Los personajes pertenecen a Suzanne Collins, la Historia es 100% original; cualquier parecido con alguna otra es mera coincidencia.
Capítulo 1
Son las 7:00 de la mañana de un lluvioso en pleno marzo, las nubes grises inundan el cielo y una lluvia muy insistente cae sobre Chicago, el día parece ser uno de esos en lo que más quieres es llegar a casa, acurrucarte bajo las cobijas de una mullida cama y ver películas estúpidas lo que resta del día; después tomar una taza de té y dejar que el sueño de venza hasta que te zambulles en un profundo sueño. Bueno, mis días han sido algo parecidos a esto, excepto por lo de dormir mis días han sido grises y apagados desde hace casi 5 días.
Después de salir corriendo de Pent-house de Peeta, me refugie en el apartamento de Gale, me recibió con los brazos abiertos y una cara de preocupación que me hizo lamentar darle un problema a mi amigo.
En este momento Gale conduce y tiene al peor copiloto del mundo; este maravilloso hombre se ha ocupado de mí durante mis ataques de pesadillas nocturnos, me ha rogado de mil maneras que coma aunque sea una banana en el desayuno y ha ordenado a su perro Castelo que se quede pendiente de mí cuando su amo sale y nos deja solos.
Lo cierto es que desde el domingo que no he comido y he descansado muy poco; bueno, si se puede llamar descansar dormir solo dos horas en la noche, entonces sip he descansado muy poco. El culpable de esto es Peeta Mellark, si no me hubiera confesado su amor por mi estaríamos en plenitud ambos y con nuestro tacto intacto. Por su culpa no he dormido bien y mi mente vaga por los recuerdos que forje con él cuando estábamos juntos, he llorado todos los días, de hecho es la manera en la que el cansancio me hace dormir. Cuando me despierto Gale me abraza y me consuela, me pega a su cuerpo y sus manos acarician mi espalda hasta que me tranquilizo; a pesar de que agradezco su gentileza y tolerancia no son los brazos que quiero que me abrasen, ni es el cuerpo que quiero tener junto al mío, ni tampoco son las manos que me tranquilizan con solo tocar una mínima parte de mi ser, del único que quiero recibir este contacto es de cierto rubio con cuerpo musculoso y ojos azules, es a él al que necesito, a él y solo a él.
— Katnip, hoy vamos a comer con Ceaser. — Gale interrumpe mis pensamientos con una invitación. Lo último que quiero es arruinarles el día a Gale y Ceaser.
— No tengo hambre Gale, vayan sin mí.
— De ninguna manera Señorita. No has comido en días. Tengo que obligarte a comer o me lo lamentare toda la vida. Además a Mellark no le gustaría verte así.
— Nuevas noticias Gale, ya no estoy con Peeta.
— Eso ya lo sé. Pero a él no le gustaría verte así. Además su trato incluía que te alimentaras.
— ¡Ya no tengo el maldito trato con Peeta!, en mal momento te confesé lo nuestro.
— Tienes que salir de esto Katnip, no te va a dejar nada bueno.
— Ya lo sé.
— Entonces hoy comes con nosotros y se acabó. Nos reuniremos con Ceaser unos minutos después de mediodía, así que a esa hora vas a estar lista. — Voltea a verme y me dedica una mirada llena de humor. — Es una orden señorita Everdeen.
Resoplo y me hundo en el asiento del copiloto mientras llegamos a Beetee Solutions. Al llegar saludo con la cabeza y una ligera sonrisa a todo el que pasa frente a mí. Realmente no puedo simular que estoy rebosando de felicidad mientras me muero por dentro.
— Prepárate para comer Katnip, yo te recojo.
Gale se preocupa por mí, pero no sé cómo agradecerle. El día de hoy está más que guapo, su traje azul marino y camisa blanca sin corbata lo hace ver irresistible, lástima que no estoy enamorada de él ni él de mí.
Para cuando Gale y yo vamos rumbo al restaurante mi ánimo decae, siempre que comemos con Ceaser estoy radiante de alegría, pero incluso él nota algo raro en mí, sobretodo porque cuando se ha quedado a dormir con Gale los interrumpo y Gale acude a mi ayuda.
— Katniss, anímate. — Me sonríe Gale mientras aprieta una rodilla.
— Lo voy a tratar.
— Inténtalo.
Llegamos al restaurante e intento bajar con mis rodillas juntas ya que si no lo hago así mi vestido azul rey en forma tubo se me puede subir hasta no sé dónde.
— Ya era hora, me estaba preocupando.
Un sonriente Ceaser nos recibe con los brazos abiertos, nos espera en una mesa estratégicamente ubicada al lado de una ventana. El restaurante italiano es el favorito de Gale y Ceaser así que no puedo protestar. Ceaser viste un polo rojo con jeans de mezclilla, sus ojos azules contrastan con las letras de su camisa mientras que la piel bronceada contrasta con su blanca sonrisa.
— Gale. — Se acerca a mi amigo y le da dos besos. — Katniss, te ves terrible cariño. — me envuelve en un abrazo. — Tienes que comer. Ya ordene por ti.
