Inuyasha es propiedad de la talentosa Rumiko Takashashi Sensei


Capitulo 1:

¡Bienvenidos al campamento!

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¡Vas muy bien!, se dijo a si misma, dándose ánimos, Solo sigue así...

—De acuerdo... En esta primera sesión comenzaremos presentándonos —una hermosa sonrisa se extendió por el rostro de la joven chica de largos cabellos azabaches— Para conocernos mejor entre todos, diremos nuestros nombres y la razón de porque estamos aquí, ¿de acuerdo?.

Kagome dirigió una amigable mirada a los chicos sentados a su alrededor, todos ese veían bastante jóvenes, mas o menos de su misma edad y no parecían muy interesados, pero no se desanimo, después de todo era probable que ninguno de ellos quisiera estar ahí en primer lugar. No es nada personal contra ti, se recordó.

—Comenzare yo —continuo ella tomando aire— mi nombre es Kagome Higurashi, vivo en Tokyo, tengo un gato gordo que se llama Buyo y estoy aquí porque seré la monitora de este grupo durante el mes que dure este campamento. Espero que nos llevemos bien.

Hizo una leve inclinación de saludo a los presentes y acomodo su cabello detrás de su oreja en un gesto disimulado por intentar manejar sus nervios. Se sentó en la silla que estaba a su espalda, que formaba parte del circulo de sillas donde su grupo la miraba atentamente. Miro a la chica sentada a su lado y le dirigió una sonrisa.

—Sigamos por la derecha —dijo Kagome amigablemente indicándole a la chica a su lado con una mano para que comenzara.

Ella suspiro cansada y se enderezo en la silla, una de sus manos acomodo su corta melena con un gesto coqueto.

—Mi nombre es Yura —comenzó ella con voz aburrida— Tengo diecisiete y... estoy aquí porque mis queridos padres se perturbaron lo suficiente para creer que necesito un entretenidísimo campamento para locos después de encontrar mi… colección.

El grupo alrededor la miro en completo silencio, con sospecha, claramente interesados, lo cual no paso desapercibido para la muchacha, que chasqueo la lengua y agito su mano frente a ellos intentado restarle importancia al asunto.

— No es tan malo como creen —aclaro mientras jugueteaba despreocupadamente con su corta minifalda— Verán, tengo esta colección desde hace un tiempo, nada del otro mundo, solo algunos cabellos de personas. Ya saben, unos mechones pelirrojos por aquí, otros rubios por acá... —se encogió de hombros con despreocupación.

El grupo se relajo e hicieron algunos gestos de asentimiento en señal de aprobación.

De acuerdo, no era tan raro.

— Pero luego ocurrió este pequeño incidente —continuo ella tranquilamente arrugando su respingona y pequeña nariz— Nada grave, pero algunos padres tienden a exagerar demasiado y bueno... me expulsaron de la escuela. Necesito el certificado de este hermoso campamento para demostrarle a mi director que estoy lo suficientemente cuerda para volver a su internado de chicas perfectas. —concluyo mientras sonreía encantadoramente.

El grupo nuevamente se tenso, observándola con cautela, esperando. Los padres no enviaban a sus hijos ahí por un pequeño incidente. Yura, incomoda ante el silencio, miro sus largas y bien cuidadas uñas con inocencia.

—No es tan malo como creen —repitió ante las miradas acusatorias, toda inocencia. —Solo estábamos en este aburrido campamento escolar y... yo pude haber entrado a la carpa de las chicas… con unas tijeras… y pude haber cortado algunas trenzas mientras dormían.—sacudió sus cabellos con gracia— Como sea, fue un escándalo; lloriqueos de niñitas, padres enfadados, acusos de intento de homicidio, lo normal.

Muy normal...

Bueno, Kagome había escuchado cosas peores, no se podía dejar turbar tan fácilmente.

— Así que, ya que estoy aquí...— Yura paseo su mirada por el circulo de personas, inspeccionando, como un cazador a su presa— Espero que nos llevemos bien.

Sonrío con infinita coquetería al grupo que la miraba boquiabierto, altamente perturbados mientras acomodaban disimuladamente sus cabellos lejos de la vista de la chica.

Kagome intento mantener su sonrisa, asintiéndole a Yura en agradecimiento, llevando su mirada al joven sentado a su lado. Aunque no sabia si "joven" era la palabra adecuada, mas bien parecía una linda jovencita con aquellas finas facciones, su perfecto delineado y su brillante labial rojo. Una linda jovencita con hombros anchos.

