PRÓLOGO

El viento soplaba suavemente haciendo que las hojas de los árboles se movieran al compás del mismo. Los animales caminaban siendo guiados por las personas que, junto a sus fieles amigos perros, se encargaban de cuidarlos para más tarde poder generar dinero en base a ellos. Los vestidos y faldas largas se hacían presentes por las transitadas calles de Magnolia, al igual que los pañuelos y canastas con frutas. Pero lo más llamativo de todo lo que uno podía observar en este imperio era ese gigantesco castillo que destacaba por encima del extenso y verde bosque, en donde la familia real habitaba.

Por más que fuesen los reyes y fuesen los que imponían el poder en ese lugar, las personas no lo consideraban como algo molesto, ya que estos eran personas amables y se preocupaban por cumplir con su deber de hacer a Magnolia un lugar mejor para todos. Estos reyes eran quienes poseían el rango social más alto de todo el pueblo. Claro que también le seguían los nobles y luego los campesinos, quienes eran los de menos recursos económicos.

Desde uno de los inmensos ventanales de ese reconocido castillo la pequeña hija real de dieciocho, Mika, observaba con cautela un pequeño nido de aves que se había encontrado hace unos instantes. Ella se había quedado encantada con la pequeña paloma que cuidaba de sus pequeños huevitos. Mika vestía un hermoso vestido rojo opaco de escote cuadrado que revelaba únicamente sus afiladas clavículas, era largo hasta el suelo al igual que las mangas que se ensanchaban a partir de los codos. Llevaba también un corset negro que se ataba por detrás con un gran lazo. Las mangas y la parte delantera de este estaban bordado con delicadas flores doradas. –Hola pequeño…- lo acarició con uno de su dedo índice. –¿Tienes hambre?-

Sin que se hubiese dado cuenta, un hombre se encontraba de pie detrás de ella –Mika- la llamó con su profunda y áspera voz. Sobresaltada al saber quién era se colocó delante del nido ocultándolo y volteó con una sonrisa.

-B-buenos días padre- hizo una reverencia.

-¿Qué haces?- preguntó al mismo tiempo que intentaba espiar por encima del hombro de su hija a ver si podía ver que escondía.

-N-nada…- si bien su padre era muy amable, si veía un animal en el castillo por más pequeño e inofensivo que fuera haría que uno de sus guardias lo ahuyentara. Cuando de una vez el rey pudo ver a la pequeña ave suspiró cansado.

-Mika… ¿cuántas veces tengo que decirte que no traigas más animales al castillo? Pueden transmitirte alguna enfermedad—

-Pero padre,- posó sus manos sobre sus caderas –no he traído a ningún animal. Este lindo pajarito ha decidido criar a sus hijos aquí. Por favor no los quites- Mika suplicó a su padre con intención de ponerse de rodillas, hasta que este la detuvo tocándole el hombro.

-Está bien… hablaremos de esto luego,- el rey se alejó de ella quedando a un paso –más importante. He venido en persona a hacerte aviso de que el hijo del Rey del imperio vecino vendrá en su lugar para poder estrechar los lazos entre ambos reinos. Espero que puedas darle una cálida bienvenida-

-Pero padre, el otro rey es el que había secuestrado a mi madre hace un tiempo, ¿pretendes mejorar los lazos con él? No estoy dispuesta a aceptarlo- cruzó sus brazos y volteó mientras cerraba sus ojos en señal de desaprobación. Su larga y brillante cabellera negra se movió al compás de sus movimientos.

-Lo siento, Mika. Pero tendremos que hacerlo por el reino. En caso de que una guerra se desate en algún momento es mejor si contáramos con el apoyo del otro reino, cuyo ejército es tan o incluso más poderoso que el nuestro. Además no será el rey quién venga, sino su hijo-

-¿Y cuándo es que planea venir?- abrió uno de sus ojos para mirarlo molesta.