— Ceaser, no tengo hambre…
— Ni lo digas pequeña bribona, ahora vas a comer.
— Katniss, — Ahora es Gale el que me regaña. — Prometiste que ibas a animarte. Comer es una forma de hacerlo.
Refunfuño mientras frente a mí ponen un tazón de pasta a la boloñesa. En cuanto lo vea gruño y miro compasivamente a Gale y después a Ceaser, estos me dedican una mirada de advertencia. Tomo el tenedor y enrollo unas cuantas tiras de pasta alrededor.
Probando unos cuantos bocados me doy por satisfecha y retiro de mí el tazón de pasta lleno casi en su totalidad.
— ¡Ah no, señorita¡ termínate ese tazón. — Reclama Gale.
— Ya he comido suficiente. — Pongo mi mejor cara de lastima pero sé que con Gale no va a funcionar.
— Cuatro bocados de pasta y dos mordidas al bolillo no es suficiente. — Sonrió amargamente porque me recuerda a alguien que me vigilaba de cerca.
— En serio Gale, ya es suficiente para mí.
Ceaser se mantiene al margen alternando la mirada entre mi amigo y mi persona.
— Nunca me he metido contigo Katniss— Empieza a hablar Ceaser. — Pero creo que ya es tiempo de que lo olvides. Si no quieres hablar con él y dejarlo todo lo mejor es que lo olvides.
— ¿Y cómo se hace?, todo lo que veo me recuerda a él.
— Puedes empezar distrayendo tu mente.
— Es lo que siempre le digo. — Recompone Gale algo irritado.
— Yo creo que no has insistido suficiente mi Galey. — Levanta las cejas Ceaser desafiando a mi amigo a decir lo contrario. — Katniss, esta noche nos vamos a la Cuba.
— No por favor.
— Claro que iras. — Ceaser anuncia entusiasmado.
— En serio Ceaser, no me apetece salir después del trabajo.
— En serio Katniss, lo necesitas más que nosotros, es una buena forma de olvidar. — Gale toma mi mano y le da un ligero apretón.
Suelto un suspiro de frustración porque cuando estos dos planean algo lo llevan a cabo si o sí.
El resto de la tarde me la pasó mirando al cielo lleno de nubes, es muy raro que llueva en marzo, pero parece ser que la madre naturaleza quiere sentirse igual que yo.
Peeta Mellark es el culpable de todo esto, mi concentración es un asco; su sonrisa me perturba cuando trato de hacer un resumen de avances. Mis dedos enredados en su cabello vienen a mi mente cada vez que miro mis propias manos, Peeta se metió en mi cuerpo y alma para jamás salir de allí.
— Katniss, nos vamos. — Anuncia Gale asomando solo la cabeza por el marco de mi puerta.
— Gale, en serio no me apetece ir. — Quiero salir de esta invitación bien librada una vez más.
La última vez que estuve allí salí del lugar con un hombre rubio de ojos azules dispuesto a todo. Al final de cuentas La Cuba fue el lugar donde todo este absurdo trato empezó.
— No digas estupideces, Ceaser ya consiguió los accesos. Así que levanta el culo de la silla y camina a mi coche.
Me levanto a regañadientes y camino detrás de Gale rumbo al estacionamiento. Al subir al coche sigue lloviendo y me preocupo un poco, no me gusta que llueva, me asustan los relámpagos y truenos. Siento la necesidad de estar con Peeta cuando el clima esta así, en sus brazos me siento protegida.
Gale está entusiasmado esperándome en la sala de estar; yo me arreglo lo mejor que puedo, mis mejillas están un poco huecas y mis ojeras son enormes, tengo que aplicar toneladas de maquillaje para disimularlas. Cuando evaluó mi peinado y maquillaje doy la vuelta para ponerme el vestido, ese vestido azul que Peeta me quito lentamente besando cada tramo de mi piel expuesto, esa noche en la que perdí mi virginidad y mi voluntad.
Me deslizo el vestido por el cuerpo y me queda un poco grande, he bajado de peso y no ayuda mucho, si mi hermana me viera me regañaría.
Salgo del cuarto de invitados y me encuentro a Gale jugando con Castelo. Al verme se pone de pie y me ofrece su brazo.
— Vamos nos esperan.
La Cuba está a reventar de gente, al vernos juntos muchas personas nos saludan y separan piezas de baile para bailar con nosotros, pero Gale al ver mi vulnerabilidad evita alejarse y alejarme, así que las rechaza todas y me persuade de hacer lo mismo, me quiere tener vigilada.
En cuanto escucho la música mi ánimo mejora considerablemente, bailo con Gale sacudiendo el cuerpo, pegando nuestras caderas y moviéndonos por la pista al baile de la música, de vez en cuando volteo a ver a Ceaser y me guiña un ojo o me levanta el pulgar en señal de que fue buena idea venir.
— Estoy sedienta. — Grito contra el oído de Gale.
— Igual yo. Vamos por algo de tomar.
