué debería hacer ahora?
—No hay necesidad de ponerse tan violentos —habló Zeno, sacando a Jae-ha de sus pensamientos y recordándole que estaba allí con él, casi lo había olvidado—. Mejor tranquilicémonos y hablemos como personas civilizadas —declaró tranquilamente a la vez que se bajaba con un saltito de la espalda del dragón verde.
—No sé quién es éste intruso que has traído contigo, Jae-ha —habló el anciano, sin tan siquiera dignarse a mirar al rubio—. Pero él tampoco podrá irse de aquí.
—Es cierto, Zeno ni siquiera se ha presentado. Zeno está siendo un grosero, grosero —el tono del rubio seguía siendo infantil y jovial.
—Zeno, espera —intervino Jae-ha, tratando de detener a su compañero, ya que no sabía si sería buena idea que los aldeanos supieran que su acompañante era otro guerrero dragón. Pero el rubio hizo caso omiso a sus palabras.
—Zeno es Ouryuu, Ouryuu Zeno. Es un placer conoceros —declaró el rubio con una amplia sonrisa. Todos a su alrededor comenzaron a murmurar inquietos ante sus palabras y Jae-ha suspiró derrotado—. O eso le gustaría decir a Zeno, pero a cada segundo que pasa le parecéis más desagradables —añadió Zeno, esta vez con una actitud más seria y fría.
—Mejor dile a tu acompañante que se calle Jae-ha, si quieres que conserve la cabeza sobre sus hombros —amenazó el jefe de la aldea—. No importará si realmente se trata de Ouryuu o si es el mismísimo rey. Aunque, a mi parecer, es solo un payaso.
—¡Que cruel! ¿Qué debería hacer Zeno? —exclamó el rubio haciendo un exagerado gesto de terror y llevándose las manos a la garganta—. A Zeno no le gusta que le corten la cabeza, eso realmente duele. Zeno preferiría que le cortaran una mano, o un pie.
—¿Ese tipo está loco? —se escuchó que alguien murmuraba entre la multitud, y después se escucharon otros cuantos murmullos similares.
Jae-ha suspiró pesadamente y le puso una mano en el hombro a Zeno.
—Zeno-kun, si solo vas a hacer el tonto, mejor cállate. Me gustaría que, por lo menos esta vez, no te desmembraran. No es una visión agradable.
—No es culpa de Zeno, han empezado ellos. Zeno es un buen chico —se quejó el rubio infantilmente.
—Dejaos de tonterías y rendíos de una vez —intervino el anciano, comenzando a hartarse—. No nos obliguéis a someteros por la fuerza, porque no seremos amables.
—Eso no hace falta que lo jures —murmuró Jae-ha con tono sarcástico.
—Pero el anciano tiene razón, lo mejor será ir al grano —comentó Zeno, aun con su tono despreocupado—. Así que entregadnos al pequeño Ryokuryuu y nos marcharemos de aquí sin hacer ruido.
Sus palabras provocaron una nueva ola de murmullos entre los aldeanos, y Jae-ha volvió a suspirar. Desde luego Zeno no tenía remedio.
—¡Silencio! —ordenó el anciano a la vez que daba un fuete golpe con su bastón en el suelo, todos le obedecieron—. Parece que aún no sois conscientes de vuestra situación. No estáis en posición de hacer ninguna exigencia. Os tenemos rodeados y es imposible que salgáis con vida de aquí.
—¡Oh! ¿En serio? —le preguntó Zeno con un tono sarcástico y confiado—. Tal vez podríamos probar eso.
—Deja de provocarles, Zeno-kun —le reprendió Jae-ha, apretando su agarre sobre el hombro del rubio—. Estás complicando las cosas.