-Esta tarde. Y se quedará por un par de días-

-¡¿Días?! ¡Padre no estoy dispuesta a aceptarlo!-

-¡Mika!- el escuchar su nombre ser pronunciado de forma tan amenazante la hizo recordar con quién estaba hablando… por más que este fuera su padre -¡Niña irrespetuosa! ¡Tendré que hacer que tengas más clases sobre modales! Esta conversación termina aquí- dicho esto, el rey volteó y se retiró de la enorme sala cerrando la puerta fuertemente.

Mika suspiró frustrada y vencida al saber que ahora tendría más clases de las que ya tenía. Todo gracias a ese príncipe que vendría en unas horas. Volteó a ver al pajarito que para su sorpresa le devolvía la mirada como si supiera que algo no estaba bien. –Definitivamente los animales son maravillosos…- dijo mientras volvía a acariciarle su pequeña cabecita.

Pasadas un par de horas, Mika salía corriendo de su habitación con el nuevo vestido que se había puesto para recibir al príncipe, estaba llegando tarde a recibirlo, todo porque se quedó dormida gracias al cansancio de tantas horas de clases de modales. -¡Princesa Mika, espere! ¡Aún no he arreglado su cabello!- una de las sirvientas la llamaba -¡El Rey se molestará!- Mika seguía corriendo sin prestarle demasiada atención. Pero ella tenía razón. El Rey le iba a poner todavía más clases si no se preparaba adecuadamente, por lo que mientras bajaba las escaleras rápidamente se sujetó su sedoso cabello en una coleta. Una vez que vio a su padre de pie frente a la entrada se detuvo abruptamente y comenzó a caminar con elegancia mientras aclaraba su garganta y cerraba sus ojos con la intención de parecer más seria.

Había llegado justo a tiempo, el príncipe había terminado de bajar de su carruaje para cuando ella había llegado. Pudo sentir la pesada mirada de su padre sobre ella, pero no dijo nada ya que no era el mejor momento para comenzar una nueva discusión. El príncipe dirigió su mirada en su dirección. Fue en ese momento en el que pudo apreciar sus delicadas pero masculinas facciones. No sabía si había sido su negro y brillante cabello, sus profundos y alargados ojos o sus delicados labios, pero algo en él lo hacían ver atractivo ante sus ojos. Él continuó su caminata hacia ellos, y fue en ese momento en el que pudo darse cuenta de lo alto que era para ser mayor a ella por un año. –Bienvenido, Príncipe Silver. Es un honor poder recibirlo en mi palacio.-

-El placer es mío su majestad- respondió dando una reverencia. Al levantar por completo su cabeza su mirada se posó repentinamente sobre mí, causándome sorpresa. –Debo asumir que esta debe de ser la hermosa princesa de la que tanto mi padre me ha hablado… Mika, ¿verdad…?-

Sin saber en realidad que responder solo me limité a asentir tímidamente. Era la primera vez que veía a una persona tan atractiva. Si bien muchos pretendientes nobles se habían presentado ante mí con la intención de contraer matrimonio, nunca nadie había causado una primera impresión como esta persona que tenía delante de mí. Era muy educado, atractivo y además, sus ojos reflejaban algo especial, no sabía qué, pero era algo que definitivamente me causaba intriga. Ante mi reacción, el Príncipe Silver sorprendido me observó por un par de segundos y luego formó una cálida sonrisa en sus labios mientras suspiraba. –Por favor, permítame mostrarle su habitación-

-Muchas gracias- parecía muy seguro de sí mismo y de lo que debía de hacer. Ambos pasaron por mi lado para subir por las escaleras, pero Silver me observó por el borde de sus ojos con la misma sonrisa a medida que pasaba por mi lado, haciéndome devolverle la mirada también con un leve sonrojo.

