Disclaimer: Crepúsculo no me pertenece, y eso me da mucha tristeza. Ya que si la historia me perteneciera tendría un finalmalpara Jacob o é no saldría tanto en la novela(¡El no me cae nada bien!).
Capitulo 1: Buenas Noticias
Bella POV
Me senté en mi cama, no quería tumbarme y dormí, no estaba de humor. Había peleado con Jacob otra vez, él era mi amigo, hermano y siempre me había ayudado en todo pero esos últimos días se volvía tan molesto y su comportamiento era muy raro.
Se negaba a que entrará al instituto de Forks, que no estaba tan lejos de la Push. Ahí era donde vivía desde que tengo memoria, Billy nunca me ha contado totalmente pero dice que me encontró perdida recorriendo las calles de Forks.
Yo con suerte sabía mi nombre, era sólo una pequeña de cinco años.
¿Cómo había sucedido?¿Cómo había llegado ahí?¿Qué les habría pasado a mis padres?¿Me olvidaron?¿Me extrañarán?¿Siempre pensarán en mí? . Esas preguntas me ahogaban en mi mar de pensamientos sin dejarme salir a la superficie, sin poder respirar la felicidad de tener un padre o una madre.
—Isabella Swan—Tocaron la puerta suavemente. Suspiré y miré a la puerta y luego a la ventana. Me preguntaba que posibilidades tenía de abrir la ventana e irme de ahí mismo en ese instante.
Mis posibilidades eran en vanas, me escucharían y me buscarían para traerme de vuelta. "Mi familia" o eso es lo que creo, ya que Billy me cuida desde que me encontró y me cuida como si fuera su hija, y por eso le debo una gran parte de mi vida.
—Adelante—Dije sin mirando la ventana y veía como caían las gotas de agua. La puerta se abrió, ya que oí el crujir, y luego desvié la vista hacía la puerta. — ¿Necesitas algo Jacob?
—Hablar contigo, supongo—Susurro y se encogió de hombro. Yo asentí en silencio y él se sentó al lado mío. —Perdona por ser grosero, de verdad lo siento. —Susurró, yo asentí pero no le miré.
— ¿Algo más?—Quería que se fuera, yo quería estar sola. A veces la soledad era mi gran amiga.
—Billy, quiere…hablar contigo—Yo asentí y me levanté dirigiéndome a hablar con Billy.
—Hola Billy… ¿Sucede algo? —El asintió e hizo un ademán para que me sentará al lado de él, yo hice lo que me pidió y lo miré impaciente.
—Bella—Suspiró.—Sé que estas algo enojada…ya que no te hemos dejado ir al instituto. Lo siento pero…he tomado una decisión. —Tragué saliva.
¿Acaso me iba a decir que no me dejaría ir? o entonces… ¿O me educarían en la casa? ¡No me importaba!, podía pagar el instituto ¡hasta la universidad. Yo tenía dinero ahorrado que me ganaba cuando Jacob no quería su dinero y me los obsequiaba. También tenía por que Billy nos daba dinero cada semana por hacer las tarea de la casa.
—Te dejaré ir…—Susurró. Yo sonreí con tanta alegría y salté a abrazarlo. Le debía mucho a Billy, él era como mi padre, pero yo sabía que nunca lo sería.
—Gracias Billy. —Sonreí y él asintió. Me alejé de él y volví a sentarme esperando que me dijera algo más. — ¿Y…?— Le pinché para que siguiera hablando.
—Mañana comienzas, ya hablé con la secretaria y mañana irás al instituto. —Sonreí con ansias, al fin me alejaría de la Push un poco y sería libre por un tiempo. Podría conocer gente normal y no como los extraños amigos de Jacob que eran sumamente cálidos y raros.
—Muchas gracias, Billy. — Me levante, le di un beso en la mejilla y me dirigí a mi habitación.
— ¿Bella? —Me llamo y yo dejé de caminar para mirarle.
— ¿Si? —Estaba emocionada por dormir y mañana despertar para ir al instituto.
— ¿No vas a comer?—Yo sacudí mi cabeza, no tenía apetito para comer la comida asquerosa -A veces era deliciosa- de Billy. —Entonces, buenas noches. —Asentí y me fui a mi habitación, cerré la puerta y me tumbé en mi cama.
