Esa mañana era agradable, el sol resplandecía y no había nubes en el horizonte. Sería un día perfecto y como siempre, el segundo Matsuno se decidió a subir a la azotea para practicar un poco con la guitarra y entonar alguna canción.
Había tanta paz en casa, la mayoría de sus hermanos habían salido para realizar sus actividades, cada uno alguna diferente y sabía que no regresarían hasta muy tarde así que tenía mucho tiempo para inspirarse, lo que no tardó en suceder. Aunque ese día no hubo más que notas de su guitarra, pero pudo componer una pequeña pieza para una futura canción.
Cada nota que salió fue desde su corazón, pensando en una sola persona, aquella que conseguía que todas sus emociones se desbordaran logrando que su corazón doliera y a la vez brincara de dicha. Sin embargo, cuando pensaba en ese sentimiento una enorme culpa lo invadía pues reconocía que no era algo sano, y aun así se dejaba llevar por este, desquitaba cada uno de sus pensamientos insanos con sus canciones. Era eso lo que le ayudaba a sobrellevarlo sin desquiciarse o llegar a medidas extremas.
Se esforzó más en esa ocasión, porque sabía que la razón de sus sentimientos se encontraba en la habitación durmiendo y de alguna manera sentía que así le estaba cantando a él para hacerle saber lo que sentía sin decírselo. Aunque fuera una ilusión y él probablemente estaba ignorando su canción, su corazón descansaba así.
—Karamatsu —llamó la voz de su hermano menor muy cerca de él—, ¿estás bien?
—Hm —murmuró con debilidad.
Se había perdido en su bebida, observando el movimiento de ésta comenzó a recordar sus días pasados, cuando aún era nada a ojos del mundo e incluso de sus hermanos, aunque seguramente eso último aun ocurría.
Estaba reunido con un montón de desconocidos en una celebración que no había pedido ni necesitaba y si había asistido era porque no tenía ánimos de discutir con su hermano o su novio, quien resultaba también su representante. Pero ahora ya estaba cansado de fingir esa sonrisa vacía, ese día no quería estar ahí. Algún otro día hubiera soportado hasta el amanecer.
—La fiesta es para ti, hermano —Habló Todomatsu al tomar asiento a su lado—, todas estas personas vinieron para celebrar la producción de tu siguiente disco, lo mínimo que podrías hacer es integrarte y sonreír como si te emocionara.
—Lo lamento, no estoy de humor.
Se puso en pie dejando el vaso que apenas tocó. No había bebido mucho esa noche lo cual era muy extraño según el pensamiento de Todomatsu. La razón era que no quería embriagarse pues en ese día sus emociones estaban a flor de piel y el alcohol solo funcionaría para que resaltaran aún más.
—¿A dónde vas? No puedes irte así nada más, piensa en…
—Tú debiste pensar en mí antes de proponer esta tontería.
Estaba molesto y no iba a ocultarlo, hacía años que había dejado de actuar y ahora no dejaba oculto nada de sus sentimientos, solo ese que seguía tan vivo como mucho tiempo atrás consumiendo todo de él. Aun adoraba a sus hermanos, pero reconocía que su actitud los hería, por eso trataba de mantenerse aparte de ellos.
—Al menos ten un poco consideración y no le digas a Atsushi que me largué.
El menor de los sextillizos siempre estaba al pendiente de él, ayudaba mucho que su novio, Atsushi y con quien llevaba más de cuatro años de relación, fuera quien impulsó la carrera de Karamatsu después de escucharlo cantar en un parque público una noche después del trabajo.
Todomatsu observó la espalda de su hermano y suspiró con cansancio. Cada día era más difícil llegar a él y eso lo preocupaba. Aunque fuera el único que se mantenía a su lado, muchas veces desconocía a su hermano mayor, era como si de pronto hubiera sido cambiado por alguien completamente diferente, por más que se esforzara no conseguía que fuera el mismo Karamatsu que lo avergonzaba en años pasados.
Mientras, el segundo hijo menor caminaba entre las calles blancas de la ciudad. Comenzaba a nevar, pero aun había mucha gente caminando bajo las luces de la noche, así era siempre en la capital.
En pocos años se había convertido en un intérprete famoso en Japón, uno de los más solicitados, y según escuchó de la boca de Atsushi, pronto comenzaría una gira por América donde su fama había crecido también.
Lejos de lo que cualquiera pudiera pensar, no le emocionaba para nada la noticia, aunque tampoco se quejaba de ella. Su vida estaba vacía y no sabía qué hacer con ella, solo hacía lo que los demás consideraban que era necesario, en este caso, para mantener su fama, aunque desde hacía mucho que había dejado de disfrutar cuando cantaba.