-¡Ah~!- me dejé caer de espaldas sobre mi cama exhausta. El día había sido largo y agotador, lleno de tareas y un príncipe al cual recibir. En ese momento como algo en mi pecho me hizo estremecer cuando pensé en él. Asustada me senté bruscamente y aferré mis manos a la ropa en el lugar de mi pecho donde se encontraba mi corazón. ¡¿Me estaría por dar un infarto?! Si era eso debía llamar a una de las sirvientas, pero algo me había parecido extraño, no había sido un dolor de estar lastimada como cuando uno llora. Este dolor había sido cálido y reconfortante, como la sonrisa que él me había mostrado hoy. Ahí estaba ese dolor de nuevo… aparecía cada vez que pensaba en él. Volví a recostarme colocando mi brazo sobre mis ojos. Estaba cansada.

El día siguiente había llegado antes de haberme dado cuenta. Nos encontrábamos todos sentados a la mesa, disfrutando de un delicioso banquete que el cocinero había preparado para la bienvenida del príncipe Silver. Por cierto, su presencia me ponía nerviosa. No sabía si era por la discusión que había tenido ayer con mi padre, o porque Silver no dejaba de mirarme con esa hermosa y amable sonrisa a medida que terminaba una conversación tras otra con mi padre, el cual parecía no darse cuenta.

-Es por eso que sería bueno si Mika le muestra el pueblo- fue lo primero que escuché cuando dejé de fijarme en su sonrisa.

-Sería una maravillosa idea, su Majestad-

-¿Qué-

-Irán cuando terminemos de almorzar-

Y fue así como terminé caminando con esta persona a mi lado. Los campesinos nos observaban encantados. Ellos siempre habían sido muy atentos conmigo es por eso que muchos niños habían logrado generar una confianza en mí y me regalaban frutas o flores cada vez que me veían. Eso era algo que me motivaba a seguir con mis tareas de princesa, para darles una mejor calidad de vida. Un pequeño niño se acercó hasta el príncipe extendiéndole una manzana. El Príncipe Silver lo miró desconfiado –No te preocupes, puedes tomarla- dije.

Ante mis palabras él sin dudarlo aceptó la ofrenda del niño y le dio un gran mordisco, para la felicidad de este. -¡Oh! Está deliciosa, muchas gracias- le sonrió y revolvió su cabello. El pequeño volvió corriendo junto a su madre con una sonrisa tan grande como si hubiese sido el mejor día de su vida. Silver volvió su mirada hacia mí con una sonrisa –Parece que te llevas bien con los campesinos, Princesa-

Seria y algo desconfiada lo miré por el borde de mis ojos –Eso es porque son todos como una familia para mí. Es mi deber hacer lo mejor para ellos- Silver se mostró sorprendido ante mis palabras, pero rápidamente volvió a formar esa cálida sonrisa en su rostro.

-Ya veo- ambos seguimos caminando por un rato mientras le iba explicando qué era cada lugar. Le conté como este era un lugar muy seguro gracias a que no había tantas diferencias en cuanto al reparto del dinero entre los campesinos, por lo cual todos podían vivir bien sin llegar a tener que robar. Pero fue lo que dijo a continuación lo que provocó que me sobresaltara –Princesa Mika, ¿por qué camina tan lejos de mí? ¿Acaso me tiene miedo? ¿Me odia?-

-…No le tengo miedo- me detuve y lo miré a los ojos –Es solo que no me agrada-

-¿Es por lo que ocurrió con su madre?-había cruzado la línea.

-No hable de mi madre, por favor- dije enojada y seria. Su sonrisa se borró por completo y lentamente se agachó hasta terminar arrodillado en el suelo -¡¿E-eh?! ¡¿Q-qué hace?!-

-Lo lamento mucho. Por favor, perdóneme- su frente estaba tocando el suelo de tierra y sus ropas se estaban ensuciando. Su voz seria y sin titubear, realmente lo sentía. Mi padre me mataría.

-…-

-…-

-Por favor levántese. No es necesario que se disculpe de esa manera…- me puse en cuclillas y apoyé mi mano sobre la de él, haciendo que levantara su cabeza. Formé una tierna sonrisa –Es un príncipe, no debería de hacer estas cosas…- sus ojos se encontraron con los míos una vez más y ese dolor en mi pecho volvió a aparecer… Al ver mi mano sobre la de él, Silver se limitó a sonreír y ponerse de pie. Ambos comenzamos a caminar junto a un cómodo silencio que terminó una vez llegados al castillo.