—Soy Yakotsu —comenzó él muchacho. Su voz era muy femenina, le quedaba.

Tenia una pose muy relajada en su silla, con el codo apoyado en su rodilla y su mentón apoyado en su mano.

— Enviarme aquí, supongo, fue el ultimo intento desesperado de mi padre para que sea mas… como mis hermanos. —suspiro, mirando al techo, como si se estuviera quejando del calor.— Al parecer no le gusta que sus hijos se paseen por el pueblo con tacones... pero ¡Hey!, ¿como iba a saberlo?. Y si... definitivamente no le gustó ver salir a ese chico desnudo por la ventana…

Yakotsu tenia la vista perdida, mirando en algún lugar de sus recuerdos, se repuso después de unos segundos y unos carraspeos, para mirar a Kagome y sonreírle con una torcida mueca maliciosa

— Cúreme ¿De acuerdo, monitora?

Kagome sintió una gota de sudor frio recorrer su nuca, había algo realmente peligroso en esa mirada. Devolvió la sonrisa, incomoda.

— B-bien… , un gusto Yakotsu — titubeo asintiendo con su cabeza y miro al siguiente loco, es decir, integrante de su grupo.— Es tu turno.

— Mi nombre es Sango — Comenzó con una voz firme y segura— Pronto cumpliré los dieciocho años y seré mayor de edad... así que por lo tanto tendré la edad suficiente para ser la tutora legal de mi hermano menor.

Era una de las jóvenes mas bonitas que Kagame hubiese visto en su vida. Tenia el cabello castaño largo, muy liso y un bonito cuerpo, pero lo que mas atrajo su atención fue la resuelta mirada en sus ojos cafés, delineados delicadamente con una sombra rosa que le iba muy bien.

— Después de la perdida de nuestros padres fuimos separados — la joven agacho la mirada con pesar — Él se encuentra con otros tutores en estos momentos y lo que mas deseo es que podamos estar juntos de nuevo— sonrió con tristeza y añoranza mirando sus manos, luego levanto su vista con firmeza— Pero antes de eso también necesito un certificado que me acredite como una persona estable y capaz para poder ser su tutora, así que espero poder conseguirlo aquí.

Kagome le sonrió con calidez, una de sus pacientes parecía una persona razonable y eso le dio ánimos para continuar.

— Lo lograras, Sango — le dijo Kagome con seguridad, por lo que se gano una sonrisa agradecida de la joven castaña. — Bien, continuemos.

Todas las miradas del grupo se enfocaron en la menuda chica sentada al lado de Sango, su cuerpo era delgado y pequeño y su infantil rostro enmarcado por un fino y liso cabello blanco se veía muy... se veía algo perturbador.

— Me llamo Kanna — el grupo entero sintió un ligero escalofrío al escuchar su voz. — Mi hermana me envió porque quiere que haga amigos, mucho gusto.

Sin mas que agregar la niña inclino levemente la cabeza en señal de saludo. El grupo la observo en silencio, intentando descifrar como podía haber dicho esa oración con el mismo tono monótono de voz y sin mover absolutamente ningún musculo de su cara. Kagome parpadeo perpleja, pero se repuso cuando comprendió que la chica no diria nada mas y le dedico una sonrisa.

— Muy bien Kanna — hablo Kagome dulcemente y miro a la siguiente chica sentada a su lado— Creo que es tu turno. — indicó amable.

La chica al lado de Kanna, miro a Kagome y le parpadeo con sus enormes ojos castaños inocentemente y se encogió en su silla, haciéndola ver mas pequeña aun. Kagome y la chica se miraron en silencio unos momentos hasta que la monitora recordó.

— ¡Ah!, ¡es cierto! — pensó Kagome en voz alta, para luego regañarse mentalmente y carraspear para guardar la compostura y dirigirse al grupo.— Ella es Rin, perdió la capacidad de hablar por un trauma, los doctores dicen que sus cuerdas vocales están bien y que es solo cuestión de tiempo y un poco de terapia para que pueda volver a hacerlo, así que espero que todos podamos ayudarla — dijo la joven animosamente al grupo, pero solo recibió algunos aburridos asentimientos en respuesta — …Continuemos.

