Hola a todos de nuevo, soy yo de nuevo, Rose. Últimamente no tengo tiempo para subir nada nuevo, pues los exámenes están en pleno apogeo y mi cabeza está a punto de sufrir una combustión espontánea (Vida del estudiante ) Pero bueno, aquí os traigo un nuevo ONE-SHOT esta vez de uno de mis personajes favoritos de juego de tronos: Arya Stark. Es muy cortito, y todavía no tengo claro si alargarlo un poco, según ya me digáis en los comentarios, porque de momento tendría que esperar hasta terminar el curso para poder continuarlo. Espero que os guste, y ya sabéis, para cualquier cosita, reviews.
¡Besos!
Rose Black
Arya Stark contemplaba con horror los restos de su antiguo hogar, Invernalia completamente destruida, y a merced de la nieve. Tiempo atrás Arya se habría sentido indiferente ante las ruinas, pero, tras huir de la casa de blanco y negro, al darse cuenta de que se perdía a si misma, había vuelto a ser ella, Arya Stark, la loba. Se internó al bosque de los dioses, esperando poder encontrar la paz que su padre tanto había buscado en ese lugar tiempo atrás. Pero no fue así, porque a cada paso, ella recordaba que su padre no estaría nunca más a su lado, ni tampoco sus hermanos. Apartando esos pensamientos de su cabeza, se reclinó contra el gran arciano, y repitió su lista, como cada noche.
-Gregor Clegane, Ilyn Payne, Meryn Trant, Cersei, Dunsen, los Frey, Valar Morghulis.
Después, mientras la noche llegaba y la nieve caía, Arya Stark seguía allí, respirando el frío invierno, que por fin había llegado. "Se acerca el invierno" decían los Stark, y allí estaba, el tan esperado invierno. Arya se alegró de no estar en pleno valle, pues sabia que los grandes muros de Invernalia, no dejarían pasar gran parte del frío. Con sigilo, casi temiendo ser oída, la pequeña loba salió de los bosques y volvió a entrar a su hogar. Encontró el gran castillo donde tantas noches había pasado, y entró en silencio, observando lo que encontraba a su alrededor. Todo a su paso había sido destruido, las llamas habían devorado con avidez todo a su alrededor y las grandes paredes de piedra, ahora desnudas y calcinadas, demostraban como Invernalia había sufrido, al igual que sus dueños, la guerra que se cernía sobre ellos. Solo la cripta de los grandes Stark había quedado sin daño alguno, y Arya, no tuvo mas remedio que entrar para guarecerse de la tormenta que se formaba a su alrededor. Las tumbas, una tras otra iban mostrando a los grandes señores de Invernalia, Arya los conocía a todos, y sabia cuando había vivido cada uno, y al final, a pocos pasos de la tumba de su abuelo, halló algo que nunca antes había visto. Una tumba de más. Tardó varios minutos en darse cuenta de cual era. Era la tumba de su padre, el gran Eddard Stark. Arya sintió como sus ojos se poblaban de lágrimas y no pudo evitar llorar ante la estatua de su padre, que la miraba con frialdad, como todos los señores de Invernalia antes que él. Sin pensarlo, Arya se acercó y rozó con su mano la piedra, fría y dura. Su vista se posó entonces en el objeto que faltaba, la espada de su padre, la que debería llevar en su mano derecha, que en esos momentos agarraba el vacío. Intrigada, buscó en las demás y observó que no la unica espada que faltaba. ¿Dónde estarían las demás? ¿Acaso alguien las había robado? La idea de que cualquier persona hubiera profanado los restos de sus antepasados hinchó el pecho de la loba con furia y sin miedo gritó ante las estatuas.
-¡Cobardes! ¡Traidores! Juro como que soy Arya de la casa Stark, hija de Lord Eddard Stark, que devolveré las espadas restantes al lugar que pertenecen, lo juro por los dioses antiguos de mi padre, por los siete de mi madre y por el dios de muchos rostros del que he sido acolita.
Entonces oyó pisadas cerca de ella, y sin pensarlo sacó a Aguja. Los pasos eran lentos, pesados y sin fuerza, como si el que andara estuviera gravemente herido. Arya se cuestionó quien podría, con la tormenta y el frío, bajar hasta ese lugar.
