Bleach

Ichigo / Rukia

Advertencia: ya me conocen, ya saben que es prácticamente obvio un lemon


Capítulo I

Sus ojos no creían lo que veía ¡Esa mujer que lo llamaba pervertido y lo difamaba era la verdadera hentai!

Él siempre había sido grande. Desde pequeño no se daba cuenta de que era anormal el tenerlo de su tamaño, pero a medida que fue creciendo y por curiosidades propias en los vestidores se dio cuenta de que lo suyo era más grande que el del tamaño promedio y desde entonces se avergonzó y hacía todo lo que estuviera en sus manos para nunca ser visto por sus pares. Sus compañeros conocían su secreto, pero pasados los años aquello los acomplejaba más a ellos que a él, por lo que dejó de ser tema en algún minuto; era un secreto a voces que respetaban, en ocasiones surgía el tema, pero era sólo en la privacidad de los cambiadores masculinos; sin embargo un día él se sentó exhausto, la clase de educación física había sido exhaustiva y no se fijó que esa parte de su anatomía se le había escapado al tirarse con fuerza en la banca, y con el delgado buzo de la institución se le marcó todo, no mucho más allá su compañera, la niña rica de su clase. Él la miró porque la encontraba linda, pero por nada más en especial. Kuchiki se encontraba bebiendo agua sin mucha delicadeza, tomándola casi toda en un solo trago y él sonrió al ver aquella muestra de poca delicadeza, no obstante y sin esperarlo sus miradas se encontraron y se sostuvieron por un tiempo que a él le pareció incluso poco prudente. Ella entrecerró los ojos con sospecha y de pronto su vista bajó y se detuvo en ese lugar, haciendo que se pusiera nervioso, porque no la retiró y miró donde ella tanto había fijado su vista y se dio cuenta de que tenía mal puesta la ropa interior. Él enrojeció furiosamente y ella también, y desde entonces ella le decía pervertido: ella había pensado que había tenido una erección mirándola a ella, cuando en realidad a él sólo lo había traicionado su propia ropa y su tamaño le hizo pensar a ella cosas que no eran. A él no se le había parado mirándola a ella bebiendo agua como un camionero.

—Hola Hentai —lo saludó una chica que pasó delante de él.

Desde ese suceso habían pasado meses y todas lo conocían como "el Hentai". Sus amigos se burlaban de él y eso le hastiaba enormemente. Aquello no era cierto y sin embargo tenía que cargar con esa etiqueta que nadie quería llevar y todo gracias a esa mujer que había malinterpretado todo. No la soportaba, porque además desde entonces ella lo miraba con superioridad, creyendo de verdad que ella había conseguido una erección de él sólo con haberla estado mirando. Ella parecía en serio creer que a él le gustaba y él quería que supiera que eso no era cierto, buscando en muchas ocasiones aclarárselo pero si se le acercaba ella detenía su paso y movía sus labios diciéndole "Hentai", y él interpretaba que aquella era una clara amenaza de que si se aproximaba más, ese insulto sería verbalizado en un volumen que todos pudieran oírlo, y por temor a que los rumores de que a él le gustaba ella se confirmaran, y de que todos creyeran que él intentaba algo más al aproximarse, simplemente lo soportó todo ese tiempo, hasta que encontró sin estar buscando la forma de detener aquello…

Kuchiki, en la misma clase de educación física que había sido la que había iniciado su tortura, se torció el tobillo y aunque no parecía de gravedad, siendo la chica consentida que era, no iban a dejar que la Princesita Kuchiki siguiera en la clase y lastimara su delicado tobillo, sino que en camilla se la llevaron a enfermería y llamaron a su casa para que la fueran a retirar.

No importaba cuan influyentes fueran los Kuchiki, ninguna persona ajena al colegio podía entrar a las dependencias, por lo que el profesor le pidió precisamente a él que fuera a buscar las cosas de ella al salón de clases. Él no tenía ninguna gana de cooperar con ella, pero sabía que si se negaba podía ser tomado como rebeldía y él ya no quería más problemas.

Fue al salón a buscar las cosas de la chica, ya que nadie más se ofreció de voluntario y era porque Kuchiki era amiga de todos, pero de nadie en el fondo. Era algo que había notado sólo al fijarse en ella el tiempo suficiente, buscando una manera de detenerla. La chica era solitaria y nadie parecía darse cuenta.

Refunfuñando subió las muchas escaleras, después de todo tenía que llegar al tercer piso. Llegó a la sala de clases y se acercó al puesto de Kuchiki y sin ningún cuidado comenzó a meter las cosas dentro de su bolso, pero notó que no cabrían si continuaba guardando las cosas de esa manera, así que reclamando todavía más interiormente, sacó lo que había guardado y se mentalizó a hacerlo con más cuidado, y no había sido su intención mirar el interior de ese bolso que no le pertenecía, pero notó que había dentro un manga, y se llevó una sorpresa, ya que no imaginó que a la princesita le gustaran ese tipo de cosas y sólo por curiosidad de saber qué era lo que le llamaba la atención lo sacó, para hacerse una idea de lo que le gustaba a esa chica y grande fue su impresión cuando vio que era un manga de alto contenido erótico, uno que era muy popular de hecho con sus compañeros, hecho por hombres, para hombres. Muy gráfico incluso para su gusto… ¡Ella era la pervertida! Abrió el manga y lo hojeó y consideró por un momento que quizás era un malentendido, pero además de ese manga encontró otro más. Eso no podía ser una casualidad: Rukia Kuchiki tenía esa clase de gustos y se azoró al pensar si ella se masturbaba con ese tipo de material, pero rápidamente se deshizo de ese pensamiento, él debía concentrarse en que por fin podría callar a esa niñita estirada. Esa información recién obtenida era tan valiosa que su precio era incalculable.