Caminando bajo la nieve consiguió llegar a su departamento. Sin contratiempos ni molestias.
A Karamatsu le gustaba observar las luces de la ciudad desde el balcón de su apartamento en el décimo piso del edificio donde ahora vivía y por eso fue ahí a donde se dirigió cuando salió del lugar. Era una práctica que lo relajaba en las noches que no conseguía conciliar el sueño.
Su celular vibró de pronto sobre su mesa de noche. No le prestó demasiada atención y dejó que contestara la grabadora pues seguramente era Atsushi quien le reclamaría por haberse retirado temprano de la fiesta de esa noche. La verdad ya debería estar muy acostumbrado a que hiciera eso, pero seguía insistiendo en darle sermones sobre compromisos con su público y demás. Estaba cansado de todo eso.
Suspiró cuando dejó de vibrar. Tal vez lo llamaría más tarde, o por la mañana y se disculparía con él, o tal vez no, podría dar la excusa de estar dormido aunque seguramente no funcionaría mucho, Atsushi sabía de sus noches de insomnio.
Se quedó pasmado mirando las luces de la ciudad. Le gustaba, pero no se comparaba con poder observar las luces de las estrellas desde el tejado de su casa en días pasados. Extrañaba tanto esa sensación de paz y tranquilidad con su guitarra a un lado tocando acordes al azar hasta darles forma. Muchas veces acompañado de Jyushimatsu cantando o sin decir nada. Eran un buen dúo.
Tenía más de tres años desde que salió de su ciudad y no había vuelto. La sola idea de regresar le revolvía el estómago. No valdría la pena tampoco, sus hermanos no estaban ahí, no todos al menos y encontrarse solamente con Osomatsu haría todo mucho peor dado que él sabía lo que sentía.
Tenía tantos recuerdos agradables de esa casa, de sus hermanos y padres, de muchas cosas en realidad, sobre todo de su vida como como un vago que vivía de sus padres a pesar de ser ya un adulto. Mas no le bastaba, un solo recuerdo amargo opacaba todos aquellos felices, esa enorme sombra negra dejaba todo lo demás en penumbra, su vida fue oscura desde ese momento y nunca iba a poder superarlo.
Sin quererlo pensó en él de nuevo. A pesar de esforzarse todo el tiempo por no recordar su rostro, en esas noches melancólicas siempre estaba en su mente. Sobre todo en esas fechas, ese día en particular. Y a pesar de detestar su recuerdo, sonreía cuando en sus recuerdos se encontraba con su sonrisa.
Cada vez que uno caía enfermo el resto de los sextillizos se turnaba para cuidarlo durante día y noche. Normalmente eran resfriados que de los que se recuperaban después de un día de cuidados, no solían enfermar mucho y siempre eran fuertes en esos casos, pero de los seis hermanos, el cuarto era quien se recuperaba más rápido de cualquier resfriado.
Aun así, Karamatsu no dejaba de preocuparse por él, era igual con todos sus hermanos cuando los veía murmurando en medio de fiebres, pero con él sentía una opresión en el pecho que no lo dejaba descansar. Trataba de mantenerse siempre alerta aunque no fuera su turno de cuidar de él, quería estar preparado por si se necesitaba algo con urgencia.
A pesar de ser el hermano a quien menos afecto le demostraban aunque él intentaba ser sincero respecto a sus sentimientos fraternales, nunca les guardó rencor, todos ellos eran importantes para él y se desvivía al demostrarlo aunque muchas veces exageraba.
En una ocasión tuvo una conversación con su madre que siempre recordaba cuando los demás eran crueles con él. En esa ocasión ella le dijo: "Ustedes intentan fingir que se odian porque así, en el momento en que tengan que separarse o alguno de ustedes falte, piensan que no les dolerá tanto".
Karamatsu nunca hizo eso, su madre le dijo que se debía a lo estúpido que era y no pensar en lo que pasaría en el futuro. Tenía algo de verdad, nunca pensó en apartarse de todos, al igual que Osomatsu o incluso más fuerte que en él, el sueño de mantenerse siempre unidos estaba siempre presente.
Quería estar siempre con él.
En una ocasión, mientras Ichimatsu deliraba en la peor fiebre que había tenido, Karamatsu se mantuvo siempre a su lado, pasó la noche en vela esperando a que la fiebre bajara, cambiaba el paño húmedo de su frente con regularidad y le daba agua cuando estaba lo suficientemente consciente.
"Karamatsu" llamó en una ocasión después de medianoche. La fiebre aun no bajaba.
