-Y entonces, el espíritu de la nieve vuela por cada ciudad, llevando consigo heladas ventiscas y finos copos de nieve para así…

Espera… ¿Cómo se llamaba?- Preguntó el niño que había estado escuchando con atención.

-Creo que dijo Max Rose.- Sugirió la pequeña.

-No seas tonta, debe ser algo como… ICEMAN.- Exclamó el niño con emoción.

-Ni Max ni Ice.- Corrigió la que hace poco estaba narrando.- Es más bien un nombre simple, pero adecuado. Les hablo nada más y nada menos que de Jack Frost.

El duende del invierno sintió una leve comezón en la nariz, lo cual sucedía siempre y cuando alguien lo nombrara. ¿Y cómo no? Últimamente había tenido de los mejores días tiñendo las calles de blanco y bajando las temperaturas en los países de clima invernal.

Tras variados juegos y muchas bolas de nieve Jack decidió volver al Polo. Después de todo, si no se la pasaba llevando la nieve de un lugar a otro, partía casi inconscientemente hasta el dichoso lugar, pasando la mitad de su tiempo libre jugando en el taller o sólo conviviendo con los demás guardianes, quienes hacían juntas mucho más seguidas con el fin de pasar tiempo juntos.

-Hola de nuevo,Jack.- Saludó alegre el hombre de rojo abrigo.- Llegas justo a tiempo. ¿Qué tal tu día?

-Estupendo. ¡Hubieras visto cuántos niños se divertían en la nieve o en los lagos congelados! Y también…-El del sweter azul observó el suelo con una grata sonrisa.- ..creo que más niños están creyendo en mí.

-Que no se te suba a la cabeza, Frosty.- Anunció el conejo de colosal tamaño.- Si quieres que eso se mantenga, y sobre todo, aumente, tienes que hacer más que sólo provocar guerras de nieve, compañero.

-Conejo, no hay que desalentarlo así.- Se quejó el hada.- Estamos muy felices por ti, Jack. – Agregó, impulsando a Sandman a realizar un conjunto de signos y formas sobre su cabeza.

-Meme tiene razón.- Exclamó Norte.- Deberíamos celebrarlo. Si más niños te llevan a su corazón entonces es porque estás haciendo un buen trabajo como guardián, Jack. ¿Qué les parece?.- Preguntó parándose con el ánimo de costumbre.

-Yo lo apoyo.- Habló Tooth levantando una mano.

-Si hacemos una fiesta por cada niño que logra verlo tan sólo se le subirá a la cabeza.- Comentó sin ignorar la mirada desaprobatoria del chico de cabellos blancos.- ….Pero creo que por ahora te lo mereces, Frost.- Añadió llevándose una pequeña mirada de sorpresa de quienes le rodeaban.

Sandman, quien al parecer había propuesto la idea, no mostró señales de tener alguna objeción, por lo que todos estaban de acuerdo en celebrar al joven guardián, a excepción de…

-Realmente se los agradezco a todos, pero no es necesario. En serio.- Se disculpó Jack con cierto pesar y vergüenza en su tono de voz.- Además estaré ocupado estos días.

-Puede que no sea necesario, pero queremos hacerlo por ti, Jack.- Dijo Tooth suavemente tratando de animarle a participar de su propia fiesta.

-Gracias, pero no quiero una fiesta.- Trató de decir relajado, sin advertir la mirada desconfiada y de sospecha en el rostro del conejo.- El invierno está llegando más temprano y quiero que salga bien, eso es todo.- Añadió para que dejaran de tratar de atravesar su alma con las miradas.

-De acuerdo…- Suspiró el ruso.- Sólo no hagas muchas travesuras o volverás a la lista de niños malos.- Dijo con una risa.- Y no es chiste.- Agregó contradictoriamente serio.

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El día daba inicio con una fría mañana, tratando de persuadir a todos para que permaneciesen en cama bajo el calor de las mantas. Pero lamentablemente la vida continuaba, así como las clases y el trabajo.