-Debo asistir a una reunión con su Majestad-

-Oh, si. No hay problema.- respondí con una sonrisa melancólica mirando hacia el suelo.

-…-

-…- me dispuse a volver a mi habitación haciendo una reverencia, pero su áspera pero amable voz me detuvo.

-Princesa,- volteé inmediatamente –muchas gracias por el día de hoy. Ha sido muy entretenido- sus blancos dientes deslumbraban mi mirada y sus ojos entrecerrados eran lo más encantador que había visto jamás. Su mano sujetó mis dedos sin intención alguna de soltarme, pero sabía que debía de ir junto a mi padre, por lo que deslizó sus dedos de los míos y caminó lentamente hacía las escaleras. Su espalda era amplia para un chico de su edad y sus largas y fuertes piernas destacaban por debajo de sus pantalones. Ante mis indecentes pensamientos me dirigí a mi habitación de una vez.

-Princesa, debe comer o su salud no será buena…- mi doncella se había sentado a los pies de mi cama. Era la persona en la que más confiaba en todo el castillo, ella sabía todo de mí y yo todo de ella, era mi mejor y única amiga. Las sábanas cubrían mi cuerpo hasta la cabeza.

-No tengo hambre… - mi cuerpo se sobresaltó levemente cuando recordé esa sonrisa en mi mente, pero ella lo pudo notar fácilmente.

-Princesa, ¿le ocurre algo? ¿Está enferma? ¿Le duele algo?-

-Me duele el corazón-

-¡Santo Dios! ¡Debo llamar a un médico rápidamente!-

-¡No te preocupes!- La doncella se detuvo inmediatamente al escuchar mi voz –No es nada grave… solo pasa cuando lo veo a él…- ella volvió a sentarse a los pies de mi cama y suspiró aliviada a medida que colocaba su mano en su pecho.

-Por favor, Princesa. No vuelva a asustarme de esa manera otra vez…- ella apoyó ambas manos en el colchón y se inclinó hacia mí. Descubrí mi rostro por la mitad y la observé -¿Y bien? ¿Quién es el afortunado?-

-…-

-No me diga que es… ¡El Príncipe Silver!- me levanté de golpe y cubrí su boca con mis manos.

-¡Shhhh! Si lo dices me matarán…-

-Princesa… ¿Sabe a lo que le ocurre?-

-No…-

-Usted está enamorada del Príncipe Silver- sonrió divertida y emocionada.

-¿Enamorada?- ella asintió con la cabeza y sujetó firmemente mis manos.

-Si, enamorada-

-Sabes que es imposible, ¿verdad…?- vi como desvió la mirada lentamente y pronto volvió a mis ojos.-Si mi padre se entera que estoy enamorada del Príncipe Silver me matará-

-Princesa…-

-No puedo enamorarme del hijo del que secuestró y asesinó a mi madre por poder… simplemente no puedo…- las lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas, haciendo que mi maquillaje se corriese. El padre de Silver había mandado secuestrar a la reina, mi madre, para así poder pedirle dinero a mi padre como recompensa, pero las cosas se salieron de control y mi madre murió a causa de uno de los secuestradores.

-…Su Majestad no tiene por qué enterarse…-

-¿Huh…?-

-Yo la ayudaré-

-¡¿Pero qué dices?! Podrías morir…-

-No me importa. Mi deber es servir y ayudar en todo o que se encuentre al alcance de mis manos a la Princesa…- rodeé su cuello con mis brazos, envolviéndola en un gentil abrazo.

-Gracias…-

Su cuerpo se separó de la puerta de mi habitación. Una sonrisa tierna y triste se encontraba en su rostro, mientras miraba a la nada. –Heh…- y comenzó a caminar hacia su habitación. En ese entonces yo no tenía idea de que el Príncipe Silver había escuchado mi conversación.