—Zeno cree que sois vosotros los que no sois conscientes de vuestra posición —continuó hablando Zeno con tono sabiondo, haciendo caso omiso de las palabras del dragón verde—. Os enfrentáis a dos guerreros dragones, y ni siquiera sabéis cuál es el poder de Zeno. ¿De verdad creéis que seriamos tan estúpidos como para exponernos tanto si no estuviéramos seguros de poder escapar de aquí ilesos?
Su pregunta generó una nueva horda de susurros, esta vez de preocupación.
—Buen farol, muchacho —le respondió el jefe de la aldea alzando la voz, consiguiendo acallar los murmullos—. Pero, según la leyenda, Ouryuu es un guerrero con un cuerpo robusto incapaz de resultar herido, y tú, por mucho que tengas el pelo rubio, no pareces más que un niño debilucho. ¿De verdad quieres que nos creamos que tú eres Ouryuu? No me hagas reír.
Las burlas y las risas de los demás no se hicieron esperar, después de tranquilizarse al oír su razonamiento.
—¡Oh! Estáis hiriendo los sentimientos de Zeno. Zeno tiene un alma sensible, ¿sabéis? —se quejó el rubio infantilmente haciendo un puchero.
—Ya es suficiente Zeno —le volvió a reprender Jae-ha por su actitud, pero Zeno volvió a ignorarle.
—Tal vez Zeno debería haceros una pequeña demostración de sus habilidades —añadió el rubio entusiasmado, como si le acabara de ocurrir la mejor idea del mundo.
—Definitivamente no —se negó el dragón verde rotundamente—. Recuerda lo que le prometiste a los demás. No hagas locuras.
—Zeno prometió que no volvería manchado de sangre ni con las ropas rasgadas —señaló tranquilamente a la vez que se remangaba—. Zeno tendrá cuidado y cumplirá su promesa, y los demás no se enterarán de los detalles si Ryokuryuu no dice nada.
—Eres un experto en transgiversar las palabras a tu conveniencia, ¿no? —comentó Jae-ha, soltando un suspiro derrotado—. Solo espero que sepas lo que haces. No quiero convertirme en un alfiletero de flechas por tu culpa.
—Tranquilo, tranquilo —reiteró Zeno a la vez que sacaba su espada de la vaina.
Todos los aldeanos se tensaron al verle agarrar un arma.
—¿De verdad piensas atacarnos desde esa posición? Antes de que llegues a rozarnos te mataremos con una flecha en la cabeza —le amenazó el líder de la aldea.
—Muy bien. Zeno os pide atención a todos —comenzó el rubio animadamente, como si estuviera a punto de hacer un espectáculo en su época de artistas—. Sería más espectacular que Zeno se rebanara la cabeza como dijo el anciano, pero, como eso mancharía mucho y Zeno tiene una promesa que cumplir, Zeno os lo mostrará cortándose una mano —explicó tranquilamente a la vez que ponía el filo de su espada contra una de sus muñecas.
—Es un truco.
—Está loco.
Numerosos comentarios como esos se escucharon a su alrededor. Jae-ha, por su parte, se alejó un paso de su compañero y miró hacia otro lado. Ya había visto a Zeno desmembrarse más veces de las que le habrían gustado, no necesitaba añadir una más a su repertorio.
—¿Estáis listos? —preguntó Zeno, a la vez que afianzaba su agarre sobre su espada.
—No será capaz.
—Es un farol.
—No os dejéis engañar.
Los susurros continuaron, pero ninguno apartó la vista de él. Zeno no volvió a avisar, simplemente se hizo un profundo corte en la muñeca con un firme movimiento de la espada.
El rubio apenas hizo una leve mueca de dolor, pero todos los demás jadearon impresionados al ver como sangre real comenzaba a emanar a borbotones de su herida hasta el suelo. Su mano colgaba inerte de su muñeca en una posición completamente antinatural. Los aldeanos no salían de su asombro.
—Vaya. Esta espada realmente tiene buen filo —comentó tranquilamente Zeno, como si estuviera hablando del clima.
—¿Está loco?
—Va a morir.
