MATAR AL MOCOSO

Este fanfic ha sido presentado

por Dimitrix Enterprises

y Dimitrix Inc.


CAPITULO 1: EL DECLIVE DE UNA MADRE

La rabia que tenía Misae Nohara era algo insostenible, no podía parar de soportar a su propio hijo, desde que había aprendido a madurar, lo único que veía de él era una oscura facción de que había creado a un monstruo del cual ahora se arrepentía. No soportaba tenerlo, escucharlo, tratarlo, amarlo, lo único que soportaba mas que nunca era largarse de ahí y hacer como si no hubiera pasado nada, como si nunca hubiera tenido un hijo, como si nunca hubiera tenido un marido del cual luego entonces no habría tenido novio y de ahí no habría tenido futuro, eso deseaba mas que nunca, pero nunca lo tendría, ya que este es el futuro que le toca ahora, Shin-Chan hoy, Shin-Chan mañana, Shin-Chan siempre.

Misae estaba preparando la comida, faltaba como una hora o puede que mas para que volviera Hiroshi, pero en todo ese tiempo de lo único que tenía ganas era de librarse de ese malcriado niño que lo único útil que hacía era tratarle como a una loca enferma que no sabía lo que hacía cuando lo hacía perfectamente.

Lo oía al otro lado de la habitación, estaba jugando con esos susodichos juguetes del cual no soportaba verlos todo el puñetero dia porque luego los tiraba y uno se hacía daño o se producía algún tipo de consecuencia y todos tendrían que lamentarlo excepto él, que vive en su mundo de fantasía del cual ya da asco escucharlo.

En ese momento se daba cuenta de que como no terminase pronto Hiroshi la culparía de no haberle preparado lo que tenía que haber hecho desde el principio, necesitaba algo de ayuda y solamente había alguien que podía ayudarle en ese momento, su susodicho hijo que no la respetaba para nada, pero no le quedaba otra, ya que en este mundo imperfecto siempre suele haber un culpable para todo y para poder quejarse.

-Disculpa Shin-Chan, ¿pero podrías poner la mesa por favor? -pidió amablemente como para que se hiciera al menos la idea de que podía ayudar en lo mas mínimo.

Entonces el niño se giro poniendo aquella sonrisa burlona que siempre ponía cuando iba a dar algún tipo de sarcasmo despreciable.

-Luego lo haré, pero por ahora necesito ayudar a Ultraheroe a salvar la galaxia del malvado Monstruo del Culo Gordo, ja ja ja -dijo y con eso daba claro que no iba a hacer nada al respecto, solamente seguir lo suyo como el borde asqueroso que era.

Y lo tenía bien claro, lo que justamente había pensando al principio se había hecho realidad, ya no la estaba respetando otra vez, corto una cebolla, pero sintió que le estaba cortado un trozo de la oreja del niño para que escuchara mejor lo que le había dicho antes, porque sino no era así, entonces Shin-Chan había cometido un grave error al decirle eso a su propia madre.

El cielo empezaba a oscurecerse, ya se hacía de noche.

Misae ya no sabía que hacer, sentía ganas de matar a ese niño, a ese mocoso, pero lo único que sentía era que iba a explotar, se rió, luego aún mas, y mas, y mas, hasta que al final estallo de la risa como si fuera un chiste grandioso.

-Puto crío de mierda, puto crío de mierda, puto crío de mierda -recrimino Misae mientras estallaba de la locura que tenía. Al final no pudo mas y acabo cayéndose al suelo mientras reía como una lunática.

Shin-Chan había escuchado eso y entonces se dirigió hacía ella muy lentamente al ver lo que pasaba, se quedo ahí detenido observando como su propia madre se comportaba de una manera que no había visto nunca, aquello no era normal, nada normal, para nada en absoluto.

-Mama... ¿Que haces? -pregunto Shin-Chan titubeando al ver que su madre enloquecía sin remedio.

La madre seguía riendo de aquella forma tan enfermiza y al final se detuvo agotada de tanto sacar aire de su boca para expulsar toda esa agonizante locura que tenía en su interior, suspiro nerviosamente y entonces se levanto como si hubiera estado haciendo ejercicio.