La chica por esto y otras razones no tomó apuro alguno en arreglarse, ni mucho menos en desayunar. Puesto que finalmente, con toda la pereza arrastrándose bajo sus pies salió de la casa.

-Mírate. Sí que repartes ánimo.- Se burló una muchacha que le esperaba fuera.

-Me quedé hasta tarde con mis hermanos…-Explicó frotando sus ojos.

-¿Otra vez noche de cuentos ridículos?- Bufó mientras caminaban.

-Tal vez sean ridículos. Pero, son niños. Los necesitan…

-¿De quién les hablaste esta vez?- Preguntó más comprensiva.

-Jack Frost- Respondió tras un bostezo.

El espíritu invernal dejó de decorar los árboles con escarcha para voltear al escuchar su nombre con plena curiosidad.

-Jack.. ¿Qué?

-Frost. Jack Frost. Es algo así como un rey de invierno o lo que sea.- Explicó sin mucho entusiasmo la pelirroja.

-Rey de invierno… Me gusta cómo suena eso.- Comentó el mismísimo mencionado.

-¿Y qué hace? ¿Controla el clima?- Continuó su acompañante tan sólo por buscar tema de conversación.

-Sólo el invierno. Creo que es bastante obvio..-Declaró.- Imagina…un hombre alto, de cabellos largos y blancos; observando la nieve caer desde un castillo de hielo.

-Nada de eso…-Se quejó Jack ciertamente interesado.

-¿Un príncipe solitario? Hermoso…

-Romántico.¿No?-Mencionó maravillada.

-Lo dudo; hombre frío más un corazón de hielo. No puede amar.

-¡Hey! Eso no es así…- Se quejó un joven guardián ofendido.

-No hasta que consiga a alguien que derrita ese corazón.-Suspiró encantada.- Entonces sería una persona…¿Caballerosa y retraída?

-Más bien malvado. Estaba revisando camino aquí las hojas de mi informe y las perdí casi todas por una ventisca.

-"Profesora, Jack Frost se llevó mi tarea" Me parece una buena excusa. De todos modos no creo que sea malvado. Digo, todos siempre nos divertimos los días de nieve, ¿Por qué hacer algo divertido?

-Eso es. ¡Ella lo entiende!.

-¿Qué importa? Hablas como si realmente creyeras en él.

-Tal vez crea en él.- Afirmó con una pequeña risa.

Jack suspiró con cierta diversión al detenerse justo en frente de ella sin que ésta lo advirtiera.- ¿Por qué los adolescentes tienden a mentir?.- Se preguntó en voz alta viendo como la chica de rojizos cabellos le atravesaba sin más.

Continuó observando durante unos minutos cómo se marchaban hablando sobre él mismo. Inconscientemente recordó los tiempos –no tan lejanos- de cuando nadie era capaz de verle; cuando él era nada más que una exclamación, y una amenaza de madres para que los niños se abrigaran.

Dejando atrás el pensamiento partió a realizar el trabajo que tan bien se había prometido hacer. Alegró a centenares de niños con muchos juegos durante todo el resto del día. De vuelta fue congelando ventanas y tuberías, llenando de escarcha bancas, árboles y letreros. Finalmente regresó al punto de partida admirando su trabajo terminado.

-¿Creen que se haya congelado el lago?.- Escuchó decir una voz que le resultó levemente conocida.

-¿Ésta era tu idea para practicar gratis?- Le respondió alguien.

-Pues…es más natural. ¿No?- Se defendió la chica de cabellos rojizos quien le había nombrado en la mañana.

-Puede ser peligroso, aunque se haya congelado debe ser muy reciente.- Intervino un desconocido para él.

-Congelado. Eso es lo que importa.- Aclaró la muchacha cargando sus patines tras la espalda antes de irse en cierta dirección.

-Será mejor que le acompañe. Nos vemos.- Se despidió quien le acompañaba igualmente más temprano.