—No apartéis la mirada todavía —les advirtió el rubio—. El espectáculo todavía no ha terminado.
Como si hubiese estado esperando sus palabras, la herida comenzó a sanarse en ese momento. Remendándose a un ritmo lento pero constante ante la visión del atónito público. Tras unos segundos ya no quedaba rastro de la herida, salvo la sangre seca sobre su piel.
—La sanación ha sido un poco lenta porque estamos bastante lejos del castillo Hiryuu. Pero así habéis podido verlo mejor, ¿no? —comentó Zeno despreocupadamente en medio del silencio que se había formado a su alrededor.
—No puede ser.
—Tiene que ser un truco.
—¿Qué clase de ilusión ha sido esa?
—No es un truco ni una ilusión. Es el poder de Zeno, el poder de Ouryuu —respondió el rubio—. Zeno puede sanarse rápidamente de las heridas, de cualquier herida. ¿Sabéis lo que significa eso? —tras su pregunta hizo una pausa a la vez que alzaba la mano para que todos la vieran, su piel se estaba cubriendo lentamente de escamas doradas ante la atónita mirada de los aldeanos. Al ver que nadie decía nada, siguió hablando con un tono cada vez más tétrico—. Significa que Zeno no puede morir. Ouryuu es inmortal.
Los aldeanos salieron de su estupefacción para entrar en pánico. Comentando entre ellos lo que el rubio les acababa de revelar.
—Zeno, ¿no crees que te estás pasando un poco? —murmuró Jae-ha, acercándose más al rubio.
—Zeno sabe lo que hace, Ryokuryuu —le respondió seriamente en el mismo tono bajo—. Esto es algo que debe ser hecho. Es más, Zeno debería haberlo hecho hace mucho tiempo. Así se habría evitado el sufrimiento de muchos Ryokuryuus —al decir esto último sus ojos azules se llenaron de culpa—. A partir de ahora Zeno va a hacer las cosas bien. Confía en Zeno —añadió mirando al dragón verde de reojo, mostrando abiertamente tanto sus remordimientos como su determinación.
Jae-ha se sorprendió ante la intensidad de su mirada. No sabía que el rubio tenía semejantes sentimientos de culpa, nunca los había mostrado. Aunque siempre había sabido que Zeno solo dejaba translucir una parte de sus sentimientos, la mayor parte los mantenía ocultos detrás de una máscara que había desarrollado después de siglos de vida.
La verdad era que Jae-ha nunca había culpado a Zeno por su traumática infancia. Siempre había sido consciente de que el rubio había tenido sus propios demonios con los que lidiar, y le admiraba profundamente por seguir cuerdo después de todo lo que debería haber pasado. Pero estaba claro que Zeno si que había estado sufriendo por ello durante todo este tiempo. Estaba claro que se arrepentía y que estaba buscando su redención, y Jae-ha podía aceptar y comprender eso.
—Está bien. Adelante —le concedió con un leve asentimiento.
Zeno sonrió levemente en agradecimiento a su comprensión.
—¡¿Qué estáis cuchicheando, monstruos?! —espetó el líder de la aldea, tratando de retomar el control—. Porque eso es lo único que sois, un par de aberraciones. Puedo aceptar que este mocoso sea Ouryuu, pero no os dejéis engañar por sus trucos de feria. La inmortalidad no existe. Si le cortamos la cabeza y le arrancamos el corazón morirá como cualquier mortal.
—¿Tan seguro estas? ¿Te gustaría probarlo? —le desafió Zeno seriamente.
La expresión del anciano se llenó de cólera y alzó un brazo. Ante la señal todos los arqueros tensaron más sus armas, listos para disparar cuando ordenara.
—Te gusta tentar a la suerte, ¿no, Ouryuu? Pero hasta aquí has llegado —comenzó a hablar el anciano lleno de enojo—. Necesitamos a Jae-ha vivo, pero a ti no, y le haremos un favor al mundo si le libramos de tu macabra existencia. Reza lo que sepas, infeliz.