Mis pensamientos se perdieron de lo emocionada que estaba, y no podía creer que luego de muchas peleas me dejarán ir al instituto. Aunque yo no le veía nada de malo, era un instituto normal y el único en Forks.
Me duché y luego vestí mi pijama. Un pantalón y una blusa de tirantes de color gris y con una tela un poco fina y delicada.
Busqué a Billy para desearle buenas noches pero no lo encontré y cuando iba tocar la puerta de su habitación me detuve al escuchar.
— ¡Es muy arriesgado!—Esa era la voz de Jacob y estaba muy enojada.
—Hay que dejarla crecer…no estará para siempre acá, recuerda que es humana. —Era humana… ¿Y? . Por que me usaban como "humana" si ellos también lo eran, ¿Lo eran, ciertos?
—Lo sé, pero…es tan delicada, frágil y hermosa… — ¿¡Perdón!? . Odiaba que Jacob hablará de mí en esa forma, por que el alguna parte de mi ser me gritaba de que Jacob me coqueteaba.
—Lo sé, pero ella debe elegir su camino. Bella no es mi hija, aunque yo le rogaría a Dios que si lo fuera…pero no es así. Ella elige, además… ¡Ya tiene diecisiete años, es grande! — ¡Bien, punto para Billy! . El siempre me defendía de ese idiota de Jacob, por unos momentos todo se volvió un silencio insoportable.
¿Me habían escuchado o…se habían quedado sin habla?
— ¿Crees…crees que ella los vea? —Pregunto algo preocupado Jacob. ¿Vea a quién, a quién me ocultaban?
—No lo sé…pero no esta en nuestras manos si los vea o no. —Susurro con voz apagada.
—Espero que no se enamoré o se convierta en amiga de algún de esos… ¡Fríos, asquerosos…chupasangres! —Dijo totalmente enfadado.
¿Chupasangre? ¿A qué se refería Jacob?
— ¿Chupasangre? —Abrí la puerta y me encontré con cuatro ojos horrorizados. —Venía decirte buenas noches Billy y justo escuché un poco de su conversación—Agregué sonriendo.
—Oh, claro. Buenas noches—Dijo nervioso. Me encantaría saber lo que me escondía, adoraba los misterios y los adoraba más cuando los resolvía.
—Pero…hablaban de unos chupasangres… ¿Quiénes son? —Jacob y Billy intercambiaron miradas de horror y preocupación.
—No, no es nada. Lo chupasangre son esos mosquitos que a veces están por ahí—Sonrió nervioso Billy. Jacob se pego la frente con su mano y yo suspiré.
—Si no me lo quieren decir…—Sonreí y puse los ojos blanco. —Yo lo averiguaré. —Me giré para dar esa conversación terminada y salir con un gran final.
—No, no lo harás. —Dijo Jacob entre dientes, interrumpiendo mi gran final. Me giré lentamente con el ceño fruncido.
— ¿Y quién eres tú para detenerme?—Dije con voz ácida.
—Soy como tu hermano. —Volvió a hablar entre dientes. Rechiné los diente, MUY molesta.
—Que seas casi mi hermano no significa que puede detenerme. —Sonreí de forma ganadora, Billy chasqueó la lengua y Jacob bufó. — Además, Jake eres menor que yo.
—Lo sé. —Frunció el ceño, Jacob era un año menor que yo y me alegraba que fuera así.
—Y tú no me detendrás. —Señalé a Jacob con el dedo. — Y tu menos Billy. —Lo señalé antes de que dijera algo. La habitación quedo en silencio, Billy miraba al suelo con aspecto rendido y de preocupación en cambio su hijo me miraba con una rabia y…odio.
—Bueno. —Corté el silencio—Yo doy esta conversación terminaba, así que buenas noches— Me giré y cerré la puerta antes que alguno de los dos dijera algo.
Me tumbé en mi cama sintiéndome victoriosa y llena de felicidad. Había logrado de que Billy me dejará ir al instituto, había vencido a Jacob en la discusión y… ¡Tenía un misterio entre manos!
Seguí pensando a que se referían cuando Jacob dijo «Chupasangres». Me desgarré los sesos para ver si tenía algún conocimiento sobre «Chupasangres» pero no…absolutamente NADA.