-Está recién comenzando el invierno, podrían ser más paciente, niños… mayores.- Comentó el albino quien observaba atento.- Pero bueno...no tengo nada que hacer.- Y con una pequeña carcajada se elevó en el aire a toda velocidad para llegar al lago más cercano antes que las adolescentes.

Al llegar al nombrado lugar lo observó detenidamente en el poco tiempo que tenía. El agua estaba fría, helada, estremecedora, pero no congelada. Sin pensarlo dos veces introdujo la punta de su bastón a las aguas, provocando que éstas se fueran congelando lentamente. Debía de mantener el hielo durante un par de minutos más para que la capa fuera segura, pero no hubo tiempo para nada más, porque en ese preciso momento la joven llegó, se puso los patines sin si quiera esperar a quien le seguía y se lanzó al hielo. Jack se encogió de hombros y se fue a sentar en las ramas de un árbol desnudo a observar el patinaje.

-¡Deja de presumir!- Le gritó divertida la chica que recién había llegado.

-¿Presumir? Me pregunto qué es eso.- Se burló la pelirroja dando giros y saltos al azar. Se detuvo en seco y tras unos segundos, donde parecía mentalizar algo, prosiguió serenamente y con pasos más predeterminados como si siguiese una coreografía. Parecía llevar todo perfectamente hasta lo que parecía ser el final. La chica se impulsó para un último salto y terminó aterrizando de mala manera. Si bien esto parecía ser el único problema, de pronto el hielo crujió. Detuvo precipitadamente su intento de ponerse en pie y observó con plena palidez y terror a su espectadora. Ella se aproximó alarmada, pero debió retroceder al instante tras sentir como el hielo tan sólo parecía crujir más.
-Que-Quédate tranquila. Iré por ayuda.- Le consoló tratando de mantener la compostura antes de huir en busca de un tercero.

Pero el tercero ya se encontraba allí, y Jack no se iba a aventurar a esperar a nadie más.

-Sabía que aún no estaba seguro.- Se dijo acercándose a la chica serenamente. Con cada pisada que daba en el hielo este parecía añadirse otra capa, pero ella no era consciente de eso.

Respiraba con algo de dificultad tratando de controlar el miedo, esperaba caer en cualquier momento a las frías aguas.- Respira...Respira…- Se decía a sí misma en cuanto se puso de pie. Las piernas le temblaban notoriamente y no era capaz de abrir los ojos. El hielo se agrietó más, ella avanzó desesperada y cuando el suelo se dividió estrepitosamente bajo sus pies…se encontró… ¿Patinando?

-Ya te tengo, estarás bien. No te preocupes.- Quiso tranquilizarle el espíritu, a pesar de que ella no oía. Pensaba conducirle en dirección a la tierra con los senderos de hielo que iba creando, pero para su sorpresa la chica tomó repentinamente velocidad mientras comenzaba a reír como si no le tomara importancia a lo sobrenatural del asunto. Jack se unió a sus risas y deseó tomarla a prueba. Le hizo dar giros, vueltas y movimientos que ella tan sólo sabía aprovechar.

Una vez el hielo estuvo los suficientemente estable le dejó por su propia cuenta, patinando tras sus talones con la misma gracia de un profesional. Jack reía por imitar y mejorar cada uno de sus trucos.

La pelirroja observaba curiosamente el hielo, preguntándose lo que había sucedido. Se detuvo estrepitosamente para analizar de una vez la situación, sin esperar caer de nuevo gracias a algo o alguien que chocó tras sus espaldas. Miró por sobre el hombro al responsable y casi le da un infarto por la sorpresa de encontrarlo tan cerca. ¿Cómo no se dio cuenta que había alguien más?

-Wow… ¿Por qué te detuviste?- Preguntó el albino sobándose la espalda. Era evidente que le había preguntado a ella, pero no era como si Jack esperara que ella respondiera, o más bien…escuchara. Un momento… Chocó contra ella, ¿Podía también tocarla?