—Hace siglos que Zeno no reza a los dioses. Después de todo, nunca han respondido a las plegarias de Zeno.
Los ojos del anciano brillaron de ira.
—Ryokuryuu, salta —le advirtió Zeno al dragón verde justo antes de que el líder de la aldea hiciera la señal para que los arqueros dispararan.
Jae-ha le obedeció en un acto reflejo, sabiendo que Zeno estaría bien por su cuenta. Desde el aire pudo ver como las flechas acribillaban el cuerpo del rubio por todas las direcciones, una incluso se clavó en su cráneo. Jae-ha hizo una mueca de dolor ante la desagradable visión y aterrizó en el suelo, de vuelta al lugar desde el que había despegado, justo a tiempo de atrapar el cuerpo de Zeno para que este no se callera de espaldas al suelo.
—¿Veis lo que os dije? Todo era palabrería, mentiras —declaró el anciano, con una malvada sonrisa satisfecha.
—Zeno no está mintiendo —habló el rubio claramente, a la vez que se arrancaba la flecha que tenía clavada en la cabeza con un movimiento firme y seco, salpicando sangre.
Jae-ha le soltó, al ver que ya podía sostenerse solo, ante la atónita mirada de todos lo que les rodeaban.
Zeno siguió sacándose flechas con solo un leve gesto de dolor, como si solo se estuviera sacando molestas espinas. Mientras tanto las expresiones de los aldeanos fueron pasando de la incredulidad al terror y retrocedieron varios pasos a la vez que recargaban torpemente sus armas.
—Ryokuryuu, ¿puedes sacar las flechas que Zeno tiene en la espalda? Las manos de Zeno no llegan y son molestas —pidió el dragón amarillo tranquilamente.
—Estas hecho un desastre, Zeno-kun —comentó Jae-ha a la vez que hacía lo que le había pedido con una leve mueca de desagrado—. ¿De verdad que esto era necesario? Todos se van a enfadar conmigo por haber permitido que terminaras así.
—Oh, no. El muchacho obligará a Zeno a vestirse como un bárbaro otra vez —exclamó el rubio con una exagerada mueca de terror, como si acabara de darse cuenta.
—Eso haberlo pensado antes de convertirte en un alfiletero humano —señaló el dragón verde comprobando como las escamas doradas habían comenzado a esparcirse por toda la piel del rubio ante la gravedad de sus heridas.
—El regreso de Zeno a sus días de bárbaro está a la vuelta de la esquina —se resignó el rubio suspirando pesadamente.
—¡¿Qué- ¡¿Qué clase de monstruo eres?! —exclamo el líder de la aldea, interrumpiendo su charla. La expresión de autoridad que antes portaba el anciano se había transformado en una mueca de terror.
—¿Por qué todos siempre llaman monstruo a Zeno? ¿No podrían ser un poco más imaginativos? —se preguntó el rubio por su parte, con una mueca de fastidio.
—Creo que eso no es lo importante ahora, Zeno-kun —le reprendió levemente Jae-ha a la vez que sacaba la última flecha con un poco más de brusquedad de la necesaria, haciendo que Zeno soltara una leve exclamación de dolor—. Tenemos otras cosas de las que ocuparnos, ¿acaso ya no recuerdas para qué hemos venido?