No sabía en que momento me había dormido pero cuando desperté eran como las seis de la mañana. Me levanté emocionada y me dirigí a una rápida ducha, al terminar me puse unos vaqueros y una blusa de manga larga morada y al final me vestí la cazadora.
Me miré al espejo y me vi, por primera vez, en esa mañana a mí misma. Tenía la piel blanca, más bien era albina supongo que tal vez sea por alguno de mis padres, el pelo largo y negro, mis ojos eran de tonos chocolate. Mi frente era amplia, en forma de corazón, mi nariz fina y definida, la tez afilada al igual que mi barbilla puntiaguda y los típicos labios carnosos.
No iba a encajar en el instituto pero no me importaba, quería alejarme un poco de mi loca y casi "familia", dejé mi melena suelta no quería que luego oliera mal.
— ¡Hey!—Se quejó Jacob cuando le quité el vaso de jugo que iba a tomar.
—Gracias. —Murmuré luego de terminar de tragar el jugo. — ¿Quién me llevará?
—Nadie—Respondieron Billy y Jacob sonriendo. Abrí los ojos hasta lo más que pudiera, había olvidado de ese detalle…yo no tenía coche.
¿Acaso ninguno me llevaría, tendría que ir corriendo o caminando? con mi mala suerte empezaría a tropezar tan pronto como empezará a correr.
—Hay una sorpresa afuera. —Billy me guió afuera y al ver la expresión de mi cara se alegro.
Un monovolumen Chevrolet Pickup Truck (Chevy) de color rojo, era de esos que sufren pocos daños que eran hecho de hierro sólido. A mí me encantó, al menos no tendría que ir caminando o corriendo.
—Gracias, Billy—Sonreí y lo abrace, luego miré a Jacob que estaba en el umbral de la puerta, me miraba de forma algo enojada y maldecía algo a lo bajo. No me importaba.
—Que bueno que te gusto. —Billy captó mi atención y yo le sonreí.
—Te devolveré el dinero… ¿Cuánto salió el trasto?—Trasto, pensé. Es un lindo nombre para mi nuevo monovolumen.
— ¡Fue gratis!—Rió. —Harry Clearwater lo tenía guardado, y no servía…me lo obsequio, hace unos días, y pensé en ti cuando te dije que podrías ir al instituto. Así que, le pedí a Jacob que arreglará las piezas que estaban malas y…le ayudé a pintar.
— ¡Muchas Gracias, Jacob! —Me lancé sobre él y lo abracé. Le debía gran parte ahora, había arreglado el trasto y lo había pintado… ¡para mí!
—D-de nada Bella—Tartamudeó un poco sonrojado. No quería saber por que, tampoco me interesaba mucho, me giré y le agradecí a Billy otra vez.
—Ten la llave—Me la entrego en la palma de la mano y yo me emocioné. —Suerte.
— ¡Gracias! —Chillé de alegría y luego entré en el monovolumen. Me sentí cómoda y en paz.
Me sentí aislada del mundo, aislada del mundo que me aplastaba de dolor. Me imaginé un mundo sin de dolor, un mundo donde yo podría ser feliz.
Había olvidado por completo que Billy y Jacob seguían mirándome. Conecté las llaves y el monovolumen ronroneó, saludé a Jacob y a Billy antes de irme y luego me marché.
Conducía de forma lenta, aunque deseaba ir rápido al instituto, conduje de forma normal mientras miraba por las calles frías de Forks.
No me agradaba Forks. Para nada, era como un pueblecito. Cuando llegué, aparqué cerca del primer edificio debía buscar mis horarios y firmar unos papeles.
Llegué a la pequeña y cálida oficina y vi a la secretaria.
—Ho-ola—Sonreí de forma tímida y me acerqué a su escritorio.
— ¿Necesita algo, cariño? , soy la señorita Cope—Dijo de forma educada.
—N-necesito…ósea…yo…—Suspiré. Hacía el ridículo. —Soy Isabella…vine por mis horarios y Billy dijo que debía firmar algo acá. —Ella asintió y empezó a buscar unos papeles. Me di cuenta que había un plato con chicles. — ¿Puedo? —Señalé al plato.
Ella me miró y asintió y luego desvió la vista para seguir buscando los papeles.
—Isabella… ¿Cuánto? —Pregunto sin mirarme. Yo tomé el chicle y lo abrí.