— Supongo que soy el siguiente — dijo con encanto un apuesto joven de profundos y oscuros ojos azules, lo que no paso desapercibido para algunas y algunos de los presentes — Mi nombre es Miroku... tengo dieciocho años y estoy aquí porque mi abuelo dijo que habrían muchas chicas hermosas — sonrió galantemente mostrando sus blancos dientes, logrando sacar algunas risillas de las jóvenes presentes y unos bufidos asqueados de los jóvenes sentados a su lado — Y veo que no me mintió.

— Eso me parece muy… bien, Miroku. — Kagome sonrío nerviosa — Pero dudo que acepten gente aquí por esas razones. —lo animo a continuar.

— En eso tiene razón, querida monitora — continuo Miroku— Vera, la verdad es que hay un mal en mi familia. Durante generaciones hemos padecido de una triste enfermedad que afecta a todos los hombres de mi familia, es grave y lamentablemente fatal.

La voz de Miroku sonaba mortalmente seria, sin embargo conservaba su tono galán y mantenía una sonrisa a pesar de su semblante triste, recordándole a las chicas del grupo el porte de un héroe y llenándolas de conmoción.

— Es probable que este sea el ultimo mes de mi vida, así que por qué no pasarlo en compañía de hermosas damas en un plácido lugar como este — concluyo Miroku con un asentimiento de cabeza que agito el pendiente de su oreja.

— Eso… eso es muy duro… eres muy fuerte Miroku — dijo una conmocionada Kagome llevando una de sus manos a su pecho.

— No se preocupe señorita Kagome, es algo con lo que he vivido toda mi vida y acepto mi destino sin rencores — Miroku acomodo su flequillo en su frente con frescura arrancando un par de suspiros de las y él presente— Sin embargo me haría muy feliz si aceptara salir a dar a un paseo por los alrededores conmigo.

— Ahh… Miroku… yo… — Kagome titubeo, no podía aceptar salir con un paciente.

— Oye, si tu enfermedad es mortal y ataca a todos los hombres, ¿como es posible que tu abuelo este vivo? — dijo un malhumorado joven que se cruzo de brazos hastiado en su silla.

— Bueno, es una enfermedad un tanto extraña —aclaró Miroku sintiendo un sudor frío bajar por su cuello — Puede atacar en cualquier momento... es impredecible.

— Pues a mi no me pareces muy enfermo — agrego otro muchacho, sentado al lado de Miroku, mirándolo con sospecha — ¿Como dices que se llama esta enfermedad?

— Es un tanto complicado…— Miroku cerro sus ojos con seriedad— Podríamos pasar una tarde completa hablando de esto, pero... no estamos aquí para eso, ¿no es así, señorita Kagome? — inquirió entregándole un inocente mirada a la joven monitora.

— A-ah, si!, pronto habrá tiempo para eso.— Kagome le indico una afable sonrisa al joven sentado al lado de Miroku.— Continuemos

— M… bien — dijo el joven de manera hastiada mientras quitaba su mejilla de la palma de su mano y se acomodaba bruscamente en la silla — Soy Koga — se presento con un tono imperioso— Estoy aquí porque necesito ese certificado para entrar a la Universidad que quiero, digamos que son un tanto exigentes y yo tengo un par de papeles... manchados, ya saben burocracia. — termino, encogiéndose de hombros.

— ¿Que? ¿eres de la mafia o algo? — acuso el joven sentado a su lado, con burla.

— Por supuesto que no — bufo Koga — Solo… tuvimos algunos unos problemas; mi grupo de amigos y yo no nos llevábamos muy bien con… otro grupo de amigos, teníamos diferencias, discutimos, las cosas se pusieron un poco feas; solo un par de huesos rotos, un par de chicos inconscientes, nada grave. Pero quedo en mi prontuario, que casualmente piden en esta universidad. Llegamos a un acuerdo, mis papeles quedaran limpios si les llevo este diploma de chico bueno. — Se encogió de hombros con simpleza.

— Eso suena un tanto mafioso — insistió el chico — ¿En que rayos estas metido?

— En nada que te importe — Koga le sonrío con malicia — Samoyedo*

— Samo… aaah — la comprensión llego a los ambarinos ojos del muchacho, que luego los cerro, apretando los puños y su mandíbula — Te crees muy gracioso ¿no?