-A-Ah… ¿Quién eres?- Preguntó sin saber que decir realmente la pelirroja. ¿Había estado ahí antes? Le observó detenidamente. Cabello blanco sólido, piel pálida… sweter azul el cual parecía tener..¿Eso eran copos de nieve? Pies descalzo ¡En el hielo! ¿Qué le sucedía a ese tipo? Entonces Jack alzó la mirada y pudo notar también los ojos. De un azul propio cual gema del océano, éstos parecían tener una especie de brillo especial y único.

-Está viéndome…- Pensó en voz alta el joven guardián recordando la reacción del primer niño que lo hizo.

"¡¿Viéndole?!" La chica se extrañó y pareció palidecer aún más.

-¿Eres un fantasma?- Le preguntó directamente observando de reojo el lago sin ningún rastro de grietas. Jack asintió emocionado, analizando tardíamente su pregunta.

-No,no,no…No soy fantasma.- Respondió finalmente parándose elegante sobre el hielo.- Soy…- Meditó un momento.- Me llamo Jack Frost.- Prefirió decir, no estaba seguro de que la chica entendiera si decía que era guardián.-

-Jack… Espera ¿Qué?- Aparentemente era más racional la idea de un fantasma.- ¿Jack Frost?

-¡Sí, ese soy yo!- Exclamó tan emocionado como lo estuvo con Jamie.

-¡Eres Jack Frost!- Repitió para creerlo de una vez.- Seguramente ya estoy muerta…- Razonó como si hablara del clima.

-¿Qué? ¡No! Yo te salvé.- Aclaró modesto. La pelirroja abrió la boca para decir algo, pero se vio interrumpida ante unos gritos.

-¡Jane!- Se escuchaba una y otra vez desde lejos. Al parecer ya habían ido por ayuda.

-Jane…. Repitió el joven guardián con una sonrisa y algo de emoción. Sin decir una sola palabra más, se elevó con gracia hacia los cielos y desapareció dejando una brisa helada.

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Jack llegó al Polo algo más tarde de lo previsto. No era un problema de todos modos, él iba y venía cuando la misma gana le diera, ya que a diferencia de los demás guardianes, llevaba una vida nómade.

-Oye Norte. Tengo que hacerte una pregunta.- Dijo el albino tras ver al ruso.

-Parece ser que alguien ya no saluda por aquí. ¿Eh, Frosty?- Le dijo una voz familiar de acento australiano.

-¡Conejo! Es curioso que haya visto a los duendes y no a un canguro de tres metros.- Se burló.

-¿Cómo me llamaste?- Exigió saber parándose amenazante.- Creí que habíamos dejado eso del canguro. Y por cierto, no mido tres metros, sólo eres muy pequeño comparado con mi 1.85, compañero.

-No vamos a empezar con las peleas ¡Estamos en una fiesta!- Tranquilizó Norte.

-Momento.. ¿Fiesta?- Preguntó Jack.

-Sabemos que te negaste, pero aun así queríamos hacerte una.- Explicó Tooth controlando el impulso de mirar dentro de su boca.

-Y llega tarde.- Agregó el marsupial serio.

-Yo no llegué tarde a nada, ni si quiera estaba en mis planes venir a este lugar. Soy guardián sin ataduras.

-Pero Jack, eso no significa que no debas tener responsabilidades, ni que nosotros…- El hada se interrumpió a sí misma por una risa nerviosa.- Quédate ahí, la luz hace que tus perfectos dientes brillen..

-Lo que quiere decir es que aunque tu "trabajo" es diferente al nuestro, no puedes andar por ahí por tu propia cuenta. Ahora eres guardián y es aquí con nosotros donde perteneces.- Aclaró con suma sinceridad el conejo de pascuas.

-Tú tienes tu propia madriguera super gigante y colorida. Todos viven por su cuenta. Mi hogar está en la nieve, eso es todo.- Razonó algo frustrado, no esperaba más charlas.

