Autor Original: Dudette Mal
ID: 4662484
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I.
El agua estaba caliente sobre su piel. Quizás… calidez no era la palabra correcta. El agua se sentía caliente sobre su piel. Como de vuelta en –… el pensamiento se detuvo, el dolor palpitante de cabeza regresó. Tan pronto como llegó, se detuvo. Las personas alrededor de él estaban hablando los unos con los otros y con él. Sus respuestas más cortas de lo normal. El agua quemaba contra la frialdad de su cuerpo, como si quemase la soledad de su alma por el momento. Sus ojos se cerraron. Relajación.
No por mucho tiempo. Imágenes inundaron su mente. Sus ojos se abrieron de golpe. ¿Qué había sido esto? "Oye, Gareki, estoy hablándote" "¿Y?" No hizo por volver a su línea de pensamiento.
II.
Estaban de vuelta en el barco. El ataque de los post-animales estaba en el pasado. Yogi estaba de vuelta a la normalidad. Y de algún modo, no había nada con lo que mantener su mente ocupada. Al menos nada que pudiera cambiar o libros.
Empezó como una ligera sensación. Al principio ni siquiera se dio cuenta realmente. Pero la picazón creció, gradualmente más fuerte. La primera vez se dio cuenta de que inconscientemente había empezado a dibujar una escena que había soñado dentro de sus cuadernos. Miró bien alrededor. Nadie parecía haberse dado cuenta. Silenciosamente cerró el libro y abandonó la habitación. Sin importarle que unos confundidos Yogi y Tsukumo le siguiesen.
En la noche se vio a si mismo sentando en la misma habitación de nuevo. Dibujando la misma imagen de nuevo.
III.
Sus sueños se fueron haciendo más vívidos de manera constante. Más realistas. Menos de ensueño. Menos relajantes.
A menudo se despertaba en mitad de la noche, incapaz de dormirse de nuevo, vagando por los pasillos de la nave. No regresaba a la habitación que él y Nai compartían hasta la mañana siguiente. En cambio, pasaba sus noches sentado en la sala común de lectura o, la mayoría de las veces, dibujando las escenas de sus pesadillas. No sabía exactamente por qué hacía eso o cuando lo aprendió. Pero, si podía decirlo por su cuenta, las imágenes no estaban nada mal.
Solo sabía que debía mantenerlo en secreto.
IV.
Había pasado casi una semana. Había llevado su cuaderno con él todo el tiempo. Al menos hasta ahora.
Miró la mesa frente a él. Cerró el libro que había estado leyendo y se lo llevó. ¿A dónde? Realmente no lo sabía. Solo empezó a vagar a través de los pasillos como hacía tan a menudo por las noches. Se detuvo en la habitación de Tsukumo, que estaba ocupada enseñándole a Nai. Se detuvo y se preguntó. No podía hacer daño el echar un vistazo rápido, ¿verdad?
La indecisión probaría ser un error. Yogi apareció en el pasillo, viéndole con su mano alzada para abrir la puerta. Su sonrisa, siempre presente, se hizo más feliz si es que eso era posible "¡Vamos a sorprenderles!" antes de que Gareki fuera siquiera capaz de decir algo, Yogi había abierto la puerta y le arrastró dentro.
Ahí vio el rostro dolido de Nai y el confundido de Tsukumo. Su cuaderno estaba abierto sobre la mesa "¿Por qué no me dijiste que podías dibujar así?" con eso salió de la sorpresa que inmovilizaba su cuerpo y quitó el cuaderno de la mesa.
No le encontraron de nuevo esa noche. Pero eso no disminuyó la preocupación.