"¿Qué sucede? ¿Quieres algo?"
"Canta" Pidió de la nada con una extraña sonrisa.
"¿Cantar?"
"Tu voz… me gusta cuando cantas en el tejado."
Eso lo dejó desconcertado unos segundos, pero apenas pudo procesarlo comenzó a cantar un arrullo para él, el que su madre les cantaba cuando eran niños. Lo repitió hasta que se dio cuenta que estaba dormido de nuevo, tranquilo.
Desde ese entonces, aunque Ichimatsu no recordara haberlo dicho, cantó para él desde el tejado, le dedicó todos sus sentimientos en canciones, una tras otra y muchas veces lo arrullaba.
Su celular vibró de nuevo regresándolo de la ensoñación en la que se encontraba. Como odiaba esa sensación, era como quedarse dormido, pero sin descansar.
Suspiró y observó el firmamento. El sol estaba ya por salir. De nuevo dejó que el teléfono vibrara. Era bastante molesto tenerlo, no sabía cómo Todomatsu podía cargar con uno todo el tiempo.
Vibró por tercera ocasión interrumpiendo su paz. Tronó la lengua mientras se alejaba del balcón para contestar. Le diría unas cuantas verdades a ese pesado.
Sin embargo, cuando tomó el aparato entre sus manos se le heló la sangre al reconocer el nombre de su hermano mayor en la pantalla. Hacía tanto que no hablaba con él y seguramente ese sería su primer reclamo, pero tampoco era que necesitaba mucho escuchar su voz, aunque siempre era más fácil poder hablar sin tener que mirar su rostro.
—Hola, Osomatsu —contestó casi en un susurro, haciéndole saber a su hermano de su cansancio.
No te escuchas nada bien Fue su saludo en tono de burla, como siempre no se andaba con rodeos.
—He tenido algunos eventos.
Del otro lado no se escuchó respuesta, ni una respiración, tampoco Karamatsu dijo nada, y así fue por corto tiempo. No recordaba cuando sus conversaciones se volvieron tan incómodas y llenas de silencio, pero no terminaba por acostumbrarse a algo así.
Se encaminó de nuevo al balcón y tomó asiento en una de las sillas disponibles, quería observar el amanecer.
Hace meses que no sabemos de ti más de lo que dicen en la televisión, ¿todo está bien?
Lo sabía, siempre era el mismo reclamo y también sabía que era por su madre por quien lo llamaba, seguramente al hijo mayor le importaba muy poco lo que pasara con él o con su vida mientras pudiera seguir disfrutando de la suya.
—Todo está como se debería.
Karamatsu…
El segundo hijo sintió remordimiento al contestar de esa manera. Sabía que no tenía razones para estar molesto, pero ese día no tenía tolerancia para nada. Aunque últimamente su comportamiento era así a diario.
—Lo siento, estoy algo cansado para ir con rodeos así que…
¿Cómo está Ichiko? preguntó Osomatsu, de nuevo dando largas. Karamatsu sabía perfectamente para qué llamaba.
—Ichi está bien —contestó fastidiado, lo que su hermano mayor notó.
Escuchamos que le propusiste matrimonio hace unas semanas, estuvimos esperando tu llamada para…
—¿Todomatsu te lo dijo? —Después de todo, era con el menor con quien tenía más contacto obligatoriamente.
Si Su voz te tornó molesta en esta ocasión Es la única manera en la que podemos saber si estás bien o no
De nuevo no le dijo nada. Odiaba cuando se tomaba su papel de hermano mayor tan enserio, no tenía ninguna responsabilidad ni necesidad de ello, todos tenían la misma edad solo con minutos de diferencia. Además nunca llevó muy bien el papel, siempre le importó muy poco, fue desde pocos años atrás que comenzó a tener esa actitud.
Karamatsu, nosotros…
—Estoy bien, no se preocupen por mí —murmuró mientras buscaba un cigarrillo en su bolsillo y lo encendía.
¿En serio? De nuevo ese tono molesto. Todomatsu nos dijo de tu adicción.
Eso lo dejó congelado. Como siempre sin rodeos y ahora no estaba muy seguro de cómo contestar, no pensó que tomaría ese tema en particular. Sabía que el menor de los hermanos no se quedaría callado después de descubrirlo, pero abordarlo de esa manera tan repentina lo dejó sin palabras o excusas.
¿En qué estás pensando, Karamatsu? Una cosa es el alcohol y el tabaco, pero…
—Es algo que no les incumbe.