-Tengo entendido en que quedaste de vivir con Norte. ¿No crees que es mejor que un lago?- Preguntó sin paciencia el australiano.

-Ahá…Tenía una pregunta.- Volvió a decir para cambiar de tema.- ¿A qué edad…un niño deja de creer?- Preguntó bajando el tono, sabía que ese era un tema delicado para los guardianes presentes quienes tanto se esforzaban por los niños.

Norte se atoró mientras sorbía un trago de vodka en cuanto le escuchó.- Bueno…es un tanto delicado, Jack. Es diferente por cada niño. Perdemos y ganamos niños todos los días. El objetivo de nosotros los guardianes es hacer…un abrigo, Jack. Un abrigo de sueños, esperanza, maravilla, memorias y bueno…diversión. Pero por cada vez que el niño crece y se enfrenta al mundo por si solo…Pues… el abrigo no es suficiente, no logra cubrir todo, le va quedando pequeño hasta que lo desecha.

-Pero hay excepciones. ¿No? Quiero decir…¿Qué me dices sobre Jamie? Él no dejará de creer en nosotros.- Argumentó Jack.

-Hay muy buenos creyentes que de pronto olvidan, Jack.- Dijo esta vez Tooth.- Jamie un día será un hombre y…- Suspiró profundo.- Siempre es el hada de los dientes primero. En cuanto dejan de cambiar los dientes no tienen motivos para creer en mí.

-Después es el conejo de pascuas. Siempre hay mejores cosas que hacer que buscar un huevo decorado.-Siguió el conejo con amargura en su voz.

-Y pues con la navidad…A veces los padres dicen que ellos fueron siempre para que el niño madure- Agregó Norte con tristeza

Sandman también hizo unos cuantos símbolos sobre su cabeza que parecían terminar de mala manera.

Jack de pronto sintió una punzada de culpabilidad por su pregunta, pero tras recordar a la chica del lago se reanimó.- ¿Y si vuelven a creer? ¿Y si nunca dejaron de hacerlo? ¿Puede haber una posibilidad?

-No sé qué intentas, amigo. Pero se acabó esta conversación.- Dijo el marsupial sin poder ocultar su descontento

Norte fue el primero en romper el posterior silencio que se había formado. Invitó a todos a cenar para levantar el ánimo, dejando la fiesta como futuros planes. Si bien la mayoría olvidó el tema, Jack no tocó ni un solo bocado de su platillo pensando en la chica del lago. –Pero ella si me vio…- Se dijo a sí mismo el joven guardián, en un tono tan bajo que nadie más pudo haberle oído. Nadie que no tuviera enormes orejas de conejo….

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-No lo sé, Lisa. De todos modos ya pasó- Decía repetitivas veces Jane ante su enfurecida amiga.

-¿Ya pasó? ¡¿Ya pasó?! Claro, porque no fuiste tú la que hizo el ridículo ante toda la ciudad.- Lisa suspiró.- Al menos me gustaría entender qué pasó. ¿Realmente no te acuerdas?

-Bueno…sí, pero no…Creo que logré salir del hielo y luego me golpee duro en la cabeza. De ahí a como se congeló el lago nuevamente no tengo idea.- Afirmó la pelirroja. Se había desmayado cuando su amiga llegó en la noche, por lo que despertó en su habitación, dándole el crédito de todo lo visto a su imaginación.

-Es que fue muy extraño, como si…¡Oye! ¿Cómo se llamaba ese príncipe de hielo que nombraste?- Preguntó repentinamente mientras entraban a clase.

-Ah no, ni lo menciones. No más cuentos de Jack…- Jane se mordió la lengua.

-¡Frost!- Exclamó la rubia.- Jack Frost ¿No?

-Sólo cállate.- Suspiró fingiendo indiferencia.