—Isab-ella Sw-an—Metí el chicle en mi boca y empecé a masticar. Su dulce sabor y la forma violenta que lo mordía con la boca cerrada, era para intentar, obviamente, quitar mis nervios y miedo.
—Isabella Swan, Isabella Swan—Susurro hasta que encontró los papeles. Los alzó y lo depositó en la mesa. —Necesito Isabella que…los profesores te firmen esto ¿Entendido? —Yo asentí.
— ¿Nada más?—Saqué otro chicle y lo guardé en mi bolsillo.
Ella me miró y dijo:
—Oh, si…los papeles necesito que me lo traigas luego del fin de clases ¿Ok?—Asentí y tomé los papeles.
—Espero que te gusté el instituto—Dijo cuando yo crucé el umbral de la puerta.
Cuando subí al monovolumen estaba cálido, suspiré y encendí el trasto. Aparqué en el estacionamiento y había varios coches. No eran hermosos pero al menos algunos eran mejores que otros.
Agarré mi bolso y el papel. Empecé a caminar hacía la entrada.
Sentí algo mojado en mi melena, llevé mi mano instantáneamente y al verme la mano era…agua. ¿Lluvia?, perfecto. Simplemente perfecto para empezar el día.
Empecé a hiperventilar cuando vi un gran «3» pintado en negro sobre un fondo blanco con forma de cuadrado en la esquina del lado este. Los alumnos que tenía delante se detenían en la entrada para colgar sus abrigos en unas perchas; había varias. Les imité y dejé mi abrigo.
Me dirigí donde el profesor y le entregué el comprobante. Luego me lo entregó y se emocionó cuando le contesté que vivía en La Push, al parecer, le gustaba mucho ese lugar.
No me presenté y agradecí por eso, era muy tímida para presentarme. Me concentré en las lecturas que eran demasiado básicas. Ya las había leído, aunque para no aburrirme en la casa las leería otra vez.
El zumbido nasal del timbre me confirmaba que había acabado la clase. Un chico, bastante valiente, se ladeó desde su pupitre al otro lado del pasillo para hablar… ¿conmigo?
—Eres… ¿Isabella Swan?—Sonreí al chico flacucho, con acné y pelo grasiento.
—Bella Swan…—Le corregí. Cuando miré alrededor me percaté que varios ojos me miraban. ¿Todos se giraron para ver a este chico hablar conmigo? ¿Era una broma, cierto? No estaba acostumbrada a recibir tanta atención, ¡nunca lo estaría!
—Bueno, yo me preguntaba… ¿Dóndeestátusiguienteclase?—Pregunto tan rápido y con un hilo de voz, que me hizo perderme. Sólo había escuchado hasta "¿Dónde…?".
— ¿P-e-erdon? —Tartamudeé confundida.
—Lo siento, ¿Dónde esta tu siguiente clase? —Oh, quería ayudarme o seguirme.
—Eeehm…Historia, en el edificio seis. —Su cara se torció en una mueca triste, al parecer, estaba algo decepcionado y esperanzado por tener la misma clase que yo.
—Iré al edificio cuatro, puedo mostrarte el camino. —Bien. Necesitaba ayuda o sino podría terminar en otra clase o simplemente hacer novillos. —Mi Eric es nombre…—Dijo nervioso.
Levanté una ceja, en forma de pregunta. ¿Qué había dicho? ¿Mi Eric es nombre? El chico estaba loco o MUY nervioso por hablar conmigo.
—Así que…te llamas Eric. —Le dije cuando salimos de la sala. El asintió y agacho la cabeza. — ¿De donde eres? —El me miró rápidamente, algo extrañado ya que yo me empeñaba por hacer una conversación.
—Siempre he sido de Forks. —Dijo serio. Al parecer no le gustaba Forks, estábamos iguales. — ¿Y tú? —Me tensé un poco… ¿Qué le diría? . Yo ni siquiera sabía de donde era en verdad.
—B-bueno… —Tragué saliva. —Es una historia…complicada. —Suspiré.
—Estoy atento—Sonrió para subirme el ánimo. Por que, al parecer, yo estaba más triste.
—Yo en verdad, no…—Miré a donde el señaló y había una placa que decía Edificio 6. Sonreí complacida, no le contaría mi triste y dolorosa vida a un extraño. —Gracias. —Me apresuré en decir.