Fue a la enfermería con el bolso de la chica y su chaqueta, que expelía un aroma que gritaba que había sido costoso, no era como las lociones que había percibido con sus otras compañeras, era notablemente distinta, y al llegar al lugar la vio sentada en una silla, con los brazos cruzados. Ella lo miró y él imaginó que ella comenzaría con los insultos, pero no lo hizo, lo vio con indiferencia. Él se dio cuenta de que ella estaba molesta y había sido extraño no haber recibido una mueca clásica de ella refiriéndose a su supuesta condición de "hentai"

—Me pidieron que te trajera esto —le dijo él.

—Gracias —expresó ella.

Él apreció que en su tono en realidad no había un dejo de honestidad en su "gracias", pero antes de decir otra cosa apareció un hombre de traje. Ella soltó el aire con violencia en un suspiro.

—¡Le dije a mi hermano que no era necesario! ¡Sólo me doblé el pie! —reclamó.

El hombre era alto y llevaba un peinado estrafalario y un color de cabello llamativo.

—Tú sabes que tu hermano sólo quiere que no te pase nada. Prefiere evitar que pase a mayores —justificó —. ¿Vas a cooperar o tendremos que hacerlo del modo difícil?

Ella murmuró unas cosas que él no alcanzó a oír. Seguía con la mochila de ella en la mano y ella se estaba levantando. El hombre de traje la tomó en brazos en lo que parecía estar muy en contra de lo que ella quería.

Él se acercó a ellos.

—Kuchiki, tus cosas —le recordó.

Ella tomó el bolso con despreocupación, pero no la chaqueta.

—Olvidas esto —le anuncio.

—Sólo bótalo por ahí —le pidió.

Observó cómo se alejaba en brazos de ese hombre y él con su chaqueta en la mano. Miró la prenda y estaba en perfecto estado, no tenía una sola falla y ni siquiera estaba desgastada. Él jamás hubiese considerado en desechar algo que estaba prácticamente nuevo, no le hizo caso y decidió que se lo guardaría hasta el día siguiente, sin embargo ella no fue al día siguiente, ni al siguiente a ese y la semana terminó sin que ella hubiese vuelto a ir a clases.

En su casillero cada vez que abría la chaqueta de la chica amenazaba con querer escapar, ocupaba mucho lugar en ese reducido espacio, y cada vez que lo hacía el intenso perfume que emanaba de esa ropa adormecía su sentido del olfato haciendo que se le quedara impregnado en su nariz por ratos que le parecían eternos. Si lo dejaba en el casillero ese perfume lo iba a apestar para siempre y decidió que se lo llevaría a casa, lo lavaría y se lo volvería a llevar el lunes, y como pudo se lo llevó sin que nadie se diera cuenta. No quería que surgieran nuevos rumores sobre él.

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Al llegar a casa lo lavó aprovechando que estaba solo, sus hermanas estaban en las actividades extracurriculares de su escuela y su padre estaba en el trabajo; tiró a la lavadora esa prenda de ropa que olía a mofeta y grande fue su decepción al notar que el lavado apenas y si había bajado la intensidad del perfume. Era persistente. Lo guardó en una bolsa en su armario esperando a que eso aplacara de algún modo la peste.

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Kuchiki volvió a clases recién el martes de la semana siguiente y él decidió que le devolvería su chaqueta al día siguiente y así lo hizo, se aproximó a ella rápido, antes de que ella pudiera empezar con las cosas de siempre.

—Creí haberte dicho que lo tiraras —le dijo cuándo se acercó.

—Tíralo tú si quieres. No botaré algo en buen estado, mejor dáselo a alguien que lo necesite —espetó él.

—¿Lo lavaste? —dijo con sorpresa.

—Sí —reconoció.

Ella lo quedó mirando de un modo extraño.

—¿Por qué? No me digas que lo usaste de algún modo que te viste obligado a lavarlo… —concluyó ella.

Él encontró que ella era cínica, la que cargaba en su mochila material pornográfico era ella.

—¿Eso fue lo que pasó? —indagó ella —. Sentiste mi perfume y terminaste tocándote hasta acabar en esto… porque que sabes que sería lo más cerca que estarías de tenerme.

Ella de verdad creía lo que le estaba diciendo. Quizás había empezado como una acusación sin sentido, pero los rumores de que a él le gustaba ella, que ella misma había comenzado, se los había empezado a creer. A él le causó gracia y vio su oportunidad.