La tarde siguiente, me encontraba en la biblioteca del castillo estudiando intensamente cuando la voz de mi doncella me sacó de mis pensamientos. –Princesa, hoy por la noche tiene un encuentro. Sería mejor si se va a preparar ahora-

-¿Encuentro?- ella me observó de manera entretenida, por lo que mi cerebro pudo captar la idea que ella me había querido transmitir, sonrojándome violentamente. –No puedo… nos encontrarán…-

-No se preocupe, Princesa. Ya le dije que yo la ayudaré. No habrá problema alguno, ya verá- su seguridad y firmeza generaron calma y paz dentro de mí. No sabía cómo reaccionar y mucho menos cómo agradecerle.

Esa misma noche, me encontraba retocando mi maquillaje en mi tocador para poder verme un poco más femenina, pero no demasiado para no poder levantar sospechas. –Listo…- mis nervios y mi miedo a ser encontrados se metían en mi camino para poder relajarme. Su sonrisa volvió a aparecer frente a mí nuevamente y mis mejillas comenzaron a ponerse coloradas.-…- me observé seriamente y sonrojada al espejo, apoyé una mano en él e inhalé profundamente, para luego soltar el aire que había tomado. Sentí unos pequeños golpecitos en la puerta.

-Princesa, ya es la hora- mi doncella asomó su cabeza por la puerta y me dejó pasar primero.

-No estoy segura de poder hacerlo…-

-No se preocupe, ya le dije que tengo todo controlado- De alguna manera logramos llegar al jardín del palacio sin ser vistas. Allí frente a la entrada lo pude ver de espaldas. Esa inconfundible figura y su cabello negro… fue allí cuando pude volver a ver esa espléndida sonrisa de la que tanto me había enamorado. Su cabeza fue volteando, dejando ver sus facciones, al escucharnos llegar. Su tímida pero valiente mirada se posó sobre mí y mis mejillas se encendieron. Sus ojos reflejaban alivio. –Princesa, espero que se divierta… Príncipe Silver-

-¿Si?-

-Le ruego que cuide a mi princesa, por favor-

-Por supuesto- ambos hicieron una reverencia de agradecimiento, la doncella se fue luego de eso, pero Silver me extendió su brazo en señal de que me aferrara a él. Ninguno dijo nada. Caminamos bajo el oscuro cielo de la noche entre las flores y exóticas plantas del jardín. El viento soplaba haciendo volar suavemente nuestros cabellos y ropas. Ninguno hablaba, pero el silencio era cómodo, tanto que ninguno de los dos se animaba a romperlo. Disfrutábamos sola y únicamente de nuestras presencias y de nuestro tacto del uno con el otro.

-Gracias por haber aceptado venir esta noche-

-Perdóneme por haberlo hecho venir hasta aquí a estas horas-

-No se preocupe, he sido yo quien le ha solicitado a su Doncella ayuda para poder verla esta noche-

-¿Huh…? Pensé que— su brazo se soltó de mi agarre y llevó su mano hasta la mía, para poder entrelazar sus largos y delgados dedos entre los míos. -…- decidí guardar silencio por un momento y dedicarme solo a disfrutar el hecho de poder estar con él en este momento. Su hermoso perfil brillaba bajo la luz de las estrellas, sus ojos observaban directamente al cielo con aires de desesperación, dolor y alivio, pero lo ocultaba con una tranquila sonrisa. Ese no era el momento de preguntar nada.

-¿Podemos encontrarnos aquí mañana otra vez, Princesa?- su mirada se había posado sobre la mía. Sus penetrantes ojos parecían hipnotizarme ya que me era difícil poder articular palabra alguna.

-Príncipe Silver… por supuesto…- sonreí delicadamente, lo que provocó una por parte de él.