—De-e nada-a. —Tartamudeó cuando le di un beso en la mejilla, en forma de gracias y despedida. Se sonrojo y sonrió de forma tímida.
Eso iba mal, MUY mal. No quería que eso se convirtiera más que una amistad, no lo quería, no lo deseaba. No lo conocía bastante, pero al parecer él se había fijado en mí.
—Adiós. —Me di vuelta y caminé más rápido de lo normal hacía la puerta.
El resto de la clase transcurrió muy bien, el profesor de historia, decidió repasar un poco de las dos guerras mundiales, y de las revoluciones. En clase de trigonometría el señor Vaner, me obligo a presentarme sentí un poco de odio hacía él. Tartamudeé, me sonrojé y tropecé con la mochila de una chica que estaba en el suelo.
Al transcurrir de las clases, empecé a reconocer varias caras. Hubo una chica que se sentó conmigo en la clase de trigonometría y en español también. Me invitó a almorzar con ella, agradecí por la invitación no quería sentarme sola o comer en el baño estilo Chicas Pesadas una de mis películas favoritas, donde la chica en su primer día no había conseguido ningún amigo y no tenía lugar donde sentarse en la cafetería. Así que decidió comer en el baño, lejos de la sociedad.
En cierto caso esa chica, la de la película se parecía a mí. Conversaba de forma animada con Jessica, una chica de estatura pequeña comparada con mi uno setenta ella era baja. Pero podría alcanzarme gracias a su oscura melena de rizos alborotados. Ella tomó una bandeja y se sirvió comida, yo no tenía apetito. Caminé directo y vi unas galletas de chispas de chocolate, las agarré y seguí a Jessica.
—Estas muy flacucha. —Comentó Jessica, mientras avanzábamos a una mesa larga donde había mucha gente, que me miraban con mucha atención. — ¿Cuál es tu peso?
—Peso cincuenta--
— ¡Estas más que flaca! —Rió y se sentó. Me senté a su lado y todos los de la mesa nos miraron. — ¡Oh!...chico ella es Bella Swan. —Escuché unos "Hola Bella" y otros "Hmpf" de parte de los que estaban en la mesa. Levanté la mano tímidamente en forma de saludo.
Abrí el paquete de galletas y las devoré lentamente.
Con suerte conversé con algunas de las chicas que estaban ahí, pero en especial con una chica llamada Ángela. Era muy simpática y divertida, en cierta parte teníamos algo en común.
Ángela luego de unos segundos se marchó, debía ir a buscar unos libros a la biblioteca, me pidió que la acompañara, me negué. No quería salir a lo frío de Forks, hasta la hora de salida.
En ese momento, luego de que Ángela se marchará, me quedé en blanco e impresionada por lo que veía, por lo hermoso que era.
Eran cinco, se sentaban en un rincón de la cafetería, en la otra punta de donde yo me encontraba. No comían, no conversaban y no se miraban, era como si estuvieran en un universo alterno. Empecé a estudiarlos sin timidez ya que no me miraban como los otros pero eso no me llamó mi atención.
No se parecían en lo más mínimo. Tres chicos, uno era fuerte, tan musculoso que parecía un verdadero levantador de pesas, y de pelo oscuro y rizado. Otro, más alto y delgado, era igualmente musculoso y tenía el cabello del color de la miel. El último era desgarbado, menos corpulento, y llevaba despeinado el pelo castaño dorado, él fue el que me pareció más hermoso.
¡Son Preciosos!, pensé. Aunque esa no era la palabra, tal vez no encontraría una palabra que describiera esos tres chicos.
Las chicas eran dos polos opuestos. La más alta era escultural. Tenía una figura preciosa, del tipo que se ve en la portada del número dedicado a trajes de baño de la revista Sport Illustrated o Playboy, y con el que todas las chicas pierden buena parte de su autoestima sólo por estar cerca, yo la perdí automáticamente. Su pelo rubio caía en cascada hasta la mitad de la espalda. La chica baja tenía aspecto de duendecillo de facciones finas, un fideo. Su pelo corto era rebelde, con cada punta señalando en una dirección, y de un negro intenso. Aunque eran diferente, las dos eran tan hermosas como todas las Miss Universo que hayan existidos.