—Ryokuryuu tiene razón, es hora de que Zeno deje de jugar —le dio la razón a la vez que su expresión despreocupada se transformaba en una seria con aterradora facilidad—. ¿Creéis a Zeno ahora? Zeno no puede morir, y aún no habéis visto lo que Zeno puede hacer con sus escamas—. El rubio se agachó para coger una piedra del suelo y luego la aplastó fácilmente con el puño, haciéndoles una pequeña demostración y provocando que todos soltaran una exclamación de sorpresa y terror—. Zeno también podría aplastaros a vosotros fácilmente. De hecho, no os imagináis las ganas que Zeno tiene de hacer precisamente eso —su mirada se volvió extremadamente cruel y fría, más de lo que Jae-ha jamás había visto, y los aldeanos retrocedieron otro paso aterrorizados—. Si Zeno no lo ha hecho ya es por respeto al Ryokuryuu original, que creó esta aldea. Pero Zeno os aconseja que no tentéis la paciencia de Zeno, ahora mismo es muy frágil. Haceos a un lado y dejad que nos llevemos al pequeño Ryokuryuu, o no podré garantizar vuestra seguridad.
Un denso y frío silencio siguió a sus palabras. Zeno debió tomar eso como un consentimiento, ya que comenzó a andar hacia el frente sin decir nada más, aún con una expresión escalofriantemente seria y una mirada fría y afilada.
Los que estaban en su camino retrocedieron para dejarle pasar, incluso el líder de la aldea lo hizo trastabillando. La tensión se podía cortar con un cuchillo.
Jae-ha disimuló el impacto que le produjo la expresión fría de Zeno y se apresuró en seguir al dragón amarillo sin comentar nada, ya que este parecía tener muy claro hacia donde se dirigía.
Finalmente llegaron al frente de una de las humildes cabañas de la aldea y el rubio se giró hacia el dragón verde y los aldeanos que les habían seguido silenciosamente desde una distancia prudencial.
—El pequeño Ryokuryuu está aquí dentro —le confirmó Zeno, aún con una expresión inescrutable, haciéndose a un lado para que Jae-ha pudiera pasar—. Zeno te esperará fuera.
Jae-ha asintió en agradecimiento, entendiendo que Zeno mantendría a los aldeanos alejados para que él pudiera encargarse sin interferencias del motivo por el que habían llegado hasta allí. Él también sentía la leve pero persistente presencia verde procedente de la cabaña, llamándole.
Jae-ha se armó de valor y entró dentro de la cabaña.
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¡Feliz cumpleaños Jae-ha!
Para los que no lo sepáis, hoy 4 de mayo es el día que Kusanagi-sensei asignó para el cumpleaños de Jae-ha, así que… ¡Celebrémoslo!
Este es un fanfic que comencé a escribir hace más de un año y que he ido continuando esporádicamente en momentos en los que me inspiraba para continuarlo. Ni yo misma sabía hacia dónde iba el fanfic cuando lo empecé ni cuántos capítulos iba a tener, por no hablar de que no quería tener otro fanfic publicado sin saber cuándo lo iba a actualizar, ya tengo varios de esos. Por eso decidí que no lo empezaría a publicar hasta que lo terminara, y luego cuando lo hice pensé en dejarlo para publicarlo en el cumpleaños de Jae-ha, ya que él es el protagonista principal de la historia, así que aquí lo tenéis finalmente.
Se que tengo otros fanfics pendientes de actualizar, no me voy a entretener dándoos escusas, simplemente os diré que me ha resultado imposible escribir en las últimas semanas y no puedo prometer nada respecto a actualizaciones de mis otros fanfics inconclusos. Sin embargo, como ya os he dicho, este fanfic ya le tengo completamente escrito desde hace un tiempo, así que no temáis que quede inconcluso. Tendrá cuatro capítulos más otros dos extras, así que en total serán seis. Iré publicando un capítulo nuevo cada jueves hasta terminarlo.
Espero que os esté gustando y os adelanto que se vienen varias cosas interesantes en este fanfic, muchos temas que deseaba tocar desde hacía mucho tiempo, y que además de mucho drama también va a haber algo de comedia, sobre todo en los dos últimos capítulos extras. Por cierto, a pesar de que en este capítulo Zeno ha acaparado bastante el "espectáculo", los próximos capítulos estarán mucho más centrados en Jae-ha, que como os he dicho es el protagonista principal de la historia.
Nos vemos en el siguiente capítulo.