-Nada, nada, solamente me estoy divirtiendo, como tu haces -contesto con tono vacilante pero sin decir mucha cosa.

Shin-Chan no sabía que responder ante eso.

-¿Me puedo divertir yo también? -pregunto asumiendo que se estaba divirtiendo como una niña a pesar de que ya le daba igual lo que había hecho antes.

-No, la verdad es que no, esto no es un juego para ti, solamente es un juego para adultos, pero por ahora, tendrás que seguir divirtiéndote como has hecho hasta ahora -dictamino la madre con tono suave como si ya no le importara nada.

-De acuerdo, mama -acepto Shin-Chan sin entender que sucedía.

Entonces Misae siguió haciendo lo suyo sin importar nada lo que pensaba su propio hijo, su miserable hijo al que no podía dejar de soportar, sentía ganas de querer matarlo, de querer asesinarlo. En ese momento se dio cuenta, sentía ganas verdaderas de querer matarlo de verdad, se giro y observando que estaba haciendo lo suyo otra vez, otra vez no respetando nada de nada, quería decirle otra vez que volviera a poner la mesa pero sabía bien que le diría lo mismo y entonces jamas lo haría, aunque le dejase hacerlo por su propio cuenta, jamas lo entendería, pero sabía bien que no podía vivir con el sentimiento de la culpa de ver que hizo caso a ese estupido niño, Shin-Chan podría ser la peor persona de la Tierra, pero por ahora era solamente un niño del carajo que no obedecería por nada del mundo.

-Ey oye mama, ¿y la comida? -pregunto protestando Shin-Chan al otro lado.

-Ya va, cariño, falta un poco -aviso Misae con total amabilidad.

-Ay, siempre tan inútil -dictamino quejándose Shin-Chan creyendose que su madre no hacía al respecto.

En ese momento algo en Misae despertó y no le gusto para nada, sus ojos se volvieron blancos pero su mirada era otra cosa. Agarro el cuchillo y se lo paso por la bandeja por la que estaba cortando los vegetales.

-Maldito niño desagradecido -dijo Misae con un tono enfermizo, luego marcho hacía el salón mientras sostenía el cuchillo.

Shin-Chan estaba otra vez tirado en el suelo haciendo aquello que decía que se llamaba hacer el muerto, oía las enormes pisadas y pensaba que se trataba de aquella que hacía llamar: El monstruo del culo gordo.

-¿Pero que? -cuestiono confundido al oír esas pisadas.

Entonces se giro muy lentamente, pero sintiendo aquella sensación en su espalda, que le decía que corría un gran peligro. Se giro del todo y entonces la observa la horripilante expresión que ponía su madre, si es que acaso aquello que veía era la típica madre de siempre que le habría criado desde su nacimiento.

Shin-Chan se quedo aterrorizado al ver aquella expresión en su cara, veía a su madre pero con la mirada que pondría alguien desorientado y con la mirada perdida, aquello era algo tan aterrador que no había palabras para describirlo, cosa que ya he hecho hace apenas nada.

-¿Ma...ma? -pregunto Shin-Chan con tono atemorizado.

-Puto crío de mierda -dijo ella con un tono que casi sonaba como el de un hombre loco que estaba apunto de despedazarlo hasta morir.

Una súbita tensión de miedo se le vino a Shin-Chan en ese momento, bajo la mirada y observo lo que tenía agarrado en su mano, era un cuchillo de cocina.

-Mama, ¿para que tienes ese cuchillo? -pregunto señalando.

-¿Cual? ¿Este? -cuestiono levantando el cuchillo poniéndolo en horizontal.

-Si -aclaro Shin-Chan.

-Veras, este cuchillo lo tengo algo para algo especial, pero tu no lo puedes saber -argumento con tono siniestro mientras lo iba girando de una forma extravagante.

-¿Y porque no? -pregunto interesado.

Entonces Misa frunció el ceño de una forma tan terrorífica que hizo que se convirtiera en un súbito eco que se expandió por todo el barrio como si se tratara de un sexto sentido que tenía toda la gente.

-Porque tu eres la razón de po la que lo pienso utilizar -declaro amenazadoramente mientras alzaba su cuchillo dispuesto a clavarselo.

-Mama.