Una vez de vuelta en mi dormitorio, cerré la puerta e inmediatamente me recosté sobre ella con mis manos sobre mi pecho con la intención de poder calmar a mi acelerado corazón de una vez por todas que no terminaba por latir. –Princesa, me alegra saber que todo salió bien- sonrió mi doncella mientras terminaba por colgar en sus respectivas perchas unos vestidos. Agradecida me acerqué e hice una reverencia, a lo que ella se sorprendió y me dijo que me volvería a ayudar cuantas veces sea necesario.

Fue así como la noche siguiente llegó, y como habíamos prometido, volvimos a encontrarnos. –Princesa…-

-Príncipe Silver- sonreí dándole un abrazo. Sus fuertes brazos rodearon mi esbelto cuerpo con firmeza. Mi rostro se hundió en su pecho, permitiéndome oler su embriagadora fragancia.

-Me alegra poder verla de nuevo… es muy frustrante tenerla tan cerca en el palacio y no poder tocarla…- me aferré aún con más fuerza a su cuerpo. Lo que había dicho me había hecho sentir mariposas en el estómago. No solo era atractivo, su dulzura y gentileza al decir las cosas, se podía notar como escogía cuidadosamente sus palabras para poder lograr una reacción positiva en la otra persona.

Cuando nos separamos, nuestras miradas se cruzaron por un par de segundos, pero luego se desviaron hacia el frente para poder tomarnos de las manos y comenzar a caminar como la noche anterior. Podía sentir su corazón latiendo al compás del mío, nuestras manos eran lo único que tocábamos del otro, pero se sentía como si eso nos uniera por completo el uno al otro.

Después de pasado un rato, el Príncipe Silver observó su reloj de bolsillo y me observó con tristeza, pero sin perder su típica sonrisa –Princesa… me temo que ya es hora…- giró su cuerpo hacia el mío y me sujetó de ambas manos.

-Es una pena… realmente disfruto mucho tenerlo a mi lado, Príncipe…- dije triste y frustrada. Su rostro se acercó al mío lentamente, sus labios fueron presionados suavemente contra mi frente por unos segundos. Un sonido indicó que se había separado para luego apoyarlos contra mis labios. Nerviosa me animé a corresponderle a su cálido y tan ansiado beso. Ambos nos amábamos, era un hecho, pero las consecuencias que esto podría traer eran muy malas, por lo que lo nuestro no era posible.

-Princesa…- lentamente se fue separando de mí para poder observarme una vez más. –Mañana será mi última noche aquí, me iré al amanecer… ¿cree que… podamos vernos de nuevo…?-

-Por supuesto… todas las veces que sean necesarias…- su mirada se mostró triste pero feliz.

-Entonces que sea mañana…-

Y así sucedió…

-¡Príncipe!- lo llamé por lo bajo mientras me acercaba rápidamente.

-Princesa Mika…- su mirada se mostró enternecida. Un nuevo beso volvió a aparecer sobre mis labios, al que respondí con gusto.

-¿Caminamos?- mi emoción podía verse a leguas, pero su tristeza sobrepasaba esa distancia… -¿Ocurre algo…?-

-Yo… debo de confesarle algo…-

-¿Huh..?-

-Verá…- el viento comenzó a soplar -¿Usted sabe el motivo por el que he venido hasta aquí…?- ahora que lo mencionaba… no, no lo sabía.

-…No…- mi mirada comenzó a volverse melancólica.

-¿Recuerda lo que ocurrió con su madre…? He sido enviado en forma de disculpas… Usted sabe que nuestros padres harían cualquier cosa con el fin de mantener sus estatus y el poder sobre el pueblo…-

-…-

-El hecho de que su madre muriese por culpa de mi padre generó desconfianza entre las personas de su pueblo con el rey, por lo que en cualquier momento una revolución podría desatarse, exigiendo mayor seguridad y a alguien en quien confiar, es por eso que usted ha tenido tantos pretendientes… con el fin de poder reemplazar al rey en un futuro cercano, ya que usted ha generado ese vínculo con las personas, tal y como pude observar aquel día en el que me mostró el pueblo…- su mano se posó sobre mi mejilla acariciándola delicadamente con una sonrisa.