Esperó largo rato, sin decir nada, semioculta por la estatua de su abuelo, cuando alguien se paró cerca de ella y exclamó, con una voz muy conocida.
-¿Quién proclama el nombre de mi hermana? ¿Quién se atreve a gritar en las tumbas de los antepasados de mi padre? ¡Que salga ante mis ojos!
Arya quedó estática por unos segundos, y luego salió de su escondite. Y allí estaba, con el rostro cubierto de cicatrices y sus ropajes negros desgarrados por todas partes. Jon. Su Jon. Al verle, algo en su corazón martilleo, dándole algo que no había podido sentir en mucho tiempo, la esperanza de saber que no estaba sola. Su hermano la miró, primero sin reconocerla, y luego, como si hubiera visto un fantasma.
-¿Arya?- Preguntó con un temblor en sus labios. La pequeña loba dejó caer la espada, y se lanzó a los brazos de su hermano. Durante largo tiempo, se mantuvieron así, sin hablar, solo abrazados, dejando que la verdad calara en su interior. Estaban vivos, después de tanto tiempo, y estaban juntos. Jon pensó que jamás volvería a ver a su pequeña hermana, pero ahí estaba, mas hermosa que nunca, con su melena castaña y sus ojos grises, tan parecida a él. Era más alta, y más delgada, y usaba ropajes de color blanco y negro. N entendía donde había podido estar durante todo aquel tiempo, y no comprendía como había sobrevivido.
-Arya, hermana, ¿Dónde estuviste todo este tiempo?
Arya se separó de su hermano varios centímetros, Jon parecía el mismo de siempre, pero sus rasgos eran más duros y su cuerpo más esbelto, ya no era aquel muchacho que se despidió de ella para partir al Muro, y se sorprendió al darse cuenta del parecido que tenia con su padre.
-Escapé de Desembarco Del Rey a tiempo. He estado en tantos lugares que me llevara mucho tiempo contarte.
Y con un gesto, empezó a narrar la historia. Su hermano no la interrumpió en ningún momento, y ella le contó todo, desde su viaje hacia Invernalia, junto a Gendry, hasta su viaje desde Braavos hasta Invernalia. Por su parte Jon le contó todo lo que vivió en el Muro y como sus hermanos de la guardia, le habían traicionado, y llevado casi hasta el borde de la muerte. Le explicó con vagas palabras como una sacerdotisa de rojo le había salvado y como le había llevado hasta la cripta de su familia, dejándole únicamente con una promesa de regreso. Hacia tres semanas que la mujer se había ido, y Jon había subsistido con los pocos víveres que tenia a su alcance.
Tras las historias, Arya salió afuera, explicándole en pocas palabras a su hermano, que iba a cazar. Al salir, la niña se dio cuenta que no se encontraba sola, a su lado, había dos lobos. Uno de ellos tenía el pelaje blanco y la otra la miraba inquisitivamente con sus ojos amarillentos. La niña acarició el pelaje de los huargos y continuó su cacería. Media hora después volvía a las criptas con los lobos flanqueándola y con un joven cervatillo que comieron con ganas. Al llegar la noche, ambos hermanos se arroparon cerca de la tumba de su padre, y abrazados se quedaron dormidos con los lobos a su lado.
Ya llegada la mañana Arya despertó con el ruido de pisadas, y se levantó dispuesta a dar muerte a quien osara acercarse. Eran un hombre y una mujer. El hombre tenía los ojos azules y un gesto serio y a la niña le recordó a Robert Baratheon. La mujer era pelirroja y vestía también de rojo. Ambos la miraban con gestos serios, pero el hombre se acercó a ella y le tendió la mano.
-Soy Stannis Baratheon, legítimo Rey de Poniente, y tú debes ser una Stark, no debes asustarte, somos aliados, Melisandre, ayudó a tu hermano Jon a sobrevivir.
Arya lentamente bajó la espada y tendió su brazo con aire solemne.
-Soy Arya Stark, y si es cierto lo que decís, habéis llegado en el momento oportuno. Ya es hora de que Los Stark y los Baratheon vuelvan a unirse para la batalla.