-¿Qué pasa? ¿Si digo su nombre tres veces lo puedo invocar?- Se burló

-Eso sería muy….- Pero antes de que pudiera quejarse, Lisa ya estaba repitiendo una y otra vez el nombre del personaje. - …estúpido…-Continuó inútilmente.

-Todos a sus asientos- Anunció el profesor.

Sentada en su habitual puesto al lado de la ventana comenzó a meditar en lo ocurrido en la noche anterior. ¿Cómo se había salvado del hielo? ¿Realmente había visto a…

Como llamado con los pensamientos de pronto el individuo de pálida tez y callado en mano se asomó repentinamente por la ventana.

-¡Hola!.- Exclamó como si nada, a lo que la chica respondió con un ensordecedor grito. Todos los demás estudiantes se voltearon a ver extrañados, incluyendo al profesor que parecía enfurecido.

-Señorita Vinter, ¿Qué pasa?- Quiso saber impaciente.

-Ah….Yo..Y-Yo…- Jane observó a su alrededor.- Creí ver un fantasma.- Se le ocurrió decir, sin sorprenderse de que todos terminaran riendo.

-¿Fantasma? Prefiero espíritu de invierno, gracias.- Mencionó serenamente Jack, deteniéndose en frente de la asustada y confundida joven, la cual miraba a todas direcciones.

¿Era la única que podía verlo?

-P-Profesor, la verdad no me siento muy bien. ¿Puedo ir a enfermería? – Preguntó lo más tranquila que pudo aparentar.

-Espero que no sea otro de sus trucos para escaparse de clases. Puede ir.

-¿Otro de sus trucos?- Repitió el guardián riendo.

Jane avanzó rápidamente por los pasillos diciéndose una y otra vez que era real sin poder creerlo. Casi corre a la enfermería y para su suerte estaba vacía tal y como la quería. Se apoyó en la puerta y se dejó resbalar por esta hasta terminar en el suelo en donde cubrió su rostro tratando de despejar su mente.

-¿Te pasa algo?- Preguntó Jack tras haber entrado por la ventana. La chica se sobresaltó, pero mantuvo la compostura. Bajó sus manos hasta la altura de los labios en donde le observó fijamente.- Jane. ¿No?- Se animó el espíritu más alegre de que la pelirroja no gritara. Ella asintió lentamente.

-Escucha…No sé si ya enloquecí por tantas historias o tengo alucinaciones extrañas, pero te pido…duende/fantasma/cosa...que no te me aparezcas de pronto y menos cuando hay más personas presentes. Así es, le hablo a mi imaginación.- Suspiró.

-¿Duende, fantasma, cosa? –Repitió ofendido.- Tú sabes mi nombre, lo sé. Puedo prometerte que no estás loca, pero tienes que confiar en mí.

-¿Confiar en mi imaginación? Adelante.- Se burló la chica alzando una ceja. Repentinamente le envolvió una ola de frío. Se iba a subir la cremallera de la chaqueta cuando notó unos cuantos copos de nieve. ¿Estaba nevando en la habitación?
Dejó caer las manos anonadada y tras acostumbrarse a la idea no pudo evitar sonreír.

-¿Ahora crees en mí? O más importante, creo. ¿En tu cordura?- Preguntó acercándose un poco más para darle confianza.

-Gracias…- Prefirió decir dejando desconcertado al guardián.- Por lo de salvarme de morir congelada y eso.- Jack sonrió entendiendo que con eso respondía su anterior pregunta.- Wow…En verdad…Todo esto es demasiado increíble para mí, una parte de mi cabeza insiste en que es un sueño.- Comentó la chica.

-En realidad para mí también es increíble.- Confesó Jack- Los niños dejan de creer en la magia de las cosas cada vez a más temprana edad. Entonces apareces tú…

-Corrección, tú apareciste ante mí.- Dijo tratando de seguir el hilo del asunto.

-Porque tú estabas hablando de mí.- Se defendió el albino.

-Eso no quiere decir que..