-…-

-Es allí en donde entro yo. Cansado de esta situación de no poder encontrar un pretendiente digno para usted, su majestad ha llegado a un acuerdo con mi padre para poder generar un mayor vínculo de confianza… y es allí en donde utilizaron la frase "ojo por ojo y diente por diente"…-

-¿Qué me está queriendo decir…?- aunque ya sabía la respuesta, no estaba dispuesta a aceparla. Mis ojos ya estaban a punto de soltar las lágrimas que estaba reteniendo con todas mis fuerzas.

-He venido a entregar mi vida a cambio de la de su madre, Princesa… yo abandonaré este mundo mañana por la mañana…- mis lágrimas ya rodaban descontroladamente por mis mejillas. Negándolo lo abracé fuertemente no queriéndolo dejar ir. A pesar de todo esto, su hermosa y triste sonrisa seguía brillando para mí. Su mano sobre mi cabeza en un fallido intento para consolarme.

-¡No! ¡No lo permitiré!-

-Princesa…-

-¡No puedo aceptarlo!- me separé bruscamente de él y lo miré fijamente a los ojos -¡Tienes que vivir! ¡Tienes que vivir a mi lado! ¡Te haré el hombre más feliz del universo! Por f-favor… no me dejes…- mi corazón comenzó a quebrarse en mil pedazos. Su rostro sorprendido volvió a transformarse en una cálida sonrisa.

-Princesa… yo ya soy el hombre más feliz del mundo… acepté hacer esto con la condición de antes poder conocerla… -

-¿Qué…?-

-Ya había escuchado historias sobre usted, lo que me había hecho pensar que usted era una persona maravillosa, por lo que debía conocerla… y no me equivocaba…- me volvió a abrazar –Es un honor poder haberme enamorado de usted, Princesa Mika…- Sollozos comenzaron a salir por mi boca. –Solo tengo una cosa más que pedirle…-

-¿Q-qué es…? Haré lo que sea por usted…-

-Quiero poder pasar mi última noche con usted…- su apenas sonrojado rostro lo pedía de una manera tan sincera que no podía rechazarlo. Ambos nos amábamos, y lo sabíamos…

Fue entonces como esa noche terminamos por unir nuestro amor sin arrepentirnos de nada…

Me encontraba sentada en una silla frente a la pared de mi habitación observando el reloj. Ya todo debía de haber terminado para ese entonces. No me había ni atrevido a hablar con mi padre. Mi doncella y yo éramos las únicas que sabían sobre lo que había ocurrido la noche anterior. Ella sería la que me ayudaría a prepararme para estos nueve meses que estarían por venir…

-Princesa…- mi maquillaje se había corrido por completo de tantas lágrimas que había soltado..–El Príncipe Silver me pidió que le entregara esto cuando se hubiese ido al cielo…- una hermosa y reluciente espada se encontraba frente a mi.

-¿Qué es esto…?- la tomé entre mis manos con mucho cuidado con miedo a que se rompiera. Una insignia de caballeo se encontraba inscripta el ella. Mis ojos volvieron a enrojecer al recordar esa hermosa sonrisa que no sería capaz de volver a ver nunca más. Se quedaría por siempre en mis recuerdos.

-Me dijo que todavía habían muchas cosas que le gustarían haberle dicho, pero no había tenido tiempo de escribirle una carta. Se alegra mucho de haberla podido conocer, y que sus sueños se habían hecho realidad al poder pasar las noches junto a usted, es por eso que ya no tenía miedo a su muerte… y murió con una sonrisa en su rostro…-

-…- ya no lo aguanté más. Me lancé hacia los brazos de mi doncella en busca de un abrazo, el cual me brindó con mucho gusto.

-Princesa… el Príncipe Silver sabía que usted tendrá a su hijo pase lo que pase, es por eso que quería dejarle algo suyo como recuerdo… Es por eso que la ayudaré en estos nueve meses que están por venir, no se preocupe-

-Gracias…- me aferré a su vestido.