-Muere maldito crío -reprocho Misae dispuesto a matar a su hijo con el cuchillo.

Pero justo antes de que pudiera matarlo, Shin-Chan hizo una voltereta hacía un lado y en ese momento clavo el cuchillo contra el suelo estampándolo y rompiendo la moqueta y dispersando rastros de madera del suelo.

Misae puso una mirada fría y susodicha y se dirigió hacía Shin-Chan que se encontraba ahí parado observando con temor lo que pretendía hacer.

-¿Porque no te dejas morir de una puta vez? -pregunto con tono siniestro y entonces se dirigió corriendo hacía el dispuesto a perseguirlo para matarlo.

-Mama -dijo eufóricamente Shin-Chan mientras se largaba corriendo por el pasillo y de ahí salió corriendo hacía las escaleras de arriba corriendo despavoridamente como si le persiguiera el diablo mismo.

Misae se le quedo mirando mientras ponía una cara de resentimiento, estaba claro que pretendía huir aquel enfermo hijo de puta, pero tampoco podía evitar que escapar para que le arruinara la vida de nuevo, había comenzado algo que no podía terminar, y ahora lo iba a finalizar le costase la vida o no, esto tenía que acabar.

-Puedes correr pero no puedes esconderte de mi, soy tu madre, y te ordeno que mueras -acordo rígidamente Misae con un tono tiránico.

··

Shin-Chan estaba escondido en la habitación de arriba metido en uno de los cajones, estaba completamente solo y sin ningúna forma de escapar de su propia madre que se había vuelto loca de repente, no sabía porque pero quería matarlo de verdad, no matarlo de la misma forma que los enemigos del Ultra Heroe, esto era real, muy real como para su propia edad.

-Mi madre quiere matarme, mi madre quiere matarme, mi madre quiere matarme, ¿pero porque? ¿Que he hecho yo con lo guapo que soy? -se cuestionaba a si mismo intentando de entender la razón por la cual su propia madre quería matarlo.

De pronto se le reapareció una imagen que le duro como un segundo.

-Eh, ¿que ha sido eso? -se pregunto a si mismo intentando de entender que había sido aquel extraño flash que se le reapareció de repente.

Mientras abajo, Misae ya casi estaba cerca de querer cogerle, había cogido un cuchillo mucho mas grande que el anterior, y ahora estaba mas que dispuesta a destriparlo para acabar con el sufrimiento que tenía.

-Vamos Shin-Chan, ven con mami, solamente estábamos jugando, nada mas, puedo ir a jugar contigo querido hijo de los cojones -exigía Misae con tono amable pero a la vez resultaba algo aterrador mientras sostenía aquel enorme cuchillo de carnicero.

Shin-Chan estaba intentando de hacerse a la idea de que había sido aquel extraño flash que se le reapareció de repente en su cabeza.

-A lo mejor -asumió y entonces se concentro para poder saber que era lo rondaba en su cabeza. Se concentro lo suficiente y entonces observo algo inquietante.

Había un fondo oscuro pero de pronto se aclaro mostrando otro fondo pero de color rosa y lleno de lunares azules, de pronto se le reapareció delante una imagen grotesca y gorda como la de una mujer gorda y vieja.

-¿Que pasa Shin-Chan? Es esto lo que querías, que fuese una vieja y gorda, una señorita gorda y deprimente, pues ahora lo vas a tener -era Misae pero solamente una imagen de aquello que mas temía, alzo los brazos y se dividieron como tentáculos y de pronto marcharon delante de su cara oscureciendo toda la imagen que había delante.

Shin-Chan despertó atemorizado al ver aquella terrible imagen, no entendía que era pero estaba claro que era relacionado con la manía de su madre con matarlo, sabía que su madre estaba cerca y tenía que tener precaución o sino perdería todo aquello para lo que había vivido.

-¿Que hago? -se pregunto a si mismo mientras intentaba de pensar en alguna solución para poder salvarse de su propia madre.

De pronto se escucho el sonido de una pisada, su madre estaba cerca de conseguirlo, necesitaba buscar una salida urgentemente o sino moriría. Se fijo en la ventana que daba a la terraza, corrió rápidamente y la abrió, miro hacía afuera intentando de buscar a algúna persona pero no veía a nadie, y eso de que siempre se veía a algúna persona o vecino pasando por ahí, y en especial la vecina de siempre que pasaba por ahí como de costumbre, pero esta vez la costumbre dejo de serlo.