-¡Jane! ¿Estás aquí?- Habló una voz del otro lado de la puerta. La nombrada se puso de pie aparentando serenidad le abrió.

-Dije que vendría aquí. ¿No?- Respondió observando de reojo al espíritu invernal, sentado cómodamente en una de las camillas.

-Tardaste años, me mandaron a ver cómo estabas. Por cierto, ¿Con quién hablabas?- Preguntó siguiendo su mirada.

El alma de Jane cayó a sus pies por un momento. Sacó rápidamente el teléfono del bolsillo de la chaqueta y se lo mostró como si quisiera probar algo.- U-Un amigo…

-Ahá…- Asintió Lisa notando que ocultaba algo.- Entonces…¿Vuelves a clases o dejas que te suspendan?

-Em..Vamos. No me estaba escapando de clases de todos modos…- Dijo dirigiéndole una última mirada a Jack antes de salir de la habitación.

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Al terminar las clases le dio una vuelta a todo el instituto, y tal como se esperaba, Jack Frost no estaba por allí. Camino a casa no dejó de sacarse al joven guardián de la cabeza, puesto que la verdad era un personaje fascinante (y real) del cual sólo sabía lo básico. Sin pensarlo más se dio media vuelta y entró a una biblioteca en busca de libros infantiles, mitos y leyendas, y personajes folklóricos.

-Hola, pequeña Wendy. ¿Otra vez buscando cuentos para tus hermanos?- Preguntó el dueño del recinto.

-Ah…sí, eso hago- Asintió ignorando el apodo.

-¿Jack Frost? Pareces interesada. ¿No fue ese el personaje que te sugerí hace unos días?

-Bueno, sí. Sólo quería saber más a fondo de él.- Explicó con sinceridad.

-Entiendo, tengo más libros. Puedes llevártelos, sólo no vuelvas a arrancar páginas. ¿De acuerdo?- Preguntó alzando una ceja. La pelirroja asintió agradecida y se marchó.

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Encendió su lámpara de noche y comenzó a leer párrafo tras párrafo. Su historia era simple, y se contaba similar en cada libro o artículo de internet que encontrara.

"Si no te abrigas, Jack Frost te picará la nariz..." "Sólo los niños creyentes pueden verle…"

-Todo indica que sólo es un cuento para…

-¿Niños? Exactamente.- Se le adelantó una voz ajena.- Piensa que siete de cada diez niños creen que somos reales, y lo somos.

La pelirroja tuvo una especie de pre-infarto cuando al voltearse descubrió una figura sentada en la ventana. Abrió la boca para gritar unas cuantas cosas, pero la volvió a cerrar para meditar más sus palabras.

-¿Por qué estás aquí?- Decidió preguntar.

-No tengo un motivo en particular.- Respondió indiferente mientras hacía figuras en la ventana llena de escarcha.

-¿Quieres que me crea que sólo decidiste pasar por aquí y ya?

-Sí, eso sería mucho mejor por ahora.- Aceptó acercándose a ver lo que hacía.- ¡Vaya! ¿En verdad hay libros sobre mí?

-No grites. Tengo hermanos y probablemente puedan verte.

-Lo siento, esto es algo nuevo para mí.

-Pero esos libros son bastante viejos.- Razonó extrañada.

-Pues no es como si haya escuchado mucho de mí en mis trecientos años.- Dijo sin pensar, prefería no tocar el tema.

-¿Tienes trecientos años?- Preguntó sorprendida.

-Lo sé, no los aparento. En realidad tengo 336.- Se burló.

-Sé que no debería sorprenderme, de todos modos hablo con un duende invisible. Pero no es como si me viniera a la cabeza tu edad o poderes paranormales siempre.

-¡No digas duende!- Se quejó.

-Lo siento, Jack.- Encogió los hombros, se escuchaba raro llamarle confiadamente.

-¿Por tienes estos libros?- Preguntó olvidando el tema.