Aun así, todos se parecían muchísimo. Eran blancos como la cal, los estudiantes más pálidos de cuantos vivían en aquel pueblo sin sol. Más pálidos que yo, que soy albina. Todos tenían ojos muy oscuros, a pesar de la diferente gama de colores de los cabellos, y ojeras malvas, similares al morado de los hematomas. Era como si tuvieran insomnio o les habían pegado en la nariz pero eso no podía ser posible ya que sus narices, al igual que el resto de sus facciones, eran rectas, perfectas, simétricas.
Simplemente perfectos, pensé.
Pero no era ese motivo por el cual no podía apartar la mirada. Seguí observándolos con la mirada por que sus rostros, tan diferentes y tan parecidos al mismo tiempo, eran de una belleza y perfección inhumana y devastadora. Podían usar cualquier ropa, no importaba si fuera la más sucia del mundo, seguirían viéndose preciosos. Ellos parecían recién sacados de una obra de arte o de una revista con los modelos más sexys y hermosos de todo el mundo.
No sabía decidir quién era más bello, tal vez la chica rubia perfecta o el joven de pelo castaño dorado.
La preciosa rubia se levantó con la bandeja —el refresco sin abrir, la manzana sin morder— y se alejó con pasos gráciles, veloz y hermoso. Eran tan asombrosos que parecían sumamente calculados. Asombrada por sus pasos ágiles y perfectos, la contemplé vaciar su bandeja y deslizarse por la puerta principal con una velocidad más rápida de la normal.
— ¿Quiénes son esos?—Señalé al grupo de hermosas personas que había estado observando casi…todo el tiempo en la cafetería.
Jessica me miró y rió.
— ¡Qué rápida fuiste! —Rió y busco la trayectoria de mi mirada —Son los Cullen. Ellos son Edward—Señaló al de pelo cobrizo. — Alice, Emmet Cullen y Jasper y Rosalie Hale, la chica de oro que acaba de irse.—Luego señaló a la más pequeña, al musculoso gigante, al chico pelo de miel y a la rubia con forma de escultura que se había ido.
¡Sumamente anticuado los nombres!, pensé.
—Sus nombres son algo…anticuados—Suspiré, Jessica asintió y me miró.
— ¡Lo sé!—Rió de forma tonta. —Pero no importa, por que su belleza es…
—Increíble—Dijimos las dos al mismo tiempo. Reímos y luego las dos miramos la mesa de los Cullen.
—Pero no te llenes de esperanza…—Me advirtió Jessica, luego de unos segundos, que se me hicieron eternos por mirarlos. —Están…juntos. Ósea, Jasper y Alice y Rosalie y Emmett. Son hijos adoptivos del señor y la señora Cullen.
—Wow. —Susurré algo impresionada.
—Y eso significa… ¡Que Edward esta súper solterón! —Alzó un poco más la voz al decir lo último.
— ¿No tiene novia? —Abrí la boca impresionada. Era totalmente y devastadoramente hermoso… ¿Cómo no tenía novia? Las chicas de esta mini-ciudad deberían estar sin un tornillo para no ver a esa hermosa creación.
—No, supongo que a ninguna chica le interesa o sea lo bastante hermosa para salir con él. Una gran decepción y pérdida para las mujeres de acá. — Dijo con voz algo sería. Yo asentí y los seguí mirando. —A mí, Jasper me parece más hermoso y ¿a ti…?
Tragué saliva y la miré, ¡Era imposible decidirse! . Miré otra vez a la mesa de los Cullen.
—Yo…bueno…tú…—Vacilé antes de contestar. —Edward Cullen. —Al pronunciar su nombre el nombrado me miró, sus ojos y los míos brillaron al encontrarse. Yo me sonrojé de forma violenta y agaché la cabeza. Jessica rió y me codeó de forma suave.
—Te sigue mirando…—Susurro de forma disimulada, pero tuve una sensación de que no pudo disimularlo.
— ¿Quién?—Me hice la tonta, esperando que no fuera el tal "Edward". Como había escuchado su nombre, podría haber creído que hablábamos mal de él. Cuando era todo lo contrario yo y Jessica hablábamos de lo grandioso y hermoso que eran.
—Edward Cullen, Edward Cullen. —Dijo con voz ansiosa, me agarro del codo y me movió para reaccionar. Levanté la vista y me volví a encontrar con esos ojos negros, me quedé sin aliento.