Asiento y nos encaminamos a la barra. Al llegar Gale pide una margarita para mí y un whisky para él. En cuanto me lo entregan me bebo mí bebida de un solo trago.
— ¡Eh, cuidado se te puede subir demasiado rápido. No has comido mucho — Me reprende Gale tiernamente.
— Me dijiste que esta noche era para olvidar. — Vuelvo a gritar.
— Si pero no de esta manera. — Gale me mira algo mortificado. — ¿Te apetece otra?
Asiento y le hace una señal al Barman para traerme otra margarita, en cuanto la pruebo siento que la presencia de tequila es mucho mayor. De igual manera me la bebo en tiempo record y mi cuerpo lo siente de inmediato por que empiezo a ver visiones. No quiero averiguar así que tiro a Gale al centro de la pista para seguir bailando. Este no se detiene y me acompaña al centro de la pista.
Bailamos unas piezas más mientras mi cuerpo está más ligero que antes. Canto y bailo al ritmo de la música, pero pronto mi cuerpo pide liberación.
— Necesito ir al servicio, ¿me acompañas? — Grito a Gale y este sonríe.
— Te acompaño hasta la puerta, porque si entro más de una saldría corriendo.
Rio, rio con todas las ganas mientras tomo a Gale de la mano. En cuento llego a la puerta de servicio mi mirada se va hasta al rincón obscuro donde me asalta el recuerdo de cierto rubio de ojos azules arrastrándome y tomando mi boca con la suya. Suelto un suspiro y entro al servicio.
No puedo recordarlo en todo lo que vea, se supone que esta noche es para olvidar y no hago más que recordarlo. Al salir del servicio Gale me espera y toma mi mano para llevarnos a la pista de baile.
— Tengo sed Gale, vamos a la barra.
— Ya tomaste suficiente Katnip…
— Pero tengo sed.
No trata de detenerme y pide al barman lo mismo que la vez anterior. En cuanto me entregan la bebida me tomo más de la mitad de un solo trago. Dejo mi bebida sobre la barra y mi visión anterior regresa a mis ojos.
— Gale. — Mi amigo me pone atención. — Creo que estoy viendo visiones.
Bebo el resto de mi bebida y empiezo a marearme.
— ¿Por qué dices eso?
— Porque creo que Peeta Mellark está detrás de ti mirándome furiosamente.
Gale voltea a ver a su espalda y cuando golpease nota la preocupación en su rostro.
— Katnip, creo que no es una visión. Peeta Mellark está aquí mirándote furiosamente.
— Necesito otra margarita.
—Yo creo…
— Necesito otra. — Grito a Gale e indica al barman que me de otra igual.
En cuanto la bebida toca la barra cerca de nosotros, la tomo entre mis manos, y empiezo a temblar porque mi visión que no es visión se acerca a mí a grandes zancadas. Me bebo lo más rápido que puedo la bebida pero cuando llego a la mitad una mano me la quita y coloca el vaso sobre la barra.
— Ya has bebido demasiado. — Su voz transmite furia.
Esta frente a mí, su olor es el mismo, su cara es la misma y desea enredar mis dedos en su cabello como cuando hacíamos el amor. Pero en mi dulce fantasía una parte de mí saca la valiente mujer que lleva escondida desde que conozco a este hombre.
— Eso no lo decides tú.
— Claro que lo decido yo.
— No, no lo haces, soy dueña de mi misma. — Torpemente coloco mi dedo índice sobre lo que creo es su hombro. — Tú no eres mi dueño.
— Katniss, por favor no te hagas esto.
— ¿Hacerme que exactamente?, solo estoy bailando y bebiendo.
Mi visión se vuelve borrosa y volteo a ver a alguien con el que antes rechacé bailar,
— Si me permite señor Mellark, Voy a bailar con un amigo.
Me alejo de Peeta, pero me tambaleo en cuanto empiezo a caminar hasta ¿Mateo?, no tengo idea, pero el hombre me sonríe de oreja a oreja en cuanto me ve acercarme a él. Yo hago lo mismo y voy al encuentro.
— ¡Katniss!
Escucho un grito de mi nombre pero no le doy importancia, mientras camino hacia Mateo o a cualquiera que esté esperándome; mi visión se vuelve borrosa, mis piernas se vuelven pesadas y mis movimientos se hacen más torpes, escucho de nuevo mi nombre y volteo para ver a la persona que me llama, pero cuando volteo lo hago muy rápido porque todo da vueltas y mi caída al suelo es inminente. Segundos después unos fuertes brazos amortiguan mi caída al suelo y mis parpados se cierran, cayendo así en un profundo sueño del que no quisiera despertar.
Hola de nuevo, aqui me tienen continuando con esta historia, me gusto mucho que me apoyaran con su antecesora, tratare de actualizar los mismos dias, (lunes y jueves).
Muchisimas gracias por leer. A los que son nuevos en esta historia les invito a que primero lean "El Trato Perfecto"
Saludos, espero sus reviews y recomienden la historia.