-No todos los días conozco a un tipo mágico perteneciente a un libro. Tal vez no seas un Damon Salvatore, pero…- Dijo acercándose a uno de los libros para cerrarlo.- Me gustaría saber de ti. Jack le observó fijamente durante un minuto, no era como si hablar de sí mismo o su pasado fuera una de sus actividades favoritas. Se bajó de la cama y caminó de un lado a otro en la habitación con su callado entre los hombros, meditando la petición.

-Será mejor que te pongas cómoda…- Sugirió finalmente.

De alguna extraña manera, para un inmortal es difícil olvidar algo sobre su vida, y Jack recordaba con lujo de detalles desde aquel día en el cual revivió bajo la luz de la luna. Si bien omitió los datos más personales como sus miedos, la soledad vivida y la tristeza de ser invisible, se permitió contar la mayor parte de su vida. Habló de aventuras y acontecimientos divertidos; de algunos terceros como los demás guardianes, hombre de la luna, su hermana, Jamie y Pitch. Y sobre todo, habló del mundo evolucionando ante sus ojos.

La luz del amanecer se había esparcido por la habitación desde hace unas horas. Jane tenía los ojos llenos de cansancio, pero le escuchaba con atención sin ser consciente del paso de las horas. Incluso se disgustó en parte cuando Jack terminó su relato.

-Cielos ¿Ya amaneció?- Exclamó mirando en dirección a la ventana.

-Hace unas tres horas.- Mencionó Jack con gracia.

-Lo siento, creo que me entusiasmé un poco con tu historia.

-¿Un poco?-Soltó una risa.

-Bueno…Admito que eres interesante, Jack Frost.

-Y eso que te di sólo un resumen de mi vida.

-¿Aún hay más?- Preguntó haciendo un falso puchero.

-Nada interesante. Por otro lado es injusto, ya que yo no sé nada sobre ti.- Mencionó.

-Sólo soy una simple humana. Nada interesante.

-Pues los únicos recuerdos de algo humano que tengo los sé de un frasco. Tal vez me sea interesante.- Insistió.

-A ver… ¿Qué te digo? Soy Jane Rosalie Vinter, tengo diecisiete…Empecé a practicar patinaje a los once años, uno después que falleciera mi madre… Tengo dos hermanos… Me gusta la lectura y el dibujo…-Bosteza meditando qué más decir.-…Y tengo mucho sueño porque un guardián de invierno me mantuvo despierta toda la noche.- Finalizó tumbándose en la cama.

-Un momento…Eso fue demasiado breve.- Se quejó sin lograr fruncir el ceño.

-Lo siento, no se puede comparar un resumen de alguien de diecisiete con alguien de más de trecientos.- Argumentó cerrando los ojos.

-Debería congelarte por hacerme trampa, pero…- Jack bostezó profundamente- no lo haré porque los efectos de Meme me atacan ahora.

-¿Qué?- Preguntó sin entender abriendo un ojo.

-Nada, un amigo.- Dijo sin tomarle importancia mientras se tumbaba en un pequeño sofá de la habitación.

-Mi padre no me permitiría que un hombre durmiera en mi habitación. ¿Sabes?- Comentó Jane acomodándose en la cama.

-¿Y qué tal un príncipe solitario que observa caer los copos de nieve en su castillo de hielo?- Preguntó sonriendo sin abrir los ojos. La pelirroja se sonrojó bruscamente, agradeciendo que el albino no le estuviese mirando.

-Le preguntaré más tarde.- Respondió siguiendo la broma. Se dedicó a observarle un par de minutos más antes de recostarse nuevamente sobre las frazadas.- Jack Frost durmiendo en mi habitación…-Murmuró en voz baja con una sonrisa para luego quedarse profundamente dormida.

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Holaa! Ha pasado un tiempo desde que no subo un fic y quería volver con algo de los guardianes xD

Ojalá y les haya gustado el primer capítulo. Espero sus reviews con ansias!