Fue así como nueve meses rápidamente pasaron. Mi panza fue ocultada bajo enormes vestidos y abrigos, que gracias al invierno resultó más fácil. Para los vómitos, la doncella le pidió al médico ser ella quién me trajera la medicina, para luego ser arrojada a la basura. Todo se mantuvo en secreto, hasta que llegó el día en el que ese hermoso bebé llegó al mundo…

-Princesa…-

-Lo llamaré Gray… Gray Fullbuster…- en honor a su padre, Silver Fullbuster… era como tener la viva imagen de su padre entre mis brazos nuevamente. Sus pequeñas manitos comenzaron a entrelazarse entre ellas.

-Princesa… sabe que el bebé no podrá permanecer aquí por mucho tiempo…-

-Lo sé…- el dolor en mi pecho se acrecentó, haciéndome sentir como aquel día en el que supe aquella cruel realidad que aguardaba a mi difunto amado.

-Permítame hacerme cargo del futuro de su bebé, Princesa…- sabía que no tenía otra opción más que aceptar lo que mi leal doncella decía. Fue entonces en que terminé por escribir una carta al futuro criador de mi hijo. Coloqué al bebé en una pequeña canasta con mantas.

-Gray… lamento mucho tener que despedirme de ti de esta manera… definitivamente no es lo que quería…- comencé a llorar mientras sujetaba sus pequeñas manitos –Pero en este último momento, quiero decirte algunas cosas que debes saber para el resto de tu vida…-

-Princesa…-

-Respeta a tus mayores, ellos siempre buscarán hacer lo mejor para ti… pero aprende a desconfiar al mismo tiempo y distingue a las personas en las que debes confiar-

-…-

-Vuélvete fuerte… conviértete en alguien a quien todo el mundo admiren y sepan que pueden confiar en ti, así podrás proteger a la persona que ames… hablando de chicas, búscate a alguien especial, por la que en verdad sientas que darías tu vida por ella y ella la de por ti también… Cuídate, sé que no será la última vez que nos veamos, pero cuídate hasta entonces… me muero de ganas por volver a verte, Gray…- besé suavemente su mejilla y le entregué a mi doncella la espada y la carta que había hecho.

-Princesa… me aseguraré de poner al príncipe Gray a salvo…- colocó una tela sobre su cabeza para que nadie pudiese ver quién era y tomó lo que le entregaba, junto al bebé.

-Gracias…- esa fue la última vez que supe algo del recién nacido Gray Fullbuster.

Esa noche, un hombro volvía a su casa luego de haber ido a tomar unos tragos con sus amigos, cuando a lo lejos vio una pequeña canasta en la puerta de su casa - ¿Qué demo— al retirar la sábana que cubría a lo que se encontraba en su interior, su boca se abrió enormemente. A su lado observó una carta y una reluciente espada. Abrió el sobre e inmediatamente entró al niño a su humilde casa –No te preocupes, yo cuidaré de ti, Gray Fullbuster…-

FIN DEL PRÓLOGO

¿Qué les pareció?

Ya sé que aún no he terminado mi historia de "Todo Comenzó con un Viaje!, pero ya les había comentado en algún capítulo que pronto podrían ver un adelanto de una nueva historia que estoy muy emocionada por escribir, es por eso que aquí les dejo el prólogo, para que puedan ir sabiendo un poco sobre qué se va a tratar. Es por eso que si les gusta, una vez que termine la historia actual continuaré con esta.

Este capítulo se basa en la historia de cómo se conocieron Silver y Mika, y cómo es que tuvieron a Gray, no piense que va a ser la historia de Silver y Mika, este fue un simple adelanto para poder saber cómo es que Gray nació y lo que será de él en un futuro. La historia se llamará: "Gray Fullbuster: La historia de un Caballero"

Igualmente, espero que les haya gustado :)

Los amo y los leo luego,

gruvia_naruhina