-Hola, alguien, socorro mi madre quiere matarme, lleva muchos días comportandose como una moribunda y quejándose de que las bragas le quedan muy pequeñas pero en realidad es porque tiene el culo muy gordo -aviso Shin-Chan queriendo buscar ayuda pero estaba divagando demasiado sobre el tema.

Mientras Misae subía muy lentamente por las escaleras teniendo el cuchillo encima, tuvo otra vez esa sensación que le decía que el niño se estaba pasando de la raya otra vez con el tema, sus ojos se le fruncieron volviendose roñosos a la vez que se le notaban las arrugas en la cara como dando a entender que estaba tan perturbaba que no le importaba para nada lo que le sucediese en sus rasgos faciales.

-Maldito crío, y encima eso de que te lo avise -recrimino enfurismada llegando al limite y entonces se puso a correr por las escaleras.

Las escaleras se volvieron tan largas como la furia que había acumulado durante tanto tiempo, corrió todo lo que pudo hacía aquella entrada imposible pero estaba claro que no iba a llegar porque se le alargaba a mas no poder, eran una de esas imágenes de las que uno queda atrapada en su propio limite, y Misae estaba atrapado en ese limite de furia y euforia al mismo tiempo.

-Matare a ese niño -dijo con todas sus fuerzas mientras blandía el cuchillo de un lado a otro como si fuera un guerrero ninja dispuesto a trocearlo en tantos trocitos que nadie podría reconocerlo enseguida.

Siguió subiendo hasta que entonces llego al lugar que había al fondo y entonces agarro el picaporte, lo abrió y... se hizo la luz.

··

-Eh -Shin-Chan se asusto de nuevo al sentir aquella perturbación de nuevo.

Miro hacía atrás y observo que aquella puerta todavía estaba cerrada, pero por algúna razón sentía como si había algo terrible ahí detrás que le obligase a tener que abrirlo porque si sin importarle lo mas mínimo lo que hubiera al otro lado.

De pronto escucho un gemido, flojo y nada humano, asomo la cabeza por la barandilla y observo que se trataba de Nevado que estaba ahí abajo como si nada.

-Ey Nevado, ayudame, Misae quiere matarme, matarme de verdad -le aviso.

Nevado no respondió pero movió la cabeza como si no entendiera nada.

-Oye Nevado, avisa a la vecina quieres, y procura llamar a cualquier otro como a Ultra-Héroe o al Robot Kantam, ¿me entiendes? -aviso pero yéndose otra del tema como de costumbre, jamas aprendería la lección.

Nevado hizo una expresión unánime como de ver que Shin-Chan no tenía remedio, de pronto se le reapareció una imagen, Nevado se extraño al ver eso y no tuvo ni idea de que era eso pero estaba claro que no era normal.

-¿Que sucede? -pregunto al ver como su perro reaccionaba.

Nevado intento de entender que había sido aquella imagen pero entonces miro a la casa y observo una enorme bruma negra que cubría el exterior aunque parecía que algo estaba tapando las ventanas para que pareciera una cosa muy oscura. No entendía que era aquello pero le daba tanto miedo que no podía dejarlo de mirarlo debido a la tremenda curiosidad que era, lo siguió mirando fijamente hasta que entonces se dibujo a través del ventanal del salón unos enormes ojos rojos triangulares que daban un espanto terrible.

De pronto las órbitas de sus ojos se le agrandaron de la nada.

Toda una serie de imágenes de pesadilla se le reaparecieron delante como si nada provocando un súbito trance de pura paranoia.

Entonces empezo a avanzar hacía atrás de una forma extraña hasta que se metió dentro de su caseta de perro donde ahí desapareció en un fondo negro en el interior.

-¿Nevado? -pregunto extrañado Shin-Chan al ver que su perro desapareció de repente sin razón algúna.

No hubo respuesta, era como si Nevado se hubiera metido ahí dentro para no saber nada al respecto sobre lo que estaba apunto de pasar.

