Diclaimer: Naruto NO me pertenece.
El tercer domingo
Naruto recorrió las calles atestadas de gente con una cajita en la mano, estaba mal envuelta y se notaba un poco el contenido de un color rojizo, además de que el moño se había despegado a medio camino por lo que tenía un chicle como suplemento de cinta. Iba algo nervioso pero sin duda alguna la melancolía abarcaba todo su cuerpo.
Algunos miraban con detenimiento a Naruto, no era usual verlo tan raro y menos así de desanimado, pero nadie tuvo el suficiente valor para preguntarle el por qué de su estado, y no es que a Naruto le gustara ponerse en evidencia en semejantes condiciones sólo para que le preguntaran.
No, los sentimientos de Naruto estaban a flote, así como cuando gritoneaba y se carcajeaba por toda la aldea, su desconsuelo lo podían sentir hasta las plantas. Naruto sentía las miradas, y a pesar de estar prácticamente acostumbrado, ahora le incomodaba un poco.
Después de un rato llegó frente a la academia donde aprendía sobre el arte ninja, pero que en realidad lo usaba para refugiarse de él mismo y de la soledad. Se sentó en su tan amado columpio y comenzó a balancearse sin mucho ánimo. Revisó la caja, para verificar si el contenido seguía allí.
Volteó a ver la academia y esperó un poco. Entonces escuchó unas ramas quebrarse desde lo alto del árbol. Con un poco de incertidumbre, Naruto volteó a ver las ramas llevándose una grata sorpresa.
—¡Iruka-sensei! —gritó con alegría Naruto. Parecía como si su cuerpo hubiera expurgado cada gramo de melancolía— ¿Qué hace allí subido?
—Hey, Naruto. Bueno, había notado que las cuerdas del columpio están un poco flojas así que las amarré para que cuando te sentarás no te fueras de culo —dijo bajando el árbol con gracia. Arrugó un poco la nariz haciendo que su cicatriz se deformara un poco.
—¿Qué haces por acá? —preguntó el maestro viendo la cajita en manos de Naruto.
—Hoy es domingo —comentó Naruto al aire, como si Iruka-sensei no estuviese presente. Una brisa los acompañó jugueteando con los cabellos de ambos y el pedazo de tela sobrante de la banda que portaba Iruka.
—Sí… el tercer domingo de junio —susurró Iruka sin más, con la voz ausente, justo como lo había hecho Naruto.
Se formó un silencio que duró unos minutos. Ninguno tenía la necesidad de decir nada, simplemente se acompañaban el uno con el otro, como si fueran padre e hijo que disfrutaban el momento.
—Tome, Iruka-sensei —Naruto extendió sus manitas y le entregó la cajita. Iruka rió un poco al ver la envoltura y el chicle.
Sonrió y revolvió el cabello de Naruto. Entonces la tristeza y la melancolía salieron de su cuerpo, porque, aunque Naruto estuviera consiente que no era lo mismo, Iruka al fin y al cabo se lo merecía.
—Feliz día del padre. —comentó Naruto sintiendo felicidad al pronunciar cada palabra, dejando de lado el nerviosismo.
FIN
Hola, quizá dirán, si lo quería publicar para el día del padre, se ha equivocado. Pero no, no es así.
Esto lo escribí para un concursillo en un foro, sobre la Niñez, y escogí esto. Ojalá y alguien le guste.
Un Review siempre es bien visto YAAAY! ¡Gracias por leer!