Me levanté rápidamente y tomé mi bolso.
—Debo irme, Jessica—Dije tan rápido como pude, logré ver la puerta trasera. Perfecto, por ahí saldría. Avance mirando a mis pies mientras caminaba, sentí la sensación de que están mirando. Una punzada en la cabeza me alertó que me miraban.
Caminé más rápido y tropecé con mis botas. Logré devolverme el equilibrio pero era tarde, había chocado contra algo helado y duro, no me caí pero le golpeé cuando me tropecé. Escuché el sonido de la bandeja caerse y el silencio de la cafetería. Levanté la vista y adelante mío estaba Alice Cullen y detrás de ella Edward Cullen me miraba.
Suspiré asustada y miré a Alice Cullen.
—Lo siento, soy muy torpe. —Intenté explicar, ella me miraba con una sonrisa que no pude explicar por que. Me agaché a recoger la manzana y la bebida, que estaban cerradas, para devolvérsela a Alice. Ella se agacho y tomó la bandeja, la manzana y el refresco de forma rápida.
—Lo-o si-ento—Me sonrojé al sentir que alguien me miraba, agaché mi cabeza y miré por el rabillo del ojo a Edward Cullen que me miraba. Desvié la vista y miré a Alice.
—Soy Alice Cullen. —Dijo con una voz aterciopelada, sonrió y extendió su mano. Al tomar su mano sentí…frío. Estaba muy helada, parecía que ella acababa de salir de un refrigerador luego de 48 horas de estar adentro de él.
—B-e-ella Sw-an—Tartamudeé cegada por lo hermosa que era de cerca al igual que Edward Cullen. Al mirar a Edward me percaté lo alto que era, podría decirse que él medía un metro noventa. Alice me miraba de forma feliz y seria pero Edward Cullen me miraba con asco. —Lo-o siento otra vez, de-ebo irm-e—Me sonrojé más y salí corriendo con la cabeza en el suelo.
Salí al aparcamiento y me encontré con Ángela que iba a entrar ya que ya comenzaría la clase de Biología. Ella también tenía Bilogía, así que decidimos ir juntas.
— ¿Qué tal te ha ido? —Sonrió de forma tímida mientras caminábamos por el pasillo.
—Bien. —Mentí. ¿Qué le hubiera dicho?, muy mal por que hoy me he tropezado conversado con Jessica sobre un chico que conozco, el nos miró y pensó que hablábamos mal de él…además me tropecé y casi caigo encima de su hermana, el me miró como si fuera un bicho raro.
—Que bueno…que te haya gustado. —Abrió la puerta y se dirigió a su asiento. No miré a nadie ya que sentía la sensación de ser observada, me dirigí con el señor Banner para que firmara mi comprobante y me entrego un libro, por suerte, ahorro la parte estúpida de la presentación.
— ¿Dónde me sentaré?—Señaló un pupitre, me giré y quedé más pálida de lo habitual. La única silla vacía era la que estaba al lado de ni más ni menos de…Edward Cullen.
—Gracias. —Murmuré y empecé a caminar hacía mi nuevo asiento. La mirada de hostilidad de Edward me dejaba aturdida. No me atreví, alcé la vista cuando deposité el libro en la mesa, me senté de forma lenta y vi por el rabillo del ojo que el se cambiaba a dirección opuesta, sentándose al borde de la silla. Aparto su rostro como si algo oliera mal, como si algo apestará. ¿Yo era la causante de esa forma de bienvenida o mirada de hostilidad de parte de él?
Agarré un mechón de mi melena y la olí. Fresas, adoraba mi champú. A mi me pareció un olor agradable, pero para él no le agradaba o podría ser alérgico podría ser.
Solté mi pelo hacía un lado para crear una pantalla oscura, un escudo para que no me viera. No quería ver su mirada hostil y su cara de asco, como si yo apestará. Por desgracia, la clase versó sobre la anatomía celular, un tema que ya había estudiado. De todos modos, decidí hacer apuntes para distraerme. Para mi mala suerte, no podía controlarme, quería ver su belleza estaba tan cerca de mí que era imposible no mirarlo. Miré atreves de mi melena y lo lamenté, y mucho. Me miraba con cara de asco a través de sus ojos negros.
