Renuncia: IT es propiedad de Stephen King.
Pareja: Bill/Beverly.
Notas: Este drabble no sigue los acontecimientos canon del libro. Dicho está.
Un globo flota en el cielo
Sus manos siempre se tocan cuando atardece y todos los Perdedores corren agitados hacia el campo abierto. Beverly se baja la manga disimuladamente, para que él no note los rasguños ni los moratones que sobresalen. Bill cierra la boca, temeroso, porque sería vergonzoso decirle cuán bonita es con sus palabras torcidas.
Y como Bev se oculta en su vergüenza imaginaria (que es una niña mala, que lo sabe), y Bill le teme a sus propias palabras y a su cabeza, se rozan las manos sin saber, exactamente, si aquel cariño que crece es debido al temor en común
(G-g-g-gerogie)
(Oh dios papá he visto el baño manchado de sangre)
que tienen todos. Pero ella va, con su sonrojo en su rostro pálido, y le da un poco de calor a su chaqueta mojada por la lluvia de la noche veraniega. Y Bill no sabe si en su mente ella es tan bonita como las otras niñas, pero de repente se ve acariciándole el cabello y pensando en los besos que su madre ve por la televisión los viernes por la noche. Ignora, el Gran Bill, la idea que todos tienen que sus piernas flacas son bonitas cuando hacen que su falda azul vuele al viento, o que su mirada perezosa y seria se le torna hermosa.
Son cursilerías, diría Richie.
Bill suelta una risa nerviosa y se apega a la presencia de ella.
Pero entonces Beverly le aprieta la mano con temor y baja la mirada. Bill jamás sabrá que lo hace con la timidez del primer amor más que por el miedo. Y él devuelve su agarre, ignorando la felicidad desconocida que le crece en el pecho.
Cuando todos regresan con la respiración agitada se separan en totalidad e ignoran el dato desconocido que durante años adultos ellos odiarán haberse soltado las manos.
Y desde que ella le confiesa con ojos opacados por el llanto que le quiere, que su calidez lluviosa le es necesaria, Bill continúa teniendo pesadillas de Geroge pero sueña con las trenzas de Bev en el otoño. Y Beverly soporta los golpes en la noche por parte de su padre y sigue temiéndole a la fuerza bruta, pero la ventana ya no es tan cruel porque le recuerda a Bill y entonces puede dormirse sonriendo.
Vuelve a tomarle la mano.
–Tengo miedo–susurra Bev.
Bill deja de mirar a Ben gritándole a Richie y clava la mirada en ella.
–N-n-n-no t-t-tienes p-p-porque t-t-tenerlo B-bev.
Cierra los labios de golpe, odiando su voz y su fallido intento de transmitirle una fe artificial. Mas ella lo ve, con sus ojos suplicantes, y de repente la quiere.
–…Estamos acorralados, Bill.
Y entonces ella llora tanto que Bill aprende a sonreír.
–Y-y-y-yo e-e-e-estoy c-contigo.
No le calma los temores más profundos pero sí, de repente, lo quiere. Y entonces nunca le suelta la mano (ni en la infancia, ni en la adultez, ni en el olvido).
Cuando Bill se inclina a besarle levemente la mejilla, una llovizna imaginaria cae sobre ellos.
(T-t-t-todos f-flotan.
–y-y…t-t-te q-q-q-quiero).
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