— De acuerdo, suficiente información — interrumpió Kagome, sintiendo una pelea próxima. Puso su mejor sonrisa, la que había usado mucho durante esa sesión — Gracias Koga... Bien tu eres el ultimo — le indico al chico de frondoso cabello plateado sentado al lado de Koga.

El joven paso su molesta mirada de Koga a la joven monitora a quien evaluó con sus penetrantes ojos dorados por unos segundos, hasta que soltó un gruñido enojado.

— De acuerdo... escucha esto porque no lo repetiré — comenzó el muchacho conteniendo su voz en una aparente calma mientras fulminaba con la mirada a Kagome — Mi nombre es Inuyasha y no estoy interesado en participar en esta estupidez.— concluyo mientras se levantaba del asiento y comenzaba a caminar a la salida de la sala. — Así que, adios...

— ¿Eh? — fue lo único que salió de los labios de Kagome, era su primer día, su primer grupo, no podía dejar ir a uno de sus pacientes, observo al chico abriendo la puerta y brinco de su asiento— E-espera, ¿a dónde vas?

— No lo he decidido aun, ¿a caminar por el rio? —respondió el muchacho volteándose a ver a Kagome con una sonrisa burlona— Como sea, no te importa.

— Por supuesto que me importa, ¡eres parte de mi grupo! — sostuvo Kagome intentando mantener la calma — ¿H-hay algo que te haya molestado? — Pregunto insegura

El chico bufo.

— Escucha niña, — escupió la ultima palabra con desprecio— No necesito ninguna clase de terapia ¿entiendes? Y mucho menos de ti, además ¿que edad tienes? ¿13?, ¡feh!, ¿es en serio? — la recorrió de arriba abajo con la mirada, su cuerpo era delgado, el largo cabello azabache le llegaba a la cintura y su joven y fino rostro lo observaba con sus grandes ojos chocolate. Si, esa apariencia le había estado crispando los pelos desde que entro en la habitación— Como sea, me largo. Suerte.

Sin esperar un respuesta desapareció tras la puerta con un portazo.

Kgome lo observo desaparecer, quedandose quieta en su lugar, sin saber que hacer y en evidente estado de shock.

— Tengo 17…— susurró bajito en una tardía respuesta.

El silencio reinó en la sala, el grupo también había quedado pasmado ante la reacción del chico, ¿Qué había dicho? que no necesitaba terapia, ¿Era en serio?

La tensión se rompió cuando Yakotsu silbo y soltó un suspiro soñador.

— Siempre he tenido debilidad por los chicos rebeldes — confeso mientras se abanicaba el rostro con la mano.

— ¡Dios! ¿viste su cabello? — exclamó Yura mientras se mordía el labio. — Era tan largo y brillante... y ese color…

Los cuchicheos continuaron en la sala hasta que Kagome se repuso y volvió en si, carraspeo un par de veces hasta que obtuvo la atención del grupo.

— De acuerdo, gracias a todos, lo dejaremos hasta aquí por hoy — declaro la chica sonriendo agotada, mientras todos brincaban de sus asientos y se dirigían a la salida estirando sus brazos con pereza.

Una vez quedo sola dejo escapar un agotado suspiro.

Que desastre, y solo había sido su primer día. Todo había estado marchando bastante bien...

La chica apretó sus puños con fuerza.

Estúpido imbecil, ¿Quién demonios se creía? ¿Como podia atreverse a arruinar de esa forma la primera sesión de su taller? ¡y en frente de todos! ¿Que le había hecho ella?

Si no quería participar no era necesario ser tan grosero. Se sentía avergonzada, enfadada y muy frustrada. Continuo maldiciéndolo mentalmente;

Estúpido, idiota, grosero... ¿cuál era su nombre?

aah...

Inuyasha.

Y volvió a maldecirlo.

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-Samoyedo : Es una raza de perros, son muy grandes y su pelaje es blanco y muy abundante. Koga le dice así a Inuyasha porque bueno, tiene mucho pelo blanco.


Hola, este es mi primer fic!

Aquí va el primer cap, ojala les guste. Ya tengo mas o menos armada la historia completa en mi mente y creo que saldrán varios caps de esto, si es que deciden seguirla.

Me harán muy feliz y animaran a continuar si dejan sus consejitos por ahí, es la primera vez que escribo algo y estoy segura que cometere varios errores de principiante. Aunque intentare hacerlo lo mejor posible.

¡Muchas gracias por leer!

Nos leemos en la siguiente actualización, cariños.