Aparté la mirada mientras dos frases pasaban por mi mente: «Si las miradas matasen…» y « ¡Al diablo con los guapos! ». Estaba tan concentrada en esas frases que cuando sonó el timbre me sobresalté y casi me caía de la silla, Edward Cullen salió rápidamente con agilidad y de forma elegante. La clase todavía seguía tomando sus libros y el se levanto tan rápido y salió igual de rápido. Me quedé petrificada… ¿No era por mí, cierto?
Me levanté con una rabia increíble, sentí mis ojos humedecerse. Mi mano secó las lágrimas que amenazaban salir.
—Isabella Swan… ¿Cierto? —Me iba a girar y a gritarle: ¿¡Me puedes dejar en paz!?No estoy de humor!... ¿Acaso eres ciego? Iba a gritar eso a todo pulmón, pero en vez de eso me giré y sonreí. Era un chico guapo, de rostro aniñado y pelo rubio en punta arreglado muy cuidadosamente con gel, me reía internamente pensando cuanto tiempo se tardaría en dejar su pelo así. Me dirigió una sonrisa amable, al parecer el no pensaba que olía mal.
—Bella. —Corregí rápidamente.
—Soy Mike. —Extendió su mano, la apreté de forma suave. El me miró con algo de curiosidad y un raro brillo en los ojos. ¡Oh, no, no, no, no!... ¿Otro más?
— ¿Te ayudo a buscar la próxima clase? —Era bastante amable y educado.
—No gracias, iré a gimnasia…sé donde esta el gimnasio. — ¡Oh por Dios!, no era tan estúpida. Sabía donde estaba el gimnasio.
—Es mi clase igual. —Rió emocionado, yo sonreí otra vez de forma algo forzada. Me apetecía ir sola, pero no le diría eso al chico estaba emocionado.
Fuimos conversando de forma divertida y a veces un poco incomoda por sus preguntas.
— ¿Le clavaste un clavo, un lápiz o te burlaste de Edward Cullen o qué?, nunca lo había visto así. —Así que era la primera vez que se comportaba así, definitivamente yo fui la culpable pero no había dicho y hecho nada. Tal vez estaba enojado por que tropecé con su hermana, sólo tal vez. Ignoré lo último y decidí hacerme la tonta.
— ¿Estás hablando del pálido que se sentaba a mi lado? —Mike asintió. —No le hecho nada, ¡ni le he hablado! —Casi grité lo último. Si no dejaba de hablar de eso, empezaría a gritarle a Mike.
—Por supuesto, no había nadie más a tu lado. —Entrecerró los ojos. — ¿Qué le hiciste?...tenía cara de dolor o algo parecido.
—Si yo me hubiera sentado contigo…—Habíamos llegado al vestidor y había un camino que nos separaba. —Yo me hubiera comportado mejor. —Sonrió y cruzó la puerta al vestidor de hombres, yo entré al de mujeres y el entrenador Clapp me dio el uniforme. Me vestí sin apuros, mientras pensaba.
Mike parecía amable y…interesado pero, para su buena suerte, no era mi tipo, yo todavía no tenía elección para un novio. Pero toda nuestra conversación no bastó por que la furia no se me enfriaba.
Al salir me senté en una banca junto a Mike, el hablaba y yo asentía. Estaba más concentrada de mirar el partido y olvidar el incidente con Edward Cullen. Luego de cuatro partidos de voleibol, tocaba al grupo de Mike que estaba formado por mí y otras chicas.
Al llegar en mi posición me sentía algo mareada y llena de miedo. En Phoenix cuando jugábamos me tropezaba, me golpeaba o la pelota volaba hacía mi rostro.
Empezamos a jugar muy bien, no me había tirado la bola y me sentía bien.
—¡Niña-torpe-Swan! —Grito alguien. Dirigí mi vista a quien hablaba y era una chica a la que reconocí. Laurent, una de las chicas que estaba en la mesa y me miraba con odio.
— ¡Bellaaa! —Escuché a alguien gritar, giré mi cabeza y lo vi en cámara lenta. La pelota voló hacía mi rostro, fuerte y me golpeó la nariz. Sentí y escuché el crujir de mi nariz, caía al suelo mareada y cerré los ojos ya que todo se volvió negro.
¡Dejen Review, si les gusto! Se viene muy gracioso!
Zafiro Cullen' ©