-Nevado, ¿estas ahí o que? ¡Nevado! -le llamo intentando de hacer que saliera pero no salía, claramente esto era algo anormal.

De pronto otra vez se sintió aquella extraña sensación de pura agonía, se extraño de inmediato y entonces se giro lentamente mirando hacía la puerta de entrada, estaba cerrada pero sentía que algo estaba viniendo.

Se dirigió muy lentamente hacía la puerta intentando de saber que era lo que sentía que había al otro lado, sabía bien que su madre se encontraba al otro lado, pero por algúna extraña razón sentía la necesidad de querer abrir esa puerta de cualquier manera.

-No debo...abrir -se decía como estando en un trance.

Siguió caminando muy despacio, muy despacio, siguió así hasta que al final...

-Puto criajo de mierda -Misae entro de lleno en la habitación tirando la puerta abajo aplastando a Shin-Chan de pies a cabeza.

Alzaba su cuchillo por toda la sala esperando encontrarse al mocoso pero no lo veía por ningúna parte, tenía una mirada que decía que estaba muy enfurruñada con él. De pronto oyó un extraño gemido que venía debajo suyo.

Agarro la puerta que estaba tirada la revoleo hacía el costado como si estuviera hecha de papel, observo que debajo estaba Shin-Chan casi inconsciente, la puerta la había dañado pero no matado.

-Eh, al final te tengo -declaro satisfecha con tono amargado.

··

Agarro al niño de los pies como si fuera un pollo muerto llevándolo arrastrado y haciendo que se golpeara en la pared para que Misae pudiera descargar todo su mal genio que había acumulado en mucho tiempo.

Siguió bajando y entonces se dirigió al salón principal donde estaba todo tal y como antes había empezado, con todo tirado.

Dejo al niño ahí apenas soltando un gemido de suspiracíon. Entonces Misae aprovecho para dar su castigo final al niño, agarro el cuchillo de antes, lo alzo agarrándolo con las dos manos poniéndolo en posición vertical y dispuesta a clavarselo en el pecho como si se tratara de un vampiro clavándole una estaca.

-Por todos los dioses japoneses, vosotros maldita panda de cobardes, me habéis hecho sufrir durante mucho tiempo a causa de este crío, pero hoy pienso jurar que acabare con todo ese sufrimiento. Porque hoy, juro por mi vida, que matare a este niño, a este absurdo y desconsiderado mocoso que no me traído nada bueno en la vida.

En ese momento Shin-Chan empezo a recuperar la consciencia y observó con sus propios ojos como su madre estaba dispuesta a matarlo.

-Y si algúna vez lo hizo, entonces me importa un comino, porque hoy, Shinnosuke Nohara morirá de una vez por todas -juro con toda su agonía y se dispuso a clavarselo de una vez por todas.

-No mama no -suplico en ultimo momento.

Alzo el cuchillo y entonces se lo clavo en todo el corazón tan rápido que ni siquiera Shin-Chan pudo darse cuenta de lo que hizo su madre.

Un enorme silencio en la multitud de toda Kasukabe.

Misae abrió los ojos y observo como el niño le estaba mirando con una cara seria e inexpresiva, inclino la vista y observo que tenía el cuchillo clavado en el corazón y este empezaba a salirle sangre del lugar donde se lo clavo.

De pronto empezo a toser un enorme brote de sangre por la boca.

-Me gustan las tías con 16 años y que tengan los pechos grandes -fueron sus ultimas palabras antes de morir del todo.

Todo termino para Shin-Chan, Misae le quito el cuchillo del pecho y luego se quedo oliendo la sangre del cuchillo, luego la lamió para saber lo que sentía haber matado al único hijo que había tenido en su vida.

De pronto empezo a soltar la misma risotada de antes, empezo a reirse de aquella forma espantosa mientras se recostaba en el suelo girando y riendo como un niño desquiciado, estaba que ponía una cara de espanto y de pura locura.

Aquel grito se siguió oyendo hasta por el barrio, y quizás por todo el planeta si es que acaso ese era el mayor grito y risa que se haya oído nunca.

Al final se detuvo, y quedo acostada en el suelo formando una estrella de cinco puntas con las extremidades, luego dijo:

-Al final soy libre -luego soltó una ultima pequeña risotada.


CONTINUARA...