Otra vez ese silencio incómodo. Osomatsu sabía que no había necesidad de reñirlo como si fuera un niño pequeño, ya era un adulto igual que todos, y aunque lo hiciera como su hermano mayor también estaba consciente de que no lo escucharía, así como no lo escuchaba tampoco en muchas cosas. Por ello no siguió con el tema, después, junto con sus hermanos, se encargaría de hacer algo al respecto.
Por su parte, Karamatsu se preguntaba cuándo iba a tomar el tema por el que lo había llamado. La conversación se estaba extendiendo demasiado.
Yo… quería que esta llamada fuera diferente. Dijo al fin Siempre que hablamos terminamos discutiendo
De nuevo no contestó a eso. Era por esa razón que no quería llamarlos ni verlos, detestaba saber que debido a su comportamiento su relación se estaba rompiendo cada vez más, pero era cosa que no podía pensar ni evitar, se había vuelto demasiado arisco con todos ellos.
Jyushimatsu se recibió como médico hace poco, pensamos que vendrías a la celebración
—Lo lamento, le enviaré algún obsequio después —Fue seco y cortante. Con cada palabra que provenía de la bocina se encontraba mucho más ansioso.
Choromatsu ha sido ascendido, ahora es detective y conoció a alguien
—Me alegro por él.
¿Todomatsu está bien?
—Ya lo sabes.
¡Maldita sea! ¡Karamatsu, reacciona! ¡No puedes seguir así!
—¿Y te preocupas ahora?
Era difícil para Osomatsu escucharlo expresarse de esa manera. Años atrás les fastidiaba con sus expresiones y actuaciones como un chico rudo de la década de los 80's, pero ahora cualquiera daría lo que fuera por verlo regresar a esa vida aunque fuera tan vergonzoso. Llevaba mucho tiempo deteriorándose, pero la mayoría de ellos decidió mantenerse al margen, para que se recuperara a su ritmo, sin embargo no parecía funcionar. Y estando en el medio del espectáculo ese deterioro crecía a pasos agigantados. Cada día estaba más vacío, lo escuchaban en sus canciones, en el tono de las notas, su mirada en la pantalla. Ya no era Karamatsu, el hermano más atento y preocupado por ellos. Se parecía más a Ichimatsu con la diferencia de que éste solo actuaba, mientras que la actitud vacía y oscura del segundo Matsuno era real. Eso era lo preocupante.
Mamá está preocupada por ti
—Después la llamaré.
Permíteme ayudarte Pidió con voz afligida, lo que sorprendió a Karamatsu.
—No necesito ayuda, Osomatsu, de verdad.
Han pasado más de cuatro años, por favor, tienes que…
—¿Superarlo? Ya lo hice, voy a casarme.
Si, con una chica que casualmente es igual a él. Sé cómo te sientes, pero…
—¡Por supuesto que no lo sabes! —dijo afligido, con un nudo en la garganta—, no te atrevas a decir semejante estupidez, idiota, nunca sabrás lo que siento porque somos muy diferentes y siempre lo has tenido claro, ninguno de ustedes me entenderá por más que se esfuercen.
¡Al menos podrías confiar en que te apoyaríamos! Contestó con el mismo tono de voz ¡Yo te apoyé todo el tiempo!
—Osomatsu… —se llevó una mano a su frente tratando de contener sus lágrimas. Estaba cansado de llorar cada vez que tomaban el tema—, ellos no lo entenderían, agradezco que hayas guardado mi secreto, pero no puedo esperar más de ti, mucho menos de ellos.
¿Y por eso te apartaste?
—Sabes que es difícil para mí —verlos, ver su rostro en todos sabiendo que no eran él, tener que mantener oculto ese sentimiento de todos, tener que explicar por qué de todos, él era quien más se encontraba afligido a través de los años, no sabría cómo sobrellevarlo.
Lo fue para todos, lo es ahora cuando te vemos así
—Prometo ya no preocuparlos —murmuró decidido a terminar la llamada.
No sé si pueda creer eso
De nuevo silencio. Tampoco Karamatsu estaba seguro de poder cumplir su promesa. Últimamente no era constante con nada, de no ser por Todomatsu y Atsushi seguramente no habría seguido a flote en el medio del espectáculo por tantos años.
Hoy iremos…
—No iré —cortó antes de escucharlo.
Todomatsu nos dijo que él estaría presente, podrías acompañarlo
—Adiós, Osomatsu.
¡Oye!
Colgó el teléfono y lo dejó caer al suelo mientras observaba el amanecer. Exactamente cuatro años atrás había perdido lo más importante de su vida. Ese día era el aniversario de la muerte de Ichimatsu y ni siquiera tenía lágrimas para derramar. Hacía mucho que había dejado de hacerlo después de llorarlo incansablemente.