—Simplemente lo lavé porque no me gusta como huele… —desestimó él —. Además no se me hubiese ocurrido hacer algo así, la verdad… pero supongo que eso es algo que puede perfectamente salir de la mente de alguien que lleva consigo mangas con contenido sexual en el bolso ¿no?

Él observó como ella palideció de pronto. La tenía: finalmente podría detener a esa mujer mentirosa.

—Eso no es cierto —negó ella.

—Tú sabes que sí. Además quiero que sepas que tu dinero no puede encandilar a todos. A mí no me gustas. Nunca me gustaste; eso nunca pasará —aclaró él —. Contigo no se me pararía y si hubiese tenido una erección, créeme, lo hubieses sabido.

—No tienes pruebas —ella objetó.

—¿Puedes estar segura de eso? —inquirió él.

Su expresión cambió y sonrió ante el súbito cambio de la situación, él la había encontrado desprevenida y se sintió poderoso contra ella, porque ella no dijo una sola palabra más.

—Descuida, yo no soy como tú. No voy a andar diciendo cosas, no me interesa… sólo deja de meterte conmigo —exigió.

No imaginó el efecto que esa exigencia tendría en su vida. Ella dejó de molestarlo de un momento a otro y poco a poco los rumores sobre el supuesto interés que él tenía en ella se disiparon. Era ya final de año y nadie hablaba del tema del "Hentai" y si alguien se acordaba sonaba a broma sin gracia, como todas las cosas los rumores perdían fuerza con el tiempo y dejaban de ser lo que eran.

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El verano pasó y él no hizo mucho. Trabajó y salió alguna que otra vez, pero en realidad él quería ahorrar dinero, así que evitaba salir si no tenía que hacerlo. Las vacaciones terminaron y el regreso a clases fue inminente.

—¿No les parece que las tetas de Kuchiki se agrandaron en el verano? —comentó Keigo.

Ichigo miró de reojo y no es que se hubiese fijado antes, pero sí parecían más grandes, pero algo no calzaba en esa imagen.

—No sé, no me he fijado —respondió él —. No siento mayor atracción por los pechos grandes.

—Sí, yo creo que sí son más grandes —comentó el otro chico que estaba con ellos —. ¿A qué hombre no le gustan grandes…?

Él sonrió y se fue a sentar a su puesto, que estaba en la parte trasera del salón al ser él uno de los más altos, ya que había sonado el timbre que anunciaba el inicio de la clase, y pasó por el lado del puesto de Kuchiki quien le dirigió una mirada de odio que no esperó. Al parecer el asunto del año anterior todavía era tema para ella, a él ya se le había olvidado hasta ese momento.

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—Kurosaki —lo llamó Kuchiki.

Levantó la cabeza al escuchar su apellido y ella le hizo un gesto que le dio a entender que quería hablar con él. Miró a su alrededor y nadie les estaba prestado atención.

La chica caminó adelante y el la siguió preguntándose por qué tenían que ir tan lejos, pero ella no parecía detenerse, hasta que lo hizo en un lugar que estaba detrás del gimnasio. Estar ahí era algo prohibido, si los encontraban ahí eran problemas seguros.

—Si vas a hablar de mis pechos al menos deberías hacerlo cuando yo no te esté escuchando —espetó.

Él se extrañó, si hubiese sido por eso los hubiese llevado ahí a todos los que estaban conversando sobre eso, él no había sido el que sacó a relucir el tema ¿por qué esa mujer le hacía problemas a él y no a los demás?

—Yo sólo comenté lo que a mí me pareció —expuso —. En gusto no hay nada escrito.

Sus miradas se encontraron y ella no parecía que fuera a decir otra cosa.

—¿Eso es todo? —quiso saber él —. ¿Puedo irme ya?

—De verdad… —empezó a hablar ella.

Era como si ella no hubiese escuchado que él había manifestado su interés en marcharse de ahí.

—¿De verdad qué? —se impacientó él

No quería seguir ahí, no quería tener problemas.

—¿De verdad prefieres los pechos pequeños? —indagó tímidamente.

Él no se creía que ella hubiese preguntado algo como eso.

—¿Te sientes bien? —averiguó él incrédulo —. ¿Por qué me preguntas a mi algo como eso?

Respóndeme —pidió.

—Mis gustos no son de tu importancia —le aclaré.

No había querido sonar como lo había hecho, pero no iba a disculparse, era la verdad. Ella se aproximó y tomó su mano y se la colocó en uno de sus pechos. Él no la retiró de inmediato porque sintió algo raro.

—¿Esas son almohadillas? —preguntó inseguro.

Ella se sonrojó furiosamente y el insistió en retirar su mano.

—Ya no sé cómo llamar tu atención —confesó ella —. Todo lo que hago me sale mal, así que seré directa: me gustas, Kurosaki…

Él se quedó impávido ante aquella inesperada confesión.

Continuará...


Hola, espero que estén bien. Les traigo esta nueva historia que espero que les guste, la verdad no será muy larga y los capítulos tampoco (de tres a cinco capítulos). Es un poco más de lo usual pero desde mi perspectiva. Espero saber qué opinan :)

Hasta pronto...